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La última mirada

Por Beatriz Blanco

‘Me harté, me di cuenta de con quién había estado, y en quién me había convertido. Dejé que alguien al que todavía amaba me destruyera mi mundo, mis amigos y mi cabeza. Me levanté, cogí mi abrigo, las llaves, y el dinero que tenía guardado para una ocasión especial  y ésta lo era. Me di cuenta de ello cuando caminaba, esta vez un poco más orientada a pedir ayuda…’

Estas palabras pertenecen Encarna, uno de los personajes de la obra ‘Mírame a los ojos’  que se podrá ver el próximo viernes 27 de enero en el Círculo Catalán en Madrid (Plaza de España 6-1ª) a las 20:30.

Una escena de la obra ‘Mírame a los ojos’, que se representa el viernes 27 de enero en Madrid a beneficio de la organización Luz Casanova.

Representada por la asociación sin ánimo de lucro Recrearte, el texto está basado en hechos reales  y combina testimonios, vídeos, poemas y actuaciones musicales. Su objetivo es sensibilizar contra la violencia de género, delito que acabó en 2016 con 44 mujeres asesinadas a manos de sus parejas o ex parejas, según datos del Ministerio de Sanidad Servicios Sociales e Igualdad.

Perseguimos un objetivo, y es que todas las mujeres y hombres que vean esta obra aumenten su capacidad crítica, se empoderen como mujeres y hombres, y la expresen contra la sociedad que las discrimina; además de que reivindiquen relaciones de buen trato en todos los ámbitos de participación, así como la igualdad de oportunidades para todos y todas’, se dice al principio de la representación.

Otro de los personajes, la hija de Sara, una víctima de la violencia de género, explica que su madre ‘dice que no es ella la que ha cambiado, que es el país el que ha cambiado. Se casó en un país en el que no se hablaba de malos tratos sino de ‘débito conyugal’. ‘No te metas’, decían los vecinos cuando alguien oía gritos. ‘No te metas’: era el lema de aquella época. Ella ya estaba metida’

Erradicar la violencia de género es sencillo, quizás por eso es tan complicado, porque no exige fórmulas extrañas ni planteamientos sofisticados, sólo presencia, palabras y compromiso con la igualdad y con el resto de los valores que deben articular la convivencia’, se explica en el texto.

Educar en igualdad es la mejor prevención contra la violencia de género. Formación y sensibilización son herramientas que no deben faltar desde los primeros años de vida para erradicar los roles que como sociedad, se asumen desde la infancia y que, en el fondo son los responsables ya que confunden la violencia física o psíquica con los estereotipos masculinos y femeninos de control y sumisión y, por tanto los toleran.

Los autores de ‘Mírame a los ojos’ tienen muy clara esta situación: ‘queremos alcanzar dos metas: por un lado reducir la tolerancia social hacia la violencia de género visualizándola en todas sus formas, no sólo en los casos graves, que son los que llegan a los medios de comunicación; y por otro concienciar a la sociedad para que denuncien formalmente los casos de violencia de género’.

La obra se representa el próximo viernes 27 de enero en Madrid tras dos años de gira por toda España.  Los beneficios obtenidos con la representación se donarán a la Fundación Luz Casanova,  una entidad sin ánimo de lucro que intenta conseguir el desarrollo personal y la inclusión social de mujeres y adolescentes víctimas de violencia de género. Esta organización trabaja en este ámbito desde 2007, aunque desde 1924 tiene presencia en la sociedad con una importante red de personas voluntarias para dar respuesta a las necesidades de cada momento.

Beatriz Blanco es periodista especializada en violencia de género.

¿Por qué el ébola mata más a las mujeres en África?

Julia SerramitjanaPor Júlia Serramitjana  

Esta semana llegó la buena noticia de que Teresa ha vencido el virus del ébola , algo que no debería desviar la atención puesta en los miles de personas que siguen luchando contra esta enfermedad.

Como llevamos advirtiendo desde organizaciones como Oxfam Intermón, el foco de esta tragedia sigue estando en África Occidental, dónde la epidemia se ha cobrado más de 4.500 vidas. Y sigue aumentando exponencialmente, ya que el número de casos se duplica aproximadamente cada 20 días.

Leyendo sobre Teresa esta semana, me pregunté cuantas mujeres como ella debe de haber ahora mismo en países como Guinea, Sierra Leona o Liberia. Cuántas de ellas se están debatiendo entre la vida y la muerte.

El efecto la epidemia está teniendo sobre ellas es devastador. En Sierra Leona más de la mitad de la población es femenina y más del 60% de las muertes han sido mujeres. En Liberia esta cifra alcanza el 75% del total, según datos de Naciones Unidas.

Organizaciones como Oxfam Intermón emiten mensajes sobre cómo evitar el contagio a través de la radio.

Pero, ¿por qué el virus se está cebando en ellas? Por una razón muy sencilla, que nada tiene que ver con la biología, sino con los roles sociales. En la sociedad patriarcal de Sierra Leona, las mujeres son las cuidadoras tanto en el hogar como en la comunidad. Se encargan de cuidar a los enfermos de la familia y ejercen de enfermeras de forma desinteresada para los familiares infectados por esta enfermedad. Sin darse cuenta, han puesto su salud en riesgo.

Cuando sus familiares mueren, son ellas las que llevan a cabo los rituales funerarios, que implican tocar el cadáver altamente infeccioso. En Guinea, las prácticas funerarias están vinculadas al 60% de los casos de ébola. La cifra es similar en Sierra Leona,

Como llevan advirtiendo las organizaciones estos días, los rumores y falta de información acerca del virus y de cómo se transmite han contribuido enormemente a propagarlos.

La falta de contención del virus en Liberia y Sierra Leona – principalmente debido a la falta de unidades de aislamiento y centros de tratamiento, hace que muchas de las personas infectadas sean enviadas a casa, dónde las personas que les cuidarán serán, en su mayoría, mujeres.

Por eso es tan necesaria la labor de concienciación, información y sensibilización que se está llevando a cabo para que las mujeres no pongan en riesgo su salud y su vida. Actuar ahora es vital.

Júlia Serramitjana es periodista y trabaja en Oxfam Intermón

Violencia, pandillas y prevención en la escuela

Por Mélida Guevara Foto_2 Mélida Guevara 70

Jaina es el nombre que dan a una chica en El Salvador cuando es compañera sexual de varios pandilleros. Hace algunas semanas, una de ellas agredió a otra chica con un arma cortopunzante (un espejo quebrado) ocasionándole heridas en el cuello en la escuela pública a la que asistía. Esta acción delictiva de una chica contra otra es consecuencia del acoso constante que recibe por parte del pandillero que ejerce poder sobre ella.

Existe un acoso constante de las niñas en las escuelas por parte de chicos vinculados a las pandillas.  Hay niñas desde 10 años de edad que ya viven en situaciones de riesgo por esta situación. Existe la costumbre de tatuarles en el pecho el nombre de sus parejas. Algunas abandonan la escuela por amenazas, por la violencia o directamente por un embarazo.

Notas recogidas en un taller de prevención de la violencia con adolescentes. Oxfam en El Salvador

Notas recogidas en un taller de prevención de la violencia con adolescentes. Oxfam en El Salvador

Cuando en un grupo de 22 estudiantes de noveno grado (entre 13 y 15 años) preguntamos con quién viven las chicas y chicos, únicamente 3 personas respondieron que viven con su madre y padre. Hay quienes viven con solo con su madre, o abuela o tía u algún otro familiar. Muchos no tienen una vivienda establecida y deben andar de un lado a otro. Esta situación de violencia e inseguridad atenta contra la dignidad y los derechos humanos de la niñez y de la adolescencia en nuestro país.

Estos son algunos de los muchos casos que se nos encontramos cuando trabajamos en las escuelas públicas en El Salvador. Por ello buscamos aliados que nos acompañen para prevenir violencia de género y especialmente violencia sexual y contribuir de esta manera a que miles de chicos y chicas puedan actuar antes de que algo grave pase en su vida que les marque para siempre.

Para dar respuesta a estas situaciones, y prevenir que sigan sucediendo estos hechos, nos hemos encontrado con aliados claves y estratégicos que nos acompañan, cooperantes y ONG comprometidas. Juntas desarrollamos un proyecto en 40 centros educativos en riesgo, e hicimos una investigación que nos permitiera conocer la situación de la violencia sexual en centros educativos públicos.

Las conductas frecuentes de violencia sexual son palabras obscenas sexualizadas, grabación y divulgación de videos y fotografías pornográficas en el teléfono, tocamiento de diferentes áreas del cuerpo a través de la ropa, abrazos o acercamientos corporales insistentes, autotocamiento de las partes intimas frente a las demás personas, mandar a una menor tocar las áreas sexualizadas de otra persona.  Los lugares donde ocurre: en las aulas de clase, los pasillos, los baños y los alrededores de la escuela.

A partir de los hallazgos encontrados diseñamos una estrategia que incorpora dos fases. Primero trabajamos en la sensibilización y formación especializada para fortalecer las competencias del personal docente, trabajamos también con comités de estudiantes, y grupos de madres y padres. El camino es prevenir la violencia de género desde todos los posibles ángulos y ponernos de acuerdo para que la comunidad educativa cuente con un protocolo de actuación ante los distintos casos de violencia sexual.

Ahora nuestra esperanza está en la segunda fase.  Estamos animando a los comités de estudiantes para que realicen iniciativas innovadoras con el acompañamiento de sus docentes para abordar los problemas que han detectado en sus propios centros. Pondrán en marcha iniciativas participativas y buscaremos el apoyo de la comunidad para sus proyectos innovadores. Porque ellos tienen la llave para reducir de manera eficaz la violencia sexual en sus centros educativos y en sus vidas.

Mélida Guevara coordina un programa de prevención de violencia en El Salvador y Guatemala dentro del programa de Justicia de Género de Oxfam. A través de la ‘ventana ciudadana’ trabaja con otras mujeres en escuelas, (con estudiantes, docentes, madres y padres), y también con funcionarias y funcionarios públicos para mejorar la vida de las mujeres que acuden a la justicia.