Archivo de la categoría ‘Pobreza’

Las mujeres viudas luchan por la supervivencia en la crisis de Lago Chad

Por Nafkote DabiNafkote Dabi

Decenas de miles de hombres y chicos han desaparecido desde que comenzó el conflicto en Noreste de Nigeria hace ocho años. Algunos han sido asesinados o secuestrados por Boko Haram; otros han sido detenidos por el ejército y nunca se les ha vuelto a ver. Hombres y chicos se han convertido en objetivo para ambas partes del conflicto. Las mujeres y los niños que dejan atrás enfrentan una crisis humanitaria sin protección, con poco o ningún apoyo, y bajo la amenaza de explotación y abusos sexuales. Pese a todo, su lucha por la supervivencia en un ambiente lleno de inseguridad no deja de sorprenderme.

Aisatu junto a un grupo de mujeres en la entrada al campo de desplazados de Muna Garage a las afueras de Maiduguri. Foto: Pablo Tosco/Oxfam

Un grupo de mujeres en la entrada al campo de desplazados de Muna Garage a las afueras de Maiduguri, Nigeria. Foto: Pablo Tosco/Oxfam

«Muchas mujeres son viudas. Tienen que ir al mercado para vender pequeñas cosas para poder alimentar a su familia, o mendigar en la calle para sobrevivir”. Aisha, mujer desplazada de 40 años.

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Soy Lolita…

Por Aura Lolita Chávez

…Aura Lolita Chávez Ixcaquic. Vengo de K’iche’, donde nací, territorio donde he mamado ser defensora con rebeldía, resistencia, con grandes inspiraciones de Kamal de revolucionarias y revolucionarios, soy semilla que camina hacia la vida en plenitud.

Aura Lolita Chávez Ixcaquic

Aura Lolita Chávez Ixcaquic

Soy madre de dos seres bellos a quienes amo, soy maestra, soy defensora de la vida y de territorios, integrante de un movimiento de pueblos, el “Consejo del Pueblo K’iche’, por la defensa de la Vida, Madre Naturaleza, Tierra y Territorio” (CPK), que esta articulado al Consejo del Pueblo Maya, que reúne a comunidades de los departamentos de El Quiché, San Marcos, Huehuetenango, Quetzaltenango, Chimaltenango, Sololá y Totonicapán, en Ixim Ulew “Guatemala” Ubicado en Abya Yala “América” en el cual no sólo defendemos nuestra vida. Defendemos también el territorio, la expresión de nuestra historia, nuestra identidad, nuestro idioma.

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Herederas de las ruinas en República Centroafricana

Por Júlia Serramitjana

Josephine Mbette es una de las mujeres que conocimos junto al fotoperiodista Pablo Tosco el año pasado en Bangui, la capital de República Centroafricana. Fue en Mukassa, uno de los campos de desplazados en los que, en esa época, se mezclaban sentimientos de frustración, nostalgia y esperanza. El campo se empezaba a vaciar y algunas mujeres estaban volviendo a sus casas en ruinas para intentar regresar a una vida normal.

Josephine era una de ellas. Había sufrido mucho por el conflicto, pero, a la vez, transmitía serenidad y valentía.

Josephine entre las ruinas de su casa destruida, dónde regresa a limpiar las hierbas ya recoger vegetales silvestres para comer. Huyó cuando quemaron su casa y mataron a sus vecinos. Foto: Pablo Tosco/Oxfam

Josephine entre las ruinas de su casa destruida, dónde regresa a limpiar las hierbas ya recoger vegetales silvestres para comer. Huyó cuando quemaron su casa y mataron a sus vecinos. Foto: Pablo Tosco/Oxfam

Conocimos a muchas como ella, mujeres a quiénes el conflicto les había arrebatado familiares, hogar, pertenencias, la cotidianidad, incluso la dignidad, y había convertido su vida en ruinas. Pero se levantaban todos los días y seguían adelante.

Durante el tiempo que estuve trabajando en este país pude ver como muchas mujeres acababan normalizando la violencia, las agresiones y los abusos sexuales a los que, a menudo, son sometidas, ellas y su entorno familiar.

Aun así, me sorprendía la valentía y la capacidad de sobreponerse a las situaciones adversas. Y es de lo que trata el proyecto ‘Herederas de las ruinas’, un recorrido fotográfico por la resiliencia de las mujeres en este conflicto silenciado.

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Las madres etíopes se organizan para luchar contra el hambre

Por M.  Nonkes

En Kochere (Etiopía), donde los roles de género todavía están muy definidos, un grupo de madres gana empoderamiento a través del cultivo de la tierra y un club de ahorro organizado por la ONG World Vision.

Workalem, una de las agricultoras del proyecto, delante de su huerto. Foto: M. Nonkes/World Vision

Workalem, una de las agricultoras que forman parte del proyecto comunitario, delante de su huerto. Foto: M. Nonkes/World Vision

Workalem, de 21 años, está decidida. No terminará como su madre. Y seguro que su hija de cuatro años no tendrá el mismo tipo de vida: «Me casé a los 16. No era madura. Debería haber terminado mi educación”.

La vida de Workalem no ha sido fácil. Pertenece a una familia de 8 hermanos y su padre murió cuando tenía 7. Su madre sacó a sus hijos de la escuela porque no podía pagar los cuadernos y lápices. Su familia vivía del cultivo del café pero nunca fue capaz de cosechar lo suficiente; el dinero que recibían de la venta del café se utilizaba para comprar alimentos pero se acababa demasiado pronto. El mismo problema se repite actualmente en muchas familias en esta crisis de hambre que sufre Etiopía.

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La lucha de las mujeres por la vivienda en República Dominicana

Por Raquel Checa

La imagen es la de un mar turquesa, de playas de arena blanca donde la mirada se pierde y  de extensos bosques de palmeras y cocoteros que llegan hasta la orilla de la playa. La imagen de un país rico y próspero económicamente, donde el turismo genera recursos valiosos.

Esa visión que muchos tenemos es cierta, pero sólo en parte. República Dominicana (RD) se ha establecido como una de las economías de más rápido crecimiento en América Latina y Caribe en las últimas dos décadas, según datos del Banco Mundial. Entenderíamos que eso debería ser sinónimo de prosperidad económica y bienestar social para toda la población. Sin embargo, la realidad cruel se impone y cuando conoces más allá de los hoteles y de las playas turísticas, cuando puedes caminar por los barrios de Santo Domingo, dar un paseo en barca por el río Ozama en plena capital del país y conversar con su gente, te percatas de que la desigualdad, la corrupción y el clientelismo también existen en este “paraíso”.

Rosa Gisel González en el alojamiento provisional donde vive desde hace años. Imagen de Pablo Tosco / Oxfam Intermón.

La otra imagen del país, que contrasta con la del agua turquesa y las arenas blancas, la vive en primera persona Rosa Gisel González, junto a sus tres hijos y su compañero. Desde hace años están en una casa de madera y chapa de zinc en el llamado ‘albergue Alfa 4’. Es uno de los viejos edificios utilizados para que las familias afectadas por los fenómenos climáticos se refugiaran temporalmente en condiciones precarias hasta ser recolocados en una vivienda digna y segura. «Cada vez que llueve entra un río por la puerta y luego nos pasamos días para secar la ropa y el colchón, lo único que tenemos«.

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Las manos invisibles

Por Alba Trepat

Ambur es una ciudad árida y polvorienta situada en la carretera nacional que va de Bengaluru a Chennai, al norte del estado sureño de Tamil Nadu, en la India. La ciudad y los pueblos de los alrededores dependen de la industria del cuero, con más de un centenar de curtidurías, fábricas y pequeños talleres. Fuera de los centros formales de producción, cientos de mujeres del estatus social más bajo y las castas inferiores trabajan desde su domicilio en la región, empleadas principalmente para coser las piezas de cuero que forman la pala – la parte superior que luego se une a la suela – de los zapatos.

Todas ellas suponen mano de obra barata y flexible para un sector fuertemente globalizado. Es decir que la labor que realizan no es artesanal o tradicional, sino que está integrada a los procesos de producción modernos de las principales marcas y distribuidores occidentales. El modelo de zapato, el número de puntadas, el hilo y el método de trabajo dependen completamente de las indicaciones de la fábrica.

Sin embargo, las trabajadoras a domicilio no obtienen los encargos directamente de las fábricas ni son reconocidas como trabajadoras de estas, sino que reciben los pedidos a través de intermediarios quienes, a su vez, consiguen el encargo de una fábrica subcontratada por la fábrica principal. Debido a su dispersión por el territorio no tienen ningún poder de negociación.

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Avanzadoras: en el camino del reconocimiento

Por Belén de la Banda

Lo que no se reconoce, no existe. Cuando se acerca la fecha del 8 de marzo, en la redacción de 20minutos y en las oficinas de Oxfam Intermón sentimos una emoción muy especial. Llega el momento del reconocimiento.

Entrega del premio Avanzadoras 2016. Mariú d’Errico y voluntarias de su organización, ACOPE, en compañía de Arsenio Escolar, director de 20 Minutos, Melisa Tuya y Sole Giménez. Imagen de Elena Buenavista / 20 minutos.

Nos hemos empeñado en abrir cada año una oportunidad para que cientos de personas piensen en las mujeres de su entorno que merecen ser mucho más conocidas de lo que son, recibir más apoyo del que tienen. Mujeres con compromiso, con criterio, con liderazgo. Mujeres con causa.

Así que cada año por estas fechas convocamos el concurso Avanzadoras. Buscamos a esas personas que con su actividad hacen mejor el mundo a su alrededor. Se nos ocurren muchos ejemplos, pero sobre todo, sabemos por experiencia que hay personas que conocen muchos más.

No quisiera estar en la piel de María Solanas, Coordinadora de Proyectos del Real Instituto Elcano, de Melisa Tuya, editora de blogs y especiales de 20 Minutos, o de Marcela Ospina, Directora de Comunicación de Oxfam Intermón, que compondrán el jurado este año.

En las ediciones anteriores, gracias al premio Avanzadoras, conocimos a Sagrario Mateo, una Avanzadora navarra contra la violencia que ayuda a otras mujeres a superar lo que ella misma había sufrido.

En 2015 celebramos el compromiso de 360 grados de Mabel Lozano contra la trata de personas, convertido en la mayor implicación audiovisual y personal que puede tenerse. Con su documental ‘Chicas nuevas 24 horas’ ha viajado por todo el mundo para visibilizar la trata y contribuir a erradicarla de una vez por todas.

Y el año pasado nos encontramos con Mariú d’Errico, una voluntaria que durante más de treinta años ha acompañado y ofrecido oportunidades de reinserción a mujeres presas de diferentes prisiones en nuestro país. Fueron sus compañeras de voluntariado quienes pensaron que el premio Avanzadoras ayudaría a crear conciencia social sobre la situación de estas mujeres.

Cada año, las premiadas y las finalistas nos llenan de esperanza. Y nos emociona la cantidad y calidad de las propuestas. Vemos que con su liderazgo y su pasión hacen posibles muchos cambios en nuestra sociedad.

Seguro que se te ocurren ejemplos. Si conoces a una Avanzadora que merezca un homenaje, preséntanosla. Cuéntanos su historia. Haz posible que el 8 de marzo miles de personas tengan oportunidad de conocerla y apoyar su causa.

Belén de la Banda es periodista y trabaja en Oxfam Intermón. Comprometida con el Proyecto Avanzadoras.

La ruta del peligro múltiple

Por Tania Sordo Ruz

Con las pretensiones de Trump de construir muros, tanto visibles como simbólicos, muchos líderes y lideresas europeos se están llevando las manos a la cabeza por el trato que el gobierno de Estados Unidos está dando a las personas migrantes y refugiadas. Mientras, paradójicamente, en Europa se cierran fronteras, existen numerosos muros y vallas,  y vivimos una violación masiva y continua de los derechos humanos de las personas que llegan a nuestro territorio en busca de refugio.

Una refugiada siria abraza a su hijo en un edificio abandonado en Atenas. Imagen de Laura Martínez Valero / Women’s Link Worldwide

En Women’s Link Worldwide hemos documentado la violencia específica que sufren las mujeres y niñas migrantes y refugiadas en territorio europeo. Tienen mayor riesgo de ser víctimas de trata con fines de explotación sexual, de ver vulnerados sus derechos sexuales y reproductivos o de que se obstaculice su derecho al asilo, simplemente por ser mujeres. Además, las precarias condiciones de alojamiento, aseo, iluminación y seguridad en los campamentos las ponen en riesgo ante la violencia sexual. El acceso a servicios de salud es mínimo, las mujeres embarazadas no están recibiendo tratamiento médico adecuado y tampoco hay asistencia médica para bebés recién nacidos y niños pequeños, que se encuentran expuestos a múltiples enfermedades.

Sin embargo, la Unión Europea y sus instituciones han ignorado de forma sistemática esta situación, tomando decisiones basadas en intereses políticos y económicos, y no en los derechos humanos. El Acuerdo entre la Unión Europea y Turquía es uno de los máximos exponentes de estas decisiones. Por ello, desde Women’s Link interpusimos una queja ante la Defensora del Pueblo Europeo en la que exigimos que la Comisión Europea llevara a cabo una evaluación del impacto que el Acuerdo ha tenido en las vidas de las mujeres y las niñas, como debería haber hecho desde el inicio.

La Defensora admitió nuestra queja, inició una investigación y recientemente ha emitido su decisión, que ha sido muy clara: la Comisión no ha cumplido sus obligaciones con los derechos humanos. A partir de ahora, mientras el Acuerdo esté vigente, la Comisión tiene la obligación de incluir en sus informes una sección independiente centrada en el respeto de los derechos humanos, con una perspectiva de género y de protección de los niños y las niñas.

La Comisión ha anunciado que presentará su próximo informe en marzo. A la espera de dicho informe, continuaremos vigilantes para lograr que la decisión de la Defensora del Pueblo Europeo se convierta en una nueva oportunidad para la Unión Europea de hacer las cosas bien. Es el momento de que actúe conforme a sus principios y valores y demuestre que le interesa proteger a las personas y no a los muros.

Tania Sordo Ruz es abogada de Women’s Link Worldwide 

La bicicleta que cambia la vida

Por Bárbara Lazcano

Ana tiene 15 años y nunca se había subido a una bicicleta. Cuando empezó con los talleres de ciclismo en el marco del proyecto “Chicas Bici-bles” la vimos caerse una y otra vez. Pero también la vimos levantarse. A casi un año de que aprendió a rodar con el resto del equipo de Promoción Juvenil Comunitaria de SiKanda, Ana platica que le gusta andar en bicicleta porque le sirve para distraerse, “Si tengo problemas, me voy en mi bici”.

Vista desde la cima del vertedero de Oaxaca. Imagen del proyecto Chicas Bici-bles de SiKanda.

La bicicleta puede ser una herramienta de transformación muy poderosa. Ayuda a derribar todo tipo de barreras, tanto personales, como de género. Nos permite combatir la violencia, la discriminación y forjar comunidad. Es por ello que nació Chicas Bici-bles, proyecto dirigido a adolescentes que viven y estudian en la zona alrededor del basurero más grande del estado de Oaxaca.

Trabajo en equipo. Imagen de SiKanda.

Buscando fortalecer la autonomía y empoderar a las jóvenes, el proyecto brinda durante dos años capacitación y acompañamiento.  Como dice Adriana, “Al principio van a tener miedo. Como se van subiendo en la bici se van a sentir más seguras de sí mismas y van a agarrar más valor de andar solas en las calles o carreteras, o en cualquier lugar donde vayan”.

Las Chicas Bici-bles no sólo aprenden a rodar juntas. Participan en talleres sobre derechos humanos, género, derechos sexuales y reproductivos, habilidades para la vida y prevención de violencia. Forman parte de un equipo de Promoción Juvenil Comunitaria, en donde comparten con sus pares lo aprendido y organizan actividades dentro y fuera de las escuelas.

Todo lo anterior sucede en el municipio de Villa de Zaachila, donde se encuentra un basurero que recibe alrededor de 700 toneladas de residuos, provenientes de más de 20 municipios, todos los días.

SiKanda, asociación civil oaxaqueña, trabaja en la zona desde su fundación en 2009. Desde hace cuatro años, implementa proyectos junto con las y los jóvenes de la localidad. Un reto particularmente grande es enfrentar la inequidad y violencia de género. Por ello, Chicas Bici-bles promueve que las jóvenes mujeres se hagan visibles a nivel local, apropiándose de una herramienta que normalmente sólo sus pares hombres utilizan con regularidad: la bicicleta.

Durante dos años las y los Promotores Juveniles participan en el programa. Con sus bicis idénticas, cascos y chalecos fosforescentes, es difícil no detenerse para mirarles pasar. Al rodar por su comunidad se reapropian y resiginifican el espacio. Al hacerlo juntas, construyen familia y comunidad.  

En febrero de 2017, el nuevo equipo de Chicas Bici-bles estará listo para recibir sus corceles de aluminio.

Este proyecto necesita apoyo. Es posible adoptarlo compartiéndolo o haciendo una donación.  Más información en la web Si-Kanda.org, en la página de Facebook de la organización o en twitter: @sikanda_oaxaca

Bárbara Lazcano es maestra en Desarrollo Local por la Universidad Autónoma de Chiapas (UNACH). Actualmente colabora con Solidaridad Internacional Kanda A.C. (SiKanda) como Coordinadora de Comunicación y Vinculación.

Golpes del clima

Por Anna Pérez Català

¿Los impactos del cambio climático afectan de forma diferente a los hombres que a las mujeres? Pues sí, varios informes indican que la cultura, las tradiciones, y los diferentes roles dentro de la sociedad hacen que las mujeres se vean mucho más afectadas por las consecuencias del cambio climático alrededor del mundo.

Proyecto de energías limpias en Bhutan. Imagen: Asian Development Bank.

Proyecto de energías limpias en Bhutan. Imagen: Asian Development Bank.

El informe Género y Clima recoge algunos ejemplos de estas diferencias. Por ejemplo, los estereotipos y roles sociales en algunas culturas, como en Filipinas, hacen que las mujeres no puedan salir de la casa sin los hombres, o que no puedan aprender a nadar, y esto las afecta profundamente en caso de un evento meteorológico extremo, como un tifón. O el hecho que culturalmente no puedan expresar su opinión libremente, hace que sus necesidades no se vean contempladas en planes de adaptación al cambio climático, como se ha visto en Nepal.

Después del huracán Katrina en Estados Unidos, las mujeres perdieron una media del 7% de sus ganancias, mientras que las de los hombres incrementaron un 23%, simplemente por la diferencias en el mercado laboral. Igualmente, después de las inundaciones en Reino Unido en 2007, se comprobó que las mujeres tenían 1.7 más probabilidades que los hombres a tener depresión debido a este evento.

Pero no sólo la forma cómo nos impacta el cambio climático se ve afectada por los roles de género, también encontramos grandes diferencias de género en las soluciones.

La Agencia Internacional de la Energía demuestra en un informe presentado este año que actualmente más de 8.1 millones de personas trabajan en el sector de las energías renovables a nivel mundial. En su capítulo sobre género, explica que las mujeres representaron el 35% de la fuerza de trabajo en esas compañías, es decir, menos que la mitad. Curiosamente, en la industria energética en general (incluyendo combustibles fósiles), las mujeres representan entre un 20 y un 25%. Es decir, las mujeres tenemos más representación en el mundo renovable!

Como explica Karina Larsen, del Centro y Network de Clima y Tecnología (CTCN por sus signas en inglés) de la convención de cambio climático, hay dos retos principales cuando hablamos de género y tecnología:

Aún hay la percepción que las mujeres son las beneficiarias, y no las que deciden los proyectos’, explica Karina. La participación es muy importante para que la implementación de energías renovables tenga en cuenta las diferentes necesidades y perspectivas que pueden tener las mujeres. Debido a los roles que tradicionalmente se les asigna, las voces de las mujeres son necesarias para hacer una tecnología más inclusiva e adaptada a sus necesidades.

Además, la tecnología es vista como neutral en género. Pero no es así. La tecnología puede crear trabajo y empoderar, pero también puede destruirlo y poner barreras para las mujeres, y es algo que estamos estudiando’.

De acuerdo con la oficina de Género Global de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN, por sus siglas en Inglés), la mujer se encuentra en desventaja, tanto por su vulnerabilidad como a sus posibilidades de desarrollo: más de 2 millones de mujeres en el mundo viven en situación de pobreza energética y sólo un 10% de los créditos otorgados por instituciones financieras para proyectos de energías renovables son brindados a mujeres.

Debemos apoyar a las mujeres, especialmente  a aquellas en ámbitos rurales, para que construyan sus capacidades y se empoderen para tener control y poder. Así pueden movilizarse y convertirse en un agente de cambio contra los impactos del cambio climático’, dice Shaila Sahid, de Gender CC.

La inclusión de las mujeres en el diseño y la puesta en práctica de soluciones al impacto cambio climático es muy importante, ya que se ven diferentemente afectadas y entienden sus consecuencias de una forma única.

Anna Pérez Català es ambientóloga especialista en el cambio climático.