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La comida de la nostalgia

Ya es una tradición más.

Desde hace muchos años mis mejores amigos, que lo son desde que, hace más de cuarenta años, coincidimos en el Colegio Mayor Aquinas, nos reunimos al menos una vez al año, en el entorno de la Navidad.

Solían ser reuniones de entre 16 y 20 personas, con un núcleo duro: la banda del Peska.

Este año abrimos un poco la convocatoria y acabamos siendo 32 a pesar de que fallaron algunos de los habituales: Antonio prefirió una cena en Zaragoza olvidando que el AVE nos ha puesto a poco más de una hora de distancia. A Pepe le surgió un viaje de última hora a Perú .

A cambio vinieron personas de muchos puntos de España: Barcelona, Tarragona, Valencia, Alicante, Murcia, Ciudad Real, Vitoria y (lo que tiene más mérito) varios desde Canarias.

En el grupo hay una mayoría de ingenieros, sobre de todo de Caminos y de Telecomunicaciones (la escuela estaba muy cerca del Aquinas), pero también hay farmaceúticos, dos matemáticos, algún arquitecto y algunos de otras carreras.

Por las edades en las que nos movemos ya empieza a haber jubilados entre nosotros, pero también tenemos algunos en la cumbre de su carrera: Miguel Ángel es Presidente de una Confederación Hidrográfica y Antonio Comisario de otra. Roberto, el Presidente europeo de una multinacional americana, se jubila a finales de año. Juan Manuel se ha jubilado como el mejor constructor de presas de finales del siglo XX. José Eladio presidió AENA y Adif y ahora culmina su carrera trabajando por su cuenta como consultor. Pepe construye ahora en Perú después de haberlo hecho en diversas zonas de la Península. Vicente ocupó altos cargos en empresas de Telefónica.

Como hacía mucho tiempo que no nos veíamos (algunos más de cuarenta años) había quien echaba de menos a mi hermano José Ramón, ya fallecido, que dirigió el proyecto del Metro de Bilbao.

En ese capítulo, el de las penas y de las nostalgias, estuvo con nosotros Carmina, la viuda de Fernado, uno de mis mejores amigos.

No todos hemos triunfado en lo profesional, claro. Pero se respiraba muy buen ambiente. Creo que no nos ha ido mal en la vida.

Esta tarde me ha llamado Emilio, que llevó la parte dura de la organización, la búsqueda y la negociación con el restaurante. Ya está pensando en el año que viene: adelantaremos la fecha; seremos más, organizaremos algo diferente…

Este año ha sido claramente un éxito: aunque algunos hacía cuarenta años que no nos veíamos todos nos pudimos reconocer.

La comida de Navidad

Ayer tuvimos la comida de los amigos del colegio mayor.

Eso quiere decir de gente que nos conocemos desde hace algo más de ¡cuarenta! años, cuando llegamos al Aquinas a estudiar nuestras carreras.

En mi grupo hay una mayoría de ingenieros (Caminos, Agrónomo, Teleco…) y, curioso, los dos que acabamos estudiando Matemáticas somos los que tenemos algo que ver con este mundo de la publicidad. Incluso tenemos una relación, más allá de la amistad, su empresa es cliente de la mía; lo era desde antes de que yo llegara.

Luego está Antonio, el genio, que primero hizo Químicas y luego Farmacia y nunca conoció lo que era un suspenso (y seguramente tampoco un aprobado raso).

Aquellos eran otros tiempos y en un colegio mayor podías encontrarte con gente de toda España. En el grupo hay varios catalanes, andaluces, un aragonés, un extremeño, un manchego y yo, un vasco.

Ahora eso es más difícil. Pero se le puede dar una vuelta más: los Erasmus, o los que hacen carrera internacional pueden tener un grupo parecido pero multinacional. No sé si es lo mismo.

Muchos vivimos en Madrid, pero no todos.

Nosotros intentamos vernos varias veces al año, aunque no siempre lo conseguimos. Al menos la cena de Navidad, que lleva dos años siendo comida, no falla los últimos años. A esta vamos con nuestras mujeres; ninguno hemos cambiado de pareja en estos años complicados.

Todos estamos igual que hace cuarenta años. El tiempo no ha pasado por nosotros. O eso decimos.

Muchos recuerdos, algún proyecto, mucha nostalgia…lo pasamos bien.