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Casi enteros: un blog sobre los medios de comunicación, la publicidad, su papel en la financiación de los medios, la investigación y otros temas relacionados con todo esto

Archivo de agosto, 2016

#Unoalmes: Desorden, de Daniel Solana

Cuando, hace unos años, leí Postpublicidad, no conocía personalmente a Daniel Solana, aunque sí había leído, unos cuantos años antes, sus comics Creatas y Ejecutas, que durante un tiempo publicó la revista Anuncios.  Me impresionó  muy favorablemente su lucidez y la manera en que describía el nuevo mundo que se había abierto con la digitalización, la nuva sociedad líquida, los cambios que tenía que hacer la profesión publicitaria para afrontar la nueva situación y el gran poder que adquirían ahora los consumidores. Era un libro muy interesante, que hacía pensar a los que nos dedicamos a esto.

Este verano he terminado de leer un nuevo libro suyo Desorden, que lleva como subtítulo El éxito no obedece a un plan. No ha sido estrictamente una de mis lecturas de verano, porque es un libro largo y denso, que hay que leer reposadamente y me ha llevado un par de mesesAhora ya conozco personalmente a Dani; le conocí a raíz del estudio sobre inversión en comunicación digital que hicimos para IAB hace unos cinco años. Una idea suya en la que yo colaboré con la dirección técnica y luego en la presentación. Tras dos años de esfuerzos la asociación decidió no continuarlo. Creo que es una pena.

Daniel Solana es uno de los grandes de la publicidad española. Fundador de la agencia Doble You, una de las pioneras y las más importantes en el mundo digital, ha ganado un gran número de premios, entre otras cosas por las campañas para la compañía Atrapalo.

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Cuando esta primavera coincidimos en una presentación y le comenté  que no había encontrado su nuevo libro me dijo que él me lo buscaba; luego lo encargué en una librería y lo tuve.

Desorden no es un libro sobre publicidad, ni sobre creatividad, ni… pero es eso y mucho más. Diría que, sobre todo, es una manera de analizar la inteligencia mética, una alternativa al razonamiento lógico para resolver problemas prácticos. Una forma de razonamiento útil para tomar decisiones orientadas a la acción, aplicable a todo tipo de situaciones, muy útil para enfrentarse a situaciones fluidas, fugaces, movedizas; ideal para moverse en entornos complejos. Algo que recuerda mucho a las situaciones en las que nos vemos envueltos cada día en el mundo líquido en el que vivimos.

Se trata de un libro plagado de citas, de referencias, todas relacionadas entre sí. Daniel Solana es un pozo de sabiduría que lo mismo relaciona los más modernos temas de la biología con la filosofía presocrática que las matemáticas con las ciencias sociales.

El conocimiento no avanza repitiendo y clasificando lo que ya sabemos sino relacionando entre sí temas que, aparentemente no tienen nada que ver. Esa es la base de la creatividad, no sólo en publicidad, por supuesto.

La máxima expresión del orden es el gran desorden, aunque nuestra mente no lo acepte y necesite ordenar y clasificar.

Vivimos para buscar; todos estamos permanentemente buscando algo. Nos enfrentamos al acto de decidir miles de veces a lo largo del día; de vez en cuando esas decisiones son importantes. En general preparamos mal esa toma de decisiones.

Tomar las decisiones adecuadas no siempre depende de tener toda la información de forma estructurada y manejarla adecuadamente. Muchas de las grandes decisiones se toman por impulso, por intuición. Para ello es clave el entrenamiento y el disponer de mucha información,… aunque no siempre esté bien estructurada.

Somos exploradores. Vivimos en un paisaje inhóspito en el que para sobrevivir estamos sometidos a fuertes exigencias. Sobrevivimos gracias a las sofisticadas herramientas de las que estamos dotados.

Los nuevos tiempos y nuestro afán de clasificación nos han alejado de la poesía y de los nombres inteligibles. Una nueva estrella ya no se llama Aldebarán u Orión sino VSXJ213808.7+261704. Es la manera de identificar a una entre los millones de estrellas que ahora se conocen. Eso hace que la lengua se utilice ahora de una manera menos amable.

En la vida lo importante no es prever el futuro sino ir sembrando puntos que en algún momento seamos capaces de conectar. Puntos que inicialmente no tenían nada que ver cobran sentido con el paso del tiempo y nos muestran interesantes relaciones.

La comprensión por los ojos, diferente de la comprensión por razonamiento, puede ser un paso previo que ayude a interiorizar mucho mejor algunos conceptos: la fluidez cuando vemos un río; la inmensidad cuando vemos un océano.

El libro está estructurado en diez capas. He tratado de extraer alguna idea de cada una de ellas; la última se refiere al problema de la educación: la acumulación de conocimientos para cuando los podemos necesitar, algo que proviene de unos tiempos (recientes) en los que no teníamos toda la información a un solo clic, se ha quedado anticuada. Ahora es necesario un nuevo concepto, una nueva manera de aprender para ser capaces de descubrir lo que no es evidente.

El libro incluye un breve prólogo de Risto Mejide, que se identifica como un mético; yo creo que también lo soy. Y eso que, creo, me parezco muy poco a Risto.

Juegos Olímpicos, mujeres y ropa

Ha vuelto a ocurrir. Las mujeres españolas han ganado más medallas que sus compatriotas masculinos. Como ya ocurrió en Londres, de nuevo a la hora de recoger medallas han sonado más los nombres de las Maialen, Mireia, Ruth, Carolina que los de sus colegas masculinos.

Es un fenómeno que sólo se produce cada cuatro años. En las olimpiadas, los intervalos entre dos juegos olímpicos, sólo se habla de fútbol…y de fútbol masculino. El remo, que nos ha dado cuatro medallas, no existe para los medios, como no existe, casi, el atletismo, o la natación o el badminton. Sólo en los últimos tiempos se han metido en las noticias de actualidad Mireia Belmonte, con sus récords mundiales y sus triunfos internacionales o Carolina Marín, con sus dos campeonatos del mundo.

He leído que el día en que Ruth Beitia ganó el oro algunos noticiarios y casi toda la prensa deportiva abrieron con el comienzo de la Liga de fútbol o con los últimos fichajes futbolísticos del verano. No lo he cofirmado, pero me parece verosímil.

Este año las mujeres han tenido también  otro tipo de protagonismo. Han tenido mucha relevancia los comentarios machistas que se han dado en una gran parte de la prensa deportiva, sobre las características físicas de las deportistas; también en muchos casos por la atribución de los triunfos de las deportistas a sus entrenadores (hombres).

Pero creo que la polémica del verano ha sido la de las ropas, los uniformes de las deportistas de algunos países musulmanes. Ya en los primeros días una foto de un partido de vóley playa en la que se podía ver a una deportista alemana en bikini frente a su competidora egipcia con un traje integral, desató una fuerte polémica sobre las modas y la libertad para vestir cada uno como quiera.

Ya muy cerca del final de los juegos un tuit de la ex ministra Carme Chacón en el que comparaba las indumentarias de los supuestos equipos de voley de Irán en los juegos de 1974 y en los actuales volvió a traer el mismo tipo de polémica. El tuit era completamente

erróneo: en 1974 no se celebraron Juegos Olímpicos; en 2016 la selección de Irán no ha participado en los juegos. Pero la idea de fondo era, en mi opinión, correcta: tras la revolución iraní de 1979 y el sucesivo triunfo del fundamentalismo en otros países musulmanes no sólo han cambiado las modas, también el trato a la mujer, el papel de las mujeres y la relación de muchos de esos países musulmanes con el resto del mundo. Y no siempre para mejor.

Creo que en ese tuit equivocado hay una importante carga de razón: la situación de las mujeres (y no sólo de su ropa) en los países musulmanes, la situación de los países musulmanes mismos y la del mundo en general, asediado por yihadismos y fundamentalismos, es ahora peor que en los primeros años setenta.

Cuando veo a una pareja de musulmanes, él vestido con camiseta y pantalón corto y ella tapada hasta el último centímetro de su cuerpo, sé que no se trata de un ejercicio de libertad de la mujer musulmana para vestir como quiera.

Digan lo que digan.

Mis lecturas de verano: El coleccionista de saludos

En verano se tiene más tiempo. Además estas han  sido mis primeras vacaciones algo más largas.

Eso permite alternar varios libros e incluso repetir alguno.

Ya había leído El coleccionista de saludos La comunicación con los famosos, hace unos meses cuando su autor Juan Ramón Plana me envió el manuscrito a finales del año pasado. Incluso le dediqué mi #unoalmes del pasado mayo.

El libro se presentó el pasado 18 de mayo

Entonces lo leí todo seguido, de una manera algo apresurada. Porque me estaba encantando y porque tenía prisa por darle mi opinión.

Pero me quedé con las ganas de darle un repaso de una manera más lenta, más reposada, deleitándome en cada uno de los saludos.

Juan Ramón me envió un ejemplar; el Grupo M (que patrocina el Club de Jurados de los Premios EFI, del que formo parte) otro. Así que podía leerlo en papel, como a mí me gusta. Y así lo he hecho.

En esta segunda lectura aún me ha gustado más. El libro consta de dos partes. En la primera, Belén Boville, la coautora, hace un análisis de las características de los distintos saludos, de su evolución en unas y otras culturas y de su significado. En la segunda podemos disfrutar de más de setenta escenas, instantáneas, del momento en que Juan Ramón se encuentra con el famoso, cómo le saluda y las impresiones que siente en cada momento.

Tenemos saludos de todo tipo. Desde el de La Trinca, uno de los primeros, que da origen a la colección y que se prolonga en el tiempo en muy diferentes situaciones, al de Saramago, abordado en un aeropuerto y que, por el disfrute de la conversación, casi pierde el avión.

Quienes hemos visto a Juan Ramón disfrutando y haciendo disfrutar a más de dos mil personas en cada una de las ceremonias de entrega de los Premios EFI no nos extrañamos de que alguno de sus copresentadores sean también protagonistas de estos saludos.

Por el libro desfilan, desde luego, publicitarios famosos, pero también cantantes, directores de cine, cocineros, economistas, políticos…Siempre con una mirada amable, incluso en los casos en los que el saludado no se mostró especialmente cariñoso con Juan Ramón.

Una verdadera delicia.

Mis lecturas de verano: El perfume del cardamomo. Cuentos chinos

Hubo una época en que en los hoteles NH te encontrabas en la mesilla un libro, un pequeño libro de relatos. En ocasiones ese libro contenía los relatos ganadores del Premio NH de relatos. Se trataba de una atención gratuita de NH Hoteles hacia sus clientes, tal como constaba en la solapa del libro.

No sé si esa magnífica costumbre sigue existiendo; últimamente voy a pocos hoteles y puede que los últimos no hayan sido de esa cadena.

El caso es que entre los libros traspapelados de los que hablaba en otro post apareció El perfume del cardamomo. Cuentos chinos, un libro que recopila veintitrés relatos de Andrés Ibáñez.

El perfume del cardamomo fue editado en 2008 por la editorial Impedimenta

Hace algunos años leí La música del mundo , un libro interesante, que tuvo muy buenas críticas y que ya anunciaba a un gran autor.

El libro obtuvo el segundo premio (el ****) en el año 2003 y me ha parecido una pequeña joya (o una caja en la que se agrupa un conjunto de joyas, algunas de ellas de gran valor).

Se trata de una colección de cuentos que utilizan recursos, ambientación y poética de la literatura china. En algunos momentos me recordaban al mejor Borges.

Abro al azar y copio algunas frases:

De  El color imposible:

El azul es, en verdad, el color de las cosas imposibles y lejanas.

Nadie ha visto nunca el amor ni la nostalgia. Si tienen algún color, ha de ser el azul sin duda.

O de Hay un camino:

Escucha: hay un camino.

Presta atención, porque el camino se abre una vez nada más . Tómalo, no mires atrás. La vida es para los valientes.

Un gran regalo de NH.

Mis lecturas de verano: Alrededor de la luna

Hubo una época, de niño y de adolescente, en la que mis lecturas se repartían, casi a partes iguales, entre Julio Verne y Emilio Salgari. Aunque seguramente mi preferido era este último también disfruté mucho con algunas de las novelas del francés. Siempre he recordado con agrado La vuelta al mundo en 80 días, Una isla en el Pacífico, Dos años de vacaciones, 20.000 leguas de viaje submarino o Viaje al centro de la tierra.

Luego, de adulto, cambian los gustos o uno piensa que aquellas lecturas de la adolescencia ya están superadas. Y se quedan a un lado. Seguramente es un error.

Hace ya unos años, en 2005, recibí como regalo de Navidad de un amigo Alrededor de la Luna, la segunda parte de De la Tierra a la Luna, en una edición que reproducía otra de principios del siglo XX. Miguel del Fresno (@yo_Antitwitter) era entonces Director de Marketing de La Casa del Libro; se encargaba del lanzamiento de su versión digital y yo le había ayudado algo en los trabajos previos a su tesis doctoral.

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Miguel es un genio, que sabe montañas de cosas y al que yo admiro mucho. Pero esa es otra historia.

El caso es que en algún momento, al ordenar los libros de mi casa, su regalo quedó traspapelado. Hace poco lo reencontré. Y ha sido una de mis lecturas de verano.

Como siempre, Julio Verne sorprende con sus conocimientos, su capacidad para divulgar la ciencia de su tiempo y para anticipar lo que esa misma ciencia podría deparar con el paso de unos años más.

Me llamó mucho la atención, en estos tiempos en los que tanto se habla de calentamiento global, encontrar un razonamiento en sentido absolutamente contrario: la tesis que se manejaba en el siglo XIX era que el Universo se enfriaba constantemente y que en 400.000 años estaría a una temperatura uniforme de cero grados.

El viaje narrado en esta novela, con su componente de apuesta, su mezcla de personajes serios y humorísticos y el final feliz debido a un error (en este caso a un accidente al poco de salir) recuerda bastante a la estructura de La vuelta al mundo…

La novela se lee muy bien y como siempre ocurre con las de Verne, sorprende su capacidad de anticipación, su facilidad para contar de una manera amena los progresos científicos de la época y la mezcla de ciencia y sentido del humor que siempre está presente, en la persona del francés Michel Ardan, el aventurero que acompaña a los dos científicos americanos.

Un viaje que se preveía sin retorno, como los de los futuros expedicionarios a Marte, acaba con el sorprendente éxito de que tras circunnavegar alrededor de la Luna, el problema inicial y un poco de ingenio les ayudan a volver.

Una lectura interesante incluso casi siglo y medio después de publicada.

Mis lecturas de verano: El libro de los Baltimore

Debe de hacer unos dos años de mi primer contacto con Joël Dicker. No sé si leí una crítica o alguien me comentó que La verdad sobre el caso Harry Quebert era una novela interesante. Que el título en español fuera tan parecido al de la primera novela de Eduardo Mendoza (que en su momento me encantó) no sé si era un aliciente o un inconveniente. El caso es que la compré y la leí con mucho agrado. La estructura, que yo llamaría helicoidal, en forma de caracol, en la que cada pocos capítulos el argumento da un giro sorprendente, que va acelerándose según se acerca el final, es muy interesante. La atención del lector nunca decae.

Luego, el año pasado, leí su siguiente obra que se publicó en España: Los últimos días de nuestros padres, en realidad su primera novela, ambientada en la Segunda Guerra Mundial, en la que ya se advierte la facilidad del autor para las sorpresas y los giros inesperados.

Este verano me he enfrentado a las casi quinientas páginas de El libro de los Baltimore con la confianza de que no me iba a decepcionar…y así ha sido. Los Baltimore son los Goldman de Baltimore, la otra rama de la familia Goldman, la del narrador, la que él ha admirado y envidiado desde su infancia.

Pero el narrador, el escritor Marcus Goldman, de los Goldman de Montclair, ya nos deja entrever desde el prólogo, de una sola página, que nada es del todo lo que parece. El prólogo se titula Un mes antes del drama y en él vemos que uno de los primos Baltimore va a ingresar en prisión…luego, con el desarrollo de la trama, casi se nos olvida, aunque ese drama, que aún no sabemos cómo será, siempre está presente como amenaza.

Así, con idas y venidas, desde el presente del escritor triunfador y su amada perdida, ahora una cantante de gran éxito popular, hacia ese pasado en la edad de oro en la que se desarrolla la parte principal de la trama, se va desgranando de nuevo una novela que en ningún momento pierde su interés.

El triunfador que ahora no lo es tanto, los jóvenes predestinados al éxito que nunca alcanzarán, el pobre (en realidad no tan pobre, sólo por comparación) que es quien realmente triunfa, los malentendidos que provocan tragedias son etapas que vamos conociendo antes del desenlace de ese drama que lo explica todo…o no.

Creo que en Joël Dicker, un suizo que ahora tiene poco más de treinta años, tenemos algo más que un escritor de best sellers. Además de interesantes, sus novelas están muy bien escritas.

 

Mi cuarta vuelta al Mar Menor

Hay que estar muy loco para ponerse a andar más de sesenta kilómetros en un día de agosto en plena provincia de Murcia, una de las más calurosas de España.

Seguro que hay mucha gente que piensa eso, incluidos algunos miembros de mi familia, pero el pasado sábado, 6 de agosto, éramos más de trescientos los que, una vez más (y van 19) estábamos preparados a las seis de la mañana junto al Centro de Alto Rendimiento de Los Narejos  para volver a realizar la hazaña.

Unos días antes habíamos tenido un calor insoportable, con muy altas temperaturas y un alto grado de humedad, las peores condiciones para andar, pero todo parecía indicar que la situación se arreglaba algo.

En efecto, la mañana del sábado amaneció nublada y con un suave viento de Levante. El comienzo de la marcha se presentaba agradable; una hora después una maravillosa salida del sol nos confirmaba que el día iba por buen camino.IMG_1119

Descubrimos la Vuelta al Mar Menor hace ya varios años cuando veíamos pasar a última hora de la tarde por el paseo de Santigo de la Ribera, el pueblo donde veraneamos, a un gran grupo de gente vestidos todos con camisetas del mismo color. Tras varios años diciendo algún día tenemos que hacerla, en 2012 mi cuñado Joaquín y yo nos decidimos. Desde entonces él no ha faltado ningún año y yo sólo el año siguiente, en que una fiesta familiar me mantuvo lejos.IMG_1121

La prueba la organiza perfectamente el Club Senderista Nacíos p’andar. Creo que se puede decir que cada año mejor; este año se ha notado que cuenta con más patrocinadores.

Andar más de sesenta kilómetros en agosto y en Murcia es, sobre todo, un reto personal. No hay clasificaciones, no hay un tiempo máximo para hacerlo; todo lo contrario: se trata de caminar en grupo y llegar lo más juntos posibles a Los Narejos, el punto de llegada, que es también el de salida. De hecho poco antes de la meta se suele hacer una parada para reagruparse y permitir a los rezagados que se unan al grupo.

Este año me lo planteé como un reportaje. Cargué con unas cuantas baterías para el móvil, que llevaba siempre en modo avión. Siempre que veía algo destacable sacaba una foto y al llegar al fin de cada etapa (se para, más o menos, cada dos horas) enviaba las mejores al grupo de WhatsApp de la familia, tuiteaba cuatro fotos y seleccionaba una para colgar en Instagram.

También esta vez he contado con una novedad. Ya el año pasado al llegar al molino de Quintín, en Lo Pagán, la penúltima parada, me estaba esperando la familia y poder bailar allí con mi nieto Unax me hizo mucha ilusión. Este año también me esperaba mi familia pero además mi hija Usúe se unió a la marcha para las dos etapas que quedaban. Toda una inyección de energía y de moral, además de lo agradable que resulta continuar en compañía tras unas cuantas horas de caminar básicamente en solitario (rodeado de gente pero casi sin hablar con nadie).

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Las dos últimas horas, en grata compañía y con una espléndida puesta de sol, fueron en esta ocasión lo mejor de la Vuelta.

Un año más, el cuarto, hemos demostrado que somos capaces.