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Casi enteros: un blog sobre los medios de comunicación, la publicidad, su papel en la financiación de los medios, la investigación y otros temas relacionados con todo esto

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No es profesión para viejos

En unos pocos días he recibido tres mensajes en una misma dirección. Y me preocupa.

Primero recibí un artículo, para una obra colectiva que estoy poniendo en marcha, que, ya desde el título se preguntaba ¿dónde se esconden los publicitarios mayores?

Parece que nadie sabe dónde.

Poco después me encontré con un artículo de José G. Pertrierra en la revista El Publicista en el que narraba su reunión con un antiguo compañero, creativo importante en su momento y ahora desahuciado en el sentido más literal y más crudo de la palabra: durante la reunión llegan a su casa los encargados de llevarse a un guardamuebles las casas con sus cosas que ya no tiene hogar en las que mantener.

Se trata, al parecer, de un inadaptado a la nueva situación en la que si no dominas lo digital estás muerto.

Poco después me encontré en LinkedIn con un artículo de Xavier Ríus aún más duro: en San Francisco, la capital de las nuevas tecnologías y de la modernidad, encuentra a un sin techo de unos cincuenta y cinco años que le pide algo para comer. Cuando le invita y entabla conversación con él descubre que

¿Serán antiguos publicitarios?

se trata de un publicitario de Nueva York que en su momento tuvo mucho éxito y ganó premios en festivales pero al llegar a los cuarenta y cinco, cuando ya nadie le contrataba, perdió su casa y empezó a vivir en su coche, luego también perdió su coche y se vio en la tremenda situación actual.

Yo llegué ya a los sesenta y cinco años. Fui la primera persona en mi empresa que lo hizo trabajando. Sé que no es muy habitual en publicidad. También sé que es una profesión muy exigente y que siempre hay que estar reciclándose para mantenerse al día. Mucho más ahora en estos tiempos de grandes cambios, pero creo que no más que en otras muchas profesiones.

Si, cada vez más, es muy difícil superar la condición de becario mal pagado antes de los treinta años y si luego prescindimos del talento y la experiencia de las personas de más de cuarenta y cinco ¿hacia dónde va esta profesión? ¿Será la profesión más rentable para las empresas, por adelgazamiento de costes, justo antes de morir de inanición?

 

(*) Un artículo muy similar a éste se publica en el número de mayo de la revista IPMark