Casi enteros Casi enteros

Casi enteros: un blog sobre los medios de comunicación, la publicidad, su papel en la financiación de los medios, la investigación y otros temas relacionados con todo esto

Entradas etiquetadas como ‘manuel campo’

Pobre D’Hondt

Al final acerté: habrá debates.

Además la pista que di era la buena: Manuel Campo, el Presidente de la Academia de la Televisión ha sido el elemento determinante y además moderará el primer debate.

Por otra parte los sondeos (y si digo que otro día hablaremos de los sondeos me vuelvo a dejar tareas pendientes) muestran una igualdad que hasta puede hacer que los debates sean determinantes.

Pero de lo que quería hablar es de la Ley D’Hondt, a la que tenemos tendencia a echar la culpa de todos los males de la escasa proporcionalidad que arrojan los resultados de nuestras elecciones.

Será porque Monsieur D’Hondt era matemático, como yo, pero el caso es que me cae simpático. Además sé que la regla que se inventó para atribuir escaños en una circunscripción es tremendamente lógica y, permítanme decirlo, inmejorable. No hay ninguna manera mejor de atribuir los sucesivos escaños que la que lleva el nombre de este matemático belga.

Otra cosa es que los resultados que arroja en nuestra peculiar democracia sean los mejores posibles. Pero de eso no tengo yo la culpa. Ni, desde luego, Monsieur D’Hondt. La culpa es del desigual tamaño de nuestras

circunscripciones que hace que para conseguir un escaño en Soria

baste con 20.000 votos mientras que para conseguir uno en Madrid se necesiten 100.000. Visto así, el voto de

un soriano vale por el de cinco madrileños y eso no parece justo.

Luego están la cantidad de votos que se quedan sin representación. En cada provincia sólo unos pocos partidos obtienen representantes. Pero incluso los partidos que obtienen representación parlamentaria (salvo el que se adjudica el último escaño) tienen un buen número de votos sobrantes que “no van a ninguna parte”.

Parece que es difícil cambiar el tamaño de las circunscripciones pero sí se podría fácilmente introducir una corrección a la falta de representación de esos votos sobrantes en cada provincia. Bastaría con establecer una lista nacional y un sistema de restos. Todos los votos que “sobraran” en cada provincia irían a un almacén nacional que distribuiría un número de escaños (por ejemplo 50) entre los partidos que tuvieran mayor número de votos “sobrantes”. Se podría hacer con la misma y denostada Ley d’Hont.

Así tendríamos que lo mismo que se ha criticado siempre ayudaría a corregir el efecto no deseado que produce el tamaño desigual de las circunscripciones (que no la Ley D’Hondt).

Lo dicho: pobre D´Hondt, que siempre carga con unas culpas que no son suyas.

¿Debate en televisión?

No quisiera que este blog se acabe convirtiendo en un blog sobre política. Seguro que ya hay muchos otros mucho más adecuados.

Yo he venido aquí a hablar de mis medios.

Pero en época preelectoral los medios tienen mucho que decir.

Hace ya muchos años, cuando trabajaba en Televisióm Españolamanejé un libro francés que se titulaba La televisión fait-elle l’election? que analizaba los efectos del medio dominante en las elecciones de varios países.

También realicé un estudio para comprobar esos efectos en la entonces reciente democracia de nuestro país. Planteé un panel de personas de las que se recogía información sobre intención de voto y consumo de medios antes del inicio de la campaña electoral, durante dicha campaña y sobre voto real una vez pasado el día de las elecciones. El estudio era muy ambicioso pero no fue concluyente.

Las elecciones de 1982 fueron las del cambio radical; casi todo el mundo tenía decidido su voto desde antes de producirse la convocatoria electoral. Casi nadie iba a votar al partido del Gobierno. Así fue.

El cambio fue tan radical que, como siempre ocurría, también cambió mi jefe y al que llegó no le interesaba demasiado saber cual había sido la influencia de los medios en aquel cambio. No pude hacer un análisis en profundidad que, a lo mejor, habría arrojado alguna conclusión más relevante.

Ese fue el momento en que yo estuve más cerca de la política y de su análisis.

Pero volvamos a hoy y a la política. La semana pasada asistí en Granada al Seminario de AEDEMO sobre televisión. AEDEMO es la Asociación que nos agrupa a quienes nos dedicamos a la investigación de mercado y de opinión. El Seminario de Televisión es el gran encuentro anual entre los departamentos comerciales y de marketing de las cadenas de televisión y los compradores de televisión y los investigadores de las agencias de medios. Este año yo no tenía ponencia, pero sí he hablado otras muchas veces.

Fue un seminario interesante, del que les iré contando más cosas. Terminó con una mesa redonda que moderó Manuel Campo Vidal, actual Presidente de la Academia de la Televisión, a quien conozco desde los mismos viejos tiempos en que coincidimos en TVE.

Aunque el debate era sobre televisión y publicidad también acabó saliendo El Debate. La Academia de la Televisión y la Asociación de la Prensa de Madrid han hecho propuestas alternativas para propiciar El Debate. El hecho de tener allí al Presidente de la primera de ellas propiciaba las preguntas.

El Debate, así con mayúsculas, es el que deberían celebrar los dos principales candidatos a la Presidencia del Gobierno en las próximas elecciones.

Cuenta la leyenda que Kennedy le ganó a Nixon la Presidencia en un debate televisado porque la barba cerrada y mal afeitada del Presidente le daba una imagen más dura y antipática que la del joven aspirante.

En España sólo tuvimos debates en 1993 ¡hace ya quince años! Una nueva leyenda habla de un debate perdido por Felipe González que llegó cansado y mal preparado al primero y una recuperación en el segundo debate, al que pudo dedicar más tiempo.

Recientemente, en Francia, un Sarkozy más duro pero también más controlado ganó en su debate a una Segolène Royal que partía confiada en su mayor telegenia.

Yo creo que los debates ya no son decisivos. Se preparan demasiado. Se acuerdan los tiempos, los enfoques, los decorados y los moderadores. Se convierten en algo artificial y encorsetado.

Pero aún así creo que es bueno que haya debates. Es más, creo que los va a haber.

Una vez que se había llegado a un acuerdo sobre casi todos los aspectos, si finalmente no los hubiera, el candidato, el partido que los impidiera tendría muy difícil justificar su negativa.

Los argumentos sobre las cadenas en que se deben emitir son difíciles de defender. TVE es una cadena pública en la que se acordaron las reglas y los directivos de la nueva Corporación. Eso debería dejar fuera la desconfianza. Argüir el dato de audiencia no dejaría fuera a TVE, que supera a Antena 3 en audiencia general y a Tele 5 en informativos. Además ha ofrecido la señal a todas las cadenas. Oponer ese argumento sólo sonaría a excusa.

Por eso creo que habrá debates.