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Terroristas: mujeres invisibles

Por Clara Herranz

En 1985, durante la guerra civil libanesa, se produjo el primer atentado terrorista suicida protagonizado por una mujer. Su nombre era Khyadali Sana Mehaidali. Más de quince años antes, la militante palestina Leila Khaled fue la primera mujer en secuestrar un avión. Pero la participación de mujeres en organizaciones terroristas se remonta a los orígenes del terrorismo. Ya en el siglo XIX, donde la mayoría de historiadores sitúan el origen del terrorismo subversivo, Sófya Peróvskaya, fue una de las responsables de dirigir y coordinar el atentado contra el zar Alejandro II.

La palestina Leila Khaled se ha convertido en un icono. Imagen de palestinalibre.org

A pesar de que las mujeres terroristas siempre han estado presentes, su participación en organizaciones terroristas ha sido un fenómeno muy poco explorado e investigado. Esta escasa atención por parte de instituciones, academia y medios de comunicación se debe a que el papel de las mujeres suele considerarse subalterno, aunque en muchos casos han ocupado puestos de liderazgo y han participado en la toma de decisiones, como es el caso de la Fracción del Ejército Rojo (RAF) en Alemania, el Sendero Luminoso en Perú o la propia ETA.

Las escasas investigaciones realizadas al respecto, son profundamente esencialistas y estereotipadas. Por un lado, es habitual que las mujeres terroristas sean tratadas de forma muy condescendiente. De entre las motivaciones de las mujeres para unirse al terrorismo suelen destacarse las de tipo emocional o personal, eliminando las de tipo ideológico o político de la ecuación como si las mujeres no fueran sujetos políticos. Las mujeres, además, son consideradas víctimas de la manipulación, lo que elimina su capacidad de agencia y las reduce a sujetos pasivos. El hecho es que hombres y mujeres son igualmente susceptibles de ser manipulados o de dejarse llevar por sus emociones.

Por otro lado, es habitual que se juzgue de manera mucho más severa una atrocidad si esta ha sido cometida por una mujer. Esto se debe a que sigue imperando una visión dominada por los estereotipos de género: la dulzura y pasividad femenina frente a la agresividad masculina. Por ello la involucración de mujeres en actividades violentas se considera un atentado contra la propia naturaleza femenina, motivo por el cual son duramente juzgadas e incluso demonizadas.

Es por tanto conveniente comenzar a prestar atención a este fenómeno y analizarlo sin caer en visiones reduccionistas y estereotipadas del género. Sólo así se logrará comprender de forma más adecuada esta realidad y hacer frente al terrorismo de forma más eficaz. Porque si bien las mujeres han tenido un papel esencial en la actividad terrorista, su implicación en las estrategias de prevención, pacificación y resolución de conflictos es igualmente crucial.

Clara Herranz es graduada en Comunicación Audiovisual y Ciencias Políticas y colaboradora de la revista Dispara Magazine.

Las herederas de Madre Coraje

Por Belén de la Banda   @bdelabanda

Hace unos días, mi compañera Cristina, una histórica de esta casa, me contaba la enorme emoción que sintió -ella y todo el equipo de Intermón Oxfam en aquel momento- cuando recibieron a María Elena Moyano, la dirigente de los comedores populares de Villa el Salvador, promotora de una de las organizaciones populares contra la pobreza más exitosas del mundo. Y el enorme dolor y sufrimiento que supuso su terrible asesinato por parte de Sendero Luminoso, muy poco tiempo después. En aquel entonces muchas personas sentimos que había que hacer algo urgentemente para que algo así nunca volviera a repetirse.

María Elena Moyano, dirigente popular de Villa el Salvador, Lima, Perú. Madre Coraje

María Elena Moyano, dirigente popular de Villa el Salvador, Lima, Perú. Madre Coraje

 

La visita de María Elena, y su asesinato,  lanzaron las alertas aquí en España, también, sobre algo terrible que estaba ocurriendo en el Perú, donde buenas personas, personas sencillas que sólo se preocupaban por alimentar y mantener vivas a sus familias y comunidades eran consideradas un peligro tanto por los poderes establecidos como por las fuerzas subversivas. El esfuerzo de María Elena, Madre Coraje entre madres coraje, ha tenido muchos frutos, y sigue siendo una inspiracón y un ejemplo en todo el mundo. Otras dirigentes de comedores, amenazadas como María Elena, se salvaron quizá gracias a que su lucha se hizo más conocida y universal. Muchas cosas han cambiado desde entonces.

Por eso, esta semana siento que algo importante puede ocurrir. Hoy empezamos a recibir en Madrid a mujeres de 14 países cuyas biografías son dignas de ‘Mujeres Coraje‘, -porque no todas ellas son madres, aunque hay alguna que tiene diez hijos y me gustaría mucho saber cómo se organiza-. Lo que sí son todas es líderes sociales y hasta políticas, mujeres que con su esfuerzo hacen avanzar a las comunidades de las que forman parte. Que anteponen el bien común a sus intereses personales. Que son capaces de conseguir nuevas leyes, acuerdos de paz, normas comerciales más justas, el respeto a sus idiomas, fundar cooperativas de éxito, exportar productos a todo el mundo, educado cientos de personas, defendido los árboles y los ríos de sus valles, protegido la integriddad sexual de las niñas, dotado de agua limpia a sus pueblos.

Éstas son las mujeres que logran cambiar el mundo. Estoy muy contenta y orgullosa de tener la oportunidad de conocerlas. El viernes 11 de octubre de 12:30 a 2 del mediodía, podréis conocerlas vosotros también por streaming, y preguntarles en twitter con la etiqueta #avanzadoras.

Porque ellas son herederas de María Elena, y todos tenemos derecho a compartir esa herencia.

Belén de la Banda es periodista y trabaja en Intermón Oxfam