Por Belén de la Banda
Tengo que reconocer que cuando se habla de café no puedo ser imparcial. La única adicción que no he podido quitarme nunca más allá de dos o tres días es el café con leche. Ahora mismo, mientras escribo, tengo la taza llena al alcance de la mano derecha. Y mientras lo preparo, y cuando lo tomo, me siento bien. Y el concepto de pausa de café me resulta una de las ideas más estimulantes: en medio de cualquier evento, supone un momento de encuentro libre con las personas que nos encontramos en ese camino. Y en los días de trabajo, las pocas veces que hay un hueco, supone un estupendo momento especial con las compañeras.

Betty ha encontrado nuevas oportunidades de desarrollo gracias al cultivo del café Tierra Madre. Imagen: Sergi García / Oxfam Intermón.
Por eso me ha resultado muy simpática la propuesta del Día Mundial del Comercio Justo, que se celebra mañana sábado: la mayor pausa de café del mundo, #FairTradeChallenge. Donde estés, con quien estés, diez o quince minutos para reflexionar en torno a una taza sobre lo mucho que puedo hacer para mejorar la vida de otras personas.
Para mí este año también va a ser muy especial ese momento. Lo celebraré con mi familia (tendrá que ser pausa-café y pausa-chocolate, e incluso pausa-galletas para tener a todos satisfechos). Lo que es seguro es que sabremos de quién acordarnos. Porque desde hace cinco años seguimos la historia de las mujeres que cultivan café en Nicaragua, y ahora añadiremos a las cooperativas de mujeres que se incorporan a enviarnos su café desde Uganda bajo la etiqueta Tierra Madre.
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