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Solidarias ante la injusticia

Por Flor de Torres Flor de Torres + nueva

He conocido a muchas mujeres por el  mundo en labores solidarias. Mujeres que sin ser víctimas  de violencia de género, unen sus esfuerzos y hacen del eje transversal de su vida la palabra solidaridad para asistir sin horarios y sin fechas a las víctimas de violencia de género.

Ellas, las otras, han aprendido a sentir cómo las mujeres maltratadas pueden comunicarse con ellas porque conocen su idioma, acuden en su ayuda cuando las necesitan y sobre todo les demuestran que hay una nueva vida detrás de la violencia de género a través de su apoyo incondicional y sin fisuras en centros de acogida, asociaciones, plataformas, instituciones de igualdad, organizaciones gubernamentales y no gubernamentales y organismos internacionales que en los que trabajan.

Actividades en un encuentro internacional de mujeres. Imagen: Ana Sara Lafuente

Actividades en un encuentro internacional de mujeres. Imagen: Ana Sara Lafuente

Conocí a Saida Lamrani en Rabat, ella coordina la Association Démocratique des Femmes du Maroc (ADFM) en un país que despierta su sistema judicial  en la lucha contra la violencia de género y a Rabia Elmadbouch, que acababa de dejar su profesión: Coronel del Ejército Marroquí, para dedicarse en cuerpo y alma al ‘Centre d’écoute’ (casa de acogida de mujeres maltratadas) en Rabat donde nos conocimos.  En 2004 se modificó la Moudawana, por el Código de Familia, donde  se recoge un texto sagrado del Corán: Solo el hombre digno dignifica a la mujer, y el hombre vil la humilla’.

Ellas crearon una plataforma que aglutina asociaciones y personas solidarias, como Saida o Rabia, de lucha contra los malos tratos en el país vecino que se llama ANARUZ (palabra que en idioma berebere significa esperanza); y están llegando a 40 centros por todo el país. En Rabat, Aziza Handaze, magistrat du Parquet  junto con Samira Nakal, adjunta del procurador general, coordinan las células de violencia a la mujer. Ellas supieron situarse de forma voluntaria en la lucha contra la violencia a la mujer improvisándola con la ayuda de las asociaciones, los médicos, y la gendarmerie. Su objetivo es la detección y la denuncia de casos ocultos de violencia a las mujeres, muy especialmente en el mundo rural, donde el abandono de la mujer es enorme por el gran aislamiento al que se la somete cuando es víctima de violencia de género. Tuve la suerte de colaborar con el Proyecto ADL y conocerlas en su maravilloso país.

En Guatemala Giovanna Lemus preside la Red Feminista Centroamericana contra la Violencia, y Norma Angélica Cruz Córdova, la Red de Sobrevivientes de Violencia Doméstica, en un país donde la vida de la mujer apenas vale nada. No existen  recuentos oficiales de víctimas. Es un problema invisible. Ellas hablan de sobrevivientes de la violencia y son las únicas que tienen voz, por ellas mismas y por las que mueren. Quieren que esas voces nunca se apaguen y por ello luchan. Actuaban en un juicio por asesinato a una mujer en su país donde las conocí y empleaban sus escasos fondos para que el sistema judicial no callara las injusticias.  Era sólo una más de las 800 muertas anuales en un país cuya población es la cuarta parte de España.

En  Bolivia, Ana Laura Durán Zeballos y M.ª Elena Burgos Palacios luchan en programas de violencia de género en Santa Cruz de la Sierra y en La Paz, respectivamente. Pude comprobar a través de ellas y en su país que  el problema es el mismo, porque la raíz es idéntica y aflora de la misma forma.

En Argentina, Buenos Aires, María Fernanda Rodríguez sigue con su cruzada por la igualdad dentro del propio sistema judicial donde se  encuentra y donde estuve formándoles.  Alimentamos ambas  esta idea que la violencia de género es igual en cualquier parte del mundo. Ellas, como Dolores Rodríguez Martínez desde la Plataforma Violencia 0, en Málaga. Su visión  de la vida en igualdad y su empatía es idéntica a la que Saida, Rabia, Aziza, Samira, Giovanna, Norma, Ana Laura, María Elena, María Fernanda o Dolores practican en sus países.

Ellas son personas anónimas que en silencio, sin estridencias y casi a escondidas  dedican su vida a las demás. Les tienden la mano y les hablan en el lenguaje que quieren escuchar: el que han aprendido tan sólo para indicarles la salida.

A ellas les dedico mi reconocimiento sincero, mis palabras, que es lo que puedo ofrecerles, y mi homenaje merecido a su importante labor. Ellas, todas, me han enseñado que las palabras compromiso, empatía y solidaridad son tan inmensas que no alcanzo a comprender cuáles son sus límites

 

Flor de Torres Porras es Fiscal Delegada de la Comunidad Autónoma de Andalucía de Violencia a la mujer y contra la Discriminacion sexual