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Aida Quinatoa: lideresa por tradición

Por Laura Martínez ValeroLaura Martínez Valero

¿Qué lleva a una mujer a convertirse en la cara visible de un movimiento social? Cuando Aida Quinatoa llegó a España en el año 2000, como consecuencia de la crisis que sufrió Ecuador entre 1998 y 2002, ninguno de nosotros se tomó la molestia de conocer su historia. Era una más entre miles de inmigrantes ecuatorianos.

La crisis llamó a nuestra puerta y nos sorprendimos. Esas cosas sólo ocurrían en otros países de por ahí, de América Latina. Aún así, seguimos sin mirar a los inmigrantes. ¿Qué iban a saber ellos de lo que estaba ocurriendo aquí? Y precisamente ellos fueron las primeras víctimas de los desmanes de los bancos y cajas de ahorros españoles.

Aida fue una víctima más de la estafa de los avales cruzados. Como requisito para acceder a su hipoteca, tuvo que avalar a otros inmigrantes a los que ni siquiera conocía y a su vez otros inmigrantes la avalaron a ella. El resultado, obviamente, fue un efecto dominó. Cuando algunas personas dejaron de pagar, cayeron todas las demás. Lo que no sabían las cajas de ahorros ni los ‘banqueros ladrones’, como les llama Aida, es que esta mujer tiene pasado. Muchos inmigrantes ya han pasado por estas y otras situaciones de injusticia en sus países y no se van a callar.  Porque Aida, originaria de una familia campesina quechua, ha sido educada en un valor fundamental: ‘el valor de la solidaridad y del compartir’. “Mi abuelo me dijo: ‘Nunca te olvides de tu gente’”. Y desde niña nunca lo ha hecho.

Aida Quinatoa en la sede de CONADEE en Madrid

Aida Quinatoa en la sede de CONADEE en Madrid

Así que se puso en marcha y como presidenta de la Coordinadora Nacional De Ecuatorianos en España (CONADEE) organizó el 20 de diciembre del 2008 la primera manifestación para visibilizar su situación. Aunque invitaron a la prensa española, no asistió. No había interés. Habría que esperar hasta que comenzaran los desahucios a españoles para que los medios se fijaran también en los inmigrantes.

Y es que los españoles hemos estado dormidos. Creo que es justo que se nos reproche. “Con el 15M los españoles se dieron cuenta de que la lucha es el único camino, de que es posible cambiar el mundo”, explica Aida. En Ecuador, existe una Sociedad Civil fuerte, acostumbrada a exigir cambios en el poder. Y en muchos, muchísimos,  casos son las mujeres de las comunidades quienes tiran de los demás para organizarlos y reclamar derechos. ‘Cuando una mujer decide no hay fuerza humana que la pueda parar”, afirma Aida.

Desde 2011, Aida es portavoz en Madrid de la Plataforma de Afectados por las Hipotecas (PAH) y ahora sí cree que van a lograr grandes cambios. Ya no hay diferencia de nacionalidad. Todos, españoles e inmigrantes, acuden unidos por un problema común: las prácticas abusivas de los bancos.

Es triste que hayan tenido que esperar a que los españoles, que creíamos que los emigrantes y los que perdían sus casas eran ‘los otros’, nos hayamos caído del pedestal. Sin embargo, aún podemos lograr el cambio. “Hay que seguir adelante, pero con alegría. En España hay mucha alegría. Y esa alegría tiene que salir a flote ahora y ayudarnos a construir”.

Aida Quinatoa estará presente en el encuentro de mujeres Avanzadoras que organiza Intermón Oxfam los próximos 10, 11 y 12 de octubre en Madrid. Allí, podrá compartir experiencias con otras mujeres que avanzan y hacen avanzar a sus comunidades en la construcción de una sociedad más justa.

Laura Martínez Valero es estudiante de Periodismo y Comunicación Audiovisual. Colaboradora del equipo de comunicación de Intermón Oxfam.

Trabajo doméstico: ¿explotación a cambio de papeles?

Por Margarita Saldaña MargaritaSaldaña

La historia de la explotación laboral a cambio de papeles tiene infinidad de nombres, pero hoy escogemos sólo uno: Guadalupe. Guineana de 26 años, lleva tiempo ocupando uno de los lugares emblemáticos que la mano de obra española no ha cubierto durante las últimas décadas: empleada doméstica interna. Para no mezclar expectativas, conviene tener en cuenta que nos vamos a referir al trabajo de “las internas”, y que este trabajo lo vienen desempeñando fundamentalmente personas inmigrantes, en su mayoría mujeres. Algunas y algunos pensarán que exageramos; ojalá fuese así.

La negociación de la empleada doméstica sin papeles. Captura de la animación de Marcosur y Oxfam

La negociación de la empleada doméstica sin papeles. Captura de la animación de Marcosur y Oxfam

Después de una epopeya demasiado larga de contar, esta mujer consiguió un empleo “con opción a contrato”. Las condiciones iniciales eran aceptables, aunque desde muy pronto la situación comenzó a complicarse: “Empezaron pagándome 700 euros mensuales por hacerme cargo de una casa de tres pisos en la que vivían dos ancianos válidos. Al cabo de una semana, consideraron que comía demasiado y me bajaron a 650 euros; y ahora me pagan 600, sin saber por qué me han vuelto a rebajar. Después de un tiempo, me dijeron que tendría que ir también dos días por semana a limpiar la casa de la hija, que está en la otra punta de Madrid. En estos meses, la salud de los señores se ha deteriorado; además de llevar la casa, tengo que hacer de enfermera, controlarles la medicación y los aerosoles, darles masajes, bañarles, levantarme de madrugada si hace falta y quedarme de noche en el hospital cuando uno de ellos está ingresado”. Guadalupe, que en medio de todo no pierde el humor, ni la sonrisa, concluye: ‘Lo llamo Guantánamo porque esto no es un trabajo; es una cárcel, una explotación con letras grandes’.

Negociación laboral de una empleada doméstica. Animación de Articulación feminista Marcosur y Oxfam

Negociación laboral de una empleada doméstica. Animación de Articulación feminista Marcosur y Oxfam

La experiencia de esta mujer es compartida por miles de empleadas domésticas internas para quienes las recomendaciones del Convenio 189 de la OIT y las líneas maestras del RD 1620/2011  siguen siendo, en la práctica, papel mojado: más de 15 horas diarias de trabajo, sueño interrumpido, responsabilidades en aumento, reducción de salarios, exposición a riesgos laborales sin prevención alguna, imposibilidad de acceder a la negociación colectiva, inexistencia de vacaciones y falta de cobertura sanitaria son sólo algunos de los problemas más acuciantes de las trabajadoras de este sector.  Por no hablar de que tampoco tienen derecho al desempleo, ya que hasta el 2019 no se prevé la equiparación legal total del empleo doméstico con el resto de los sectores.

Ante este panorama, ¿por qué Guadalupe y tantas otras no se van? La realidad es tan compleja como la simplicidad de su respuesta: ‘porque necesito los papeles‘. Conseguir una relación laboral estable es la única vía de regularización en España a la que muchas personas tienen acceso: “Yo estaba desesperadísima cuando cogí este trabajo, y hay empleadores que se aprovechan de la desesperación de la gente. Lo he aguantado todo pensando en mis papeles”. Recordemos que el empleo doméstico continúa considerándose como un asunto privado pues, al desarrollarse en la privacidad del domicilio, no puede haber inspección de las condiciones laborales; de esta manera, las empleadas domésticas internas quedan expuestas a una gran vulnerabilidad de sus derechos.

No parecería extraño que cuando Guadalupe consiga su regularización trate de buscar otro empleo y de acercarse a un sueño dorado que, para cualquier persona, tendría que ser más bien un presupuesto básico: ‘trabajar ocho horas y tener una casita’. Es posible también que sus actuales empleadores monten en cólera y la tachen de desagradecida: ‘¡ahora que le damos los papeles, se marcha!’. Mientras los actores implicados asumen su responsabilidad en el asunto, que cada cual resuelva hacia qué lado se inclina la razón…

 

Margarita Saldaña trabaja en el Centro Pueblos Unidos, de Madrid.

Más de la mitad dedica durante esta semana un espacio destacado a conocer las situaciones de las personas que dependen del trabajo doméstico para vivir.