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Madre soltera: una decisión

Por Thai Jungpanich

Tengo 38 años y voy a ser mamá de una niña en junio. Es probable que muchas mujeres que estarán leyendo estas líneas estén pensando si dar el paso o no, si seguir esperando a encontrar a alguien con quien emprender este viaje, si aún hay tiempo para apurar la decisión, si de verdad quieren ser madres a toda costa, si es egoísta traer a una niña o uni niño sin padre, si están dispuestas a renunciar a su vida más o menos cómoda para ser madres y otras tantas preguntas que evidentemente nadie puede responder más que ellas. Pero si sirve de algo aquí van mi historia y mis miedos por si ayudan a no sentirnos tan solas en esta decisión.

Embarazo. Imagen de TrasTando.

Embarazo. Imagen de TrasTando.

En mi caso, no hubo una época de reflexión como tal porque yo tomé la decisión de ser madre estando en pareja. Al principio fue pura emoción y felicidad, pero después de más de año y medio intentándolo de manera natural y con ayudas médicas sin éxito llegó la temida frase: ‘tenemos que hablar’. Recuerdo que lo primero que pensé y dije cuando sonaron las fatídicas palabras fue ‘mi hijo no va a tener un padre’. En ese momento supe que sería madre soltera porque estaba decida a ser madre así que seguí sola con los procesos de reproducción asistida mientras pasaba el duelo por la pareja y por la figura del ‘no padre’ y ahora, más de 2 años después, aquí estoy: embarazada de 7 meses llena de felicidad y miedo a partes iguales.

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Madres solteras ¿del siglo XXI?

Por una madre soltera, miembro de la asociación de madres solteras por elección.

Guardería pública de un barrio céntrico de Madrid, abril de 2011. Mi hija  había nacido en el 2010 y quería inscribirla para el curso 2011-12.  Ilusa de mí, pensé que dada nuestra condición de familia monoparental tendría derecho a algún punto más, tal y como sucede en algunas comunidades como Cataluña.

Como no fue suficiente la fotocopia del libro de familia donde no figura ningún padre, tuve que entregar una carta de la clínica donde me sometí al tratamiento de fertilidad con donante anónimo para que vieran que era cierto. Todavía me pregunto para qué me hicieron perder el tiempo pidiendo ese certificado, ya que no hay ningún punto adicional por ser familia monoparental. Al entrevistarme con la directora del centro y protestar por dicha situación su respuesta fue: ‘señorita, solas estamos todas, no hay ninguna diferencia entre usted y una pareja‘.

Cartel del blog embarazo.net

Cartel del blog embarazo.net

Hay veces que una tiene que respirar muy profundo para no soltar toda clase de improperios, ya que por mucho que yo haya elegido ser madre sola y haya sido la mejor decisión de mi vida, mi situación dista mucho en todos los aspectos de ser la de una pareja que tiene un hijo.

Desgraciadamente como esta situación podría contar muchas más de las discriminaciones que sufrimos a diario las mujeres que hemos decidido emprender la aventura de la maternidad en solitario, desde el comentario de ‘usted dice ahora que no tiene padre, pero igual luego aparece…’,  hasta no querer ponernos en primer lugar en el libro de familia, dando lugar a situaciones cómicas (aunque para mí no lo sean) y que la niña aparezca en el libro de familia como hija de un guión y de mí misma en segundo lugar.

Desde el jueves pasado ya tenemos otra discriminación más, junto con las mujeres con pareja homosexual: quedamos excluidas de la sanidad pública en cuanto a tratamientos de reproducción asistida se  refiere. La señora ministra podría haber recortado en función de la edad de la paciente, de la renta o en el número de tratamientos que la  sanidad pública cubre pero no, ha pensado que es más lógico discriminar a  todos los que no compongan una pareja ‘como dios manda’: un hombre y  una mujer.

Seguramente la señora Mato ha decidido no leer ninguno de  los múltiples informes que señalan que por norma ninguno de los dos  colectivos tiene problemas de fertilidad, con lo cual suelen salir más  baratas que una pareja que al acudir a dicho sistema sí que los suele  tener.  Dicho esto me gustaría acabar diciendo que yo fui una de las afortunadas que sí que fue atendida por la sanidad pública madrileña, cosa que ni siquiera en ese momento (año 2007) se hacía con mucha facilidad, ya que se dejaba al criterio del jefe de la unidad en cuestión o del hospital. Pero tuve la suerte de que el hospital que me correspondía tenía (y tiene) una jefa de unidad que no discrimina y no me puso ninguna traba por no tener pareja.

Os animo a apoyar la acción con vuestra firma para que no seamos consideradas ciudadanas de segunda clase, aunque a la hora de pagar  impuestos no tengamos ningún tipo de exención fiscal.