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Casi enteros: un blog sobre los medios de comunicación, la publicidad, su papel en la financiación de los medios, la investigación y otros temas relacionados con todo esto

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Óscar Freire: ¡qué grande!

Me ha costado encontrar la retransmisión de la Milán-San Remo, pero al fin he llegado a ver en Eurosport los últimos siete u ocho kilómetros, lo suficiente para ver un nuevo y magnífico triunfo de Óscar Freire.

Óscar ha ganado con esta su tercera Milán-San Remo, lleva también tres Campeonatos del Mundo y muchas otras carreras de un día. Sólo con eso sería un héroe nacional en Bélgica, en Italia o en Francia.

Pero en España parece que no sabemos valorarlo.

El ciclismo español post Induráin ha perdido el apoyo de las empresas españolas y en gran medida también de los medios.

Parece que nunca va a terminar de pagar problemas como el de la operación Puerto.

Y sin embargo, casi sin equipos, y los pocos que hay en una profunda crisis, podemos contemplar la generación de ciclistas españoles más brillante de la historia.

Los ganadores de los cuatro últimos Tours son españoles (Óscar Pereiro, Carlos Sastre y los dos de Contador), Óscar Freire y José Antonio Flecha hacen grandes papeles desde hace años en las mejores clásicas, hemos visto el pódium de la reciente París-Niza copado por españoles, Samuel Sánchez es el actual campeón olímpico…

Nunca había habido un plantel de figuras tan importante.

El ciclismo español no se acabó con Induráin.

Todo lo contrario, tenemos una generación muy brillante, con Freire y Contador como grandes figuras.

¡Qué pena que tengan que correr en equipos extranjeros!

Tour: amarillo y verde

Hace ya unos cuantos años, el el 95, leí L’Alpe D’Huez, una obsesiva novela del navarro Javier García Sánchez, que relataba una etapa del Tour de Francia en la que un veterano corredor, escapado desde la salida, luchaba por ganar esa mítica etapa, en lo alto del monte de las 21 curvas, numeradas en sentido descendente.

Luego, unas Navidades se lo regalé (otro ejemplar, claro) a Ángel López, entonces un chaval que había trabajado conmigo (también matemático, por cierto), gran ciclista, que de aficionado había corrido con Óscar Freire y que ahora dirige la investigación en Media Contacts.

Si les gusta el ciclismo, se lo recomiendo, aunque supongo que ahora será difícil de encontrar.

Disfruté mucho el miércoles con la ascensión a L’Alpe D’Huez. La subida que realizó Carlos Sastre fue espléndida; puso un ritmo magnífico tras demarrar en la primera rampa y fue ampliando poco a poco la distancia. Su equipo,

el CSC, que ha demostrado ser el mejor del Tour, había hecho antes un gran trabajo.

Yo creo que Carlos Sastre cae bien a todo el mundo. Año tras año se ha clasificado entre los primeros del Tour, sin llegar a completar nunca una gran hazaña, pero siempre cerca de los mejores. Hasta ahora sólo había ganado una etapa.

Ahora ya ha ganado otra, la más simbólica de todas y viste de amarillo.

Sólo falta, y no es poco, confirmar en la contra-reloj de mañana que este año ha sido el mejor.

Para eso tiene que conservar la ventaja, poco más de un minuto, que lleva al australiano Cadel Evans, mucho mejor que él

en esa especialidad, pero que se hace menos simpático: ha corrido todo este Tour a la defensiva.

Mañana no nos lo podemos perder.

Pero este Tour, en el que de nuevo ha fallado Valverde, tiene otro protagonista español. Óscar Freire ganó una etapa, pero además ha ido sumando puntos poco a

poco, como una hormiguita, para hacerse con el maillot verde de la clasificación por puntos. Hasta ahora nunca lo había conseguido un español. Tenía que ser él. Un gran sprinter, el mejor español de todos los tiempos, y con el aguante suficiente para llegar a París.

Es muy difícil, pero hoy todavía podemos soñar con ese domingo en los Campos Elíseos, con Sastre de amarillo como ganador del Tour y Freire de verde con el maillot de los puntos.

Además, puestos a soñar, ya no está Cavendish, ¿por qué no una victoria de Óscar en la última etapa?

No nos lo podemos perder: el domingo hay que ver la tele.

¡No EPO sible!

Siempre me gustó el ciclismo.

En la época en que El Correo organizaba la Vuelta, que casi siempre acababa en Bilbao y tenía varias etapas por el País Vasco, mi padre me llevaba a verla varios días cada año.

Era también la época en que el Kas, el equipo de Vitoria, ganaba todos los años la clasificación por equipos del Tour.

Me gustaban los ciclistas con clase, fueran o no españoles. Admiré mucho

a Eddy Merkx un corredor que lo ganaba todo y que, aún así era generoso.

Luego vino la gran época española, con el Reynolds de Echávarri. Disfruté mucho con Perico

Delgado, todo un espectáculo cuando ganaba y cuando no lo hacía (sigo disfrutando con sus comentarios). Y, claro, los cinco Tours de Induráin fueron la apoteosis.

Por si fuera poco hasta hemos aprobado con nota nuestra asignatura pendiente de siempre: Óscar Freire nos ha dado clásicas y hasta tres Mundiales.

Valverde es un todo terreno; también ha ganado clásicas, ha hecho grandes papeles en Campeonatos del Mundo y en pruebas por etapas pero parece no acertar con el Tour.

Parecía que ya no se podía pedir más. ¡Y claro que se podía!

Se podía, se debía, pedir que no terminaran así con un deporte que nos ha dado tanto.

No sé hasta donde llegará esta historia. Cada año parece que se ha dado un paso definitivo (Festina, Pantani, Heras,…y tantos otros). Pero cada año se da un paso más. Y parece que nunca va a terminar.

¿Todos son tramposos?¿No hay nadie sano, pero algunos no se confunden con los plazos?

Es triste.

Parece que ya no podemos creer en nada.

Los tres triunfos de los italianos del Saunier Duval ¿eran de mentira?

¡Qué pena!

La mezcla del deporte y la medicina pueden acabar con todo esto.

Por cierto, cuando yo empezaba a seguir el ciclismo no sabía andar en bici. Mi madre siempre me tomaba el pelo por esa aparente contradicción.

Ahora, ya de mayor, también le he cogido afición a dar largos paseos en bici. Siempre que tengo un día libre me hago el recorrido por La Ribera y la playa de La LLana.

Eso al menos no me lo podrán quitar…