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Papeles inesperados

Este fin de semana he terminado el que podemos considerar mi último libro del verano. Lo empecé todavía en vacaciones y he leído a ratos perdidos lo que me quedaba.

Se trata de Papeles inesperados, lo último publicado de Julio Cortázar.

Como indica su título es un libro heterogéneo, un batiburrillo de textos dispersos que se encontraron entre los papeles que conservaba Aurora Bernárdez, su viuda y en este caso coeditora junto con Carles Álvarez Garriga .

En el libro podemos leer un par de buenos cuentos, varios prólogos y presentaciones y muchos textos políticos.

Es curioso leer estos textos veinticinco años después de la muerte del autor, veinte después de la caída del Muro, una vez desaparecida la utopía comunista y con un languideciente, pero superviviente, régimen cubano.

El libro termina con algunas poesías. Copio Las buenas conciencias la que más me ha impresionado.

Sos así: inteligente, clara, refinada,

vivís en armonía con las gentes, las cosas y las plantas

que has elegido despaciosamente,

rechazando sin ruido lo que quebraba el ritmo diurno, la calma de tus noches.

Eso no significa que ignores este caos,

ese fragor de sangre que llaman siglo veinte.

Al contrario, seguís muy de cerca

cosas como el racismo, el apartheid y las transnacionales,

la sangre en Argentina y Chile y Paraguay y etcétera.

Cada tarde a las seis comprás Le Monde

y te indignás sinceramente

porque todo es violencia, violación y mentira

en Dublín en Beirut en Santiago en Bangkok.

Y después cuando vienen Paulita y Juan y Pepe

les explicás con té y tostadas que esto no puede ser,

que cómo puede ser que esto sea así, y la mesa

se llena de protestas democráticas,

de migas humanísticas y Derechos Humanos (cf. Unesco).

Todos están de acuerdo, y todos sienten

que están del justo lado, que hay que aplastar a Pinochet, pero curiosamente

ni ellos ni vos han hecho nunca nada

para ayudar (digamos, dieron plata, se solidarizaron

algunos con las campañas periodísticas),

porque les lleva lo mejor del tiempo

aplastar al fascismo con perfectas razones silogísticas

y sentimientos impecables.

Es evidente que leer Le Monde

es ya un combate frente a los que leen el Figaro.

Lo importante es saber dónde está la verdad

y repetirlo y repetirlo cada día

a los mismos amigos en el mismo café.

Casi una militancia o poco menos

casi un peligro porque en una de ésas

se oye un fascista y ahí no más te fichan.

Oh, querida, ya es tarde,

andá a dormir pero antes, claro,

las últimas noticias. Mataron

a Orlando Letelier. Qué horror, verdad.

Eso no puede ser, esa violencia

tiene que terminar.

(Suena el teléfono, es Paulita

que acaba de enterarse.)

Da gusto ver

cómo vos y tu gente participan

de la historia.

Vas a dormir tan mal, verdad, mejor quedarse oyendo música

hasta que venga el sueño de los justos

.

El libro, pese a su irregularidad, merece la pena.