Archivo de la categoría ‘Migraciones’

Erasmus embarazada

Por Raquel García Hermida Raquel García Hermida

La profesora me miró indignada y señaló la puerta superior del anfiteatro, varios tramos de incómodas escaleras más arriba: “Si va a llegar usted tarde, entre por donde debe”. “Lo sé, discúlpeme, pero…” Me apunté con el índice a los siete meses de embarazo patentes en mi tripa y la mujer enrojeció hasta las pestañas: “Oh, vaya, lo siento mucho”, balbuceó, antes de proceder con su clase magistral en Derecho Comunitario. Mientras maniobraba para aposentarme en el reducido espacio de un pupitre de la primera fila, sentí las miradas de un par de cientos de compañeros fijas en mi cogote.

Embarazada. Archivo de 20 Minutos

Embarazada. Archivo de 20 Minutos

No era la primera vez que mi “estado” era observado con franca curiosidad: en la universidad no abundan las embarazadas, y mucho menos cuando no están sobre la palestra sino tomando apuntes aplicadamente. Somos un espécimen más común en másters, cursos de doctorado y los turnos de tarde-noche de algunas titulaciones. Pero en los Países Bajos, en una clase de grado en la que la edad media es de 20 años, somos una rareza a contemplar. El remate final viene cuando te preguntan: `’¿Y con qué programa estás aquí en Utrecht?’, y tú contestas, anticipando la expresión de sorpresa en tu interlocutor: ‘Soy Erasmus’.

Está claro que no doy el perfil: la inmensa mayoría de los participantes en el programa europeo de intercambio universitario Erasmus tienen entre 20 y 22 años, son económicamente dependientes de sus familias y, en el caso de los españoles, salen por primera vez de casa, o al menos del país, para algo que no sea unas vacaciones. Dependiendo del destino, tendrán que estudiar más o menos, pero en general solventarán el curso con facilidad. ¿Programa Orgasmus (léase: de fiesta en fiesta, de cama en cama) en vez de Erasmus? Algo de verdad tiene el mito, aunque por lo que yo he visto tiende a exagerarse un poco.

Afortunadamente, las becas Erasmus (como muchas otras) están abiertas a todas aquellas personas que cumplan los requisitos académicos, sin más. Hace diez años, cursando Periodismo, mis circunstancias personales y laborales me impidieron cumplir el sueño de estudiar fuera. Esta vez no podía dejar escapar la oportunidad:   con un empleo en el que el teletrabajo era factible, unos jefes y compañeros comprensivos, flexibles y que me apoyaron en todo momento (no es peloteo: les estaré eternamente agradecida), y mi pareja ya viviendo en los Países Bajos, decidí que era ahora o nunca. Tampoco lo dudé un momento cuando decidimos formar familia a mitad del curso: estás embarazada, no enferma. Tengo la inmensa suerte de que nadie en mi entorno cuestionó mi decisión, pero sé que no siempre es el caso; cuántas veces he escuchado a alguien decir de alguna: “no sé qué se habrá creído, a sus años…”

O, aún peor, una situación bastante más frecuente: mujeres más jóvenes que yo, tal vez con más inseguridades y menos apoyo social, que de repente se encuentran embarazadas y creen (o les hacen creer) que el único camino posible es abandonar definitivamente los estudios para buscar un trabajo que les permita mantener a su bebé. ¿Por qué nadie les dice que hay otras opciones? ¿Que, siempre con esfuerzo, es posible compaginar el trabajo, los libros y el embarazo, incluso la propia maternidad? En esta como en muchas otras cuestiones, la conformidad con lo que se espera de nosotras es nuestro peor enemigo. Hagamos pues nuestras propias reglas; rebelémonos.

 

 Raquel García ha dedicado su carrera profesional a la comunicación política y social  en  organizaciones de España y Estados Unidos. Su última parada es Gorredijk, una pequeña comunidad rural en los Países Bajos, desde donde escribe sobre los retos de la emigración, la maternidad y cómo conciliar las aspiraciones personales y laborales.

El tomate como cuestión política

Por Eva MoureFoto Eva Moure

‘Una de las cosas que me decían era: Ah, pero es muy político el programa. ¿En serio?, les decía yo, ¿te diste cuenta? Por ejemplo cuando hablaste de la importación del tomate… eso es político.  Yo creía que la gente no captaba mucho el trasfondo…’.

Perla Álvarez me explicaba todo esto hace unas semanas en su casa, cerca de Asunción, recordando  su experiencia como presentadora de televisión, algo que apareció en su vida de forma inesperada. ‘¿Yo? ¡Pero si no tengo experiencia!’. Profesora de guaraní, portavoz de la Coordinadora Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas (CONAMURI) de Paraguay  y entusiasta defensora de los derechos humanos, aceptó la propuesta por su singularidad: conducir un programa de cocina (Tembi’u Rape) que daba voz a las personas que producen los alimentos, a la gente del campo, a hombres y mujeres que no suelen aparecer en televisión, y mucho menos explicando cómo viven, cómo cocinan, cómo comen o no comen. Todo esto en Paraguay, el país peor alimentado de Sudamérica según datos de la ONU. Donde casi dos millones de personas pasan hambre. Y en guaraní, una lengua que habla el 90% de la población pero que apenas tiene espacio en los medios de difusión.

 

Perla Álvarez en su casa cerca de Asunción (Paraguay) (c) Pablo Tosco / Intermón Oxfam

Perla Álvarez en su casa cerca de Asunción (Paraguay) (c) Pablo Tosco / Intermón Oxfam

 

Para Perla, una comunicadora nata que podría dar clases de comunicación a muchos profesionales de los medios, participar en el programa de televisión fue una experiencia que le permitió acercarse desde otro ángulo a la reivindicación social y cultural. Tanto ella, como otras personas ligadas a organizaciones políticas de base, supieron ver en este medio de comunicación una oportunidad para colocar la cámara orientándola hacia la mayoría silenciada.

El programa de televisión Tembi’u Rape surgió después de 35 años de dictadura. Por primera vez, había un presidente progresista (Fernando Lugo) y los movimientos sociales pusieron la primera. La televisión pública, recién nacida, era un buen foro para expresarse (como lo fue en España durante la Transición). ‘Hasta que terminó la financiación y vino el golpe parlamentario en Paraguay (junio de 2012). Ahí se tronca todo el proceso’, lamenta Perla. Aunque es precisamente entonces (y creo que no por casualidad), cuando el programa empieza a difundirse más, con reemisiones y vía YouTube, con visitas también desde fuera del país, de migrantes que se identifican con lo que ven: por fin, en la pantalla, uno de los nuestros.

Tembi’u Rape acaba de ser seleccionado por los Premios TAL (Televisión de América Latina) en la categoría de Producción Innovadora, un reconocimiento al trabajo de un equipo que apostó por la divulgación de lo cotidiano. Si quieres votar a favor, puedes hacerlo hasta el 24 de julio. En este vídeo, Perla en persona te explica cómo hacerlo.

 

Eva Moure es periodista y trabaja en Intermón Oxfam

Hablan las mujeres víctimas de la trata

Por Helga FlamtermeskyHelga Flamtermesky

En las noticias de esta semana nos contaban que en España habían desarticulado una red que traficaba con mujeres chinas para la explotación sexual. En resumen, eran esclavas: sometidas, controladas, humilladas, amenazadas.  Mientras veía las noticias imaginaba las cosas que les podían estar pasando por la cabeza a esas mujeres. Ser rescatada también implica afrontar otros miedos y otros problemas. Ojalá las escuchen, ojalá entiendan el porqué de sus silencios, ojalá les respeten el derecho de no denunciar a aquellas que así lo decidan. Lo digo más alto: DECIDAN. Sí, las víctimas de trata deciden sobre sus vidas. Durante la trata tomaron decisiones para sobrevivir, para aguantar, para escapar.

Desafortunadamente para muchas personas las víctimas son solo mujeres rotas e incapaces, como se refirió a ellas un político en Madrid durante un evento sobre la trata.  Verlas así les niega su capacidad de transformación, y deja en el olvido la cantidad de conocimientos que hay en sus experiencias y estrategias sobreviviendo y luego reconstruyéndose.

En el 2007 empecé hacer una investigación sobre la trata de mujeres cuyo objetivo era empoderar a las víctimas situándolas como agentes sociales.  Un trabajo precioso pero muy doloroso. Aún hay recuerdos  e imágenes de la investigación que no cicatrizan.

Autoretratos realizados por mujeres víctima de trata.

Autoretratos realizados por las mujeres víctima de trata que han participado en la elaboración de la Guía sobre Trata de Mujeres.

La investigación se realizó en Filipinas, Estados Unidos, Colombia y España. Participaron más de 22 mujeres de 15 nacionalidades.  Las mujeres que participaron habían vivido diferentes formas de trata: explotación sexual, tráfico de órganos, matrimonio servil y forzado, trabajo en régimen de esclavitud (experiencias que ellas mismas han explicado en forma de cuentos). Algunas hacía más de 10 años que habían conseguido salir de la trata y otras acababan de hacerlo. Algunas habían pedido ayuda, otras habían denunciado, la mayoría habían escapado, muy pocas habían sido rescatadas. Diferentes religiones y diferentes idiomas. Y aun así, logramos conectar entre nosotras y trabajar juntas, sin que nadie nos financiara. Teníamos en común que éramos inmigrantes y que teníamos ganas de hacer visibles las reflexiones y las propuestas de las víctimas.

Las mujeres se situaron como evaluadoras sobre los expertos, analizando sus políticas y sus protocolos de atención. A ellas les costaba ver reflejadas sus vivencias en esos documentos, hasta que después de mucho preguntar descubrimos que la mayoría de los expertos y políticos que trabajan sobre la trata nunca habían tenido contacto con una víctima, o sea, trabajan en base a víctimas imaginadas.

A partir de allí decidimos llevar a cabo diferentes  iniciativas como la construcción de un espacio virtual www.mujerfrontera.org donde las víctimas pudieran hablar, dar ideas y propuestas. Hace tres semanas empezamos a difundir la Guía Sobre la Trata de Mujeres que durante dos años fuimos construyendo (disponible en español, inglés y francés). Es la primera vez que las víctimas de trata hacen recomendaciones a los profesionales, y además dan recomendaciones a otras víctimas para que se cuiden o para que escapen.  Todo basado en sus propias experiencias.

Espero de verdad que estas mujeres sean escuchadas y que la guía tenga mucha difusión. Con ello, estoy segura de que conseguiremos evitar nuevos casos y atender mejor a las víctimas de la trata.

Helga Flamtermesky, coordinadora del proyecto Mujer Frontera (www.mujerfrontera.org)

 

Trabajo doméstico: el mito de Sísifa

Por Margarita Saldaña MargaritaSaldaña

 Cuenta Homero en la Odisea que los dioses, enfadados con Sísifo, le condenaron a transportar una pesada piedra hasta la cima de una montaña. El castigo sería eterno pues, al alcanzar por fin su destino, la piedra rodaba nuevamente hacia el punto de partida y Sísifo debía volver a comenzar. Así, hasta el final de los tiempos.

Animación de Articulación Feminista Marcosur y Oxfam

Animación de Articulación Feminista Marcosur y Oxfam

Como los mitos nos ayudan a interpretar la realidad, vamos a dar el nombre genérico de “Sísifa” a un colectivo de mujeres inmigrantes cuyas identidades reales es preferible ocultar por una sencilla cuestión: están fuera de la ley. La vida de Sísifa antes de la condena no había sido fácil, pero ante ella se abría al menos un ancho horizonte de esperanza. A través de una u otra “odisea”, Sísifa había logrado lo que durante mucho tiempo parecía un sueño inalcanzable: vivir en España como residente legal, con los derechos y las obligaciones de cualquier otro ciudadano. Por fin ´tenía los papeles´, lo cual es casi una hazaña de supervivencia; que se lo dijeran a su amiga Guadalupe, por ejemplo, que todavía anda batallando para tener en la mano la cotizadísima tarjeta de residencia.

Que Sísifa sepa, no ha cometido ningún error que justifique la ira de los dioses y la condena que se le ha venido encima: “perder los papeles” o, dicho en términos jurídicos, incurrir en irregularidad sobrevenida. En resumidas cuentas, lo que a esta mujer le pasa es que la piedra se le ha resbalado ladera abajo y vuelve a encontrarse en el punto cero: otra vez irregular, otra vez sin documentación, otra vez sin derechos. Expliquemos brevemente la situación: cuando una persona inmigrante consigue regularizarse, se le otorga un permiso de residencia temporal que le autoriza a vivir en España más de 90 días y menos de 5 años, aunque después del primer año la residencia debe renovarse cada 2 años. Entre los varios requisitos necesarios para obtener la renovación es fundamental poder acreditar la existencia de una relación laboral vigente. Y aquí es donde la piedra comienza a caer a una velocidad vertiginosa, porque en la actual situación de crisis muchos extranjeros no tienen la documentación necesaria para renovar su residencia porque carecen de contrato de trabajo.

Cierto que el desempleo no afecta sólo a los inmigrantes; conocemos a muchos españoles y españolas de pura cepa que están sufriendo duramente los efectos del paro. Tampoco la crisis golpea únicamente a las mujeres, por supuesto; son muchos los varones que pierden sus puestos de trabajo o los ven peligrar todos los días. Pero debemos decir, porque también es verdad, que a estas mujeres inmigrantes la crisis les coloca en una situación de vulnerabilidad particular, pues les empuja nuevamente hacia el círculo vicioso del que creyeron haber salido para siempre: ‘sin papeles no hay trabajo, y sin trabajo no hay papeles’.  No tener papeles significa, para Sísifa, perder posibilidades reales de encontrar un nuevo empleo. Significa regresar a la economía sumergida. Significa no poder salir a la calle con tranquilidad por miedo a que la policía la detenga. Significa no poder ponerse enferma porque ya no tiene derecho a la sanidad pública. Significa… vivir bajo el peso de una condena aplastante y enfrentarse cada mañana a una piedra pesadísima con las magras fuerzas que le van quedando. ¿Tendrá que ser así hasta el final de los tiempos?

 

Margarita Saldaña trabaja en el Centro Pueblos Unidos, de Madrid.

Más de la mitad dedica durante esta semana un espacio destacado a conocer las situaciones de las personas que dependen del trabajo doméstico para vivir.

 

Trabajo doméstico: ¿explotación a cambio de papeles?

Por Margarita Saldaña MargaritaSaldaña

La historia de la explotación laboral a cambio de papeles tiene infinidad de nombres, pero hoy escogemos sólo uno: Guadalupe. Guineana de 26 años, lleva tiempo ocupando uno de los lugares emblemáticos que la mano de obra española no ha cubierto durante las últimas décadas: empleada doméstica interna. Para no mezclar expectativas, conviene tener en cuenta que nos vamos a referir al trabajo de “las internas”, y que este trabajo lo vienen desempeñando fundamentalmente personas inmigrantes, en su mayoría mujeres. Algunas y algunos pensarán que exageramos; ojalá fuese así.

La negociación de la empleada doméstica sin papeles. Captura de la animación de Marcosur y Oxfam

La negociación de la empleada doméstica sin papeles. Captura de la animación de Marcosur y Oxfam

Después de una epopeya demasiado larga de contar, esta mujer consiguió un empleo “con opción a contrato”. Las condiciones iniciales eran aceptables, aunque desde muy pronto la situación comenzó a complicarse: “Empezaron pagándome 700 euros mensuales por hacerme cargo de una casa de tres pisos en la que vivían dos ancianos válidos. Al cabo de una semana, consideraron que comía demasiado y me bajaron a 650 euros; y ahora me pagan 600, sin saber por qué me han vuelto a rebajar. Después de un tiempo, me dijeron que tendría que ir también dos días por semana a limpiar la casa de la hija, que está en la otra punta de Madrid. En estos meses, la salud de los señores se ha deteriorado; además de llevar la casa, tengo que hacer de enfermera, controlarles la medicación y los aerosoles, darles masajes, bañarles, levantarme de madrugada si hace falta y quedarme de noche en el hospital cuando uno de ellos está ingresado”. Guadalupe, que en medio de todo no pierde el humor, ni la sonrisa, concluye: ‘Lo llamo Guantánamo porque esto no es un trabajo; es una cárcel, una explotación con letras grandes’.

Negociación laboral de una empleada doméstica. Animación de Articulación feminista Marcosur y Oxfam

Negociación laboral de una empleada doméstica. Animación de Articulación feminista Marcosur y Oxfam

La experiencia de esta mujer es compartida por miles de empleadas domésticas internas para quienes las recomendaciones del Convenio 189 de la OIT y las líneas maestras del RD 1620/2011  siguen siendo, en la práctica, papel mojado: más de 15 horas diarias de trabajo, sueño interrumpido, responsabilidades en aumento, reducción de salarios, exposición a riesgos laborales sin prevención alguna, imposibilidad de acceder a la negociación colectiva, inexistencia de vacaciones y falta de cobertura sanitaria son sólo algunos de los problemas más acuciantes de las trabajadoras de este sector.  Por no hablar de que tampoco tienen derecho al desempleo, ya que hasta el 2019 no se prevé la equiparación legal total del empleo doméstico con el resto de los sectores.

Ante este panorama, ¿por qué Guadalupe y tantas otras no se van? La realidad es tan compleja como la simplicidad de su respuesta: ‘porque necesito los papeles‘. Conseguir una relación laboral estable es la única vía de regularización en España a la que muchas personas tienen acceso: “Yo estaba desesperadísima cuando cogí este trabajo, y hay empleadores que se aprovechan de la desesperación de la gente. Lo he aguantado todo pensando en mis papeles”. Recordemos que el empleo doméstico continúa considerándose como un asunto privado pues, al desarrollarse en la privacidad del domicilio, no puede haber inspección de las condiciones laborales; de esta manera, las empleadas domésticas internas quedan expuestas a una gran vulnerabilidad de sus derechos.

No parecería extraño que cuando Guadalupe consiga su regularización trate de buscar otro empleo y de acercarse a un sueño dorado que, para cualquier persona, tendría que ser más bien un presupuesto básico: ‘trabajar ocho horas y tener una casita’. Es posible también que sus actuales empleadores monten en cólera y la tachen de desagradecida: ‘¡ahora que le damos los papeles, se marcha!’. Mientras los actores implicados asumen su responsabilidad en el asunto, que cada cual resuelva hacia qué lado se inclina la razón…

 

Margarita Saldaña trabaja en el Centro Pueblos Unidos, de Madrid.

Más de la mitad dedica durante esta semana un espacio destacado a conocer las situaciones de las personas que dependen del trabajo doméstico para vivir.

Trabajo doméstico: un convenio contra la indecencia

Por Margarita Saldaña MargaritaSaldaña

Muchas protagonistas de esta historia no han oído hablar del Convenio 189 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) «sobre el trabajo decente,  pero sufren en sus carnes el hecho de que, dos años después de ser propuesto (16 de junio de 2011), el Estado español no lo haya ratificado. Rosemary, Eugenia, Verónica o Guadalupe son como pequeños granos de arena en el inmenso desierto del empleo doméstico mundial, del que forman parte más de 53 millones de personas, sin contar niñas y niños. No se nos puede pasar por alto un dato significativo: el 83% de los trabajadores domésticos son mujeres.

Animación de Marcosur y Oxfam

El horario de la empleada doméstica. Animación del proyecto ‘Mujeres migrantes, mujeres con derechos’ de Marcosur y Oxfam

Si les pidiéramos a nuestras protagonistas que nos hicieran un resumen de sus condiciones de vida, podrían narrarnos algo así: «En la actualidad, las trabajadoras domésticas con frecuencia reciben salarios muy bajos, tienen jornadas de trabajo muy largas, no tienen garantizado un día de descanso semanal y, algunas veces, están expuestas a abusos físicos, mentales y sexuales, o a restricciones de la libertad de movimiento. La explotación de las trabajadoras domésticas puede ser, en parte, atribuida a los déficits en la legislación nacional del trabajo y del empleo, y con frecuencia refleja discriminación en relación al sexo, raza, casta». A decir verdad, esta descripción tan precisa, aunque bien podrían haberla hecho ellas mismas, procede de la OIT.

Una cosa, claro, es leer formulaciones impecables en artículos impresos o virtuales, otra cosa es escuchar los relatos que hacen las propias protagonistas, y algo absolutamente distinto debe de ser vivir un día tras otro, un año tras otro, la cruda verdad que las estadísticas reflejan con frialdad. Al adentrarnos en la realidad española, salta a la vista que gran parte de las trabajadoras domésticas se ven obligadas a soportar una dificultad añadida a la precariedad  ya señalada: el factor de la inmigración. Es precisamente en este cruce de variables donde las historias concretas de las mujeres que conocemos y acompañamos desde Pueblos Unidos apuntan con el dedo a situaciones estructurales de flagrante injusticia y vulneración constante de derechos humanos, hábilmente invisibilizadas tras los muros de los domicilios particulares y bajo el amparo legal.

Rosemary, boliviana, lleva 8 años trabajando en España y, sin embargo, continúa en situación irregular. El lector suspicaz podría sospechar que “algo habrá hecho”… pero no, esta mujer no tiene antecedentes penales. Surgen muchas preguntas. Por ejemplo: ¿por qué Rosemary “no tiene papeles” si de hecho trabajó tanto tiempo? ¿quiénes se beneficiaron de tenerla trabajando ‘en negro’ sin cotizar a la Seguridad Social?, ¿y cuál es la responsabilidad del Estado cuando permite que estas situaciones se hayan producido hasta la saciedad en los últimos años?

Hoy domingo 16 de junio se cumple el segundo aniversario del Convenio 189 de la OIT, que trata de garantizar la protección de los derechos fundamentales de las trabajadoras y los trabajadores domésticos. El Gobierno de España ha propuesto la no ratificación, alegando incompatibilidades de la ley española con los artículos 2, 7, 13 y 14 del Convenio. Mientras tanto, ajenas a convenciones europeas y debates parlamentarios, millones de mujeres continúan sufriendo condiciones laborales injustas de las que otros sacan buen partido. Esta es una ‘indecencia’ de la que en los próximos días seguiremos hablando.

 

Margarita Saldaña trabaja en el Centro Pueblos Unidos, de Madrid.

Más de la mitad dedicará durante los próximos días un espacio destacado a conocer las situaciones de las personas que dependen del trabajo doméstico para vivir.

Yo, emigrante

Por  Raquel García Hermida Raquel García Hermida

Me vais a permitir abrir mi primera contribución en este espacio citando al gran Juanito Valderrama cantando aquello de “adiós mi España querida, dentro de mi alma te llevo metía…” Por eso de ponerle un poco de ambiente al asunto y dar cierta ligereza a algo que a menudo se ve y se vive como una experiencia traumática y desoladora, cuando no tiene por qué serlo: la emigración.

No es mi intención hablar de la emigración como todo totémico, pues soy sólo una de tantas, tantísimas personas que dan el salto de su España, su Surinam o sus Filipinas queridas a otro lugar, a otra “tierra extraña”, siguiendo los versos del maestro coplero. En este espacio compartiré mi particular versión de la experiencia migratoria, la de (y ahora toca autodefinirme cual concursante de la tele) Raquel, natural de Madrid, 30 años y un día (suena a cadena perpetua, eso de la transición a la fatídica treintena, pero de eso de la edad ya hablaré más adelante…), trabajadora, estudiante, según las cuentas madre en exactamente tres meses y, por segunda vez en mi vida, emigrante, una categoría que altera e imprime un carácter especial a todo lo anterior.

Imagen de Raquel García Hermida

Migrar es tender y cruzar puentes. Raquel en Surinam, antigua colonia holandesa, pocos meses antes de trasladarse a los Países Bajos

Como en todo fenómeno social, en éste también se mezcla lo individual con lo colectivo, lo estrictamente personal con lo que es común a todos los que estamos en la misma situación. Son pocas las personas que emigran por el puro placer de hacerlo; siempre hay un componente de necesidad: económica, laboral, afectiva, de seguridad. Pero la decisión de hacerlo siempre viene acompañada de las mismas incertidumbres: ¿Qué me espera? ¿Saldrá todo bien? ¿Echarán por la tele los partidos de Liga?

Como mujer, y en general como persona, pertenezco a una categoría privilegiada: occidental, blanca, bien alimentada, con un techo seguro sobre mi cabeza, por limitar el rango a las cuestiones más básicas de la existencia. Como mujer emigrante, también parto con muchas ventajas. Mi experiencia migratoria, así de primeras, tiene poco que ver con la de una subsahariana embarazada que se juega la vida para atravesar el Estrecho en una balsa inflable. Y sin embargo, me resisto a admitir que no tengamos nada en común, aparte de nuestra común humanidad e inminente maternidad.

Porque, una vez que entras en esa categoría administrativa llamada CERA (Censo Electoral de Residentes Ausentes), todo cambia, y ya nada es igual, seas quien seas y vengas de donde vengas. Aunque al cabo de un tiempo regreses y te reintegren legítimamente en el parco CER (el Censo de toda la vida, vaya). Tú no eres la misma, tus ojos ya no ven como antes, y no solo por los desperfectos de la edad. La emigración es cirugía vital y, como la que se practica en camilla, puede hacer maravillas o causar destrozos.

¿Me acompañáis en el viaje?

 

Raquel García ha dedicado su carrera profesional a la comunicación política y en distintas ONG, en España y Estados Unidos. Su última parada es Gorredijk, una pequeña comunidad rural en los Países Bajos, desde donde escribe sobre los retos de la emigración, la maternidad y cómo conciliar las aspiraciones personales y laborales. 

A vueltas con el mundo

Por Gema Castilla Gema Castilla

El mundo está del revés. Y en muchas de sus acepciones semánticas: como infortunio, como golpe con la mano vuelta, como parte opuesta de algo… pero a los problemas se les puede dar un giro. Y así, convertir la enfermedad, en salud. La desigualdad, en integración. Los conflictos, en paz. El analfabetismo, en educación. La pobreza, en bienestar.

Soy testigo del dolor en la mirada de las personas más gravemente excluidas que pasan cada día por @RAISfundacion. Si esa mirada calase, seguro que el giro sería más contundente. Porque cada euro invertido en solidaridad tiene un impacto real sobre el futuro de millones de personas tanto en nuestro país como en todo el planeta. Cabe destacar que, según un estudio de la Asociación Española de Fundraising y Bain & Company, los fondos donados a las ONG tienen una repercusión en la sociedad nueve veces superior a su valor, es decir, por cada euro recibido, las organizaciones pueden llegar a generar una media de nueve euros de impacto económico a largo plazo.

Por eso, quiero agradecer a la ciudadanía sus donaciones, y en especial a las contribuciones de sus socios regulares, que en los últimos dos años han crecido un 10%, alcanzando los 3,5 millones. Una cifra que representa el mayor colectivo de personas que colaboran con una aportación económica al sostenimiento de su organización, por delante de sindicatos, partidos políticos o clubes de fútbol. Porque en un momento en el que la economía es el ojo del huracán y los fondos públicos se han visto cercenados contundentemente, es cuando más valor tiene la participación ciudadana y su compromiso con los más vulnerables. Así que por pequeña que sea la aportación, sin lugar a dudas, todo suma.

7,5 millones de personas colaboraron con las organizaciones sociales españolas en 2012

Infografía de la campaña SOMOS sobre el apoyo económico a las ONG en España

El seleccionador nacional Vicente del Bosque, el campeón del Mundo de moto GP Jorge Lorenzo, el deportista Juanma López Iturriaga, la periodista Ana Pastor, los presentadores Christian Gálvez, Carlos Sobera, Sandra Sabatés y Anne Igartiburu, las actrices Marta Etura y Macarena Gómez o los músicos Antonio Carmona y Carlos Jean son algunos de los ciudadanos que han querido demostrar su compromiso. Pero tú también puedes hacerlo. El próximo 24 de mayo todos podemos salir a la calle con una prenda del revés para celebrar el Día SOMOS o bien participar en las quedadas a las 12 de la mañana de ciudades como Badajoz, Guadalajara, Huesca, Madrid, Palma de Mallorca o Pamplona.

Gracias en nombre de los beneficiarios de programas de empleo para personas en riesgo de exclusión, gracias por contribuir a la investigación en la leucemia, gracias por dar asistencia a personas con discapacidad, gracias por contribuir a aquella catástrofe del otro lado del océano, gracias por dar acceso a la educación a cientos de niños. GRACIAS eterno y en mayúsculas. Porque estoy convencida que unidos podemos cambiar el mundo, entre todos vamos a darle la vuelta a los problemas y hacer de este planeta un lugar mejor para vivir.

 

Des-arraigo

Por Margarita Saldaña, con la colaboración de Mirtha López y Catalina Villa MargaritaSaldaña

 

El sábado Mirtha decidió no ir a la reunión del grupo de mujeres. Sus compañeras le insistieron, sin éxito. La comprendían: Mirtha sólo tenía ganas de llorar. En menos de dos meses, su abuela y su madre han muerto a muchos kilómetros, en su Paraguay natal, y no ha podido unirse a la familia para vivir juntos el duelo: «sólo podía enviar dinero para el entierro, pero no podía presenciar el dolor, que en la distancia es un dolor abstracto, como superficial».

Estas dos muertes repentinas suman a la historia de Mirtha un nuevo y brutal desarraigo. Ya abandonó su tierra una vez para irse a trabajar a Argentina. Allí, en el país vecino, aunque con frecuencia se burlaban de su acento guaraní, Mirtha no estaba demasiado mal: «no me faltó la comida, nadie me trató como una esclava, nadie me dijo que era una criada; al venir a España, todo se me cambió, sufrí horrores, pero lo hice por mi mamá, que quería tener una hija que saliera adelante en Europa». 

http://www.lascomadres.org/lco/lco-eng/index.htmlCon la precisión que le otorga su trabajo clínico como psicóloga, y con el inmenso respeto que derrocha al acompañar procesos de mujeres migrantes, Catalina interpreta la experiencia del desarraigo: «Estas mujeres han decidido dar un paso adelante en una apuesta del todo o nada por la vida. La de ellas pero también la de toda la familia que dejan atrás. Casi siempre por un tiempo corto que se convierte en incertidumbre de cuándo llegará el regreso. No sólo la familia queda atrás, también la cultura, las costumbres, los afectos, la red de relaciones originaria y el reconocimiento de tener un lugar en ese pequeño mundo que las ha constituido como mujeres ciudadanas. El desarraigo es profundo; el territorio, las formas de relación, el carácter de la gente, la utilización del lenguaje no les dice nada de lo que son ellas. Como si dejasen de ocupar un espacio y un tiempo que las hace invisibles, sienten que se pierden a sí mismas».

Un buen rato después de que la reunión empezara, Mirtha apareció. «Decidí ir porque sé que no tengo que encerrarme en mí, porque hay que seguir adelante y el grupo me da fuerza. Si me encierro en mí misma, sólo encuentro vacío, tristeza, angustia. En las demás puedo encontrar aliento. A algunas les ha pasado lo mismo y eso nos ayuda a compartir la experiencia». Como animadora del grupo, Cata tiene una visión privilegiada de este pequeño milagro que ocurre cada vez que unas mujeres, en principio desconocidas, van superando el desarraigo al echar lentamente nuevas raíces: «crean vínculos, comparten su historia y construyen una historia nueva llena de esperanza. Crean una red de solidaridad capaz de hacerlas sentir que no van a caer en el vacío, capaz de impulsarlas nuevamente al aire cuando caen».

Mirtha no se quedó mucho rato en la reunión. Aquel día no necesitaba palabras. Necesitaba el abrazo de otras mujeres, fue a buscarlo y lo encontró. El abrazo de la sororidad, que nos arraiga sencillamente en lo más profundo de la vida.

Premio para Saskia

Por Belén de la Banda BelendelaBanda

Me alegra el Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales 2013 que recibirá en otoño Saskia Sassen. Es vital que sea más conocida en nuestro país, ahora que quizá nos hace falta más sociología que economía para entender lo que nos está pasando. O, simplemente, que se hable más sobre todos los ámbitos de interés sobre los que que ella trabaja: la filosofía, la economía, el urbanismo, las migraciones…

Saskia Sassen en la presentación del informe La Realidad de la Ayuda 2011. Imagen de Pablo ToscoTuve oportunidad de conocerla hace un año, con motivo de la presentación del informe de La Realidad de la Ayuda, de Intermón Oxfam, un clásico de la cooperación que estos días presenta su nueva edición digital. Me sorprendió tanto la claridad de sus ideas sobre temas habitualmente complejos, como su facilidad para expresarlos con un suave acento porteño.

Como investigadora, lo más importante para Saskia Sassen es el punto desde el que observar. Si para analizar las ciudades globales se situaba en el centro del sistema (ciudades como Nueva York, Londres o Tokio), actualmente se dirige a los bordes del sistema tratando de entender cómo las personas son expulsadas de éste. Analiza  «lo que hay en la penumbra de las explicaciones dominantes, a las que los académicos llamamos categorías maestras«. Son las explicaciones eficaces que dan los poderosos, que distraen de lo que ocurre en la penumbra. Sólo cinco párrafos para ver por qué lo que ella hace es tan interesante:

El reparto desigual de la riqueza: «Lo mejor para una sociedad es una gran clase media modesta que hace que el dinero recircule. Si tienes un 20 por ciento al tope que acapara el ingreso, ese ingreso no recircula.»

Los movimientos sociales: «La primavera árabe, las movilizaciones en Chile, los indignados en España, Occupy Wall Street… son protestas sociales: no es acaparar el poder, es lo social que está en juego. Pasa algo my interesante: lo social es mucho más elusivo, más difícil de marcar globalmente que lo político, lo tecnológico, lo económico… Es un sector subdesarrollado conceptualmente respecto a otros elementos. Justo aquello que no hemos logrado conceptualizar de forma que nos funcione es lo que está en juego en estas movilizaciones. Porque hay levantamientos constantes, pero son para acaparar el poder. Aquí en cambio hay elementos de una transformación de época.»

El sistema financiero: «Lo que hace peligroso al mundo de las altas finanzas no es la cuestión del dinero per se, sino la capacidad de generar aumentos en su propio valor invadiendo otros sectores. Las finanzas necesitan invadir otros sectores económicos. Ahora han invadido casi todos. El último recurso eran los impuestos en la Unión Europea y en Estados Unidos, y lo han conseguido.»

Austeridad: «Lo que necesitamos es una política de austeridad del sector financiero. Hemos visto cómo Grecia, por ejemplo, ha expulsado del espacio económico a muchas personas, a pequeñas empresas e incluso ciertos lugares. No se van, existen, pero han sido expulsados, lo que permite al BCE y al FMI decir después que «Grecia se está recuperando». Es el equivalente económico de la limpieza étnica. No hablamos de pobreza o de desigualdades, asistimos a un proceso mucho más radical de expulsiones sistémicas. Los desahuciados en España no son expulsados a una frontera, sino que desaparecen del mapa financiero. Es necesario instalar otro tipo de economía, conectada a lo urbano, aunque pasa por recuperar los espacios rurales. Es necesario relocalizar activamente los métodos de producción, porque la globalización de las grandes corporaciones hace perder muchos recursos. Y es necesario recuperar la capacidad de lo social, que hemos perdido al convertirnos en consumidores.»

Migraciones: «En Europa y en EE.UU. siempre ha habido migraciones. Son parte del ADN de nuestras sociedades, al menos en Occidente. Y siempre pasamos por un ciclo con dos etapas. La primera es «necesitamos inmigrantes». La segunda es «los inmigrantes son la causa de nuestro desempleo». Esta actitud es un viejo reflejo, una invitación a no pensar sobre causas profundas. Echar la culpa a los inmigrantes es algo casi cultural, y así se pierde gran parte de la comprensión de la realidad. Es mucho más simple, desde luego, que ponerse a explicar esta realidad de las expulsiones económicas, que requiere tiempo. A la hora de plantear un entendimiento diferente a esta realidad, debemos recordar que los inmigrantes son, en general, ciudadanos de otro país. A las empresas extranjeras les reconocemos todo tipo de derechos y garantías de seguridad jurídica y protección de la propiedad. Como no existe la persona jurídica llamada ‘empresa multinacional’, en realidad son entonces empresas inmigrantes. Y tenemos que hacer lo mismo con los inmigrantes.»

Hoy mismo se publica una magnífica entrevista en Gonzoo. Sí, espero que el premio ayude a que se conozcan y debatan las investigaciones de Saskia. Así, todos estaremos de enhorabuena.

 

Belén de la Banda es miembro del equipo de comunicación de Intermón Oxfam y editora del Blog Más de la Mitad.