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Mujer que pilota

Por Silvia Martínez ValeroSilvia Martínez Valero

De pequeña nunca pregunté ni oí preguntar a nadie, si se decía piloto o “pilota” cuando se trataba de una mujer. Creo que es porque no conocemos muchas mujeres dedicadas a esta profesión. Sin embargo, como he podido descubrir navegando por la red, las hay… y muy buenas.

La historia que más me ha llamado la atención es la de Adrienne Bolland. Nacida en un pueblecito de las afueras de París en el año 1895, Adrienne, que era la menor de sus seis hermanos, siempre fue muy revoltosa. Quizá porque nunca tuvo toda la atención que necesitó o simplemente fruto de su carácter, se metió en asuntos de juego y alcohol de los que le fue muy complicado salir y que dejaron una enorme deuda a sus espaldas. El sueño de volar siempre había estado ahí, en su mente inquieta y brillante, pero nunca le había dado demasiada importancia. Solo cuando la necesidad de saldar cuentas pendientes comenzó a agobiarla de verdad, decidió que pilotar un avión podría ser una solución fantástica con la que matar dos pájaros de un tiro y resolver sus problemas económicos a la vez que cumplía un sueño.

Ni corta ni perezosa, contactó con el que entonces era el principal constructor de aeroplanos del país: Renneé Caudron. Él estaba convencido de que ninguna mujer podría realizar un truco denominado “looping the loop” (que consiste en realizar un círculo vertical con un avión) y manifestó que regalaría uno de los suyos a la que lo consiguiera. Poco tiempo después, Adrienne tuvo listos su avión –gratuito y nuevo, cortesía de Caudron–  y su licencia. Había realizado no uno, sino dos “loops”. En aquel momento, comenzó a surcar los cielos.

Adrienne Bolland en los sellos franceses de octubre de 2005

Adrienne Bolland en los sellos franceses de octubre de 2005

Entre sus primeros logros, contó el atravesar el Canal de la Mancha con un avión G3. Más tarde, en 1921, mientras realizaba un viaje al sur del continente americano, consideró la posibilidad de superarse nuevamente y sobrevolar Los Andes. Todo el mundo le advirtió de que aquello era casi imposible con sus recursos y tan pocas horas de vuelo acumuladas. Sin embargo, una vez más se lanzó a la aventura… y le salió bien.

Adrienne convirtió su sueño en la prioridad de su vida y consiguió a lo largo de los años muchos logros más. Entre ellos está, por ejemplo, el récord femenino de vueltas en 1924, con 212 vueltas en 72 minutos e incluso hoy en día sigue siendo una figura muy importante en Francia, donde numerosos colegios, calles e instituciones, llevan su nombre.

Un aplauso para esta mujer que a principios del siglo pasado, y en una profesión dominada por hombres, fue capaz de pilotar su propia vida. Ojalá siga siendo un ejemplo para las mujeres de hoy. ¡Tomemos los mandos de nuestras vidas!

Silvia Martínez Valero es una joven estudiante y constructora de historias.