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Una periodista comprometida en la guerra contra el narcotráfico

Por Laura Martínez ValeroLaura Martínez Valero

Me pasó como a muchos estudiantes de periodismo. En el primer año de carrera perdí la ilusión. El periodismo no era lo que yo creía. Nada de visibilizar las historias humanas. Todo eran intereses, poder, política y cifras. Recientemente conocí el Periodismo Comprometido y a periodistas como Marcela Turati, que me devolvieron la ilusión.

En México existe un término para nombrar al número de muertos diarios que causa la guerra contra el narcotráfico. Lo llaman el ‘ejecutómetro’. Es muy útil para redactar noticias, pero no aporta profundidad ni contexto. No explica cómo se ha llegado a esa situación. ‘Uno ve a unos tipos colgados de un puente y se pregunta: ¿quiénes eran? ¿En qué soñaban? ¿Cuál fue su vida? ¿Qué sufrimiento hay detrás?’, reflexiona Marcela. Para ella, este pensamiento  se convirtió en una prioridad. Y para mí esto es lo que caracteriza a una periodista comprometida, preguntarse: ‘¿por qué?’.

Marcela era una reportera que se dedicaba al periodismo social, un tema de mujeres que no interesa a los periodistas varones, más centrados en política o economía. Preocupada por aportar un enfoque humano y porque la pobreza no era un tema que apareciera en las portadas, formó junto con sus compañeras la red de ‘Periodistas de a pie’. Y de la noche a la mañana se vieron haciendo capacitación para cubrir las muertes del narcotráfico. ‘Yo era una reportera que cubría pobreza y de repente estaba cubriendo una masacre en un pueblo’, explica Marcela. ‘Cada semana recibía familias nuevas con hijos desaparecidos’. Fieles a sus principios, no quisieron quedarse en el cadáver, sino profundizar en lo que había alrededor. Lo que encontraron era algo que el gobierno no está interesado en mostrar. Muchos jóvenes se había criado en la calle, sin escuelas ni acceso a educación y habían acabado en pandillas. El narcotráfico se convirtió entonces en un caramelo muy dulce, con sabor a poder y dinero. ‘No se invirtió en las zonas donde se tendría que haber invertido. Podría haber sido mucho más barato que andar comprando armamento para matar a esos jóvenes’, denuncia Marcela. Además, están las víctimas que no tenían relación con el narcotráfico, lo que el gobierno llama ‘daños colaterales’ y que se cuentan por miles.

Marcela Turati durante su reciente visita a la sede de Oxfam Intermón en Barcelona. (C) Júlia Serramitjana / Oxfam Intermón

Marcela Turati durante su reciente visita a la sede de Oxfam Intermón en Barcelona. (C) Júlia Serramitjana / Oxfam Intermón

Después de todos estos años, si hay algo que aún conmueve a Marcela es el papel de las mujeres, especialmente de las madres, en este contexto de violencia. Cómo se han organizado y cómo algunas de ellas salen cada 10 de mayo a pedir justicia a gritos en DF. Mujeres ‘normales’, madres de familia, que se han capacitado y ahora hablan ante la ONU, reclamando que encuentren a sus hijos desaparecidos o al culpable de sus muertes.

Otras veces ya hemos hablado de lo difícil que es ser mujer y periodista en México. Por ello, en la red de ‘Periodistas de a pie’ están trabajando en el ‘autocuidado personal’. ‘Tenemos que cubrir esto sin que te quite la alegría de vivir’, afirma Marcela. De momento a ella no se la han quitado y, como le gusta compartir su experiencia, estará en Madrid a principios de julio en el marco del proyecto de Periodismo Comprometido para explicar cómo es posible hacer periodismo de calidad en situaciones difíciles.

Laura Martínez Valero es periodista y trabaja en Oxfam Intermón

Mayte Martínez: el deporte como escuela de vida

Por Laura Martínez ValeroLaura Martínez Valero

El deporte, muchas veces asociado únicamente al cuidado del cuerpo, es mucho más que una actividad física. Es una forma de educación y de sensibilidad hacia los problemas sociales. Así lo ve la ex atleta española Mayte Martínez: ‘A mí el deporte me ha dado valores como el respeto, la solidaridad o el compañerismo’, afirma. Valores que actualmente, Mayte intenta transmitir a sus alumnos y alumnas en la escuela de atletismo Mayte Martínez Racing que dirige en Valladolid. ‘Queremos que los chavales a la vez que aprenden atletismo se formen con valores. No queremos niños que tengan un alto rendimiento deportivo, lo que queremos es que vengan a aprender, a jugar, a divertirse, a compartir experiencias con otros compañeros y sobre todo a respetar’.

Mayte Martínez y Chema Martínez durante la presentación del Oxfam Intermón Trailwalker Madrid, que tendrá lugar los días 5 y 6 de julio

Mayte Martínez y Chema Martínez durante la presentación del Oxfam Intermón Trailwalker Madrid, que tendrá lugar los días 5 y 6 de julio. (C) Ana Sara Lafuente / Oxfam Intermón

Por ello, Mayte no ha dudado en apoyar este año el Oxfam Intermón Trailwalker, una carrera solidaria en la que equipos de seis personas, cuatro corredores y dos de apoyo, recorren juntos 100 km en un tiempo máximo de 32 horas y deben recaudar al menos 1.500 euros antes del día del evento, que se destinarán a los proyectos de la ONG en todo el mundo. ‘Afortunadamente cada vez se está buscando más, sobre todo en el deporte popular, una vertiente muy marcada de deporte y solidaridad. Yo, como deportista ahora ya popular, estoy encantada de poder participar y que haya muchísimas iniciativas en las cuales los beneficios recaigan en causas y gente que realmente lo necesita’, explica.

Hacer 100 kilómetros en 32 horas puede parecer demasiado, incluso aunque haya un trasfondo social. Sin embargo, los casi 500 equipos que participaron en la edición de Girona de este año y los 130 equipos que ya se han inscrito para la edición de Madrid de los próximos 5 y 6 de julio (cuyas inscripciones estarán abiertas hasta el 15 de junio) parecen confirmar lo contrario. ‘No es un reto sencillo, pero yo creo que eso también es lo que motiva. Si fuera hacer cinco kilómetros yo creo que perdería parte del atractivo. Con un poquito de entrenamiento, mucha motivación y ganas es totalmente asumible’, afirma Mayte.

Motivación y firmeza no le faltan a Mayte a la hora de reivindicar otros retos como la igualdad de la mujer o que se dé mayor relevancia informativa al deporte femenino. “En los medios de comunicación somos las grandes olvidadas y al final que un deportista tenga más o menos reconocimiento depende de que su cara, sus resultados y sus hazañas estén en los medios. Un ejemplo muy evidente es coger cualquier periódico o mirar en internet. O te vas a al apartado específico de ‘mujeres y deporte’ o las portadas deportivas prácticamente las acaparan ellos al 100%”, explica Mayte. Esta desigualdad tiene dos vertientes: la propiamente deportiva y la directiva. ‘Hay muy pocas mujeres que estén dirigiendo federaciones, organismos relacionados con el deporte o clubes. No deja de ser un reflejo de nuestro papel en la sociedad, en la que también es difícil ver a mujeres en consejos de administración, que están ocupados en grandes porcentajes por hombres’. Por esta y otras causas seguirá trabajando Mayte Martínez, para cambiar el mundo a través del deporte.

Laura Martínez Valero trabaja en el equipo de comunicación de Oxfam Intermón y participa en el proyecto Avanzadoras

Del comedor a la política

Por Laura Martínez ValeroLaura Martínez Valero

Las mujeres siempre han estado al frente de la necesidad de los alimentos. Era un tema de la familia y en la familia era un tema de las mujeres‘. Así explica Relinda Sosa, presidenta de CONAMOVIDI, por qué han sido las mujeres quienes han liderado desde su inicio la creación de los comedores populares en Perú. Para quien no lo sepa, estos comedores surgieron en los años 60 y 70, como espacios en los que las mujeres cocinaban para beneficio de su comunidad. Planteados en un principio como forma de abaratar costes, ya que se compraban los alimentos de forma común y se invertía el dinero en proyectos comunes de los barrios, pronto se convirtieron también en la principal fuente de alimentación de las familias más necesitadas. Además, suponen como organización popular femenina una experiencia única que no se ha reproducido con estas dimensiones en ningún otro lugar del mundo y que ha cambiado la vida de miles de mujeres.

Relinda Sosa en su reciente visita a España este mes de mayo. (C) Pablo Tosco / Oxfam Intermón

Relinda Sosa en su reciente visita a España este mes de mayo. (C) Pablo Tosco / Oxfam Intermón

El despertar de la conciencia política puede surgir por muchos motivos, pero en el caso de Relinda está íntimamente relacionado con los comedores populares. En 1988, Relinda llegó al distrito de El Agustino (Lima) y se interesó en organizar un comedor popular. ‘Cuando me acerco a saber qué significaba ese espacio donde cocinaban bien y barato, me doy cuenta de que había varias iniciativas de comedores: unos que eran apoyados por el gobierno y otros que no lo eran. Para la organización de un comedor con apoyo estatal lo que le recomendaron fue hacerse con un carnet político del partido que estuviera en el poder, en este caso el APRA de Alan García. ‘En ese momento se me despertó un concepto político y pensé: ‘¿por qué tendría que hacerme un carnet de un partido del cual no necesariamente soy parte?’, explica Relinda. El germen estaba plantado.

Al margen del gobierno, Relinda y otras treinta compañeras fundaron el comedor autogestionario de El Agustino, Virgen de Nazaret. Además, lo integraron en la red de comedores autogestionarios ya existentes.  A Relinda le interesaba especialmente ‘el espacio de formación personal, de la autoestima, de autoreconocimiento de una misma y de formación política que este tipo de comedores proporcionaban. Para ella el comedor pasa a convertirse en un pretexto para conseguir algo más. ‘Empiezo a diferenciar que lo político no tenía sólo que ver con los partidos, sino con lo que uno hacía y a tener una posición o argumento para decir las cosas las quiero de esta manera o de esta otra’.

Desde esta perspectiva, las mujeres de los comedores han conseguido importantes logros en política, como la aprobación de una ley que reconoció jurídicamente a los comedores,  creó un programa de apoyo a la labor alimentaria que realizaban y estableció la gestión compartida del programa por parte del Estado y de las organizaciones de los comedores.  Sin embargo, aún quedan muchas cosas por hacer. ‘El Estado no escucha o escucha poco, se lamenta Relinda. Por ello, seguirán trabajando para que la voz de las mujeres sea tenida en cuenta en el contexto actual de reformas de los programas sociales, en los que ellas son expertas.

Laura Martínez Valero trabaja en el equipo de comunicación de Oxfam Intermón.

Huellas que no callan

Laura Martínez Valero

Por Laura Martínez Valero

Cuando hace unas semanas leí la entrada de Belén de la Banda sobre las madres de Soacha, me pregunté qué sería de esas mujeres y de tantas otras si nadie les brindara la oportunidad de dar a conocer su historia. Seguramente, como mujeres coraje que son, conseguirían que sus voces acabaran escuchándose. Pero también podría haber ocurrido que el silencio, el mejor aliado para que los crímenes queden impunes, hubiera ganado.

Luz Marina Bernal, ante las imágenes de su hijo. Imagen: Pablo Tosco / Oxfam Intermón.

Luz Marina Bernal, ante las imágenes de su hijo. Imagen: Pablo Tosco / Oxfam Intermón.

Por ello, no puedo por menos que quitarme el sombrero ante los profesionales de la comunicación que dan voz a la injusticia y que están comprometidos con el verdadero periodismo. Es el caso de Pablo Tosco y Ander Izaguirre y su documental ‘Huellas que no callan’, que hace un par de meses tuve la oportunidad de ver en el Congreso de Periodismo Digital de Huesca. Quedé impresionada ante la delicadeza y el respeto con el que daban voz a cuatro mujeres, cuatro lideresas que en realidad son una sola: la mujer colombiana, que durante más de cinco décadas ha sido la principal víctima del conflicto armado y a la vez la más silenciada y menos conocida.

Durante los treinta minutos de duración del documental, estas mujeres cuentan en primera persona su historia. Nada de voces en off o rótulos, que sean ellas quienes hablen. Luz Marina Bernal, una madre de Soacha cuyo hijo fue secuestrado y asesinado extrajudicialmente por el ejército colombiano; Ana Secue, lideresa indígena que lucha contra los actores armados por el derecho a su tierra; María Lucely Durango, que perdió a su hijo a manos de narcotraficantes en Medellín, y Olga Neicy Gómez, una de las miles de mujeres que han sido víctimas de violaciones tanto por parte del ejército como de la guerrilla. Y es que lo que necesitan es hablar, cuanto más alto mejor, y sobre todo escucharse. “Cuando uno habla de violencia contra las mujeres todas se quedan calladas. Aquí no pasa nada. No a mí no me pegan, no a mí no me tratan mal. Pero cuando uno empieza a ahondar y a generar confianza las mujeres empiezan a soltarse y empiezan a hablar” explica Olga Neicy a cámara.

Hoy, día que se presenta ‘Huellas que no callan’ en el Fórum de Cine Documental de Salamanca, me gustaría que no nos olvidáramos de quienes han estado allí para recoger lo que las huellas que marcan a estas mujeres tenían que decir.  A ellos y ellas, gracias.

Laura Martínez Valero trabaja en el equipo de comunicación de Oxfam Intermón.

Alicia Amarilla: «Alimento sano, pueblo soberano»

Por Laura Martínez Valero  Laura Martínez Valero

Semilla: inicio y origen de la vida. Semilla, alimento. Semilla, semilla, semilla, futuro. Físicamente, una semilla es un granito de maíz o una pipa de girasol, pero en potencia es mucho más. Como defiende la Campaña Alimentos con Poder de Oxfam Intermón, son derechos, igualdad, educación, libertad. Quien controle la semilla, controlará su desarrollo y sus beneficios. Y, como siempre, los intereses económicos y políticos entran en juego.

De ello es experta Alicia Amarilla, Secretaria de Relaciones de la Coordinadora Nacional de Organizaciones de Mujeres Rurales e Indígenas (CONAMURI) en Paraguay. Ayer, día en que Oxfam Intermón presentó su Informe sobre Hambre, era de obligado rigor que ella estuviera presente para hablar de su experiencia.

En Paraguay, el país con mayor nivel de desigualdad de América Latina (el 80% de la tierra cultivable está en manos del 2% de la población), se ha implantado un modelo agroexportador. Las grandes multinacionales, como la estadounidense Monsanto, acaparan la mayor parte de tierras y agua para destinarlas a monocultivos orientados a la exportación, como la soja, acabando así con la biodiversidad y con la fuente de alimento de los campesinos y campesinas. Para ello, en muchos casos, expulsan a los campesinos de sus tierras de forma violenta.

Además de acaparar tierras, estas empresas promueven el uso de semillas transgénicas, es decir, modificadas genéticamente. “Están patentando nuestra semilla y privatizándola. Nos están arrebatando nuestros medios de subsistencia, nuestro medio de vida”. Son propiedad de las empresas y para usarla los campesinos deben comprarla cada año, lo que les puede llevar a la ruina. Y en un país con una alta tasa de feminicidios, el aumento de la pobreza está generando aún más violencia contra las mujeres, como denuncia Alicia.

Alicia Amarilla ayer durante la rueda de prensa y posterior entrevista en la sede de Oxfam Intermón en Madrid. (c) Ana Sara Lafuente / Oxfam Intermón

Alicia Amarilla ayer durante la rueda de prensa y posterior entrevista en la sede de Oxfam Intermón en Madrid. (c) Ana Sara Lafuente / Oxfam Intermón

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Por otro lado, las semillas transgénicas son resistentes a los herbicidas, que suelen vender también los fabricantes de semillas transgénicas para que todo quede en casa, pero a un coste muy alto. “A través de la plantación transgénica que viene con su paquete tecnológico agrotóxico, la mujeres paraguayas nos vemos muy afectadas. Tenemos miles de mujeres con cáncer de cuello uterino, de mama, niños con leucemia, niños malformados… Y eso significa que las mujeres son responsables de esos hijos malformados”.

Las mujeres tienen un papel muy importante en el mundo del rescate y cuidado de las semillas. “Para trabajar en la tierra hay saber mucho sobre cada semilla. Las mujeres campesinas podemos hablar con propiedad. Hay compañeras que se van a casa y se pelean con el marido porque él quiere usar Matatodo o Roundup. Desde el Estado, el Ministerio de Agricultura ‘agarra’ a los hombres y les mete en la cabeza que lo mejor son las semillas transgénicas, los agrotóxicos… Sin embargo, las mujeres campesinas no están en esa situación porque históricamente alrededor de su casita siempre tienen verdura y fruta, y alimentan a su familia de esa producción, orgánicamente”.

Alicia me contó ayer que tienen un dicho: “alimento sano, pueblo soberano”. Y por ello, las mujeres de CONAMURI intentan solventar esta situación mediante incidencia política: presentan proyectos de ley de derecho a la alimentación, de defensa de las semillas nativas, y en contra de la violencia y la discriminación de las mujeres. “La alimentación de nuestro pueblo es fundamental porque significa que nos vamos empoderando y vamos resistiendo con nuestro patrimonio, que es la semilla. Porque la semilla es nuestra, es del pueblo, no es de Monsanto, no es de las empresas multinacionales”

https://www.youtube.com/watch?v=LdIkq6ecQGw

Laura Martínez Valero es estudiante de Periodismo y Comunicación Audiovisual. Colaboradora del equipo de comunicación de Oxfam Intermón.

El papel de las mujeres en la prevención de las crisis

Por Laura Martínez Valero Laura Martínez Valero

A veces cuando oímos que una región está sufriendo una crisis alimentaria o una sequía, pensamos que se trata de desastres fortuitos e inevitables, contra los que no se podía hacer nada con anterioridad. Sin embargo, la realidad es que pueden y deben deben crearse estructuras para prevenir, enfrentarse y recuperarse de estas situaciones límite. Es lo que se conoce como resiliencia.

En el caso del Sahel en África, he tenido la oportunidad de conversar sobre el importante papel de las mujeres en la prevención de desastres y crisis con El Hadj Mamadou, director de la Asociación Mauritana por el Auto-Desarrollo (AMAD), y Hindatou Amadou, responsable de Incidencia Política y Género en la Asociación para la Promoción de la Ganadería en Sahel y la Sabana (APESS).

Me han explicado cómo en países como Mauritania o Burkina Faso, basados en una economía agropastoral, las crisis alimentarias repercuten directamente en los agricultores y ganaderos. Las mujeres son especialmente vulnerables, ya que dependen del capital natural, mientras que los hombres tienen la posibilidad de buscar otro trabajo remunerado. De hecho durante una crisis los hombres suelen emigrar, mientras que las mujeres quedan al frente de la familia y sufren las consecuencias de primera mano.

Hindatou N. Amadou y El Hadj Mamadou Bâ ayer en la sede de Oxfam Intermón en Madrid

Hindatou N. Amadou y El Hadj Mamadou Bâ ayer en la sede de Oxfam Intermón en Madrid

Después de la crisis alimentaria de Sahel en 2012, las medidas preventivas están comenzando a tomar fuerza. En Mauritania, El Hadj trabaja para que sean los agricultores quienes, a través de un sistema de alerta precoz, alerten al Gobierno ante la falta de precipitaciones o la oscilación en los precios de los alimentos. En Burkina Faso, Hindatou trabaja en la formación de las familias para que puedan realizar diagnósticos de su propia situación alimentaria. “Las mujeres tienen un acceso clave a la información, por lo que tienen un papel fundamental en los sistemas de alerta”, cuenta Hindatou, “pero se encuentran fuera de las esferas de decisión”.

Por ello, están trabajando para que las mujeres formen parte de los comités de decisión de las asociaciones y puedan transmitir sus necesidades y realidades, muy diferentes a las de los hombres. Una de las principales trabas para que las mujeres accedan a estos comités es la sobrecarga laboral, ya que además de su rol productivo cuentan con un rol reproductivo al frente de la familia, y la escasa alfabetización femenina, que implica una inversión en formación que generalmente está destinada a los varones.

Tanto El Hadj como Hindatou remarcan la importancia de crear proyectos específicos para incluir a las mujeres en los sistemas de vigilancia. Ambos contribuirán con su experiencia en el seminario que tendrá lugar hoy y mañana en Madrid: “De la vulnerabilidad a la superación de las crisis: la resiliencia de las comunidades”, organizado por la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) y Oxfam Intermón.

Laura Martínez Valero es estudiante de Periodismo y Comunicación Audiovisual. Colaboradora del equipo de comunicación de Oxfam Intermón.

Mujer y periodista en México: peligro de muerte

Por Laura Martínez ValeroLaura Martínez Valero

Cada vez es más periodistas son amenazados a través de Twitter. En esta ocasión, ha sido el turno de la periodista mexicana Lydia Cacho, quién recientemente publicó una columna de opinión, ‘El Padrotaje del Estado’, en la que denunciaba el desvío de fondos destinados al Instituto Quintanarroense de la Mujer (IQM) y el Fonden por parte de  la administración del gobernador del estado de Quintana Roo, Roberto Borge Angulo.

La reacción no se hizo esperar. En su cuenta en Twitter, el gobernador publicó lo siguiente: “EN EL EJERCICIO PERIODÍSTICO EL TENER UNA PLUMA NO TE DA DERECHO A LA CRÍTICA: ASQUEROSA, DESTRUCTIVA DE HÍGADO, TENDENCIOSA Y SOEZ”. Además, la periodista recibió amenazas de muerte e insultos de otros perfiles, muchos vinculados con el gobierno de Quintana Roo.

Quizá en España este asunto finalizaría con una disculpa pública, la dimisión o el cese del político. Sin embargo, estamos en México, uno de los países más peligrosos para los periodistas. El poder de los cárteles de la droga y la corrupción de la clase política, sobre todo en los Gobiernos de Estado, hacen que hablar sobre corrupción, explotación sexual o narcotráfico sea equivalente a ponerse una soga al cuello.

Aún con este riesgo, Lydia Cacho ha denunciado el negocio de la pornografía infantil (Los demonios del Edén) y la trata de mujeres (Esclavas del poder), y la relación que guardan con empresarios y políticos, hundidos hasta el cuello en estos sucios negocios. Debido a su trabajo tuvo que abandonar temporalmente el país en 2012, después de recibir una amenaza de muerte en su teléfono personal.

 

La periodista mexicana Lydia Cacho

La periodista mexicana Lydia Cacho

En México de 2002 a 2011, diez periodistas fueron asesinadas y 94 denunciaron algún tipo de violencia relacionada con en el ejercicio de su labor, según el Primer Diagnóstico de Violencia contra Mujeres Periodistas. De todos estos casos ninguno ha sido resuelto, lo que crea un clima de absoluta impunidad.

La respuesta de los medios pasa por la autocensura. A nivel individual, cada periodista decide si tomarse en serio la amenaza o no. La periodista Regina Martínez no daba crédito a las amenazas que estaba recibiendo de miembros del Gobierno de Veracruz. Poco después apareció asfixiada en su domicilio. En este caso, como en el de la mayoría de mujeres periodistas asesinadas, las autoridades  vincularon la muerte de la periodista con su vida privada y no con su labor profesional.

Y es que en México las agresiones a periodistas proceden de tres actores principalmente: delincuencia organizada (56,2%), funcionarios públicos (31,9%) y fuerzas partidistas (12,7%). Es decir, muchos policías y miembros del Gobierno están relacionados y les interesa dar carpetazo.

Aunque los ataques contra mujeres periodistas suceden en base a su profesión y no a su condición de mujer, hablamos de un país en el que de 2005 a 2010 hubo 1003 presuntos casos de feminicidios, según el Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio. La absoluta impunidad y el clima de violencia que se vive en México favorecen estos asesinatos, caracterizados por la extrema crueldad (violaciones, vejaciones y torturas) y el abandono del cadáver para exhibición pública.

Por ello, ser mujer y periodista en México conlleva un doble peligro, tanto por su profesión como por su sexo. Las amenazas que reciben no son meras palabras, sino serias advertencias que pueden finalizar en muerte o desaparición.

Laura Martínez Valero es estudiante de Periodismo y Comunicación Audiovisual. Colaboradora del equipo de comunicación de Intermón Oxfam.

Aida Quinatoa: lideresa por tradición

Por Laura Martínez ValeroLaura Martínez Valero

¿Qué lleva a una mujer a convertirse en la cara visible de un movimiento social? Cuando Aida Quinatoa llegó a España en el año 2000, como consecuencia de la crisis que sufrió Ecuador entre 1998 y 2002, ninguno de nosotros se tomó la molestia de conocer su historia. Era una más entre miles de inmigrantes ecuatorianos.

La crisis llamó a nuestra puerta y nos sorprendimos. Esas cosas sólo ocurrían en otros países de por ahí, de América Latina. Aún así, seguimos sin mirar a los inmigrantes. ¿Qué iban a saber ellos de lo que estaba ocurriendo aquí? Y precisamente ellos fueron las primeras víctimas de los desmanes de los bancos y cajas de ahorros españoles.

Aida fue una víctima más de la estafa de los avales cruzados. Como requisito para acceder a su hipoteca, tuvo que avalar a otros inmigrantes a los que ni siquiera conocía y a su vez otros inmigrantes la avalaron a ella. El resultado, obviamente, fue un efecto dominó. Cuando algunas personas dejaron de pagar, cayeron todas las demás. Lo que no sabían las cajas de ahorros ni los ‘banqueros ladrones’, como les llama Aida, es que esta mujer tiene pasado. Muchos inmigrantes ya han pasado por estas y otras situaciones de injusticia en sus países y no se van a callar.  Porque Aida, originaria de una familia campesina quechua, ha sido educada en un valor fundamental: ‘el valor de la solidaridad y del compartir’. “Mi abuelo me dijo: ‘Nunca te olvides de tu gente’”. Y desde niña nunca lo ha hecho.

Aida Quinatoa en la sede de CONADEE en Madrid

Aida Quinatoa en la sede de CONADEE en Madrid

Así que se puso en marcha y como presidenta de la Coordinadora Nacional De Ecuatorianos en España (CONADEE) organizó el 20 de diciembre del 2008 la primera manifestación para visibilizar su situación. Aunque invitaron a la prensa española, no asistió. No había interés. Habría que esperar hasta que comenzaran los desahucios a españoles para que los medios se fijaran también en los inmigrantes.

Y es que los españoles hemos estado dormidos. Creo que es justo que se nos reproche. “Con el 15M los españoles se dieron cuenta de que la lucha es el único camino, de que es posible cambiar el mundo”, explica Aida. En Ecuador, existe una Sociedad Civil fuerte, acostumbrada a exigir cambios en el poder. Y en muchos, muchísimos,  casos son las mujeres de las comunidades quienes tiran de los demás para organizarlos y reclamar derechos. ‘Cuando una mujer decide no hay fuerza humana que la pueda parar”, afirma Aida.

Desde 2011, Aida es portavoz en Madrid de la Plataforma de Afectados por las Hipotecas (PAH) y ahora sí cree que van a lograr grandes cambios. Ya no hay diferencia de nacionalidad. Todos, españoles e inmigrantes, acuden unidos por un problema común: las prácticas abusivas de los bancos.

Es triste que hayan tenido que esperar a que los españoles, que creíamos que los emigrantes y los que perdían sus casas eran ‘los otros’, nos hayamos caído del pedestal. Sin embargo, aún podemos lograr el cambio. “Hay que seguir adelante, pero con alegría. En España hay mucha alegría. Y esa alegría tiene que salir a flote ahora y ayudarnos a construir”.

Aida Quinatoa estará presente en el encuentro de mujeres Avanzadoras que organiza Intermón Oxfam los próximos 10, 11 y 12 de octubre en Madrid. Allí, podrá compartir experiencias con otras mujeres que avanzan y hacen avanzar a sus comunidades en la construcción de una sociedad más justa.

Laura Martínez Valero es estudiante de Periodismo y Comunicación Audiovisual. Colaboradora del equipo de comunicación de Intermón Oxfam.

Mujeres policía en Afganistán

Por Laura Martínez ValeroLaura Martínez Valero

Ser mujer en Afganistán no es fácil. De hecho, según un informe de 2011, este país encabeza la lista de países más peligrosos para ser mujer. Desgraciadamente esto no suena a nuevo. Con el inicio de la guerra de Afganistán en 2001, mucha gente oyó hablar por primera vez de los talibanes y de las horribles prácticas fundamentalistas que impusieron en el país desde 1996. Las mujeres fueron las principales afectadas y se les prohibió, entre muchas otras cosas, trabajar.

Este fue el motivo de que desde 1996 y hasta la caída del gobierno talibán en 2001, el Cuerpo Nacional de Policía Afgano (ANP) no contara con mujeres en sus filas. La situación hoy en día es distinta, pero no mucho. El Gobierno afgano ha llevado a cabo varias iniciativas para fomentar el ingreso de mujeres en la policía. Sin embargo, a día de hoy sólo un 1% del personal son mujeres. Concretamente, unas 1.500 mujeres. La cifra supone un incremento importante, pero queda muy lejos de lograr la meta de 5.000 mujeres fijada para finales de 2014.

¿Por qué es tan necesario que las mujeres se incorporen a esta profesión y no a otra? En realidad es necesario que la mujer se incorpore en todos los sectores, pero las mujeres policía son especialmente importantes en Afganistán porque suponen el acceso a la justicia de muchas mujeres que, a día de hoy, siguen sufriendo los abusos de la cultura machista imperante.

 

Mujeres policía en Afganistán

Mujeres policía en Afganistán

En un país donde los matrimonios forzados, violaciones, lapidaciones y crímenes de honor siguen a la orden del día, las mujeres únicamente pueden denunciar su situación a otras mujeres, a mujeres policía. Esto es así porque las normas sociales crean un muro entre sexos y muchas mujeres se sienten incapaces de hablar con hombres policía, algo que por otro lado puede resultar un riesgo añadido a su situación.  Como dice Mariam, una joven de 18 años de la provincia de Logar, “nos da vergüenza contar a los hombres  nuestros problemas, pero con una mujer es diferente: ella siente lo mismo que nosotras”.

Infografía: las mujeres afganas necesitan mujeres policía. En una sociedad profundamente conservadora, las mujeres sólo pueden denunciar los delitos que sufren a mujeres policías.

Infografía: las mujeres afganas necesitan mujeres policía. En una sociedad profundamente conservadora, las mujeres sólo pueden denunciar los delitos que sufren a mujeres policías.

Y sí que sienten los mismo. A veces, hasta extremos insospechados. Porque las mujeres policía no están a salvo, ni mucho menos, de la violencia y de los abusos. En 2012 una investigación reveló que en Mazar-e-Sharif, la tercera ciudad con más mujeres policía, el acoso sexual y las violaciones de mujeres policía por parte de sus colegas varones era una práctica extendida. Además, altos cargos de la policía exigían favores sexuales a cambio de promociones. Promociones que en muchos casos nunca llegaban, ya que muchas mujeres policía suelen desempeñar tareas menores en las que no pueden destacar, como llevar el té, y carecen de material básico, como uniformes.

Por todo ello es necesario un aumento de las mujeres en el ANP, pero no sólo eso. Su situación debe mejorar. Deben tener mejor entrenamiento y acceso a puestos de relevancia. Además, los hombres también tienen que recibir formación en temas de género y leyes. Todo esto es muy necesario porque la mejora de la situación de las mujeres policía conllevará inevitablemente una mejora de la situación de las mujeres en todo el país, especialmente en las zonas rurales donde persisten las prácticas talibanes y donde es muy raro conseguir ver a una mujer policía.

Laura Martínez Valero es estudiante de Periodismo y Comunicación Audiovisual. Colaboradora del equipo de comunicación de Intermón Oxfam.

 

Violencia de género en adolescentes: mensajes contradictorios

Por Laura Martínez Valero Laura Martínez Valero

La violencia de género no es un problema desconocido para los jóvenes. Ya en el año 2010 un estudio del Ministerio de Igualdad y la Universidad Complutense de Madrid mostraba como un 76% de las chicas y un 65% de los chicos rechazaban abiertamente este tipo de violencia.

Sin embargo, pese a que muchos adolescentes afirman conocer la teoría, cada vez son más las jóvenes que acuden a los organismos dedicados a la ayuda a las víctimas de violencia de género. En el año 2012, según un informe de la fundación ANAR, 927 menores de edad llamaron a su teléfono. En total, un 17% más que en el año anterior. De ellas, un 58,9 % tenían 17 años; un 19,1% tenía 16 años, y un 12% tenían entre 13 y 14 años de edad.

Por tanto, una cosa es la teoría y otra, la práctica. Y es que aún predominan muchos referentes machistas, como las ideas de protección y control de la ‘joven desvalida’, en películas, libros y canciones (analicen la letra de ‘Every breath you take’ de The Police).

El conocido best-seller 50 sombras de Grey de la autora E.L. James es un ejemplo muy reciente. En este libro, vendido como un manual de liberación femenina, Christian Grey, un multimillonario sexy y dominante, cautiva a Anastasia, que para variar es torpe y poquilla cosa, siguiendo la estela de Bella en Crepúsculo de Stephenie Meyer.

Según un reciente estudio de la Universidad Estatal de Ohio en Columbus (EEUU), Anastasia presenta un comportamiento típico de mujeres maltratadas con una ‘constante amenaza percibida, identidad perdida y ansiedad’.

Veamos un fragmento de un diálogo del libro:

—Anastasia, ¿dónde estás? Dímelo ahora mismo.

 Su tono es tan… tan dictatorial. El controlador obsesivo de siempre. (…)

  —Eres tan… dominante —le digo riéndome.

  —Ana, contéstame: ¿dónde cojones estás?

No es para tomárselo a broma. Muchas adolescentes están recibiendo mensajes contradictorios que hacen difícil reconocer las situaciones de abuso, celos y acoso. No desconocen la teoría, pero no saben aplicarla. Quizá no permitan que el novio las pegue, pero sí que controle sus mensajes, las llame a todas horas, les pida que no se vistan de cierta manera… como en sus novelas favoritas.

Imagen de la película Crepúsculo, basada en la novela de Stephenie Meyer

Imagen de la película Crepúsculo, basada en la novela de Stephenie Meyer

Por poner más ejemplos, en Crepúsculo, Bella ama a un vampiro cuya máxima tentación es matarla. La joven hace las siguientes reflexiones: ‘Había una cosa que sabía a ciencia cierta. El amor concede el poder de destruirte’; ‘Tampoco importaba si no me quería. No importaba cuánto tiempo pudiera llegar a vivir, jamás podría llegar a querer a otro’ o ‘Si tu vida fuera todo lo que tuvieras que darle a tu amado, ¿cómo podrías negársela?’.

Con mensajes así, ¿cómo esperamos que haya coherencia en la ideas de las adolescentes? Obviamente, la solución no es prohibir su lectura, yo misma leí Crepúsculo con 15 años, pero sí fomentar una actitud crítica para no confundir el amor con la dependencia y la sumisión. Y crear nuevos modelos, para mujeres y para hombres, basados en el respeto y la igualdad.

Laura Martínez Valero es estudiante de Periodismo y Comunicación Audiovisual. Colaboradora del equipo de comunicación de Intermón Oxfam.