Entradas etiquetadas como ‘Oxfam Intermón’

Que decida ella

Por Eva Garzón

Did you mean “refugiados”?, me pregunta el buscador cuando introduzco el término en femenino. No. Quise buscar precisamente lo que busqué: “refugiadas”. Me cabrea un poco, pero me anima a seguir escribiendo esta entrada sobre la ausencia de las refugiadas en los imaginarios comunes y en los lugares donde se toman las decisiones que les afectan.

Sajia Zamanii, en la frontera entre Serbia y Croacia. Con 17 años tuvo que huir de Afganistán.          © Oxfam

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Trump, armas y mujeres

Por Laura Hurtado

Hace unos días, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció su voluntad de retirarse del Tratado Internacional de Comercio de Armas. Si esto llegara a ocurrir, el primer exportador de armas del mundo podría vender bombas y municiones a países que violan los derechos humanos o a grupos organizados de delincuentes y terroristas, lo que podría alimentar conflictos brutales. Sería un duro golpe a los esfuerzos de muchas personas para promover la paz y la seguridad internacionales. Pero sobre todo para quienes hoy viven en contextos de violencia armada.

En las últimas dos décadas, los conflictos civiles se han más que duplicado pasando de 30 en 2001 a 70 en 2016. No hay quien escape de las garras devastadoras de una guerra. Para las mujeres puede ser un punto de no retorno, pero también les puede abrir nuevas oportunidades, según un informe reciente de Oxfam Intermón. A través de los casos de Irak, Territorio Palestino Ocupado y Yemen, el estudio Mujeres en zona de conflicto constata que mujeres y niñas se enfrentan a brutales casos de violencia sexual, cuentan con menos recursos para protegerse y sobrevivir, pierden a sus seres queridos quedándose a cargo de sus familias, son forzadas a convertirse en combatientes o a huir dejando todo atrás. De hecho, el 76% de las personas desplazadas por las guerras son mujeres con hijos e hijas.

Pero al mismo tiempo hay cientos de ejemplos que muestran como las mujeres son capaces de superar los inmensos estragos de la guerra, adaptarse y transformarse, tanto en el ámbito privado como en el público. Los conflictos las obligan a salirse de su rol tradicional, hecho que a veces se traduce en un empoderamiento que las lleva a alzar su voz, movilizarse (destacan campañas para liberar personas presas en Yemen), mediar (hay numerosos ejemplos de mujeres iraquíes que conviven en paz con mujeres vinculadas con el ISIS) o liderar programas de construcción de paz.

Laura Hurtado es  periodista y directora de Comunicación de Oxfam Intermón

Demasiado pronto

Por Carmen Suárez

Una conversación con Elysia Buchanan, asesora de políticas de Oxfam en Sudán del Sur, nos ha llevado a una enorme preocupación por las crecientes cifras de matrimonios de niñas en el país. Su descripción es un mapa de la pobreza y la desesperación en la que están cayendo las familias:

“El incremento de la pobreza y el hambre, surgidos tras cinco años de una terrible guerra civil, están llevando a las familias a una gran desesperación, y por esos muchos padres casan a sus hijas muy jóvenes, para obtener una dote que les permita sobrevivir. Al negarles su derecho a elegir cómo quieren vivir sus vidas, las niñas corren un mayor riesgo a quedarse sin educación, de morir en el parto o de padecer violencia sexual y física en su matrimonio”.

El matrimonio infantil no era algo insólito en la historia de Sudán del Sur, pero con la guerra civil ha ido a más.

Tras un estudio realizado en Nyal, al norte del país, se comprobó que el 70% de las niñas se casan antes de los 18 años, un porcentaje significativamente más alto que el registrado antes del conflicto, cifrado en el 45%. Se puso de manifiesto, también, otro demoledor dato, que una de cada diez niñas se casa antes de cumplir los 15 años. Sudán del Sur existe desde 2011, después de un referéndum en que el 98,3% de la población votó a favor de la independencia. Es el último país que se ha formado y ha sido reconocido en el mundo.

«Quiero llegar a gobernar. Siento que saltar a la comba me hace fuerte. Por eso que me encanta jugar con ella y quiero que me tomen una foto saltando». Mary (nombre falso), 16 años. La razón más común para que las niñas abandonen la escuela en Sudán del Sur es el matrimonio.
(C) Noura Nyal Kids/Oxfam

El conflicto interno estalló al poco, provocando al menos 300.000 personas muertas, casi dos millones de desplazadas y 2,4 millones de personas forzadas a buscar refugio en otros países de la región. Aunque el pasado mes de septiembre se firmó un acuerdo de paz y sus habitantes ansían la paz después de 5 años de conflicto. Falta asentarlo y superar la profunda crisis económica y social que ha impactado a la población hasta tal punto que en 2017 se declaró la hambruna durante unos meses en dos zonas del país.

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La igualdad posible

Por Pilar Orenes

Comenzamos la semana post 8M. Y todavía dura la emoción vivida.

Han sido miles de eventos en todo el mundo. Semanas previas, meses, de talleres, lecturas, discusiones formales e informales… Meses de construir camino juntas, desde lo que revindicamos pero también desde lo que nos interpela, que es lo que nos hace crecer. Hemos puesto muchas ganas de aprender, de desarrollar mirada crítica, de entendernos. Nuestras luchas son tan diversas como la historia de nuestras vidas,  pero son luchas que se acompañan, que se complementan, porque nacen de una misma demanda: la plena igualdad de derechos para todas las mujeres en el mundo.

Participantes en la manifestación del 8 de marzo de 2019 en Madrid. Imagen: Belén de la Banda.

Y el 8M llegó, y las mujeres paramos. Respondimos a la convocatoria de huelga internacional laboral, de cuidados, de consumo y educativa. Una jornada de 24 horas en la que de nuevo retamos el concepto tradicional de huelga, pero también el concepto tradicional de trabajo que invisibiliza el trabajo de cuidado, el trabajo no remunerado y otros conceptos aprendidos con los que hemos convivido demasiados años. Conceptos que ahora necesitamos desaprender.

Hemos parado para mostrar que si nosotras nos paramos, se para el mundo. Los aportes de las mujeres son imprescindibles en cualquier ámbito de la vida. Y debemos exigir que todo esté a la altura de esa aportación.

Trabajo en un sector laboral feminizado, el social, el de las ong de cooperación. Un sector ligado al cuidado y al trabajo con personas vulnerables y por ello, poco reconocido. El viernes mi oficina, como tantas otras, quedó muy vacía. Paramos por nosotras y por muchas de nuestras colegas o mujeres con las que trabajamos en países de todo el mundo que no pueden parar porque sus voces están silenciadas.

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A una semana de la huelga feminista

Por Belén de la Banda

Mañana será viernes. Y faltará una semana para una jornada histórica. La del 8 de marzo de 2018, estoy segura, no la olvidaremos nunca. Todavía tengo la piel de gallina cada vez que recuerdo o recupero las imágenes del año pasado. Tuve la suerte de vivirla acompañando a una lideresa africana, Julie Cissé, impulsora de los derechos económicos de las mujeres rurales de Senegal. No sé cuál de las dos estaba más emocionada, impresionada, energizada y conmovida en medio de la ciudad, paralizada por y para las mujeres. Me sorprendió la rapidez con la que ella entendía que también esta huelga, esta manifestación, eran por ella y por sus hermanas.

Todo lo que rodeó a esta fecha fue una experiencia de crecimiento exponencial para numerosos grupos y espacios de mujeres en todo el país. Fue una oportunidad de conexión y reconocimiento, un tiempo de unión del que han salido, en todas partes, numerosas iniciativas.

Entre ese 8 de marzo y el que ahora se acerca, todas hemos crecido, aprendido, desarrollado. Y muy especialmente las jóvenes y adolescentes, que con sus preguntas, con su negativa a aceptar que las cosas tengan que ser como son, que la realidad no sea como les decimos que es, se han convertido en nuestras maestras.

Hemos compartido letras y músicas. Nos hemos dejado inundar por nuestras propias voces.

Han surgido muchos liderazgos nuevos. Y también muchas experiencias de trabajo en equipo, de éxito. Nos hemos acercado a mujeres con las que tenemos muchas o pocas cosas en común. Hemos descubierto que las opresiones son múltiples. Nos hemos puesto al lado de nuestras hermanas en el sector de los cuidados.

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Ciberfeminismo contra la violencia

Por Eva Moure

Sólo hace un par de meses que supimos que la RAE (Real Academia) había decidido incorporar ‘sororidad’ como nueva palabra al diccionario. ¡Nueva! ¡Una palabra usada desde hace décadas! Mientras las instituciones y espacios oficiales van a remolque, la calle camina imparable.

Antonia Santolaya / Oxfam Intermón

Notas visuales realizadas por la ilustradora Antonia Santolaya durante la reunión de ciberactivismo organizada por Oxfam Intermón en Madrid. (c) Antonia Santolaya / Oxfam Intermón

Hace pocas semanas tuve la suerte de compartir jornadas con un grupo de activistas feministas de Africa, América Latina y España que se juntaron en Madrid, invitadas por Oxfam Intermón, para plantear estrategias de innovación digital contra los diferentes tipos de violencia machista. También para compartir experiencias y propuestas, para tejer red. Sororidad internacional en estado puro. Está claro que lo que compartimos es infinitamente mayor que lo que nos separa. En Argentina, Sudáfrica, Gambia, Colombia, España, Brasil o Marruecos.

De entrada, muchos hechos y datos demuestran que las violencias machistas ocurren en todo el mundo de forma sistemática, aunque hay quien todavía las niega o afirma que se trata de casos aislados. ‘Los datos son claves para conseguir políticas públicas, por eso es importante que se reconozcan los datos reales, no solo los oficiales’, comenta Nerea de Feminicidio.net.

Las movilizaciones sin precedentes también son un punto en común. El #NiUnaMenos en Argentina, el histórico 8 de Marzo pasado en España, el Total Shutdown (Paro total) del verano pasado en Sudáfrica, con miles de mujeres de todo el país movilizadas contra la violencia machista en uno de los países con mayor número de feminicidios del mundo y, al mismo tiempo, con las leyes más avanzadas en materia de defensa de los derechos de las mujeres. Leyes que no se cumplen. 

(c) Antonia Santolaya / Oxfam Intermón

Notas visuales de Antonia Santolaya durante la reunión de ciberfeminismos celebrada en Madrid y organizada por Oxfam Intermón. (c) Antonia Santolaya / Oxfam Intermón

El colectivo feminista habla de violencias, en plural, porque son varias. Y en los últimos años, la violencia digital es una de las últimas incorporadas. El auge del ciberactivismo ha multiplicado las posibilidades tanto de defender derechos como de recibir ataques, sufrir acoso o violencia machista en la red. Varias activistas africanas lo cuentan en este artículo. En América Latina, experiencias como la de Las Igualadas buscan abordar temas de género de forma divulgativa, y lo hacen de forma desenfadada y directa.

Su propuesta les ha valido millones de aplausos. También muchos ataques que, como a tantas activistas, las obliga a buscar estrategias de autodefensa.  ‘El objetivo de las violencias machistas es expulsar a las mujeres del espacio público’, escucho. Asustando, acorralando, avergonzando, provocando autocensura, entre otras cosas. La cuestión de fondo: las violencias machistas provienen de la desigualdad de género y de unas creencias afianzadas que es necesario desmontar si queremos una sociedad más justa y equitativa.

Hay trabajo por hacer. Y para ello es imprescindible unir fuerzas y compartir recursos. Es lo que hicieron las activistas que se juntaron en Madrid y a las que la ilustradora Antonia Santolalla siguió durante dos días para contar, con gran talento, en ilustraciones como las que acompañan este texto, cómo tejer redes saltando fronteras de todo tipo. En una palabra, sororizando.

Eva Moure es periodista y trabaja en Oxfam Intermón

Un año para recordar

Por Belén de la Banda

Comienzan estos días en que, entre fiesta y fiesta, echamos la vista atrás para recordar cómo era todo al principio del año, y qué ha ocurrido desde entonces. No ha sido un año tranquilo, ni en la política, ni en la sociedad, ni en la vida personal de la mayoría de nosotras. Pero es posible apostar a que todas recordaremos 2018 por algo que hemos vivido en común.

No será posible recordar este año sin pensar en lo que han hecho las mujeres. La oleada de crecimiento feminista, el tsunami de sororidad, la contundencia y la representatividad social de las reivindicaciones, y sobre todo el macrocosmos de conversaciones, comentarios, análisis sobre la marcha, flashbacks y reconocimientos.

Momento de repaso. Imagen de Alexis Brown.

No olvidaremos las oleadas internacionales de denuncias, encuentros, apoyos, colaboraciones, acuerpamientos. No olvidaremos a las activistas internacionales de las que tanto hemos aprendido, a las que tanto debemos. No olvidaremos a Berta Cáceres, a su hija, a su madre, ahora enfrentadas al juicio por el asesinato de la lideresa. No olvidaremos a Julie Cissé, que vino a recoger su Premio Mujeres Avenir 2018 al trabajo de sus compañeras en favor de los huertos propios para las mujeres, los ingresos propios para las mujeres de Senegal. No olvidaremos a Liliane Dakoure, defensora de las niñas enfrentadas al matrimonio temprano y a la ablación genital en Burkina Faso. No olvidaremos a María José Díaz Reyes, defensora de los derechos de las mujeres en Nicaragua.

No olvidaremos, porque ella y su causa forman parte de nuestra vida cotidiana, a Rafaela Pimentel, que recibió este año el premio Avanzadoras: ella y todas las trabajadoras del sector de los cuidados se enfrentan a un posible cambio legislativo para entrar definitivamente en el régimen general de la seguridad social.

No olvidaremos a las mujeres que se atrevieron a denunciar el abuso y el acoso que habían sufrido. No olvidaremos a quienes las apoyaron, las acompañaron, las

Y habrá muchos momentos especiales para recordar. No olvidaremos el 8 de marzo de 2018. No olvidaremos las voces de las mujeres vascas en su canción pidiendo justicia. No olvidaremos los delantales en las ventanas, símbolo de las mujeres que todavía no pueden (siglo XXI y estamos así) hacer huelga. No olvidaremos las oficinas vacías. No olvidaremos lo que quedó sin hacer, o sí, porque sabemos que lo que hicimos fue millones de veces más importantes. No olvidaremos los grupos de mujeres organizadas que llegaban en auténticas oleadas hasta el centro de nuestras ciudades. No olvidaremos la ciudad felizmente paralizada, colapsada en la manifestación más potente, reivindicativa, emocionante, pacífica y explosiva, que hemos vivido. -Y causas nunca nos faltaron-.

No olvidaremos la solidaridad entre generaciones, los nuevos liderazgos de las más jóvenes, la búsqueda de la experiencia en las feministas de siempre. No olvidaremos las narrativas compartidas, los constantes encuentros, los muchos descubrimientos. No olvidaremos que hoy sabemos cuánto nos queda por delante, el año que viene y todos los que nos esperan.

¡Salud, compañeras!

Belén de la Banda es periodista y trabaja en Oxfam Intermón. 

Una mujer de cuidado

Por Belén de la Banda

Hace dos viernes, Rafaela Pimentel, activista feminista que defiende a las trabajadoras del sector de los cuidados, nos dirigía unas palabras tras ganar merecidamente el Concurso Avanzadoras. Nos habló de cómo, probablemente, estábamos allí esa mañana gracias a que había personas como ella cuidando de nuestras casas y de nuestras criaturas. Nos preguntó hasta qué punto nuestro éxito profesional y nuestro bienestar tenían que ver con mujeres que se hacen responsables de nuestros mayores, nuestras comidas y nuestra limpieza.
Tenía toda la razón. Porque los cuidados son un sector valioso, que aporta a la sociedad ventajas mucho menos apreciados que otros servicios mejor pagados y mucho mejor considerados.

Rafaela Pimentel, ganadora del Concurso Avanzadoras 2018. Imagen de Jorge París/20minutos.

Y tendríamos que pensar cómo esas mujeres, que están absolutamente presentes en nuestras casas y nuestras vidas, carecen de los derechos laborales más básicos que tiene cualquier trabajadora, o trabajador. En 2018 y en España.
La falta de valoración de ese trabajo fundamental tiene consecuencias funestas. Decimos que son de la familia, pero aceptamos que no tengan los mismos derechos que cualquier otra persona de nuestro entorno, que no puedan acceder a cuidados médicos, a paro, o a una jubilación digna.

Si su trabajo sostiene nuestro mundo, queremos ver ese trabajo, y su reconocimiento, en el Régimen General de la Seguridad social ya. Como comprometieron los políticos, y como ahora tratan de evitar mediante vergonzosas enmiendas a los Presupuestos Generales del Estado.

Así que aquí estoy, orgullosa de avanzadoras como Rafaela, y de la portada que 20minutos le dedicó hace unos días. Y muy avergonzada por nuestra inercia social, y por la irresponsabilidad de nuestros políticos. Ya es hora de cambiar esta injusticia.

Puedes apoyar la labor de Rafaela y sus compañeras firmando la petición en change.org

Belén de la Banda es periodista y trabaja en Oxfam Intermón. Comprometida con el Proyecto Avanzadoras.

Avanzadoras: antes de que sea demasiado tarde

Por Belén de la Banda

Encuentro de Avanzadoras en octubre de 2013 en Madrid. Imagen de Ana Sara Lafuente/ Oxfam Intermón.

Cuando miro esta fotografía, es imposible para mí no sentir una intensa emoción. Yo estaba abajo, tomando la foto desde mi teléfono, con una mezcla de admiración, alegría y responsabilidad que vuelvo a sentir cada vez que veo estas imágenes. Era un encuentro de lideresas en el más amplio sentido de la palabra. Vinieron mujeres de Mauritania, Togo, Perú, México, Guatemala, y también personas comprometidas con diferentes causas en España (educación, vivienda, sanidad, vida rural…). Hablamos de cómo impulsar mejor nuestras causas, de cómo hacer más eficaz el trabajo, de cómo apoyarnos en la comunicación y en la movilización, de cómo trabajar mejor en red… Pero también de cómo cuidar y cuidarnos, de cómo impedir que lo urgente se lleve lo fundamental, de lo importante que es cuidar nuestra salud día a día para mantener la actividad que impulsa los cambios.

Deberíamos haber hecho al menos un libro, o un documental, con las ideas maravillosas y absolutamente factibles que iban saliendo en las conversaciones, en los grupos, y en los momentos de café. En Madrid, hay jornadas, congresos, simposios y conferencias todos los días. Pero esta no fue una más para ninguna de las personas que allí estuvimos.

Ahora me gustaría que os fijéis en el centro de la imagen. Vestida en colores claros, con el brazo levantado, está Mariam Nana, una lideresa rural de Burkina Faso que tuvo la idea genial de vaporizar el arroz para darle más calidad a la alimentación de su familia, y conseguir ingresos extra para las mujeres. A su lado, con camiseta morada y gafas, Juana Olivia Hernández sonríe. Vino desde México para contarnos la lucha de las comunidades de Chiapas, donde la desigualdad hace estragos en la vida de las mujeres, y donde ella, con una enorme visión estratégica, trabajaba para revertir sus consecuencias más graves.

Hace cinco años de esta foto, y en este tiempo las hemos perdido a las dos. No hay duda de que Mariam y Juana son dos  avanzadoras que cambiaron la vida de sus gentes, y en plena juventud, se fueron dejando un legado que ya nos gustaría a muchas poder tener cuando llegue nuestro momento. No deberíamos olvidarlas, ni olvidar lo que aprendimos de ellas: no sabemos si algún día tendremos mejores lecciones vitales.

En las últimas semanas, hemos perdido también a una magnífica Avanzadora, y gran colaboradora de este blog, Dori Fernández Hernando. Personalmente la extraño ya muchísimo: su absoluta sensatez, su enorme conocimiento, su sentido del humor son recuerdos impagables. Pero sobre todo su compromiso con la igualdad, con los derechos de las mujeres, aunque fuera duro e incómodo, aunque hubiera que soportar absolutos disparates en los comentarios de sus entradas, aunque hubiera que dar la cara para que nos la partan. Te debo un abrazo grande, allí donde estés, Dori. Y desde aquí se lo envío a tu familia, y a tus compañeras de lucha en la PPiiNA, con quienes seguiremos de la mano.

No me gustaría acabar con tristeza. Me gustaría acabar diciendo que a las personas valiosas, y especialmente a las mujeres tantas veces invisibilizadas, hay que agradecerles sus aportaciones cuanto antes. Hay que reconocer ya, sobre la marcha, los esfuerzos, las propuestas, los trabajos, las ideas geniales y las disparatadas que llevan a otras geniales, los hallazgos, las derrotas. Porque una vida mejor para las mujeres, y para todos, se va haciendo gracias a Avanzadoras como Mariam, como Olivia, como Dori. Y como otras en las que seguramente estás pensando en este momento.

Quedan pocos días para que se cierre el plazo del Concurso Avanzadoras.  Un concurso de propuestas abiertas, en el que cualquier persona puede aportar su criterio para reconocer las aportaciones valiosas de las mujeres a la sociedad. Es muy fácil presentar vuestras candidaturas, o las de otras mujeres que sabéis que lo merecen. Os invito a hacerlo. Porque igual que en los últimos años hemos reconocido a Sagrario Mateo, Mabel Lozano, Mariú d’Errico o Ana López Navajas, quizá este año podamos rendir homenaje, de la mano de Oxfam Intermón y 20minutos, a esa persona que tú sabes que merece un premio. Y luego, dile que la has presentado, que su causa te importa, ofrécele apoyo, y trata de que logre muchos otros éxitos. Que serán para todos.

Comencemos a generar una sana costumbre de decir que lo que está bien, está bien y merece la pena. Antes de que sea demasiado tarde.

Belén de la Banda es periodista y trabaja en Oxfam Intermón. Comprometida con el Proyecto Avanzadoras.

Chandi y la taza de té

Por Susi Vidal

Se piensa que el té, la bebida más consumida en el mundo después del agua, empezó a tomarse cuando, casualmente, cayeron hojas de té en el agua de un antiguo emperador chino que empezó a sentir un bienestar reconfortante al beberlo. Es una de las numerosas leyendas ligadas al té, a su cultivo y a su ceremonia. Ceremonias y leyendas cuyo denominador común es la armonía entre personas y naturaleza, la pureza y el bienestar.

Foto: Oxfam Fairtrade (Bélgica)

Pero estos principios cuesta encontrarlos en las plantaciones donde se cosecha la mayor parte del té. Establecidas durante la época colonial en India, Sri Lanka y África del Este y ahora en manos de unas pocas transnacionales monopolizanel 85% del mercado mundial del té. Emplean a unos 50 millones de personas, pero la situación de las familias trabajadoras que viven en lasplantaciones es altamente precaria, en especial para las mujeres. Mujeres que viven en los barracones de las plantaciones sin condiciones higiénicas ni sanitarias, obligadas a trabajar más horas al año que los hombres y además estar al frente de sus familias. Muchas con un bajo nivel de educación y otras tantas supervivientes en silencio de las violencias machistas, comunes en las plantaciones.

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