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Casi enteros: un blog sobre los medios de comunicación, la publicidad, su papel en la financiación de los medios, la investigación y otros temas relacionados con todo esto

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Un publicitario a la RAE

Esta mañana se ha reunido la junta de la Academia de la Publicidad, de la que formo parte. La Academia tiene pocos años de vida; su actividad principal es el reconocimiento de aquellas personas que han destacado en el ejercicio de la profesión y evitar que caigan en el olvido.

Ahora se ha propuesto llevar a un publicitario a la Real Academia Española de la Lengua.

Algunas de las frases más repetidas de la historia, algunas de las que han modificado expresiones que luego pasaron a formar parte de la sabiduría popular han sido creadas por publicitarios. Así lo recoge David Torrejón, editor de la revista Anuncios en su artículo sobre este tema.

La publicidad es un potente difusor de la lengua. La capacidad de comunicación de la publicidad es indiscutible: genera mensajes, casi siempre cortos, que se repiten múltiples veces en multitud de lugares y que pueden llegar a ser recordados durante muchos años. Gente de mi generación, de más de sesenta años, puede recordar perfectamente mensajes que recibió a comienzos de su vida, allá por los años cincuenta

¡Claro que no siempre son expresiones correctas! Como en todas las profesiones algunos publicitarios son mejores que otros. Y parece que últimamente abundan más los malos , en opinión de Ricardo Pérez, uno de los grandes de la publicidad, que creó su propia agencia.

Como destacaba Marçal Moliné en su libro La fuerza de la publicidad, la mayor parte de los recursos publicitarios coinciden con las figuras retóricas.

Los grandes redactores publicitarios (¿si alguno llegara a la Academia dejaríamos de llamarles copys?) son especialistas en crear píldoras de sabiduría concentrada. ¿Qué otra cosa sino espléndidas greguerías son los buenos slogans?

Sí; claro que nos vendría bien tratar de traducir al castellano todos esos palabros, muchas veces simples siglas en inglés, que importamos de los países anglosajones sin preocuparnos de buscar su significado equivalente en nuestro idioma, que casi siempre existe.

Son muchos los publicitarios que tienen una importante obra escrita: el propio Marçal Moliné, que ya he citado, Joaquín Lorente, Luís Bassat,…y muchos otros que ahora no me vienen a la memoria.

También muchos literatos famosos trabajaron en algún momento en Publicidad. Esta mañana se citaba el nombre de José Hierro; Carlos Ruiz Zafón, uno de los escritores españoles de más éxito en estos últimos años comenzó su carrera en una agencia. En otros países podemos encontrar a grandes nombres, com Fernando Pessoa en Portugal, algunos de los miembros de la generación prohibida en Estados Unidos, o los más recientes Houllebecq y Beigbeder en Francia.

Seguro que hay muchos más. Se me ocurre que una buena idea, la propondré en la próxima junta, puede ser abrir una sección en la web de la Academia (de la Publicidad) en la que se recojan estas dos facetas: la obra literaria de nuestros grandes publicitarios y el pasado publicitario de los grandes literatos, sean del país que sean.

Seguro que es una buena ayuda para dar un paso más hacia ese objetivo: que un publicitario llegue pronto a ser miembro de la RAE.

El orgullo de ser publicitario

Yo soy matemático de formación, pero la vida me llevó, por el camino de la investigación de audiencias primero y de la investigación a secas después, a ser publicitario.

Un intruso, como tantos otros.

Pero la profesión me ha recibido bien y yo he intentado devolverle con creces todo lo que me daba. Lo he hecho con mi tiempo, mis ideas, mis charlas, mis artículos y ahora, creo, con este blog. Todavía me quedan unos años para devolverle algo más.

Creo que hace unos años los publicitarios podían ir por la calle con la cabeza muy alta; su consideración social, al menos la de los líderes del sector, era grande.

Ahora parece que hemos perdido mucho terreno; probablemente porque en muchos casos se ha sustituido el amor a la profesión por el amor al dinero. Las grandes empresas de publicidad están, como todas, en manos de financieros que en ocasiones no dudan en echar a la calle lo mejor que tienen, porque piensan que así las bolsas les recompensarán. Lo peor de todo es que las bolsas suelen recompensarles con subidas justo cuando descapitalizan sus empresas al prescindir de lo mejor (que a veces es también lo más caro) del capital humano, el único que tienen las empresas de publicidad.

El martes pasado se celebró la fiesta de la Academia de la Publicidad, en la que se nombraron seis nuevos miembros de honor. Su Presidente Julián Bravo nos despidió con un discurso valiente, que ha inspirado este post. Creo que deberíamos luchar para recuperar la consideración social de la publicidad.

Algo, mucho, hemos debido hacer mal para que ahora se nos vea casi como el enemigo del pueblo.

Por cierto, el viernes vi que la Universidad Blanquerna le había concedido recientemente a Julián Bravo su Premio Extraordinario de Comunicación.

Para mí es una gran noticia. Conocí a Julián muy tarde, cuando yo ya estaba en el lado publicitario del negocio y él llegó a la Presidencia de AIMC. Ya había oído hablar mucho de él y sabía que, desde la Thompsom (la JWT) había sido uno de los grandes, de los pioneros, de la publicidad en este país.

Durante casi todos los años que él permaneció en la presidencia de AIMC yo seguí siendo miembro de su Comisión Técnica, uno de los sitios en los que más he aprendido y donde he conocido a mejor gente.

Cuando Julián se fue, yo lo dejé; claro que por otras razones.

Julián me ha parecido siempre un caballero, una de esas personas que dignifican la profesión en la que están y todo lo que hacen.

Ahora que él está jubilado le considero, en la distancia (yo nunca llegaré ni a la mitad de su nivel) un amigo. Siempre que he podido hacer algo con él (el número de la revista Telos de hace un par de años creo que fue lo último) lo he hecho muy a gusto; siempre aprendiendo de su vasta cultura y disfrutando de su conversación.

¡Enhorabuena, Julián! Seguro que este premio no será el último. Tú has hecho de la de publicitario una profesión digna.

Por cierto, este post casi se me va al terreno de los matemáticos en publicidad. Somos más de los que se cree y hay aportaciones muy importantes de algunos de nosotros. Otro día abordaré este tema. Creo que se lo debo a Atenea 1989 por su comentrio del otro día.

Cuando ya tenía escrito este post veo que el editorial de la revista Anuncios trata este mismo tema y con el mismo título. El discurso de Julián fue muy inspirador.

Nace la Academia de la Publicidad

Ayer estuve en el Hotel Puerta de América en la presentación pública de la Academia de la Publicidad.

Es una iniciativa que ya tiene cerca de un año de vida. Los promotores son Julián Bravo, Augusto Macías y Francisco González.

El objetivo fundamental, al menos inicialmente, es hacer todo lo posible para que no caigan en el olvido las personas que han hecho grande la publicidad en España.

El profesor Raúl Eguizábal hizo una semblanza de cuatro de ellos: Federico Ribas, Prat Gaballí, Jo Linten y los hermanos Moro.

También se han propuesto crear unos premios para jóvenes.

El requisito para pertenecer a la Academia es haber trabajado al menos cinco años en cualquier actividad relacionada con la comunicación comercial.

Yo conozco bien a Julián Bravo, con el que coincidí a lo largo de su etapa como Presidente Ejecutivo de AIMC. Sé que es todo un caballero y que pone un gran empeño en todo lo que se propone.

La Academia tiene todo mi apoyo. Hoy mismo enviaré mi solicitud de adhesión.

Como anécdota, al terminar nos hicieron una entrevista conjunta a Usúe, mi hija, y a mí, para Vivocom, la empresa de TV sobre IP liderada por Raúl de la Cruz Linacero.