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Hasta nunca: un relato sobre el iceberg de la violencia

Por Charo MárCharo Mármolmol 

Esta carta va a ser la última que te escriba, y en ella te voy a decir adiós para siempre.

Me has hecho muchísimo daño y no lo veía. Pensaba que era normal… No es normal que me pegues por cualquier cosa que no te gusta. No es normal que si yo no quiero hacer el amor contigo, tú me obligues. No es normal, que si yo estoy vestida de una manera, tú te celes y me tenga que cambiar de ropa…´’

Así comienza la carta de despedida de Julia (nombre ficticio), una de las mujeres que han pasado por el  Centro de Emergencia de la Fundación Luz Casanova. Hace unos años Amnistía Internacional publicó el Iceberg de la Violencia de Género: Arriba, a la vista, el asesinato, la agresión física, la violación, el abuso sexual, los gritos, las amenazas el insulto… Abajo, invisible a los ojos de los demás: las humillaciones, el desprecio, el chantaje emocional, la culpa…

El iceberg de la violencia de género. Infografía de Amnistía Internacional.

El iceberg de la violencia de género. Infografía de Amnistía Internacional.

Todos estos actos, sentimientos… hacen que las mujeres víctimas se sientan culpables, que pierdan su autoestima, que sigan con su agresor, que lo intenten de nuevo:

La verdad: yo te he dado todo, y yo de ti dime ¿qué he tenido? No he tenido nada, solo desprecio. No has sabido valorarme. Hasta aquí he llegado. Ya no aguanto más. Basta ya de tanto pensar en ti y vivir solo para ti. Dios me ha dado a mis hijos, que son la luna y el sol, que me iluminan y me dan calor y son la fuerza de mi corazón. Tú estabas en él, y poco a poco te has ido. Te has ido cuando me pegabas, me chillabas y abusabas de mi. Te has ido cuando no te importó que tuviera a mi hija en brazos y me atacaste con una silla. No tienes sentimientos”.

Cuando las mujeres llegan al Centro de Emergencia acaban de romper con su maltratador, han tenido que abandonar su hogar y sus relaciones familiares, Están en un proceso de ruptura difícil pues aunque ha habido violencia, la dependencia emocional existe y ellas se mueven mucho en torno al sentimiento de pena. Pero la mayoría de ellas, con el apoyo que reciben, ponen nombre a lo que han vivido y recomponen sus vidas

Julia termina su carta así:

“Ahora voy a empezar a luchar por mis hijos y por mí. Tú ya no estás en mi vida. Hasta aquí he llegado. Se acabaron todas tus mentiras, tus palabras que están vacías, que sí, son muy bonitas, pero no hay nada hecho. El único “te quiero” o “te amo” ahora es el de mis hijos, y es puro y sincero, no como el tuyo, que es dañino. Nunca más quiero estar contigo. Quiero ser feliz con mis hijos, que es lo más grande que tengo, y lo voy a lograr. Te voy  a sacar de mi ser, y mis hijos y toda la gente que me quieren, me van a ayudar. Tú no vales nada. Yo valgo más que tú. Tú no tienes sentimientos ni escrúpulos. Eres un animal. Adiós. Hasta nunca”

Charo Mármol es comunicadora, feminista, militante de causas perdidas y autora del blog La mecedora violeta.