Hace un par de semanas terminé de leer Yo soy un extraño bucle, un libro sorprendente de Douglas Hofstadter, el autor de Gödel, Escher Bach: un eterno y grácil bucle, la gran obra sobre la autorreferencia que leí a mediados de los ochenta.
Se trata de otro libro de la colección Metatemas, la gris, con la que Tusquets nos regala cada cierto tiempo desde hace ya treinta años.
A partir de la crítica a los Principia Mathematica de Rusell y Whitehead y basándose en los trabajos de Gödell vuelve al tema de la autorreferencia, profundiza en el concepto del yo desde el punto de vista científico y llega a conclusiones sorprendentes, como la permanencia de partes del alma (después de la muerte) en personas que nos han tratado o a disquisiciones sobre el tamaño de las almas.
Una parte de nosotros está en las personas que nos quieren y seguirá estando, cada vez más atenuada, incluso después de que desaparezca nuestro cuerpo.
Un curioso libro, en el que la ciencia y sólo la ciencia, bordea temas que podrían considerarse casi místicos.
Si no lo ha leído ya, puede ser una buena lectura para las vacaciones. Seguro que le hace pensar.