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¿Para cuándo una política exterior feminista?

Por Laura Hurtado

La juventud europea está saliendo a la calle para reclamar a las personas que ostentan el poder que actúen contra el cambio climático.  Cada viernes, en diferentes ciudades, piden a la clase política que deje de mirarse al ombligo y de pensar de forma cortoplacista para preocuparse de verdad por el planeta… y por el futuro.

En nuestro país, no parece que los partidos políticos estén escuchando estas voces. Durante la campaña electoral, quiénes quieren gobernarnos solo hablan, al menos en sus discursos públicos, de cuestiones domésticas y de soluciones inmediatas. Nadie habla del mundo ni del largo plazo. La política exterior es la gran olvidada, ni una mención a Siria, América Latina o África. No es nuevo. Este ha sido el gran ausente en las últimas elecciones generales de 2011, 2015 y 2016.

The future is female. Imagen de Lindsay La Mont. (Unsplash)

Según el Eurobarómetro, la población española está, junto a la sueca, en la primera posición en respaldo a la solidaridad y a dar un 0,7% del PIB a los países más desfavorecidos. Sin embargo, datos publicados la semana pasada, indican que España solo contribuyó en 2018 con el 0,2% de su riqueza a la cooperación internacional. Estamos entre los países más insolidarios, a la cola de los donantes del euro, donde el promedio alcanza el 0,5%.

España ha optado por reducir drásticamente su aportación al desarrollo internacional, al tiempo que ha elegido cerrar fronteras, aumentar exponencialmente el comercio de armas y a no poner suficientes medidas para luchar contra el cambio climático. Cuestiones que afectan más a las mujeres, que parten de una posición de partida en desventaja.

Hasta los más jóvenes pueden ver que esta una mala política. Retos como el calentamiento global, la migración, los paraísos fiscales, la deuda o la cronificación de los conflictos no los resolveremos solos. Solo desde la acción colectiva podremos abordarlos. Necesitamos gobernantes con mirada amplia, dispuestos a defender la paz y los derechos humanos, la sostenibilidad ambiental, y un  enfoque feminista. Aquí, y en el mundo. Unos gobernantes que estén dispuestos a escuchar la juventud. Porque son el futuro.

Laura Hurtado es Directora de Comunicación en  Oxfam Intermón.

Hombres y mujeres para el feminismo

Por Flor de Torres Porras

Hace unas semanas leíamos a Rosa Montero en un espléndido artículo titulado ‘Corazones Blancos’, que decía :  ‘a esa legión de hombres inteligentes y sensibles es a la que nos estamos dirigiendo las mujeres’

Aunque los hombres no son el motor del feminismo, -porque no es posible invisibilizar la hermosa y digna lucha protagonizada por tantas mujeres, movimientos sociales y reivindicativos de la igualdad-, ellos sí  han de contribuir con su complicidad  y activismo a la lucha feminista para lograr la igualdad de género efectiva. La igualdad  como derecho fundamental se consagró hace 40 años en la Constitución Española, en al Art 14.

Ahora buscamos la igualdad real. Es la que construye e el  camino de la  lucha feminista, proclamada como su motor. A lo largo de años se ha ido forjando un sólido edificio, a pesar del cuestionamiento que trata de debilitar sus pilares. A pesar de las dudas impuestas por argumentarios interesados de quienes nunca han luchado por la igualdad, que no creen en ella, que alimentan sus  discursos con falsos mitos y afirmaciones sin apoyo científico, empírico o empático. Sombras lanzadas a la igualdad que estamos construyendo y  que solo  sirven para   perpetuar el patriarcado, en el que se asientan como agentes ejecutores de la desigualdad.

El feminismo ha logrado grandes avances hacia la igualdad. Imagen de Melany Rochester / Unsplash.

Pero dentro del corazón de la igualdad, como eje y motor, sigue avanzando  un feminismo robustecido. Feminismo inclusivo con la complicidad de los hombres. Y ello es así porque la  palabra igualdad  ya no conoce límites. Avanza y deconstruye privilegios basados en la sociedad patriarcal. No hay modelo de sociedad igualitaria, de  estado social y democrático de Derecho que no sea creado, entendido y dirigido en igualdad por hombres y mujeres. Es en las personas donde ha de convivir e ponerse en práctica. Crecer y ampliarse como valor fundamental.

Por ello siguiendo la estela de Rosa Montero hemos de dirigirnos a todos y cada uno de los hombres para que reflexionen sobre el camino transitado por el feminismo, y se incorporen a él. Que se comprometan en la lucha por la igualdad y que entiendan  que hay que romper en mil pedazos  su  complicidad con la desigualdad.

Sigue siendo esta la revolución pendiente: la de los hombres que renuncien a perpetuar el actual modelo de inequidad.  Que esa renuncia abarque la negación de una vez y para siempre a ser utilizados como instrumentos de control del patriarcado.  Hombres que miren cara a cara al Machismo y a lo que  Marcela Lagarde  nombró como “la escisión del género” o extrañamiento entre las propias mujeres que provoca la escisión del propio género femenino dando pie a la naturalización del  patriarcado como la única forma de convivencia. Y que tras  esa nueva mirada feminista ya no se reconozcan en ello.

Y sobre este entramado sociológico, la Justicia tiene un papel fundamental, y lo está asumiendo. En 2018 ,una tras otra, han ido iluminando el camino judicial varias Sentencias del Tribunal Supremo, abriendo un camino de luz y esperanza hacia la igualdad. Son sentencias que reconocen la desigualdad estructural a la que la mujer se ve sometida por el hecho de ser mujer. Todas estas resoluciones vienen avaladas y precedidas por las más de 200 sentencias que avalan la constitucionalidad de la Ley Integral contra la Violencia de Género (L.O 1/2004)

En una muy reciente Sentencia del Tribunal Supremo del 20/12/2018 se resuelve en Pleno un recurso de la Fiscalía contra la absolución de una pareja, hombre y mujer,  donde se argumentaba que no había situación de desigualdad por existir entre ellos una agresión mutua. Se  reconoce en ella que no por ello se ha de dejar de contextualizar como acto de violencia la que se ejerce sobre la mujer con ocasión de una relación afectiva de pareja. Pues constituye acto de violencia de género cualquier acto de poder y superioridad de los hombres frente a las mujeres con independencia de cuál sea la motivación o la intencionalidad. Son actos de desigualdad estructural que no necesitan motivarse como actos de violencia de género.

Previamente a esta sentencia, los menores se  fueron reforzando como víctimas directas de la violencia de género, aun sin ser testigos presenciales de las agresiones a sus madres. Tan solo con su percepción. O la necesidad de imponer medidas de alejamiento de forma imperativa aun sin acto de violencia física, en la necesidad de seguir el camino de atender y prevenir las otras violencias que atacan la integridad moral de las mujeres víctimas de violencia de género. Caminos ya amparados previamente en el Tribunal Constitucional, justificados ante la  mayor carga penal en los delitos cometidos a las mujeres en el ámbito de la pareja.

Se dirimió la plena constitucionalidad y vigencia  de la redacción del art. 153 ,1 del Código Penal  para las agresiones en el ámbito de la pareja o expareja y se declaró constitucional la distinta carga penológica si es agresor hombre (153,1)  que si es mujer  (153,2) y se justificó  así:

«No es el sexo en sí de los sujetos activo y pasivo lo que el legislador toma en consideración con efectos agravatorios, sino -una vez más importa resaltarlo- el carácter especialmente lesivo de ciertos hechos a partir del ámbito relacional en el que se producen y del significado objetivo que adquieren como manifestación de una grave y arraigada desigualdad. La sanción no se impone por razón del sexo del sujeto activo ni de la víctima ni por razones vinculadas a su propia biología. Se trata de la sanción mayor de hechos más graves, que el legislador considera razonablemente que lo son por constituir una manifestación específicamente lesiva de violencia y de desigualdad.”

(Sentencia del Tribunal Constitucional  59/2008 de 14 Mayo de 2008, entre otras)

El Tribunal Supremo y el Tribunal Constitucional  están convalidando y aplicando  con esta jurisprudencia la necesidad de llegar a la igualdad a través de la discriminación positiva. Y  se  hace por el camino marcado por  la propia Constitución Española a través de la búsqueda de un principio de igualdad real. En sus resoluciones se materializa la exigencia de aplicar el principio constitucional del Art 9,2 donde se avala la discriminación positiva como medio de superar los obstáculos a la igualdad de diversos grupos:

Corresponde a los poderes públicos promover las condiciones para que la libertad y la igualdad del individuo y de los grupos en que se integra sean reales y efectivas; remover los obstáculos que impidan o dificulten su plenitud y facilitar la participación de todos los ciudadanos en la vida política, económica, cultural y social.”

Por tanto, quien cuestiona la igualdad tomando como base los resultados de pena distintos si la persona responsable es hombre o mujer lo hace solo desde la superficie de un problema de enorme magnitud. Desde el desconocimiento o, lo que es peor, el rechazo  de una realidad: la desigualdad estructural que determina la violencia de género. O dicho de otro modo, ignora la base constitucional que destaca la necesidad de neutralizar la  desigualdad y evitarla. Y la doctrina consolidada por el Tribunal Supremo y el Tribunal Constitucional, que atienden desde el ámbito judicial la mayor frecuencia y gravedad de las agresiones de hombres a mujeres en el ámbito de la pareja.

No confundamos. Estas medidas no rompen con el principio de presunción de inocencia, un precepto constitucional que preside todas nuestras actuaciones judiciales. Todos los procesos y todos los derechos. Pero ha de convivir en cada proceso de violencia a la mujer con la constatación empírica de la frecuencia y lesividad de la violencia de género, que precisamente por estos motivos se escindió de la violencia familiar.

Y es así por ser un modelo objetivo y reproducido de un arraigado sistema patriarcal que determina un repertorio  de conductas que atentan a las mujeres por el hecho de serlo y en el ámbito de la pareja. Es lo que el feminismo siempre denunció, y seguirá haciéndolo. Lo que hoy como realidad social y evidente se consolida también  en la Doctrina del Tribunal Supremo y el Tribunal Constitucional.

Por eso Rosa Montero nos emocionaba cuando finalizaba su artículo con esta argumentación dirigida a  los Hombres:

“No debería darles las gracias, porque agradecer a un hombre que pelee por un mundo más justo (el antisexismo nos atañe a todos) es como agradecer a tu pareja que ponga la lavadora, pero se las doy, porque aún me emocionan demasiado. A esa legión de hombres inteligentes y sensibles es a la que nos estamos dirigiendo las mujeres. Amigo, hermano, amante, muestra tu corazón blanco y lucha conmigo

Creo que el mejor homenaje a las mujeres víctimas de violencia de género, que afrontan la heroicidad de denunciar, de atravesar un proceso judicial acompañadas de sus miedos, sus peligros y sus inseguridades, es escucharlas y caminar junto a ellas. Que se sientan amparadas por todos los hombres y las mujeres que luchan por una igualdad real y ya incuestionable.

Flor de Torres Porras es Fiscal Delegada de la Comunidad Autónoma de Andalucía de Violencia a la mujer y contra la Discriminación sexual. Fiscal Decana de Málaga.

Porque ser mujer en India no debe ser un castigo

Por Carla Fibla

‘Las mujeres no son iguales que los hombres’ es el mensaje a combatir a todos los niveles que la activista por los derechos de las mujeres Kamla Bhasin plantea frente al actual patriarcado atrincherado de la India. La frase es una realidad que las autoridades reconocen, como demostraron al presentar en el Parlamento la última Encuesta Económica, en la que cifran en más de 20 millones las niñas que son marginadas al nacer por no ser “deseadas”, y destacar que los abortos selectivos son una práctica frecuente, a pesar de estar prohibidos.

Las mujeres en la India están demostrando ser parte del cambio. Crédito: Juan Alonso/FVF

‘El Gobierno indio ha visibilizado esta grave lacra denunciando que 2.000 niñas mueren a diario en el vientre de sus madres, y pidiendo, a través de la campaña Beti Bachao, Beti Padhao (Salvar una hija, educar a una hija), lanzada en enero de 2015, que se mejoren las leyes contra la determinación prenatal del sexo, y se garantice el acceso a la educación de las menores’, apunta Doreen Reddy, responsable del Sector Mujeres de la Fundación Vicente Ferrer (FVF).

Pocas razones para ser optimista cuando la ONU apunta que las niñas en la India tienen un 75% más de probabilidades de morir que los niños, o que la violencia contra las mujeres, está limitando su participación laboral, porque dos terceras partes de las mujeres con título universitario no trabajan.

Pero las mujeres en la India también están demostrando que son fuertes, y es su determinación cotidiana lo que se está convirtiendo en motor del cambio social. Para Samina Tadipathri, matrona que atiende a una media de 25 partos al día en el Hospital de Kalyandurg, una madre debería ser igual de feliz si da a luz a un niño o a una niña’: ‘Muchas lloran al enterarse de que han tenido una niña, sobre todo si es la segunda hija, e incluso algunas llegan a abandonarlas en el hospital. La presión cargan es muy fuerte, y hay veces en las que las madres matan a sus hijas al llegar al pueblo, o familias que sobornan a los médicos para conocer ilegalmente el sexo del bebé antes de nacer’.

Datos: en la India una de cada seis mujeres se casa antes de los 18 años. No obstante, cuanto mayor es su nivel de estudio, más alargan la decisión de contraer matrimonio. Solo el 5,2% de las mujeres que finalizaron la educación secundaria se casaron antes de los 18 años.

Lakshmi Narasamma es lideresa de un sangham (asociación de mujeres) de la aldea de Atmakuru: ‘Cuando detectamos que un hombre maltrata a su mujer, acudimos a la casa para hablar con él. La mayoría dicen que ella le estaba gritando. Entonces le explicamos las consecuencias de pegar a su mujer y que hay otras formas de resolver los problemas. No siempre están dispuestos a hablar porque muchos entienden la violencia de género como algo que forma parte de la intimidad de la pareja’.

Más. Alrededor del 10% de las parejas indias sufren infertilidad. K. Udayalakshmi y su marido, K. Thejomoorthy, accedieron a un tratamiento de fertilidad. ‘Cuando una mujer no puede tener hijos o hijas, es juzgada por la sociedad y castigada sin poder asistir a bodas o al templo. En la India, ser padres no es una elección, sino el fin de contraer matrimonio. Así es como está organizada la sociedad, porque cuando las personas envejecen deberán ser cuidadas por sus hijos o hijas. Si una mujer no puede ser madre, se la considera prácticamente inútil para esta sociedad’, explica K. Udayalakshmi.

Syamaladevi, trabajadora sanitaria de la FVF, comenta que la autoconfianza y herramientas para evitar la discriminación de género están cada vez más presentes en la sociedad. Por eso, cuando se analizan realidades como la enfermedad de la depresión (que en la India afecta al 4,5% de la población, 56 millones de personas) ‘ el origen en el caso de las chicas es la discriminación de género que empieza en el hogar, donde los padres a menudo no las apoyan en su educación’.

No hay marcha atrás, las mujeres de la India están haciéndose con el mando de lo que les preocupa y avanzando con acciones concretas. El trabajo continúa, como asegura Anna Ferrer: ‘La única vía es seguir adelante, paso a paso, hasta que consigamos que cada vez que nazca una niña sus padres lo celebren, llamen a su familia y repartan dulces para todo el mundo’.

Carla Fibla es periodista y trabaja en el Departamento de Comunicación de la Fundación Vicente Ferrer. 

Tres urgencias ante las desigualdades de género

Por Ángeles Briñón

‘Mediante el trabajo ha sido como la mujer

 ha podido franquear la distancia que la separa del hombre. 

El trabajo es lo único que puede garantizarle una libertad completa’.

Simone de Beauvoir

Ser mujer es sinónimo de desigualdad, de menos oportunidades que los hombres para acceder al trabajo remunerado, de menores oportunidades de permanencia o de promoción. Pero no sólo la desigualdad se sufre en el empleo, las diferencias se producen también en lo personal.

Las desigualdades de género son una realidad en todas las sociedades, si bien hay diferencias entre sociedades, culturas, momentos históricos y entre clases sociales o países, pero la división sexual del trabajo que confina a las mujeres al hogar, se produce siempre y supone un condicionante para su desarrollo personal y profesional. El espacio público ha sido tradicionalmente un espacio masculino y aún sigue siéndolo, pues a pesar de que las mujeres ocupan cada vez más espacios de decisión y de poder, el predominio de lo masculino es una realidad. Por el contrario, el espacio privado (o doméstico siguiendo a Soledad Murillo, 2006) ha sido y aún es ‘cosa de mujeres’. La dicotomía publico/privado está muy presente aún con las consecuencias que ello tiene para la vida de mujeres y de hombres, especialmente para las mujeres, que ven limitadas sus posibilidades de desarrollo personal y profesional.

Photo de Sharon McCutcheon para Unsplash

Una de las principales causas de la desigualdad de género es que el trabajo doméstico y de cuidados recae en las mujeres. Es cierto que se han producido importantes cambios, pero aún podemos afirmar que el cuidado de las personas dentro de la familia lo realizan las mujeres, ya sea cuidar a niñas y niños al nacer y a personas mayores o con alguna discapacidad. Mientras los roles de género sigan predominando en la sociedad, mientras los hombres no se corresponsabilicen de los cuidados, mientras las instituciones no asuman la parte que les corresponde, la igualdad entre mujeres y hombres no será posible.

Centrándonos en nuestra sociedad y las de nuestro entorno inmediato, es cierto que en las últimas décadas del siglo pasado se produjeron cambios de importante calado en lo que a las relaciones de género se refiere, pero las desigualdades persisten. A pesar de que en España, los 40 años de dictadura hicieron que los cambios legales para eliminar el dominio masculino fueran más lentos y las resistencias a los cambios sociales se intensificaran, las mujeres lograron en pocos años modificar las leyes y las costumbres. La incorporación masiva al empleo y a la educación superior lo demuestra.

No obstante, las desigualdades en el trabajo remunerado siguen estando muy presentes. La autonomía económica no reduce por si sola las desigualdades, pero sin duda es fundamental para lograrla. El trabajo que realizan las mujeres nunca ha sido tenido en cuenta, parecería que las tareas del hogar se hacen solas, que cuidar de niñas y niños no conlleva esfuerzo o que atender a una persona dependiente, ya sea por edad o por tener alguna discapacidad, se realiza por arte de magia. Solamente cuando esas tareas se contratan externamente se contabiliza como empleo, pero si lo realizan las esposas, madres, hijas… pasan desapercibidas.

Son muchas las propuestas que en este momento se plantean desde las administraciones para eliminar las desigualdades de género. Se habla mucho de eliminar la brecha salarial, de potenciar el acceso de las mujeres a puestos de dirección y/o responsabilidad, de evitar las barreras que tienen las mujeres para desarrollar una carrera científica…, pero se habla mucho menos de los trabajos feminizados, mal valorados y mal remunerados: de las trabajadoras domésticas que siguen sin tener derechos laborales, de las cuidadoras informales que siguen dedicando parte de su vida a cuidar de las personas mayores, de las mujeres emigrantes que trabajan en el servicio doméstico en situaciones de gran precariedad.

Por ello, en este momento de esperanza que vivimos, esperamos que las medidas que se pongan en marcha contemplen la realidad de todas las desigualdades de género. Algunas medidas que consideramos imprescindible, junto a las ya señaladas serían:

  • Es imprescindible aprobar la Proposición de Ley presentada en el Congreso para que los permisos de maternidad/paternidad sean iguales, intransferibles y pagados al 100%, que promueve la PPiiNA, para avanzar en corresponsabilidad en los cuidados.
  • Desarrollar la Ley de Dependencia para que todas las personas tengan una atención adecuada sin que sean las mujeres las cuidadoras principales. La cotización de las cuidadoras informales no deja de ser un parche, que solucionará momentáneamente la situación de algunas mujeres, pero sigue potenciando que sean ellas las que cuiden, sin que los hombres se corresponsabilicen. Las administraciones deben dar respuesta a estas situaciones.
  • Asimismo, es urgente que se ratifique el Convenio 189 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre trabajo decente para las trabajadoras del hogar, que supone ampliar los derechos de estas profesionales, la inmensa mayoría mujeres.

Eliminar las desigualdades de género en todos los niveles laborales, transformar aquellos aspectos de la sociedad en los que las mujeres siguen invisibilizadas y sometidas al poder patriarcal, es imprescindible para que desaparezcan las violencias machistas que sufren las mujeres.

Ángeles Briñón García es bloguera, experta en igualdad de género y forma parte de Plataforma por Permisos Iguales e Intransferibles. 

El feministómetro

Por Lula Gómez

Sí, ahora hasta los centros comerciales dicen ser feministas, las marcas de camisetas se tornan violetas y las pecheras se han llenado de Fridas Kahlos y eslóganes por los derechos de las mujeres. También los partidos parecen haber oído el grito de las mujeres en las calles por defender la igualdad: a un mismo salario, a vivir libres de violencia, a la paridad, a una investigación en salud, a una visibilización. Es un gusto, el mundo de repente se ha vuelto feminista, pareciese. Pero, ¿será verdaderamente así, cómo medir el compromiso real con la causa de quienes abrazan ahora el feminismo? El problema, es que no tenemos un feministrómetro, es decir, una máquina para medir machismos. Puesto que no contamos con ese contador y seguimos cayendo en las mismas prácticas patriarcales, van una serie de términos y experiencias que hablan de machismos. Haz la prueba, responde el siguiente test y comprueba cuánto pesan los estereotipos o las máximas tantas veces repetidas. Sí, tienes varios «síes» es fácil que te/nos quede todavía por aprender en feminismo y tenga/mos un problema a la hora de pensar, dada la sistematización de un mundo dictado por ellos. Prueba…

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Para avanzar en igualdad, permisos igualitarios

Por Ángeles Briñón

La igualdad entre mujeres y hombres pasa porque los hombres se impliquen en los cuidados. Actualmente,  cuidar tiene nombre de mujer. Son las mujeres las que cuidan de las criaturas al nacer, de las personas mayores y dependientes. Afortunadamente los hombres se van incorporando  a las tareas de cuidados, pero aún queda un largo camino por recorrer. Aquí vamos a analizar los cuidados de hijas e hijos en la primera etapa de su vida, por considerar que, cuando llega una criatura, la división sexual del trabajo se consolida, incluso en las parejas que son más igualitarias, en aquellas en las que los roles de género tienden a difuminarse en el resto de las tareas.

La legislación actual no permite que los padres se ocupen del cuidado de las criaturas cuando nacen al mismo nivel que las madres. Recordemos  que mientras que las madres se ausentan del mercado laboral 16 semanas, los padres se ausentan 4 semanas. Por ello, las empresas ven a las mujeres como ‘menos disponibles’ para el trabajo remunerado, lo que conlleva discriminación salarial, escaso acceso a puestos de dirección y/o responsabilidad, trabajos feminizados con poco reconocimiento social y económico.

La Plataforma por Permisos Iguales e Intransferibles, PPiiNA, lleva años promoviendo un cambio en la legislación para que los permisos por nacimiento y/o adopción sean iguales, intransferibles y pagados al 100%. Desde ella, se ha elaborado una Proposición de Ley (PL) que se ha debatido con los grupos parlamentarios en varias legislaturas, pero a pesar de que todos los partidos aceptan que los permisos igualitarios son imprescindibles para avanzar en igualdad, para facilitar el cambio de roles que tanto condicionan la vida de las mujeres, las propuestas que luego hacen son una trampa.

Sólo el grupo parlamentario Podemos-En Comú Podem-En Marea presentó una PL que recoge las demandas de la PPiiNA en dos ocasiones, pero fueron vetadas por el gobierno. Recientemente este grupo ha vuelto a presentar las leyes vetadas, entre las que se encuentra la equiparación de permisos.

Ciudadanos quiere ampliar a cinco semanas el permiso de paternidad, pero plantea que este periodo tenga que ser disfrutado obligatoriamente de forma simultánea por ambos progenitoras/es. El PSOE presentó una PL, vetada por el gobierno, en la que proponía que fueran seis las semanas que obligatoriamente deberían ser disfrutadas de manera conjunta. En apariencia disfrutar simultáneamente de cinco o seis semanas puede parecer una medida positiva, pero lo que en realidad pretenden es que los padres no lleguen a quedarse solos con la criatura. Es una ‘trampa’, pues deja a los padres en una función de ‘ayuda’, sin que se responsabilicen del cuidado en solitario.

Con la propuesta de la PPiiNA, incluida en las reivindicaciones de la Huelga Feminista del #8M, dos semanas a disfrutar obligatoriamente de forma simultánea y cuatro más a disfrutar simultáneamente o no, en función de la decisión de las/os progenitores, permite que la/el bebé pueda permanecer en casa durante más tiempo. Los padres cuidarán en solitario, lo que facilitará el cambio de roles y la eliminación sexual del trabajo.

Ángeles Briñón García es bloguera, experta en igualdad de género y forma parte de Plataforma por Permisos Iguales e Intransferibles. 

 

500 niños (y sus madres)

Por Eva Levy

Para los afortunados, finales y principios de año se viven en familia. ¡Qué suerte tenemos los adultos que podemos mirar o recordar a nuestros padres con admiración y cariño, incluso si cometieron algunos errores que el tiempo y la experiencia (la nuestra) ya han difuminado! Pero muchos nunca han podido permitirse en estas fechas ni la nostalgia ni la paz: para ellos Herodes no es un rey bíblico, ni una figurita del belén en un palacio de corcho pintado. Para ellos Herodes fue y sigue siendo papá.

Asistí hace unas semanas a la presentación del libro de Nuria Coronado y titulado Hombres por la Igualdad de la Editorial LoQueNoExiste muy bien ilustrado por Catalina Flora, con prólogo de Miguel Lorente y epílogo de Flor de Torres muy cuidados. Contiene dieciséis entrevistas a hombres de todos los sectores –juristas, comunicadores, empresarios, músicos, policías o influencers- en las que reflexionan sin paños calientes sobre la violencia de género, doméstica o como quiera denominarse esa lacra infame. Lo más importante de este libro que recomiendo es, precisamente, que lo protagonicen hombres porque pienso que el acceso a la igualdad auténtica, a los cambios que nuestra sociedad necesita solo será posible con el concurso de los hombres.

Detalle de una de las ilustraciones del libro «Hombres por la igualdad».  Autora: Catalina Flora

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Saltar obstáculos para superarlos. Un relato desde África

Por Isabel Pallarés

“¿Cómo salir de la oscuridad?”, “¿cómo puedo aprender a leer y escribir?”, “¿sin dni puedo votar?”,” ¿cómo pido un crédito”. ¿Puedo elegir y hacerme elegir?… Responder a estas preguntas simples y directas fue parte de los contenidos de las clases de empoderamiento que recibieron más de una treintena de mujeres rurales de la provincia de Makambu, en Burundi, durante casi un año. El trabajo consistía en darles herramientas para impulsar su desarrollo.

Primera lección: la importancia de unirse para ser más productivas.  Segunda: el reparto de tareas en el hogar. “He aprendido a superar los obstáculos. Ahora sé que hay que saltárselos y que el trabajo doméstico nos corresponde a todos”, explica Aline Niyonizigiye, una de las alumnas de los talleres cuyo testimonio se plasma en el libro Pequeños Pasos, grandes huellas, escrito por Ángeles Fernández, periodista de Píkara Magazine. Tercera, la importancia de empoderarse y entender lo trascendental que resulta la participación de las mujeres en la sociedad como sujetas activas de derechos. “Defendemos el derecho a la tierra porque no lo tenemos. Todos los derechos los tienen los hombres. Las riquezas son para los hombres, aunque sea la mujer quien haya trabajado”, prosigue Niyonizigiye en la publicación.

Aline Niyonizigiye, agricultora burundesa, ha ampliado sus saberes sobre la gestión de sus cultivos y comparte las enseñanzas entre los hombres y mujeres de su colonia, en la región burundesa de Makamba.

Aline Niyonizigiye, agricultora burundesa, ha ampliado sus saberes sobre la gestión de sus cultivos y comparte las enseñanzas entre los hombres y mujeres de su colonia, en la región burundesa de Makamba. Foto: Revista Píkara

“El objetivo principal de este proyecto era lograr la participación de las mujeres en las estancias de toma de decisión”, afirma Dorothée Buhangare en el libro. “Que haya más de un 30 por ciento de mujeres en el Parlamento no ha sido efectivo, así que hemos decidido trabajar desde la base, con mujeres campesinas”, añade. “Ellas están acostumbradas a llevar a sus familias, tienen el peso de que nadie muera de hambre, llevan todas las cargas productivas y reproductivas”, contextualiza, “pero no conocen sus derechos”.

Dorothée, miembro de CAFOB (Colectivo de Asociaciones y ONGs femeninas de Burundi, que integrada a 72 organizaciones), era la contraparte local que participada en este proceso de formación.  Y los hechos avalan el trabajo. “El espacio de encuentro, los diálogos tranquilos, las reflexiones conjuntas, la alfabetización, el conocimiento de las leyes y el cuestionamiento del sistema han logrado que mujeres como Gertrude Nyandwi, sin formación previa y residente en una zona rural, se haya convertido – gracias al apoyo de su comunidad – en una lideresa fundamental para su colina: es concejala comunitaria”, narra Ángeles Fernández.

En el libro (que se puede adquirir gratuitamente en la librería Louise Michel de Bilbao) se reiteró cómo además de esas clases prácticas para ser más productivas y eficientes (y lograr una independencia económica), también se les hablaba de perspectiva de género, igualdad y justicia social. De ahí salieron los módulos pedidos por las alumnas, con asuntos vitales para ellas como la legalización de sus matrimonios o el derecho a la propiedad de las tierras.

Ilustración de una de las conversaciones que se detallan el libro. Autora: Señora Milton

En las páginas de Pequeños pasos, grandes huellas; diseñadas por Señora Milton, se cuenta también cómo fue el proceso de acercamiento a ellas, el contexto del país y el viaje de dos de las mujeres participantes en los talleres al País Vasco para intercambiar experiencias con otras asociaciones de mujeres. Además, la publicación cuenta con unos relatos dibujados del proceso de empoderamiento de estas mujeres africanas.

El programa ‘Escuela de liderazgo transformador para mujeres’, de Oxfam Intermón, es uno de los proyectos de ‘Seguridad alimentaria y derechos de las mujeres’, de la Agencia Vasca de Cooperación.

 

Isabel Pallarés es periodista y colaboradora de Oxfam Intermón.

El edificio de la igualdad

Por Flor de Torresflor de torres nueva recortada

 

El edificio de la igualdad lo concibo como  un edificio de tres plantas, comunicadas entre ellas.  De arquitectura inteligente e  indestructible. Sus niveles  están dibujados con la precisión de una arquitecta o arquitecto brillante que se plantea un nuevo proyecto. Con  rotundidad y maestría para protegerlo y hacerlo estable frente a cualquier circunstancia.

La igualdad debería ser como un edificio bien construido y bien comunicado. Imagen: PixelAnarchy.

La igualdad debería ser como un edificio bien construido y bien comunicado. Imagen: PixelAnarchy.

Excavaremos previamente el terreno impregnado de construcciones patriarcales, micromachismos, sumisión, desigualdad, ideas de amores románticos salvadores, dependencias y apegos. A partir de la nivelación del terreno, demoleremos lo encontrado y lo cimentaremos y abonaremos con  derechos para  que transiten todos  por la igualdad. Esta será la  auténtica  cimentación que fortalecerá nuestro edificio, haciéndolo invulnerable y sólido.

Es sencillo en sus trazos: apenas tres plantas. De espacios amplios  para que los conceptos que los transitan puedan ser claros, luminosos y no den lugar a dudas. Cada planta del edificio irá propiciando el acceso a la siguiente y todas ellas estarán comunicadas entre sí  para que se pueda ver desde el ático los progresos de cada  una.

La primera planta será la destinada a  la prevención: la educación en valores de nuestros y nuestras menores. Necesitamos  que las palabras igualdad y género nunca vayan separadas.  Que sean  un binomio indestructible unido  por  la preposición “de” para relacionar siempre y de forma conjunta al sustantivo género con el valor igualdad. Que sea una expresión llena de contenido y de sonido para  ellos y ellas.

La segunda planta será la de  la consolidación de la educación  en la igualdad: más allá del colegio, una educación afianzada en  la familia, en  la sociedad, en el trabajo, en la vida.  En esta planta se desterrarán las tretas de dominación ocultas de género que tanto daño hacen a la igualdad y  que aún siguen invisibles en formas de conductas micromachistas que impiden consolidar y nivelar la construcción  de este edificio.

La  tercera y última planta  es el de la rehabilitación de los maltratadores.  Es necesario no abandonar a su suerte  a los autores de delitos de violencia de género en condenas y penas, en medidas y alejamientos a sus víctimas. Estigmatizados pero no rehabilitados. Una obligación nuclear de la lucha contra la violencia de género es trabajar con los maltratadores mediante tratamientos  de reeducación y programas penitenciarios específicos contra la violencia de género. Ellos son los padres de hijos e hijas que han estado sometidos a la violencia de género  de forma directa, al igual que sus madres. Y serán, de nuevo, sus parejas o parejas de otras mujeres. Su  falta de rehabilitación profunda sería un fracaso en  el proyecto de nuestro edificio inmune a la violencia de género.

He tenido la  experiencia personal de poder asistir a  cursos de rehabilitación a  en el Centro Penitenciario de Alhaurin de la Torre, en Málaga, con maltratadores penados con sentencias firmes que  acreditaban su condición. Siempre afrontaban el problema de la violencia con las mismas estrategias: unos negaban la existencia del maltrato utilizando esa negación como  escudo de su conducta. Otros reconocían un poco el hecho, pero no asumían la seriedad de sus actos, amparándose en la minimización de la violencia. Muchos responsabilizaban a la mujer de lo ocurrido, proyectando la culpa en la víctima. Algunos se amparaban en la falta de control de su ira.

Tal vez  lo que más poderosamente me llamo la atención es que casi todos usaban la estrategia de la invisibilizacion al sacar del relato del hecho a la mujer-víctima. De nuevo, la invisibilizaban, tal y como habían hecho probablemente en su vida conjunta de pareja. Se detenían en la anécdota, no en el hecho.  Decían que no podían controlar su ira, que no se acordaban de nada, se presentaban como víctimas del sistema judicial. Y tras esa estrategia seguía oculta de nuevo una mujer lesionada, humillada, vejada, amenazada, agredida sexualmente, coaccionada, asesinada  junto a unos hijos e hijas, testigos, víctimas directas y mudas de sus actos. Expuestos a vivir toda la vida con ese trágico recuerdo.

Todos realizan atribuciones a causas externas que les permiten proteger  su autoestima (haciendo responsable a la mujer, a las drogas, al alcohol etc…). Siempre encontré indicadores de rigidez y cuestionamiento hacia las conductas de las mujeres, con expresiones donde destacaban la asimetría y el dominio. En todos ellos  se manifestaban ideas sesgadas de la mujer y su rol de sumisión.  Pero tal vez para mí lo más importante es que ninguno reconocía el maltrato ejercido hacia la mujer, lo cual es la base principal para promover el cambio de sus conductas.

Pese a todo ello, técnicamente, la ley en sus sentencias los reconocía autores de violencia de género.  Algo que ellos no asumen.  De ahí que esta apuesta por la reeducación a los maltratadores sea el ático de nuestro edificio. Del  bello y combativo edificio de la igualdad. Aquel en el que por fin podamos visualizar un  cambio a una  sociedad igualitaria.

Ese es el objetivo: que ellos identifiquen su propia conducta como personas que ejercen violencia de género y que analicen la relación que tiene con condiciones precipitadoras, para que ellos mismos conozcan las consecuencias que se derivan de sus acciones. Solo cuando  sean capaces de ver su realidad podrán lograr un cambio. Sólo cuando vean su su propia conducta tal cual es, en el espejo de la violencia ejercida ante sus mujeres y sus hijos, podrán ser conscientes del dolor que han provocado, y empezar a cambiar. De este ático deberían salir como ciudadanos rehabilitados, conscientes y reflejados en el espejo de su conducta como base principal para su cambio.

Por ello en nuestro edificio, niñas y niños conocerán el auténtico significado de igualdad de género desde la base. Porque son los cimientos  y la base del nuestra construcción: la conciencia. Sobre ella es posible construir y consolidar  esa igualdad como una herramienta básica en sus vidas, y que da acceso a un mundo más justo que se construye cada día gracais a esa herramienta.

Así es el edificio al que estamos  invitados, porque todos y todas hemos contribuido a su creación.

Flor de Torres Porras es Fiscal Delegada de la Comunidad Autónoma de Andalucía de Violencia a la mujer y contra la Discriminación sexual. Fiscal Decana de Málaga.

El reto de la conciliación en campaña

Por Cristina Andújar

A pocos días de las urnas, los partidos políticos tienen grandes asignaturas pendientes  en el debate público sobre un tema fundamental para la vida cotidiana de ciudadanas  ciudadanos. No ha habido ni un minuto en los debates para la conciliación familiar. Y sin embargo, no es un tema que los candidatos y candidatas tengan resuelto.

‘Todos los partidos están de acuerdo genéricamente con la corresponsabilidad, pero cuando toca concretar y sustanciar dicho acuerdo, entonces aparecen las diferencias’ Así expone Nacho Álvarez, Secretario de Economía de Podemos y profesor de la Universidad Autónoma de Madrid, la encrucijada en la que se encuentra actualmente España para conseguir conciliar.

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En un principio todos están conformes con equiparar el permiso de paternidad a las 16 semanas que propone la Plataforma por Permisos Iguales e Intransferibles por Nacimiento y Adopción (PPiiNA), principal organización social comprometida con el tema. Y, sin embargo, si revisamos los programas de los partidos para el 26J, sólo Unidos Podemos ha adoptado íntegramente esta propuesta. El programa del PP no propone cambios al sistema actual. El del PSOE declara su acuerdo con el objetivo pero sin comprometerse con un calendario hasta la equiparación. Ciudadanos propone 8 semanas intransferibles y pagadas al 100 % para cada progenitor y más de 10 semanas de ‘libre distribución dentro de la pareja’. Según ha evaluado la Plataforma para los permisos iguales e intransferibles, esta última propuesta no mejoraría la igualdad de oportunidades, ya que en los países Europeos donde se ha implantado, como Suecia o Estonia, son las madres las que acaban tomándose casi en exclusiva esa parte ‘de libre distribución’ debido a las presiones sociales y de las empresas.

No podemos mirar hacia otro lado ante los problemas de conciliación. Es evidente que afectan mucho más a las mujeres. Todo el mundo lo tiene a su alrededor: son nuestras madres, nuestras hermanas, nuestras hijas las que los sufren’, explica Nacho Álvarez. El economista, que tiene una hija de casi dos años y un niño pequeño de nueve meses, cree que el peso al final recae sobre la mujer por los residuos de usos sociales que entienden que son las mujeres las que deben quedarse en casa y que, por tanto, las medidas para la conciliación deben ser dirigidas a ellas.

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