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No son mercancía, son víctimas

Flor de TorresPor Flor de Torres 

El jueves pasado tuve la ocasión de asistir a un estremecedor y magnifico estreno en el Festival de cine de  Málaga que nos dejó a todos los asistentes sin palabras. El documental se llama ‘Chicas nuevas 24 horas’, y me conmovió e indignó a partes iguales. Al terminar, sólo pude abrazarme a Mabel Lozano, su directora, y darle las gracias por  compartir las historias de Yandy, Sofía, Ana Ramona o Estela. Las dos primeras son menores de edad, y todas ellas son víctimas de trata con fines de explotación sexual desde sus propios países. Un largometraje rodado en cinco países (Argentina, Paraguay, Colombia, Perú y  España) y que se  adentra en la selva del alto andino de Paraguay, que es triple frontera donde las mujeres son la misma mercancía que las drogas o las armas.

Fotograma de la película 'Chicas nuevas 24 horas' presentada por Mabel Lozano en el Festival de Málaga.

Fotograma de la película ‘Chicas nuevas 24 horas’ presentada por Mabel Lozano en el Festival de Málaga.

Cualquier víctima ha de ser oída  siempre en primera persona,  con la atención, empatía y sensibilidad que nos expresa Mabel  a través de sus voces. Son las palabras de estas cuatro supervivientes de la trata  la guía  del documental.  Mabel nos sitúa frente a frente a las víctimas invisibles de la trata de mujeres con fines de explotación sexual. Desnudas también en derechos.

Y lo hace con la perspectiva de un negocio mundial que mueve 32 millones de dólares al año, de los cuales una buena parte se inyecta con la connivencia de Europa, sólo por publicitar y ofrecer víctimas bajo títulos como el de la película que inspiró a su directora: “Chicas nuevas 24 horas”, recogido precisamente de las ofertas publicitarias. Y es que España tiene el vergonzoso honor de ser el tercer país consumidor  de este producto, precedido solo por  Tailandia y Puerto Rico.

Las dos terceras partes de víctimas de trata en el mundo son mujeres y de ellas el 79% lo son o lo serán con fin de explotación sexual. Son datos oficiales de Naciones Unidas. Por ello la trata es un crimen contra la mujer y con marcado componente de género. Exige un compromiso de los Estados de llevar la protección de las mujeres tratadas a todos sus extremos, al igual que se hace hoy ya  con las víctimas de violencia de género.
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Iguales en la desigualdad

Por Flor de Torres Porras Flor de Torres

‘¡No hay derecho¡ ¿A qué? A que el débil sea despreciado, explotado y aplastado por el fuerte. Para corregir eso y evitarlo se justifica que exista el Derecho.’ Elías Díaz, Catedrático de Filosofía del Derecho

Lo que Elias Díaz nos está diciendo es que hay un concepto plural y polisémico de la víctima.

Reducir las víctimas de violencia de género a mujeres agredidas por sus parejas  es dejar impunes la mayoría de las conductas de la violencia de género.

Y es que la víctima está visible en la Justicia del  Siglo XXI, en un nuevo sistema de justicia. Un sistema que  pone como eje la protección  a todas las víctimas y en esa categoría están sin duda las víctimas de violencia de género. Incluso aquellas que no saben ni siquiera que lo son y para ello  se trabaja en su detección y prevención.

La justicia del Siglo XXI tiene que proteger incluso a las víctimas que no saben que lo son. Imagen: TrasTando.

La justicia del Siglo XXI tiene que proteger incluso a las víctimas que no saben que lo son. Imagen: TrasTando.

Hablamos de personas como Almudena y Susana -nombres supuestos para proteger su intimidad-, víctimas de una situación real con sentencia firme-. Ambas sufrieron durante 18 años brutales agresiones  por parte de un mismo agresor, su marido y padre,  respectivamente. A Almudena  en una ocasión la agredió y le rompió el tímpano. A Susana, por entregarle tarde las notas, la cogió del cuello para asfixiarla. Su madre se interpuso para evitar males mayores y recibió un puñetazo que le partió la nariz. Alguien alertó a la Policía, pero nadie abrió la puerta. Madre e hija tenían demasiado miedo a las represalias después de años de amenazas.

La lesión de Almudena fue a peor y finalmente tuvo que ir a urgencias. El parte médico redactado por los profesionales del hospital fue el que delató al maltratador. Éste siguió amenazándolas de muerte. No quería que declararan en el  Juzgado. Violó a Almudena y la despertaba de madrugada con fuertes golpes.

Francisca -tampoco es su nombre real, pero sí los hechos que relatamos aquí, ya que su caso está sentenciado en el Tribunal Supremo- desde el inicio de la convivencia tuvo problemas. Su pareja manifestaba unos celos irracionales, la acusaba una y otra vez de tener un amante. Ella vivía con miedo  a llegar tarde, procuraba que sus salidas del domicilio fueran lo más breves posibles, y siempre temía que cualquier cosa que hiciese no estuviera a gusto de su esposo. Él la insultaba y la llamaba inútil cada vez que se enfadaba. La amenazaba con matarla de forma violenta. En numerosas ocasiones y por cualquier motivo le propinaba golpes, la cogía por el cuello, le daba patadas o puñetazos. También lanzaba objetos de la casa, o los rompía, o tiraba la comida revoleándola por la estancia. Francisca, por miedo, nunca fue al médico a curarse de sus lesiones. Cayó enferma y con cada crisis de su enfermedad él se burlaba de ella. 

Rosa -de nuevo nombre ficticio para hechos reales que han propiciado una condena firme- tuvo dos años de relación de pareja.  Pasados los primeros seis meses, empezó a sufrir humillaciones y vejaciones. El le repetía que no valía para nada, la insultaba. Le prohibió salir con sus amigas e incluso con sus hermanas, le impidió vestir prendas que él consideraba demasiado atrevidas. Muchas veces la conminaba a deja el trabajo. Si ella no se sometía rápidamente, la golpeaba y le mordía. Rosa decidió cesar su relación con él. Pero su maltratador no aceptaba su voluntad. La buscó cuando estaba con un amigo común, la sacó de su coche tirándole del brazo, descalza, y la llevó a un descampado a empujones, golpes y mordiscos. La amenazó  con un cuchillo y con un destornillador, y la agredió tratando de comprobar si había tenido relaciones sexuales con ese amigo.

¿Qué tienen en común Almudena, Susana, Francisca y Rosa? Pues que toleraron los comportamientos que son auténticos obstáculos y resistencias a la igualdad  de las mujeres en su vida cotidiana. Con su silencio,  fruto del miedo y el poder que se ejercía sobre ellas, favorecieron la dominación oculta de sus parejas. Fueron forzadas  en  diversos aspectos ‘domésticos y cuidadores’ del comportamiento femenino tradicional, para aprovecharse de ellas por medio de la fuerza física y psíquica. Y permanecieron  siempre en el ‘statu quo desigualitario’. Fueron aisladas de un entorno familiar y social  para seguir siendo violentadas y atemorizadas por  sus parejas como única forma de control y poder.

Eran iguales en la desigualdad.

Todas ellas fueron abusadas en esa desigualdad previamente construida por el maltratador  a través de la  fuerza (psicológica o moral)  y  después agredidas en el cuerpo y en el alma. Conductas todas ellas Juzgadas en Sentencias firmes a sus autores. Hoy maltratadores condenados.

Es matemática pura. Solo hay que darse cuenta.  Hay que observarlo y no tolerarlo.

En los tres casos la detección del problema y las denuncias posteriores les salvaron la vida.

Flor de Torres Porras es Fiscal Delegada de la Comunidad Autónoma de Andalucía de Violencia a la mujer y contra la Discriminación sexual. Fiscal Decana de Málaga.

Las gafas de la igualdad

Por Flor de Torres 

¿Qué está pasando?  Esto nos pregunta la sociedad cuando compartimos información diaria, trágica, rotunda y puntual, de nuevos Flor de Torres + nuevaepisodios de asesinatos a mujeres, de feminicidios.

Es tan difícil como insultante buscar una respuesta simple y única. Es profundamente injusto cargar la responsabilidad en el fracaso de la Ley Integral (L.O. 1/2004 ).  Una ley declarada plenamente constitucional según nuestro Tribunal Constitucional y avalada por una apabullante jurisprudencia que recoge más de un centenar de sentencias, todas en el mismo sentido.

¿Qué está pasando? Busquemos entonces otras respuestas: las Sagradas Escrituras, los Códigos Penales, la literatura, la música, el cine, la poesía… y releamos sus textos con unas gafas imaginarias que nos ayuden a comprender con otras perspectivas:  la perspectiva del género,  la perspectiva de la igualdad. Si nos ponemos esas gafas imaginarias de la igualdad, podremos sentir, ver,  leer y oír de otra manera.

Con gafas. Imagen de TrasTando

Con gafas. Imagen de TrasTando

Observaremos lo mismo, pero de distinta forma y sucederá esto:

Puede que nos inquiete el hecho de que la Biblia, en el Génesis,  manifieste como Sagrada Escritura: ‘… Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre…‘, o que el Código Penal del año 1963 en su artículo 528 dijera ‘El marido que sorprendiendo a su mujer matare en el acto a los adúlteros, o alguno de ellos, o les causare cualquiera de las lesiones graves, será castigado con la pena de destierro. Si produjere lesiones de otra clase quedará exento de pena’. Sentir que Kant, Rousseau y los padres del derecho trataban a las mujeres  como ‘sujetas’ a sus relaciones familiares no nos hará enfatizar tanto en ellos.

Si oímos la canción ‘La mataré‘ que en la era del Posmodernismo Español, y la propia voz de Loquillo y los Trogloditas, se ponía voz y música a la banda sonora de la generación que comparto: ‘Quiero verla bailar entre los muertos, la cintura morena que me volvió loco, llevo un velo de sangre en la mirada, y un deseo en el alma, que jamás la encuentre. Sólo quiero que una vez algo la haga conmover. Que no la encuentre jamás o sé que la mataré. Por favor sólo quiero matarla. A punta de navaja. Besándola una vez más‘, puede que ustedes comiencen a darme la razón sobre la necesidad imperiosa del uso de esa crítica racional a mensajes atroces, tatuados e invisibles que acompañaba nuestras vidas.

Otro ejemplo: dos magníficas cantantes, Marta y Marília del excelente dúo ‘Ella baila sola’. Cuando en su canción ‘Mujer Florero’ cantan: ‘De mayor quiero ser mujer florero. Serán siempre órdenes tus deseos‘… tal vez ya sintamos que podrían dejar de ser nuestras bandas sonoras.

A cambio oigamos y enfaticemos con otros sonidos de mi tierra y voces de compromiso como las de Pasión Vega en ‘María se bebe las calles‘ para alegrarnos que María ya no se lava las heridas porque ‘María se escapó de su grito, María ya no tiene miedo‘. O de la prodigiosa y comprometida voz de Sole Giménez cuando nos canta un himno del empoderamiento femenino como único camino a la igualdad:  ‘La mujer que mueve el mundo con sus sueños, de ilusiones va pintando los empeños… Y cree que algo se puede cambiar de esta realidad: Por ejemplo ser feliz para sobrevivir‘.

No veremos el placer estético de recordar en la película Gilda en 1.946 a una Rita Hayworth elevada al deseo masculino supremo cuando Glenn Ford la abofetea. Ahora nos indignará que no se sepa traslucir en esa escena lo que es un acto de violencia de género sin más, con sometimiento de la mujer al propio deseo de dominación del hombre sobre ella.

Y a Neruda lo leeremos de otra forma cuando nos diga al género femenino: ‘Me gustas cuando callas porque estás como ausente’. Ni callamos ni nos ausentamos. Luchamos por la igualdad.

Y ahora con esas gafas imaginarias que nos ayudan a ver otra dimensión y la raíz del problema, vamos distinguiendo a personas tan lúcidas como el entonces Fiscal General del Estado, Javier Ugarte, que en pleno 1.907 en la Memoria de la Fiscalía General dijera:

‘Hablar del crimen pasional para enmascarar infamias, hacer del asesinato de mujeres leyenda que ennoblece groseros sadismos y exalta honores canallescos-al par que en ocasiones vindica honras conyugales, con letra de Calderón y Lope de Vega- es una gran vergüenza, reveladora de la negligente indefensión social que pide a gritos rigores de ley, inflexibilidades de Jueces, reparaciones de derechos, a cuyo amparo cuenten con verdaderas garantías la inocencia y la seguridad de la mujer’.

Y ese es el esfuerzo comprensivo y visual de la raíz del problema. Y la respuesta a la pregunta ¿qué está pasando? vendrá acompañada de otras preguntas:  ¿Estamos ofreciendo a las mujeres el ‘derecho a irse’ de esta compleja construcción histórica? ¿Tenemos disposición tanto los hombres como las mujeres a ponernos esas gafas imaginarias que nos ayuden a ver, leer, hablar y oír en igualdad?

Comencemos ya a verlo y sentirlo así. Entonces dejaremos de cuestionarlo y tendremos la respuesta de qué está pasando.

 

Flor de Torres Porras es Fiscal Delegada de la Comunidad Autónoma de Andalucía de Violencia a la mujer y contra la Discriminacion sexual.

Un trabajo de justicia

Por Flor de Torres Porras Flor de Torres + nueva

Las leyes, al igual que las personas,  nacen, viven y mueren.

En 1963, falleció, fue enterrada y pasó a mejor vida la excusa absolutoria del Código Penal que en su artículo 528 decía: ‘El marido que sorprendiendo a su mujer  matare en el acto a los adúlteros, o alguno de ellos, o les causare cualquiera de las lesiones graves, será castigado con la pena de destierro. Si produjere lesiones de otra clase quedará exento de pena’. ¿Qué ocurría a la inversa, es decir, cuando la esposa agraviada  matase al marido infiel o a su amante? Ella se vería acusada de dos  homicidios o asesinatos y podría ser penada con penas de hasta 40 años de prisión.

Imagen de la justicia. Dublin Castle.  Fotografía: B. de la Banda

Imagen clásica de la justicia. Dublin Castle. Fotografía: B. de la Banda

Sirven dos ejemplos más de discriminación legal en contra de las mujeres en el derecho histórico: uno de ellos es el de los asirios, de 1600 años a.C.,  que estipularon que ‘Si un hombre sorprende a su mujer con otro, y lo prueba, y mata a los dos no ha cometido falta’ y otro el conocido texto bíblico que dice ‘El adúltero y la adúltera serán muertos sin remisión’ (Levítico XX, 10).

Tal discriminación desapareció en la reforma del Código Penal de  1963 pero, vergonzosamente para la mujer, se mantuvo otra discriminación: La de la esposa que cometía adulterio por el hecho de ‘yacer una sola vez’ con varón que no fuese su marido (Art. 449), mientras el marido, para ser condenado por amancebamiento, debía ‘tener manceba dentro de casa o notoriamente fuera  (Art. 451). La muerte definitiva de esta norma tuvo lugar en 1978 con la despenalización del adulterio y amancebamiento.

Las mujeres, con tenacidad, hemos salido de la cocina y dejamos de ser las ‘conductoras exclusivas del carro de la compra‘ para ir poco a poco y en silencio, ocupando en igualdad con los hombres  puestos de responsabilidad en las fábricas, en las oficinas, en las empresas, en la política, en la justicia, en el arte, en la comunicación y en definitiva en la sociedad.

Todas sabemos que la Constitución de 1978 nos tendió carta de naturaleza jurídica plena en su artículo 14, al proclamar la igualdad sin discriminación alguna por razón de sexo con el carácter de derecho fundamental, tendiendo un galante guante  a nuestra condición igualitaria.

En la Justicia eso es un hecho. No solo como dogma sino como realidad constatable. La mujer se ha ido abriendo paso a paso su lugar sin ruidos, sin voces, sin altanerías. Sólo  con tesón y trabajo. En silencio. Y ello, pese a que  al principio  se nos confundiera, como se hacía conmigo, con una secretaria o auxiliar de un compañero por no estar acostumbrados a una Fiscal en femenino. Alguna vez llegaron a decirme que querían ‘un fiscal de verdad’ por mi condición de mujer.

Y hemos sido las mujeres profesionales las que tuvimos que romper esos gestos de masculinidad  arraigados en nuestros oficios.

Algo impensable cuando en 1963 se  aplicaba la excusa absolutoria para el marido que matare a su mujer y su compañero en situación de adulterio. Porque las  leyes no tenían ninguna perspectiva de género y porque en definitiva no éramos sujetos plenos de derechos, sino simples objetos o instrumentos  del  marido; éramos personas con necesidad de autorización masculina  o paterna para casarnos, o simplemente abrir una cuenta corriente.

Hoy nos sentimos orgullosas de que las mujeres sean Fiscalas Jefas,  Magistradas Presidentas de Audiencias, Médicas, Ingenieras, Artistas, Presidentas de Consejos de Administración, Empresarias, Científicas, Cooperantes, Diputadas, Senadoras, o como en mi comunidad: Presidenta de la Comunidad Autónoma de Andalucia.

Y  ello  aunque diariamente aun yo tenga que seguir corrigiendo  en las  firmas reservadas en los documentos para ‘El Magistrado’ o ‘El Fiscal’ por la de ‘La Magistrada’ o ‘La Fiscal’, para orgullosamente poner estos cargos en femenino.

Sólo debemos tener la libertad de elegir, seguir teniendo la oportunidad de poder estar donde queramos y en el momento que consideremos. Ese es nuestro reto. Con la dignidad de un trabajo bien hecho y siempre, siempre en igualdad. Porque donde no la haya, allí la seguiremos batallando.

 

Flor de Torres Porras es Fiscal Delegada de la Comunidad Autónoma de Andalucía de Violencia a la mujer y contra la Discriminacion sexual.

Deconstruir la violencia

Por Flor de Torres Flor de Torres + nueva

Los menores expuestos a la violencia de género la sufren también en primera persona, y acaban desarrollando patologías. El menor que no las ha desarrollado, generalmente se debe no a una falta de exposición a la violencia sino al desarrollo de su resilencia o capacidad de aceptación, de resistencia de restitución, de recuperación, que le permite acceder a una vida sin violencia.

Parte del control se ejerce a través del control y la manipulación de los hijos en común. Imagen de Ana Sara Lafuente.

Parte del control en los casos de violencia de género se ejerce a través del control y la manipulación de los hijos en común. Imagen de Ana Sara Lafuente.

La psicología  y las ciencias forenses nos demuestran en el día a día judicial, a través de sus pericias que el menor al formar parte de de la familia está expuesto a la violencia de género por agresión a la madre no puede estar ajeno a ella. Es prácticamente imposible que no les afecte, pues precisamente forman parte del sistema familiar en el que se hallan integrados.

Se ha demostrado científicamente que:

Psíquicamente desarrollarán agresividades, problemas de inhibición, falta de empatía y autocontrol, baja autoestima y egocentrismo cognitivo y social.

Físicamente el menor expuesto a la violencia de género va a proyectar patologías físicas desde su percepción en el desarrollo fetal. Se le manifestaran retrasos en el crecimiento, transtornos de la conducta alimentaria (bulimia, anorexia), problemas de sueño y de habilidades motoras, Enfermedades y síntomas psicosomáticos (alergias, hiperreactividad bronquial, problemas dermatológicos como atopia y eczemas, migraña, dolor abdominal recurrente, enuresis nocturna…), incremento de enfermedades infecciosas, según un estudio de la prestigiosa pediatra Dolores Aguilar Redorta.

Todos estos extremos se confirman día a día en la experiencia judicial. Son los menores hijos del maltratador, las otras víctimas directas de violencia de género dirigira a su madre. Su destino y fin único es  prolongar la violencia cuando ya  no se puede ejercer directamente sobre ella, o para multiplicar las trágicas  consecuencias de sus efectos.

Y las menores y los menores son mucho más victimas, si aun cabe en esa palabra, pues hasta ahora  han sido invisibles. Por eso es muy importante hablar de ellos y ellas, porque así estarán siempre presentes. Y es que lo que no se nombra, no existe y su extrema situación necesita que sea visible. Me gusta usar el término ‘maltrato infantil de género’ para definirlo, y para que  esas patologías que científicamente acaban desarrollando sean conocidas y evaluadas.

No en vano la Academia Americana de Pediatría (AAP) reconoce que “ser testigo de violencia de género puede ser tan traumático para el niño como ser víctima de abusos físicos o sexuales”. 

Si a ello unimos que la transmisión intergeneracional de la violencia de género, que pasa de padres a hijos, la exposición del niño redundará en conductas imitativas al padre, y la exposición  de la niña derivará en una situación de victima futura de violencia de género, situándose en el mismo papel que su madre. No existe ni una duda que los hijos que sufren la violencia de género son víctimas directas de ella.

Hay que deconstruir esta violencia que pasa de padres a hijos eliminando su  germen. Es necesario que se rompan en mil pedazos los roles de chicos y chicas basados en patrones patriarcales. Solo así avanzaremos hacia relaciones de pareja más igualitarias en    nuestros menores.

Pensemos en  que los  menores no serán víctimas directas de la violencia de género en un futuro si se ha ganado definitivamente la igualdad frente al presente  orden patriarcal que aun convive y que deriva en ella cuando se impone como rol aprendido y transmitido como el único posible.

Apostemos por la educación en valores de igualdad. Esta apuesta sí que es segura pues ganará definitivamente la batalla contra la violencia de género.  Vamos a ello con nuestros hijos e hijas. Sin espera. Es  la herencia que tenemos que dejarles: un mundo en igualdad y sin violencia de género.

 

Flor de Torres Porras es Fiscal Delegada de la Comunidad Autónoma de Andalucía de Violencia a la mujer y contra la Discriminacion sexual.

Solidarias ante la injusticia

Por Flor de Torres Flor de Torres + nueva

He conocido a muchas mujeres por el  mundo en labores solidarias. Mujeres que sin ser víctimas  de violencia de género, unen sus esfuerzos y hacen del eje transversal de su vida la palabra solidaridad para asistir sin horarios y sin fechas a las víctimas de violencia de género.

Ellas, las otras, han aprendido a sentir cómo las mujeres maltratadas pueden comunicarse con ellas porque conocen su idioma, acuden en su ayuda cuando las necesitan y sobre todo les demuestran que hay una nueva vida detrás de la violencia de género a través de su apoyo incondicional y sin fisuras en centros de acogida, asociaciones, plataformas, instituciones de igualdad, organizaciones gubernamentales y no gubernamentales y organismos internacionales que en los que trabajan.

Actividades en un encuentro internacional de mujeres. Imagen: Ana Sara Lafuente

Actividades en un encuentro internacional de mujeres. Imagen: Ana Sara Lafuente

Conocí a Saida Lamrani en Rabat, ella coordina la Association Démocratique des Femmes du Maroc (ADFM) en un país que despierta su sistema judicial  en la lucha contra la violencia de género y a Rabia Elmadbouch, que acababa de dejar su profesión: Coronel del Ejército Marroquí, para dedicarse en cuerpo y alma al ‘Centre d’écoute’ (casa de acogida de mujeres maltratadas) en Rabat donde nos conocimos.  En 2004 se modificó la Moudawana, por el Código de Familia, donde  se recoge un texto sagrado del Corán: Solo el hombre digno dignifica a la mujer, y el hombre vil la humilla’.

Ellas crearon una plataforma que aglutina asociaciones y personas solidarias, como Saida o Rabia, de lucha contra los malos tratos en el país vecino que se llama ANARUZ (palabra que en idioma berebere significa esperanza); y están llegando a 40 centros por todo el país. En Rabat, Aziza Handaze, magistrat du Parquet  junto con Samira Nakal, adjunta del procurador general, coordinan las células de violencia a la mujer. Ellas supieron situarse de forma voluntaria en la lucha contra la violencia a la mujer improvisándola con la ayuda de las asociaciones, los médicos, y la gendarmerie. Su objetivo es la detección y la denuncia de casos ocultos de violencia a las mujeres, muy especialmente en el mundo rural, donde el abandono de la mujer es enorme por el gran aislamiento al que se la somete cuando es víctima de violencia de género. Tuve la suerte de colaborar con el Proyecto ADL y conocerlas en su maravilloso país.

En Guatemala Giovanna Lemus preside la Red Feminista Centroamericana contra la Violencia, y Norma Angélica Cruz Córdova, la Red de Sobrevivientes de Violencia Doméstica, en un país donde la vida de la mujer apenas vale nada. No existen  recuentos oficiales de víctimas. Es un problema invisible. Ellas hablan de sobrevivientes de la violencia y son las únicas que tienen voz, por ellas mismas y por las que mueren. Quieren que esas voces nunca se apaguen y por ello luchan. Actuaban en un juicio por asesinato a una mujer en su país donde las conocí y empleaban sus escasos fondos para que el sistema judicial no callara las injusticias.  Era sólo una más de las 800 muertas anuales en un país cuya población es la cuarta parte de España.

En  Bolivia, Ana Laura Durán Zeballos y M.ª Elena Burgos Palacios luchan en programas de violencia de género en Santa Cruz de la Sierra y en La Paz, respectivamente. Pude comprobar a través de ellas y en su país que  el problema es el mismo, porque la raíz es idéntica y aflora de la misma forma.

En Argentina, Buenos Aires, María Fernanda Rodríguez sigue con su cruzada por la igualdad dentro del propio sistema judicial donde se  encuentra y donde estuve formándoles.  Alimentamos ambas  esta idea que la violencia de género es igual en cualquier parte del mundo. Ellas, como Dolores Rodríguez Martínez desde la Plataforma Violencia 0, en Málaga. Su visión  de la vida en igualdad y su empatía es idéntica a la que Saida, Rabia, Aziza, Samira, Giovanna, Norma, Ana Laura, María Elena, María Fernanda o Dolores practican en sus países.

Ellas son personas anónimas que en silencio, sin estridencias y casi a escondidas  dedican su vida a las demás. Les tienden la mano y les hablan en el lenguaje que quieren escuchar: el que han aprendido tan sólo para indicarles la salida.

A ellas les dedico mi reconocimiento sincero, mis palabras, que es lo que puedo ofrecerles, y mi homenaje merecido a su importante labor. Ellas, todas, me han enseñado que las palabras compromiso, empatía y solidaridad son tan inmensas que no alcanzo a comprender cuáles son sus límites

 

Flor de Torres Porras es Fiscal Delegada de la Comunidad Autónoma de Andalucía de Violencia a la mujer y contra la Discriminacion sexual

Tomar las riendas

Por Flor de Torres Flor de Torres + nueva

Me van a permitir, para estas reflexiones, partir de cifras oficiales de la Fiscalía General del Estado, publicadas en su Memoria de 2013. Mi intención es recoger datos objetivos para romper el falso mito de las denuncias falsas en las mujeres víctimas de violencia de género. Esta es la situación:

Gráfico comparativo de volumen de denuncias por violencia de género, cifras y porcentaje de casos de denuncias falsas. Fuente: Fiscalía General del Estado, memoria oficial 2013. Infografía de Anasara Lafuente.

Gráfico comparativo de volumen de denuncias por violencia de género, cifras y porcentaje de casos de denuncias falsas. Fuente: Fiscalía General del Estado, memoria oficial 2013. Infografía de Anasara Lafuente.

Sobre estos números se asientan una a una historias y casos concretos que han obtenido sentencias: condenatorias  en un 67% y absolutorias en un  33%. De las condenatorias, fueron reconocidas con conformidad del maltratador en un 43% de los casos y sin conformidad en un 57%.

Dentro de ese universo del 67% de denuncias que han obtenido condenas están las victimas protegidas, amparadas e impulsadas por el sistema judicial que les devuelve las riendas de sus vidas. Mujeres que han accedido a denunciar su historia, que han atravesado por el sistema amparadas por los servicios sociales, por la familia, por la Policía, por asociaciones, por los servicios sanitarios. Instituciones todas ellas que les han ofrecido su profesionalidad y empatía  para  ese fin.

Historias de  futuros prometedores como el de Violeta y de dependencias emocionales como la de Sara (sus nombres han sido cambiados para salvaguardar su intimidad).   Vidas que nos ponen en alerta y avisan del peligro que esconden esos  números que nos enseñan a sus auténticas protagonistas.

Tomar las riendas. Ilustración de Anasara Lafuente.

Tomar las riendas. Ilustración de Anasara Lafuente.

Sara estaba destrozada. Su compañero había intentado arrebatarle su vida, junto a  la de sus tres hijos menores y estaba preso. Apenas mayor de edad, Sara vivía una  muy  arraigada dependencia afectiva y emocional.  Su  jornada diaria transcurría visitando todas las instancias del Palacio de Justicia para conseguir la  libertad de su maltratador, haciéndose responsable de la situación, autoinculpándose de lo ocurrido. Lo pedía por sus hijos. Nunca colaboró. Negó los hechos con rotundidad, ocultó las pruebas que evidenciaban su situación, nos decía que nada era como ella misma había denunciado. Fue esa persistencia y esa dependencia emocional la que finalmente la llevaron a creerse esa verdad  fabricada en su mente para perdonarlo nuevamente. Días después recibimos  una nueva denuncia, por otra nueva agresión, y después ha vuelto a desmentirla. Saray no encuentra un asidero para liberarse de su dependencia emocional, y no logra tomar las riendas de su vida.

Violeta vino de América Latina, trajo a su maltratador como única compañía. Desde esta orilla todo cambió, eran constantes las palizas, los actos de arrepentimiento y las promesas de que no volvería a pasar. Se condenaba a la única forma de sobrevivir: atada a él. Pero su valentía y sus valiosos apoyos la condujeron finalmente a denunciarle. No tenía papeles y se  arriesgaba al segundo fracaso: ser expulsada. Finalmente Violeta obtuvo una Orden de Protección, un proceso, y la condena que la ha desatado de él. Su maltratador fue condenado y expulsado a su país. Ella suele visitarme con su sonrisa tímida  y  su sencillez, y hace que sienta que vuelve a ser feliz tras recobrar las riendas de su vida.

A veces cuesta comprender las historias que alimentan los números, pero estas historias son reales. Tal vez sería mejor no tratar de explicarlas, sino simplemente comprenderlas y, como personas e instituciones, estar en ese lado donde están las víctimas, cuando logran ser conscientes de su situación e intentan salir de ella.

Es al final una única decisión: la de  tomar las riendas de su propia vida, la que les  llevará a salir o no de la violencia,  a seguir la ruta de Violeta o la de Sara.

Pues como dijo Enma Goldman: ‘la verdadera emancipación no comienza en las urnas ni en los tribunales, empieza en el alma de la mujer‘.

 

Flor de Torres Porras es Fiscal Delegada de la Comunidad Autónoma de Andalucía de violencia contra la mujer y contra la discriminación por identidad sexual y de género.

Casi 17 millones de europeas

Por Flor de Torres Flor de Torres

Ésta es la auténtica dimensión del problema, según el informe de la Agencia de Derechos Fundamentales de la Unión Europea. 13 millones de  mujeres de la Unión Europea han experimentado violencia física y 3,7 han sido víctimas de violencia sexual por parte de sus parejas o ex parejas en los 12 meses previos al estudio que se ha  realizado  sobre una muestra de 42.000 mujeres pertenecientes a los 28 estados de la UE. Es decir, un 22% de mujeres sufren violencia física y sexual desde los 15 años de edad. Casi una de cada cuatro es, o ha sido, agredida por razón de género.

Se echa en falta una categoría más que es la violencia psicológica, que no ha sido objeto de encuesta, lo que en todo caso produciría un efecto sumatorio a estas impresionantes cifras. Y no nos casan los datos judiciales con los datos de esta encuesta, aunque sabíamos que los datos judiciales eran solo la punta de un iceberg. El problema  sigue estando escondido bajo una dimensión inabarcable.  Tiene tal magnitud que en cifras oficiales sigue oculto mayoritariamente. Por ello es imprescindible abordar su detección.

Con frecuencia, el maltratador obliga a la víctima a obedecer sus caprichos mediante coerción  y amenazas. Ilustración de Ana Sara Lafuente.

Maltrato. Ilustración original de Ana Sara Lafuente.

Los datos siguen hablándonos: Una de cada 20 mujeres  ha sido violada desde los 15 años, lo que supone un 5% y  un 12% antes de  esa temprana edad. El 18% ha sido acosada y el 30% ha sufrido agresión sexual. Ello estigmatiza  a más de la mitad de las mujeres europeas, que tienen que tomar medidas para evitar futuras agresiones y acosos. Un 53% se ve obligada a tomar medidas drásticas para proteger su integridad física y psíquica.

El problema es demasiado común, demasiado profundo, mucho más grave que las estadísticas judiciales. Nos queda un camino enorme por recorrer aún.  Es necesaria, imprescindible, la detección del problema para organizar la protección. Desgraciadamente en España la mayoría de las víctimas de maltrato durante los dos últimos años no había denunciado ni obtenido medidas de protección. Pasaron inadvertidas por los órganos judiciales y por los mecanismos legales de detección. En el año 2013, de las 54 víctimas mortales, habían denunciado sólo 11 y en las primeras semanas de este año 2014, de las 12 mujeres que han sido asesinadas sólo 5 habían denunciado previamente. Es decir, solo se ha detectado judicialmente un 24%. Un 76% no tuvieron acceso a los controles de prevención que podrían haber salvado sus vidas.

El peor de los problemas es que el  delito puede estar cometiéndose contra tus hijas, tu madre, tu amiga o tu vecina y pasar inadvertido. Nos queda la prevención y la educación. Estas sí que  son las apuestas seguras. Por ejemplo, la posibilidad de detectar en el control médico y en la atención primaria de salud a las mujeres víctimas, ya que la mayoría pasan por sus consultas. Por ello se han impulsado protocolos de sensibilización y de actuación en la medicina familiar y de urgencias.

Nos queda la educación, con los controles protocolarios que permiten detectar la violencia hacia nuestros menores a través de los centros educativos. Tenemos policías especializados en violencia de género y Centros de Igualdad donde acuden  las víctimas para asesorarse. Están los vecinos, que escuchan a nuestras víctimas y no deben ni pueden quedar impasibles. Existen muchas asociaciones de mujeres que las acogen. Todos y todas deben dirigirlas a la protección judicial de forma inmediata.  Ya está toda la sociedad preparada para que ningún maltratador pueda escudarse en el silencio y en la impunidad de su dormitorio.

Pues es la propia sociedad  la que ha de ser consciente que  el único camino de protección pasa por la denuncia. Allí esperamos a tantas mujeres que acuden a diario como último, como único, recurso de supervivencia.

Es un problema de Estado. Es una cuestión de Estado. Es  demasiado común. No colabores en ampliar estos datos con tu silencio y mucho menos cuestiononando la violencia de género. Es tu deber y tu obligación actuar ya.

 

Flor de Torres Porras es Fiscal Delegada de la Comunidad Autónoma de Andalucía de violencia contra la mujer y contra la discriminación por identidad sexual y de género.