Entradas etiquetadas como ‘comercio justo’

Pequeños detalles y grandes oportunidades

judit mascó

Por Judit Mascó 

Cuando empecé en el mundo de la moda, no era muy consciente de que algo que te apasiona puede ser una profesión, e influir de manera determinante en tu vida, y en la de muchas más personas. La ropa, que para algunas personas tiene un aura de ‘frivolidad’ muchas veces inmerecida, y quizá es así para todo el mundo, hasta que un día te paras a reflexionar sobre quién hay detrás de la prenda que has elegido una mañana.

Hace tiempo tuve la oportunidad de viajar a Uganda a visitar una cooperativa de Café de Comercio Justo, y descubrí los  principios básicos de este movimiento. Uno de ellos me tocó  especialmente la fibra porque afecta mucho a las mujeres en el ámbito laboral: “Compromiso con la no discriminación, equidad de género y libertad de asociación“. En países como Uganda, por citar uno que conozco, la mujer no tiene un fácil acceso a la tierra y apoyarlas a ellas en concreto genera beneficios no sólo para ellas, sino para toda la comunidad. Este mismo proceso de la producción de café lo he visto en el ámbito textil.

En la vida muchas pequeñas cosas son inmensamente valiosas. Las pequeñas cooperativas, como Creative Handicrafts producen a pequeña escala moda sostenible, con una calidad muy cuidada y respetando los principios de comercio justo. Con esta cooperativa  y dentro de la colección primavera-verano 2013 Veraluna decidí hacer mi “pequeña” colaboración diseñando mi primer bolso que además se fabricaría bajo estos principios. El resultado no estuvo mal, así que cuando me volvieron a pedir ayuda para un nuevo diseño, no lo dudé.

La nueva creación ha sido un fular que tiene para mí algunas características que lo hacen práctico y atractivo: funcional, ni corto ni largo, suave y en dos versiones de color que permitan combinarlo prácticamente con todo. Éste es el resultado, y se aceptan todas las opiniones, pero sobre todo es una invitación a quienes deseen dar el paso hacia un consumo más responsable. Lo más agradable de llevarlo puesto es saber que su producción se ha hecho por mujeres trabajadoras cuyos derechos se respetan, y que comprarlos beneficia a muchas familias que ahora pueden tener una vida más digna.

El fular  diseñado por Judit Mascó está a la venta durante esta semana en Showroomprive, y los beneficios son íntegramente para la cooperativa Creative Handicrafs en la India.

Judit Mascó. Soy madre de 4 hijas, me entusiasma viajar y descubrir, de profesión modelo y presentadora,  y colaboro en varios medios de comunicación. Estoy comprometida con  diferentes entidades con las que me siento identificada.

Cómo abrir puertas en un slum de Mumbai

Por Simona Basile Simona Basile

Hace 17 años abrí una puerta y entré por primera vez en una tienda de comercio justo. Era ‘il Villaggio dei Popoli’ situada en Florencia cerca del Museo dell’Accademia. Allí, empecé, primero como voluntaria y luego como becaria, mi colaboración y trabajo con diferentes organizaciones que se ocupan de la promoción del comercio justo, primero en Italia y después en España. En todos estos años he explicado muchísimas veces qué es el comercio justo, cómo funciona, sus beneficios y sus desafíos. He intentado trasmitir que significa un salario digno, el precio mínimo, la protección del medio ambiente y de los derechos de los trabajadores. Me considero una activista del comercio justo. Estoy convencida de que, como consumidores, tenemos el poder de generar cambios en la vida de muchas personas.

Anjali Tapkire, la primera trabajadora de la cooperativa Creative Handicrafts de  la India, ante algunos de los modelos que confeccionan ella y sus compañeras. Imagen:

Anjali Tapkire, la primera trabajadora de la cooperativa Creative Handicrafts de la India, ante algunos de los modelos que confeccionan ella y sus compañeras. Imagen: Oxfam Intermón.

Pero cada vez que entro en contacto con las personas que producen comercio justo me maravilla la potencia de este movimiento para cambiar vidas. Hace unas semanas tuve la oportunidad de acompañar a Anjali Tapkire durante su visita a España. Anjali es ahora una de las directivas de Creative Handicrafts, cooperativa de comercio justo de textil y artesanía de Mumbai que vela por los derechos de las mujeres en la India. Pero antes, con 18 años, fue la primera mujer que entró a trabajar en la cooperativa cuando ésta se creó en 1983. Junto a la fundadora, Isabel Martín, Anjali ha ido logrando que un pequeño proyecto para dar trabajo a algunas mujeres en los slums (grandes barrios marginales) de Mumbai se convirtiera en una gran cooperativa que hoy ha cambiado la vida de 700 mujeres.

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Los fulares de Anjali

Por Yasmina BonaYbona

Suelo llevar un fular en mi bolso. Me resulta un complemento bonito y efectivo para proteger mi garganta, especialmente en otoño y primavera, cuando las temperaturas son demasiado altas para llevar bufanda pero no tanto como para dejar el cuello despejado. Cuando elijo un fular en una tienda, me fijo en el color para ver si combinará con mi ropa, pongo atención también en el tipo de tela y, cómo no, en que tenga un precio razonable. Pero no suelo pensar en quién lo habrá cosido.

Reflexioné sobre este tema hace unas semanas, cuando conocí a Anjali Tapkire, una cooperativista de Mumbai que trabaja en la industria textil en la India. Ella ha puesto el hilo a agujas que han zurcido miles de vestidos, camisetas, pijamas y fulares que luego han llegado a tiendas de nuestro país. Me contaba que en su cooperativa, Creative Handicrafts, que presidió durante 17 años, trabajan 700 mujeres que confeccionan todo tipo de ropa, pero lo más importante es que lo hacen bajo los principios del comercio justo.

Anjali Tapkire, de la cooperativa Creative Handicraft, en la tienda de comercio justo de Oxfam Intermón en Barcelona. (c) Ivan M. García / Oxfam

Anjali Tapkire, de la cooperativa Creative Handicrafts, en la tienda de comercio justo de Oxfam Intermón en Barcelona. (c) Ivan M. García / Oxfam

La industria textil es una de las más feminizadas y proclives a infringir los derechos laborales de las mujeres. En Centroamérica, por ejemplo, más de 260.000 mujeres trabajan en maquilas, en su mayoría produciendo ropa en condiciones de gran precariedad laboral: jornadas interminables, salarios de miseria que rara vez llegan a los 300 euros mensuales o enfermedades por cumplir metas de producción inhumanas. Por eso, el modelo de producción y organización del trabajo pueden ser claves a la hora de empeorar o mejorar la situación de discriminación que sufren las mujeres. Este mismo mes, se cumplen dos años del derrumbe del edificio Rana Plaza en Bangladesh, que acabó con la vida de más de mil trabajadores del sector textil.

Por suerte, en la cooperativa de Anjali, mujeres y también hombres trabajan en condiciones dignas. Con su trabajo, sacan de la miseria a personas que viven en los slums, los barrios más pobres de Mumbai. Anjali dice que poder cambiarles la vida es lo que da sentido a la suya. Ella misma, con la ayuda de los microcréditos que impulsa su cooperativa, pudo comprar una casa más sólida que la estructura de cartón y plástico bajo la que vivía antes. Con el dinero que ganaba, pudo graduarse en psicología y costear los estudios de sus hijos. Cuando las mujeres entran a Creative Handicrafts logran tener independencia económica, pueden decidir cómo gestionan su dinero, aprenden a desarrollar sus capacidades en talleres de formación y ganan confianza y autoestima. Son logros de gran valor si tenemos en cuenta que más del 50% de la población india está desaventajada económicamente, y dentro de este porcentaje las mujeres ocupan un lugar especialmente desfavorecido debido a largos años de sufrir explotación y dependencia social y económica.

Los fulares que han pasado por las manos de Anjali no son solo piezas bonitas y efectivas para proteger gargantas. Son telas que perfilan nuevas personalidades a las mujeres de los barrios más pobres de Mumbai: más independientes, más confiadas, con más autoestima y, en definitiva, más felices. Vale la pena reflexionar sobre todo ello cuando compramos nuestra ropa.

 

Creative Handicraft es uno de los grupos productores de la India que elabora las piezas de comercio justo de la colección de Veraluna de Oxfam Intermón

 

Yasmina Bona es periodista y trabaja en Oxfam Intermón.

El comercio justo y la independencia de las mujeres indias

Por Sandra CavaSandra Cava

La India está considerado el cuarto país más peligroso del mundo para las mujeres (según una encuesta de Thomson Reuters). Las mujeres indias viven una gran discriminación, y cada día nos alcanzan noticias de bodas infantiles, exclusión de las niñas en las escuelas y múltiples violencias.

En este contexto, muchas mujeres dependen completamente de su marido y aquellas que, por una razón u otra, están solas o no tienen el apoyo de sus esposos se encuentran en una situación extremadamente vulnerable. Es el caso de las víudas, de las mujeres que sufren violencia doméstica, de aquellas cuyos maridos están en el paro…

Siendo conscientes de esta situación y de la importancia de su independencia económica, algunas cooperativas, como Creative Handicrafts, ofrecen a las mujeres con escasos recursos que habitan en los slums de Bombay una oportunidad para vivir por sus propios medios. Trabajan con un sueldo y unas condiciones justas confeccionando ropa respetando los valores asociados al comercio justo y creen firmemente que la independencia económica es el primer paso hacia la autosuficiencia y el empoderamiento.

Las mujeres indias que trabajan en la cooperativa Creative Handycrafts tienen un salario digno gracias al comercio justo (c) Johny Joseph

Las mujeres indias que trabajan en la cooperativa Creative Haniycrafts tienen un salario digno gracias al comercio justo (c) Johny Joseph

Para los consumidores, estas prendas de comercio justo suponen un producto de alta calidad realizado con materias primas 100% naturales y confeccionadas a mano en unas condiciones dignas; pero para ellas es una oportunidad de transformar sus vidas y la de sus familias, dándoles la posibilidad de atisbar un futuro mejor.

Además de lograr autonomía económica, de poder decidir ellas mismas qué hacen con el dinero que ganan, a través de las cooperativas pueden acceder a formación profesional y a programas educativos gratuitos para sus hijos e hijas. Para las más necesitadas, incluso se puede acceder a comida.

Creative Handicraft es uno de los grupos productores de la India que elabora las piezas de comercio justo de la colección de Veraluna de Oxfam Intermón.

 

Sandra Cava forma parte del equipo de comunicación de Oxfam Intermón.

 

El patio de Alba, sin rosa ni azul

Por Eva MoureFoto Eva Moure

Lo primero que vi cuando entré al patio de Alba fue una carretilla de color lila apoyada sobre un poste, una de esas carretillas de currante,  para trajinar trastos. Era el recuerdo de una reunión de mujeres en la que había participado. Pensé que era un buen símbolo para Alba: trabajadora, decidida, sensible y muy consciente de su condición de mujer campesina, con tantas ganas de crecer como la caña de azúcar de su pequeña plantación, a 60 km de la capital, Asunción.

 

Antes de viajar ir allí, lo que sabía sobre Paraguay se reducía a unos cuantos datos: población que habla guaraní, sin salida al mar, una dictadura tan larga como la española que duró hasta el 89 y, en los últimos años, uno de los países más sexys para la inversión extranjera, sobre todo para empresas que buscan tierra buena- bonita- barata donde plantar soja, maíz y otros productos para la exportación. Como trabajadora de Oxfam Intermón, también sabía que en el departamento de Arroyos y Esteros de Paraguay está Manduvirá, una cooperativa azucarera de comercio justo  que es un referente de organización ejemplar desde que hace 40 años plantó cara a la empresa local que esclavizaba a los trabajadores y apostó por el asociacionismo, el desarrollo ecológico y la producción en pequeñas fincas. Dicen de sí mismos que están haciendo una ‘revolución dulce’, asegurando que los socios reciben semanalmente la paga por su producción, dando servicio técnico, crédito,  asistencia sanitaria y educativa, además de fomentar la participación y la negociación colectiva. De las 1.700 personas que forman hoy la cooperativa, el 44% son mujeres. Y Alba es una de ellas. Por eso tenía ganas de conocerla, a ella y a otras socias de la cooperativa.

 

Alba Zaracho en un momento de descanso tomando mate con su madre. (c) Pablo Tosco / Oxfam Intermón

Alba Zaracho en un momento de descanso tomando mate con su madre. (c) Pablo Tosco / Oxfam Intermón

 

Le pedimos a Alba, que tiene 35 años, no se ha casado, juega al voleibol y le gusta el fútbol, que nos cuente. Nos dice que está activamente implicada en la cooperativa. Cree en ella. Su padre vendió durante toda su vida la producción de caña a la empresa que ostentaba el monopolio local y pagaba arbitrariamente (cuando pagaba) a los trabajadores. Asociarse a Manduvirá el año 2006 fue un salto evolutivo. “Ahora tenemos más ingresos y con ese dinero podemos hacer muchas cosas más: invertir en la finca, comprar algunas cositas para la casa, estudiar, ir al oculista…”. A pesar de que la cooperativa fomenta la igualdad de género, nos cuenta que a los hombres no les gusta que las mujeres hagan trabajos en las fincas, “aunque las socias productoras se manejan muy bien”. Ella tiene una huerta para autoconsumo que trabaja ella misma y una pequeña finca con caña de azúcar para la que contrata jornaleros en época de la cosecha. Su clave para que hagan las cosas como ella quiere es “cómo les tratas”: con respeto pero firme, con las cosas claras. Exige, pero a cambio les paga un poco más. No hace bandera de ello, simplemente lo cuenta como su manera de trabajar en un entorno de hombres que al principio no la dejaban jugar con ellos a volei. Como en el patio de una escuela antigua, en rosa y azul.

Con Alba, como con tantas otras mujeres que empujan hacia adelante, me vuelve a la cabeza la habitación propia de Virginia Wolf. Decía que la libertad intelectual depende de lo material. Sin usar la palabra empoderamiento, Wolf señaló con el dedo que sin autonomía económica y sin espacio propio, la mujer no podía ser libre. El próximo reto de Alba es conseguir un trabajo en la fábrica que Manduvirá inaugura el 25 de abril, un hecho histórico: una cooperativa de pequeños productores que construye una fábrica para poder procesar su propia producción de azúcar. En un país que no ha levantado una fábrica desde hace más de 40 años. Bravo.

 

Eva Moure es periodista y trabaja en Oxfam Intermón

Maribel Villar: el cacao que salva vidas

Por Yasmina Bona Yasmina Bona

Me gusta el chocolate, desde siempre. Y todavía me gusta más desde hace unos días, cuando conocí a Maribel Villar y entendí que puede ser la clave para que muchas personas puedan vivir dignamente. Maribel vino a Barcelona a explicar cómo producen el cacao de comercio justo en República Dominicana. Desde el primer minuto me di cuenta de que lo que mueve a esta mujer, lo que la empuja a avanzar cada día, es una profunda convicción: cualquier cosa, por difícil que parezca, se puede lograr.

Maribel Villar, el pasado jueves 10 de octubre, en el encuentro #Avanzadoras celebrado en Madrid. Foto: Jorge París / 20 minutos

Maribel Villar, el pasado jueves 10 de octubre, en el encuentro #Avanzadoras celebrado en Madrid. Foto: Jorge París / 20 minutos

 

Maribel vive en San Francisco de Macorís, en la provincia de Duarte, la región donde se produce más de la mitad de todo el cacao de República Dominicana. Al morir su padre cuatro años atrás, ella, su madre y sus cuatro hermanas heredaron 170 hectáreas de tierra dedicadas al cultivo de cacao. A pesar de que el campo era el trabajo del padre de familia, ninguna de ellas conocía este sector. Nada extraño si tenemos en cuenta que en este país impera la idea de que es el hombre quien debe trabajar en el campo, y que se trata de una tarea demasiado dura para la mujer.

Maribel Villar cosechando frutos de cacao en República Dominicana. Foto: Guadalupe de la Vallina

Maribel Villar cosechando frutos de cacao en República Dominicana. Foto: Guadalupe de la Vallina

Maribel decidió tomar las riendas y dar continuidad al trabajo al que su padre había dedicado la vida entera. Tras probar experiencia en varias empresas comercializadoras de cacao, acabó uniéndose a Cooproagro, cooperativa que reúne a productores y productoras de cacao y que elabora el chocolate de comercio justo que vende Intermón Oxfam. Cuando vio que en la cooperativa cobraba entre un 25 y un 30% más que en el comercio convencional y que esto le permitía cubrir las necesidades básicas de su familia, no dudó en quedarse. Orgullosa y emocionada, me enseña la fotografía de un puente que han construido en su distrito gracias al dinero obtenido por la venta del cacao. Dice que este puente salva vidas. Gracias a él, ya no solo no pierden la cosecha, sino que pueden cruzar fácilmente de una orilla a otra, y si alguien enferma, puede ir al médico. La construcción de este puente ha sido posible porque parte de los beneficios de la venta de su cacao también recaen en la comunidad.

De los 1844 socios y socias de Cooproagro, solo 250 son mujeres. El trabajo de Maribel en la cooperativa, además de sembrar, cortar y picar el cacao, también consiste en conseguir la implicación de más mujeres. Lucha a diario por los derechos de las mujeres que, como ella, deben esforzarse para vivir en condiciones dignas. Cuando llegó hace un año, de los 200 socios y socias que había en su distrito, solo 12 eran mujeres. Hoy ya son 26. “Cuando entran a trabajar en la cooperativa, ven que pueden ayudarse a sí mismas. Valoran los logros conseguidos, como que sus hijos puedan ir a la escuela, el acceso al agua potable, a la sanidad…”. Maribel sabe que el trabajo en el campo no es fácil, pero “se puede”. “Mientras tengamos manos, brazos, piernas y salud, ¡se puede!”, expresa convencida.

La semana pasada, Maribel pudo compartir su historia con otras 20 mujeres activistas de América Latina, África y España en el 1r Encuentro Internacional de Mujeres que Transforman el Mundo. Allí se compartieron experiencias de lucha para conseguir que las demandas de las mujeres se escuchen con más fuerza. Entre estas experiencias, Maribel pudo contar su historia, la historia de este cacao dulce con sabor a derechos e igualdad.

 

Yasmina Bona es periodista y trabaja en Intermón Oxfam