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7 demandas de las mujeres latinoamericanas

Por Susana Arroyo Susana Arroyo

Patricia Arquette se robó el show en la reciente gala de los Oscar cuando llamó a luchar por la igualdad de género en Estados Unidos. «A todas las mujeres que han dado a luz y pagan sus impuestos, ha llegado el momento de tener el mismo salario y los mismos derechos (que los hombres)», dijo emocionada tras recibir el premio como mejor actriz de reparto.

A propósito del “Arquettazo”, de la próxima cumbre “Mujeres y Poder” organizada por el Gobierno de Chile con el apoyo de ONU Mujer y del Debate sobre derechos económicos de las mujeres organizado en Nicaragua por la Campaña Iguales, nos preguntamos ¿qué pedimos las mujeres de Latinoamérica y el Caribe a los Estados para acabar con las desigualdades que nos afectan? Aquí van siete puntos (¡y contando!):

  1. Invertir más en nosotras que en la basura: En la región se invierte muy poco en reducir las brechas entre hombres y mujeres. En Bolivia, el presupuesto nacional en equidad de género no supera el 1% del total de los recursos públicos. Se invierte más, por ejemplo, en el manejo de desechos. Como dice Silvia Fernández del Colectivo Cabildeo: ¡No logramos ganarle a la basura! ¿Qué no hay dinero suficiente? Sí que lo hay: Gravando el 3,5% de las fortunas de los milmillonarios latinos, 32 millones de personas podrían salir de la pobreza, muchas de ellas mujeres.
  1. Reconocer que cuidar es una tarea que vale y mucho: Cuidamos a los hijos propios y a los ajenos, a las personas mayores, a las que tienen alguna discapacidad y a cualquiera que lo requiera. Cuando en el mundo se repartió el trabajo, a nosotras nos colgaron la etiqueta de “cuidadoras”, una de las actividades más importantes, pero menos valorada de la historia y aún invisible en las cuentas de los Estados. Según la economista Corina Rodríguez, se estima que, sólo en México, el valor del trabajo de cuidado equivale al 20% del Producto Interno Bruto, un monto que supera a la riqueza generada por las remesas o las exportaciones de petróleo.
Las mujeres de América Latina reclaman los mismos derechos que sus colegas varones. (c) Pablo Tosco / Oxfam Intermón

Las mujeres de América Latina y el Caribe reclaman los mismos derechos que sus colegas varones. (c) Pablo Tosco / Oxfam Intermón

  1. Garantizarnos más y mejores empleos: Sí, tenemos mayor presencia en el mercado laboral, pero en condiciones precarias, sobre todo en el ámbito doméstico y de los cuidados, caracterizado por la informalidad, los bajos salarios y la carencia de servicios sociales básicos. Esta sigue siendo la ocupación de mayor peso para las mujeres activas de Latinoamérica y la puerta de entrada al mercado laboral de las más pobres. ¡Gobiernos, queremos trabajos, pero así no!
  1. Pagarnos igual que a los hombres: Ganamos menos que ellos por iguales labores y eso tiene que cambiar. En 2010 las mujeres de la región ganábamos el 78% de lo ingresado por nuestros colegas varones. De seguir así, requeriríamos 75 años más para cerrar por completo la brecha de género en los ingresos laborales. ¿Qué estamos esperando?
  1. Hacernos traje a la medida: Las políticas de los gobiernos no siempre toman en cuenta nuestras realidades. Los seguros sociales, por ejemplo, se han diseñado en función de la posición de las personas en el mercado laboral, por lo que excluyen a quienes no se insertan laboralmente o a quienes lo hacen de modo precario, como las mujeres. Los Estados deben escuchar nuestras voces (¡plurales, populares y diversas!). Tenemos mucho que decir sobre muchos asuntos. Y sobre la política comercial, fiscal y económica, también.
  1. Garantizar nuestra autonomía: Esto es obvio, pero insistimos. Necesitamos acceso a ingresos suficientes, obtenidos en condiciones que no reproduzcan ni profundicen la desigualdad y que sí garanticen nuestra autonomía sobre el control y uso de los recursos económicos propios. Así de simple.
  1. Este punto es urgente y doloroso: Necesitamos –exigimos- que no nos maten. La tasa de feminicidios en Latinoamérica y el Caribe creció 50% más que la de los homicidios en general. En la lista de países con más asesinatos de mujeres en el mundo, 14 países de la región están entre los 25 primeros. El Salvador ocupa el deshonroso primer lugar, Guatemala el tercero y Honduras el sétimo. Es así: la desigualdad desata la violencia.

Vamos, señores, actúen. No es mucho pedir.

Susana Arroyo es responsable de comunicación de Oxfam en América Latina. Tica de nacimiento, vive en Lima. Pide que cambiar el mundo nos valga la alegría, no la pena.

Corresponsabilidad y malentendidos

SusanaMartinezNovo70

Por Susana Martínez Novo

Nuevamente se plantea desde instancias gubernamentales dar salida al Proyecto de Ley de corresponsabilidad parental, fundamentado entre otros motivos en el fomento de la responsabilidad de ambos progenitores para el ejercicio de las relaciones paternofiliales tras la ruptura de la convivencia.

La corresponsabilidad es fundamental en la crianza de los niños. Imagen: Towar / CC0 Public Domain

La corresponsabilidad es fundamental en la crianza de los niños. Imagen: Towar / CC0 Public Domain

Se olvida el legislador que la realidad social continúa azotando a las mujeres, siendo estas el sector que más se ha visto perjudicado por las medidas de restricción económica. La precariedad en el empleo afecta más a las mujeres, y son las mujeres las que más tiempo dedican al cuidado de la prole y de los mayores.

En este contexto, pretende nacer una ley sobre las bases de una premisa errónea. Me pregunto por qué no empezamos por fomentar las medidas de inserción laboral e independencia económica de las mujeres para lograr que la implicación de ambos progenitores sea análoga durante la convivencia y logrado este primer y básico objetivo, adaptamos la norma a la realidad social que se pretende regular.

Por otra parte, no existen en nuestro país estudios fundamentados sobre el efecto que las medidas de custodia compartida han tenido sobre los menores, cuando ha sido impuesta por nuestros tribunales, premisa que igualmente considero necesaria.

Pero es más, la custodia compartida es posible y ya está siendo acordada en la praxis de nuestros tribunales cuando las circunstancias del caso y el interés de los hijos e hijas así lo aconsejan.

En tal sentido es reiterada la jurisprudencia del Tribunal Supremo, y a tal efecto cito la reciente Sentencia nº 619/2014, de 30 de octubre de 2014, que establece que la guarda y custodia compartida se acordará cuando ‘concurran criterios tales como la práctica anterior de los progenitores en sus relaciones con el menor, y sus aptitudes personales, los deseos manifestados por los menores competentes, el número de hijos, el cumplimiento por parte de los progenitores de sus deberes en relación con los hijos y el respeto mutuo en sus relaciones personales‘.

También se establece que la custodia compartida conlleva como premisa la necesidad de que exista entre los padres ‘una relación de mutuo respeto, que permita la adopción de actitudes y conductas que benenficien al menor y no perturben su desarrollo emocional’.

La excesiva normativa y el exceso de celo, llevan al quienes legislan a introducir en el Anteproyecto de Ley de corresponsabilidad parental medidas tales como la posibilidad de otorgar una guarda compartida aun cuando ninguno de los progenitores solicite su ejercicio compartido, o incluso cuando sobre ambos puedan pesar indicios fundados de haber cometido actos de violencia, entre ellos o respecto de sus hijos e hijas. Esto conculca de forma palmaria el criterio lógico y razonable del Tribunal Supremo.

¿Es un buen progenitor o progenitora quien resuelve sus conflictos con violencia? ¿Puede considerarse en algún caso que un comportamiento violento redunda en interés del menor?

Considero que debemos hacer un llamamiento a la cordura, y más cuando se trata de decidir sobre el desarrollo y cuidado de nuestros hijos e hijas. Hay que dar un mínimo margen de confianza a los padres para que decidan sobre las medidas que van a regir el futuro de sus relaciones, interviniendo solo en caso de conflicto y, por supesto, sin llegar al punto de imponer por la fuerza lo que ninguno de los dos padres quiere.

Donde impere la sensatez, no tiene que imponerse la norma.

Susana Martínez Novo. Abogada y activista. Presidenta de la Comisión para la Investigación de Malos Tratos a Mujeres, participa también en la Asociación Española de Abogados de Familia.

Ya llegan las Reinas Magas

Por Flor Martínez Yustas 

Comienza con un pequeño temblor en la comisura del labio. Es sólo un cosquilleo. Pero el reloj da las once, se abren las puertas de entrada y una risa de emoción estalla en Lorenzo. ¡Ya están aquí! ¿Quiénes son esa comitiva que viene los jueves con un cargamento de sonrisas? Podrían ser los Reyes Magos por las fechas que corren, pero ellas son tres mujeres de carne y hueso. Desde hace más de siete años un micro batallón de cuidados irrumpe semanalmente en la residencia para combatir cualquier atisbo de soledad que las personas mayores que allí viven puedan sentir.

Para muchos mayores en residencias, la visita de las voluntarias es la de las Reinas Magas. Imagen: amigos de los mayores.

Para muchos mayores en residencias, la visita de las voluntarias es la de las Reinas Magas. Imagen: amigos de los mayores.

No importa si tienen familia o no, si las auxiliares les hablan todo el día o si las trabajadoras sociales y terapeutas les dan cada dos por tres un achuchón. Los mayores de las residencias siempre necesitarán ese poquito más que sólo un amigo sabe dar. Y, aunque ya tienen algunos dentro de la residencia, tener amigos también fuera es absolutamente necesario. ¿Quién si no traería ese saco cargado de aire fresco y energía desbordante? Las Reinas Magas llegan con un extra de cariño, miradas cómplices y esa escucha activa y atenta de quien está ahí por la única e irremplazable razón de que quiere estarlo.

Lorenzo y Karen se conocieron hace más de siete años en una residencia de Madrid. Ella, junto a Marisol y María, han logrado que cada semana Lorenzo sonría y casi llore de alegría mientras exclama “Me hacéis feliz”. Como Lorenzo hay más de 270.000 personas viviendo en residencias que están deseando que se les dé la oportunidad de hacer nuevas amistades sin necesidad de enviar una solicitud ni saberse la clave del WiFi.

En Amigos de los Mayores, después de once años en Madrid dedicándonos principalmente a acompañar a personas mayores en sus domicilios, hemos decidido echarnos la mochila a la espalda y mudarnos a las residencias. Porque la amistad crece en todas partes y estar rodeado de gente no significa que a veces no puedas seguir sintiéndote solo/a. Necesitamos más personas que, como Karen, María y Marisol, se animen a hacerse voluntarios/as (y amigos/as) y se embarquen en esta nueva cruzada de quienes queremos lograr que, cada día, más personas mayores se sientan felices, queridas y acompañadas.

Como Reyes Magos perennes, nos vamos a pasar este año 2015 y muchos más regalando compañía a las personas mayores. Con nuestros trineos, sonrisas y buenos deseos, estaremos presentes en residencias de Madrid, San Fernando de Henares, Cantoblanco, Tres Cantos… ¿Y tú?

Flor Martínez Yustas forma parte del equipo de Amigos de los Mayores. Es posible colaborar en el voluntariado de la organización, hacer una aportación y regalar compañía para 2015 llamando al teléfono 91 359 93 05, a través de la página web o enviando un mail a socios@amigosdelosmayores.org.

Magdalena y el Gordo de Navidad

Por Rosa Briales  Rosa Briales

Magdalena ha tenido una vida intensa y cargada de experiencias. Cuando repasa su juventud hay una de la que está especialmente orgullosa: haber repartido suerte por España durante años. Porque Magdalena fue durante mucho tiempo lotera en la conocida administración Doña Manolita de Madrid. Ella tuvo el honor de vender el Gordo de 1975. Aquella mañana de diciembre cuando llegó a su trabajo le llamó la atención la cantidad de fotógrafos y periodistas que había en la puerta. Su jefe le hizo pasar dentro y le contó que habían vendido ‘El Gordo’.

Magdalena con el recorte de la noticia del 'Gordo' de Navidad que vendió. Imagen de Amigos de los Mayores.

Magdalena con el recorte de la noticia del ‘Gordo’ de Navidad que vendió. Imagen de Amigos de los Mayores.

Magdalena ha vivido casi toda su vida en Madrid, trabajando en negocios de la Gran Vía: teatros, cafeterías y administraciones de loterías. Ha consagrado su vida a hacer felices a los demás. Cuidó de sus padres enfermos hasta que murieron, no tiene hijos, nunca se casó. Magdalena vive sola desde hace muchos años, en un piso pequeño, con una pequeña pensión. No se queja demasiado de su situación ni se arrepiente de las ocasiones perdidas, dice que intenta vivir ‘el aquí y el ahora’.

Sin embargo en ocasiones se siente sola, sobre todo cuando se acercan las Navidades. Como Magdalena cerca de 150.000 personas mayores viven solas en Madrid, son cerca de 1.800.000 en España,  y muchas también pasan estas fiestas en soledad. Cenan solas en Nochebuena, hace tiempo que han dejado de recibir regalos o tarjetas y ya no tienen cerca a alguien que simplemente les felicite el Año Nuevo. Para ellas la Navidad hace tiempo que dejó de ser una época bonita que compartir en  familia. Estos días los pasan espantando recuerdos. Algunos juegan a la Lotería, a casi todos les gustaría cambiar su suerte.

Magdalena, disfrutando del 'aquí y el ahora'. Imagen de Amigos de los Mayores.

Magdalena, disfrutando del ‘aquí y el ahora’. Imagen de Amigos de los Mayores.

Nosotros sí creemos que cambiar su suerte es posible, no sólo estas Navidades sino el resto del año. Tener amigos, esperar con ilusión un timbre que suena, volver a salir a la calle, olvidar esa silla vacía que te acompaña en Nochebuena… pensamos que estar acompañado no debería ser un premio que dependa del azar, como un décimo de Lotería. Hace 5 años, Magdalena entró a formar parte del programa de acompañamientos de Amigos de los Mayores, y conoció a Christiane. Llevan juntas desde entonces, suelen bajar a dar un paseo, a veces se quedan en casa y toman algo mientras hablan de todo lo inimaginable. A las dos les interesa el budismo y suelen intercambiar experiencias. Magdalena le cuenta cosas sobre su infancia en el pueblo y los animales para hacerla reir. Para ella Christiane ya es una amiga más.

En Amigos de los Mayores trabajamos cada año por intentar cambiar la situación de centenares de personas mayores que viven solas en Madrid. Hacemos acompañamientos a domicilio o al médico, posibilitamos que disfruten de vacaciones en verano, de visitas, actividades de ocio y fiestas en San Isidro y en Navidad. Intentamos que las personas mayores tengan una vida más digna y  lo conseguimos gracias a la ayuda de personas cientos de voluntarios: algunos donan su tiempo, otros aportan recursos económicos.

Magdalena no conoció nunca a la persona a la que vendió aquel décimo premiado, pero  escuchó  que era alguien humilde y que las cosas le fueron bien. Se alegra mucho de haber ayudado a cambiar su vida. Hoy tenemos la posibilidad de ayudar a mejorar la vida de Magdalena y la de muchas personas como ella, ayudarnos a que su compañía no sea sólo una cuestión de suerte.

Rosa Briales es responsable de sensibilización de Amigos de los Mayores. Es posible hacer una aportación y regalar compañía para 2015 llamando al teléfono 91 359 93 05, a través de la página web o enviando un mail a socios@amigosdelosmayores.org.

El comercio justo y la independencia de las mujeres indias

Por Sandra CavaSandra Cava

La India está considerado el cuarto país más peligroso del mundo para las mujeres (según una encuesta de Thomson Reuters). Las mujeres indias viven una gran discriminación, y cada día nos alcanzan noticias de bodas infantiles, exclusión de las niñas en las escuelas y múltiples violencias.

En este contexto, muchas mujeres dependen completamente de su marido y aquellas que, por una razón u otra, están solas o no tienen el apoyo de sus esposos se encuentran en una situación extremadamente vulnerable. Es el caso de las víudas, de las mujeres que sufren violencia doméstica, de aquellas cuyos maridos están en el paro…

Siendo conscientes de esta situación y de la importancia de su independencia económica, algunas cooperativas, como Creative Handicrafts, ofrecen a las mujeres con escasos recursos que habitan en los slums de Bombay una oportunidad para vivir por sus propios medios. Trabajan con un sueldo y unas condiciones justas confeccionando ropa respetando los valores asociados al comercio justo y creen firmemente que la independencia económica es el primer paso hacia la autosuficiencia y el empoderamiento.

Las mujeres indias que trabajan en la cooperativa Creative Handycrafts tienen un salario digno gracias al comercio justo (c) Johny Joseph

Las mujeres indias que trabajan en la cooperativa Creative Haniycrafts tienen un salario digno gracias al comercio justo (c) Johny Joseph

Para los consumidores, estas prendas de comercio justo suponen un producto de alta calidad realizado con materias primas 100% naturales y confeccionadas a mano en unas condiciones dignas; pero para ellas es una oportunidad de transformar sus vidas y la de sus familias, dándoles la posibilidad de atisbar un futuro mejor.

Además de lograr autonomía económica, de poder decidir ellas mismas qué hacen con el dinero que ganan, a través de las cooperativas pueden acceder a formación profesional y a programas educativos gratuitos para sus hijos e hijas. Para las más necesitadas, incluso se puede acceder a comida.

Creative Handicraft es uno de los grupos productores de la India que elabora las piezas de comercio justo de la colección de Veraluna de Oxfam Intermón.

 

Sandra Cava forma parte del equipo de comunicación de Oxfam Intermón.

 

Más tiempo para las mujeres

Por Laura Hurtado laura hurtado

En muchos países de África subsahariana las mujeres emplean una media de 5 horas diarias a buscar agua. Según marca la tradición en las zonas rurales más pobres, las mujeres y las niñas son las encargadas de conseguir este precioso líquido. Eso significa que tienen que dedicar buena parte del día a desplazarse hasta la fuente más cercana y volver a casa con todos los litros necesarios para que beba y se lave toda la familia, así como para cocinar y limpiar la casa. A veces, como os podéis imaginar, con un solo viaje no basta. Si se necesitan muchos litros (o si la capacidad de carga es limitada) es más que probable que las mujeres realicen el mismo camino dos veces en un mismo día, ampliando el tiempo gastado en ello (¡en algunas zonas puede suponer hasta 8 horas diarias!).

Además, siempre pueden surgir imprevistos. Es bastante probable que en la fuente haya colas. O que las vasijas de barro o los bidones de plástico que emplean para transportar el agua se rompan durante el trayecto. Las mujeres también pueden ser víctimas de ataques de animales (muchas veces realizan el viaje cuando el sol todavía no ha salido para evitar el calor) o de múltiples accidentes (algo tan simple como torcerse un pie).

Las mujeres de la región de Guéra (Chad) emplean una media de 5 horas diarias a ir a buscar agua. (c) Pablo Tosco / Oxfam Intermón

Las mujeres de la región de Guéra (Chad) emplean una media de 5 horas diarias a ir a buscar agua. (c) Pablo Tosco / Oxfam Intermón

Ante esta situación, ONG como Oxfam Intermón trabajan en países como Chad o Etiopía para conseguir que las mujeres tengan un pozo de agua limpia cerca de casa. Con eso, las 5 o 8 horas diarias se convierten en 10 minutos. Sin duda, eso supone un gran (enorme) alivio. Me atrevería a decir que para muchas conlleva un cambio radical en sus vidas. Aunque, lamentablemente, ese tiempo que ahora les pertenece no siempre lo pueden dedicar a lo que les gustaría. En la mayoría de los casos las horas ganadas se destinan a trabajar más en casa o fuera de ella, realizando tareas informales para conseguir ingresos extra, trabajando en el campo u ocupándose aún más de niños, ancianos o personas enfermas.

Solo en contadas ocasiones, las mujeres emplean esos minutos que antes no tenían a cuidarse a sí mismas: a formarse para mejorar sus habilidades, a divertirse o simplemente a descansar. Y es una lástima porque cuando dejan de ir a buscar agua lejos de casa pierden un espacio de relación y de intercambio con otras mujeres que ya no vuelven a recuperar.

Todo ello me hace pensar que es más común de lo que parece que las mujeres nos olvidemos de nuestras propias necesidades. En nuestro rol de cuidadoras, atender a los demás puede pasar a menudo por delante de atendernos a nosotras mismas. Y sería bueno que empezáramos a defender este tiempo propio.

Laura Hurtado es periodista y participa en el proyecto Avanzadoras de Oxfam Intermón que trabaja con mujeres de África y América Latina que luchan por sus derechos.

Cuidadoras invisibles

Por Alejandra Luengo Alejandra Luengo

Vivimos en una sociedad que envejece y se hace más dependiente, con un mayor número de demencias que incapacitan a las personas para poder desenvolverse de forma autónoma. A esto hay que añadir que a diferentes edades se puede sufrir una enfermedad terminal o algún tipo de discapacidad grave, tanto física como psíquica, que impide que puedan desenvolverse con normalidad en su vida cotidiana. Es así como la persona dependiente (de cualquier edad) no puede valerse por sí misma en cuestiones básicas y cotidianas tipo comer, vestirse, alimentarse, ir al baño y desplazarse dentro y fuera del hogar, por lo que necesitan de otra para llevarlas a cabo.

El cuidado a las personas dependientes por parte del Estado es una batalla que según el desarrollo económico y social abre una gran brecha entre unos países y otros. Por ejemplo, ya hemos visto que en España esas ayudas son escasas e insuficientes y que son las familias las que asumen principalmente ese cuidado, aunque se pueda contar con centros de día o con personal auxiliar de ayuda a domicilio, resulta claramente insuficiente. La realidad es que hay lugares donde eso ni siquiera existe, pero en todos, sean más o menos desarrollados, es la mujer la que cuida principalmente a las personas dependientes.

En psicoterapia me he encontrado a muchas cuidadoras a lo largo de los años y me he dado cuenta que ese papel de responsable principal de los cuidados abarca todas las edades. Muchas son hijas, madres, otras esposas, hermanas y también nueras de la persona dependiente.

El cuidar es de las funciones sociales más importantes y valiosas que hay, pero también es de las tareas más difíciles, desagradecidas, invisibles y agotadoras. De hecho, la mayoría de las personas que son cuidadoras no reciben ayuda para compartir el peso y tensión que supone hacerse cargo de una persona que a menudo se va deteriorando cada vez más.

Cuidadoras. Foto: Sergio Perea

Foto: Sergio Perea

Además, más de la mitad de estas personas dedican al cuidado el mismo tiempo que destinan a trabajar, lo que provoca que en muchos casos no sea compatible aunar ambos papeles por lo que o bien ni se pueden plantear trabajar o tienen que abandonar su empleo o reducir su jornada. Esto les deja en una situación de desventaja económica y social, no sólo por perder ingresos, sino por el no generar derechos en materia de pensiones o de protección por desempleo.

Todo esto supone un sobreesfuerzo poco valorado y apoyado por las administraciones y por la sociedad en general, ya que se da un mandato más o menos explícito a nivel social y familiar de que debe ser la mujer la máxima responsable del cuidado, y por tanto es ella la que debe ‘abandonar’ su vida personal, profesional y social para responsabilizarse de la persona dependiente.

Esta presión conlleva un deterioro físico, por el esfuerzo corporal y cansancio que supone, y también psicológico, por la sensación de pérdida de espacio personal, vida privada, sentimientos de excesiva responsabilidad, rabia, culpa, soledad, tristeza e impotencia. Además, se da el miedo a que ocurra algo y no saber quién se haría cargo de la persona dependiente si ella no está. No es de extrañar que la mayoría de estas mujeres sufran estrés o ansiedad y gran parte se sientan deprimidas. No son profesionales que tengan un horario específico y puedan contar con tiempo libre, ocio, o incluso vacaciones. La dedicación suele ser total y el coste personal, físico y anímico también.

No tenemos que irnos a países subdesarrollados para ser testigos de esta situación, lo tenemos bien cerca, en nuestro país, barrio y hogares. Es uno de los grandes retos para las sociedades. Por un lado que se favorezca y fomente la equidad entre hombres y mujeres en los cuidados a personas dependientes, por otro lado que se reconozca y recompense de alguna forma económica, lúdica, de disfrute, cuidado etc., esa labor tan poco “mediática” y tan clave para la sociedad potenciando espacios para que estas mujeres puedan tener un tiempo propio. Un tiempo de cuidado, no como un lujo, sino como una necesidad de cualquier ser humano que revierte positivamente no sólo en la mujer que lo recibe, sino en el espacio familiar y social. Por último, y sin deseo de caer en la irrealidad, que se fomenten los espacios profesionalizados del cuidado como una meta social que cualquier gobierno, en cualquier país, debe tener en cuenta.

Alejandra LuengoPsicóloga clínica,  combino la atención psicológica en servicios públicos con la consulta privada. Creo firmemente que se pueden cambiar las cosas y en esa dirección camino. Autora del blog unterapeutafiel

Dime qué impuestos pagas…

Por Déborah ItriagoDéborah Intriago

Una madre soltera, con dos hijos y bajos ingresos, podría estar pagando más impuestos que una familia tradicional de clase media con un solo hijo. Esto es lo que puede que esté pasando en muchos países de América Latina, donde el diseño del sistema tributario no tiene en cuenta la situación de miles de mujeres que, por mucho que nos duela, siguen siendo víctimas de salarios bajos y empleos precarios e inestables, escasas oportunidades, techos de cristal y serias limitaciones a la representación sindical.

Muchas de las políticas fiscales modernas (impuestos y gasto público) siguen estando profundamente influidas por la vieja concepción que el hombre es el único proveedor del hogar, y por ello es el sujeto que interactúa económicamente con el mercado y el Estado. El problema es que si las políticas fiscales no reconocen los condicionamientos impuestos al colectivo femenino se amplían las diferencias entre hombres y mujeres, en lugar de disminuirlas. En Bolivia, por ejemplo, no existen beneficios fiscales asociados a circunstancias personales (como por ejemplo las cargas familiares, el número de hijos e hijas, la jefatura única de hogar o el grado de minusvalía de una persona).

Esto, junto con los déficits de políticas robustas en materia de cuidado infantil y atención a la tercera edad, supone una carga particularmente negativa para el creciente número de hogares monoparentales en la región latinoamericana encabezados por mujeres que afrontan solas la doble tarea de la supervivencia económica y el cuidado de sus familiares e hijas e hijos.

(c) Percy Ramírez / Oxfam Intermón

En América Latina, muchos hogares están encabezados por madres que afrontan solas la doble tarea de garantizar la supervivencia económica y el cuidado de la familia (c) Percy Ramírez / Oxfam Intermón

La política tributaria puede ser más injusta para las mujeres que para los hombres dados sus diferentes patrones de consumo, las actividades económicas que suelen emprender o debido al rol de “cuidadoras” que por defecto les ha sido atribuido. Si a eso le unimos un gasto público escaso que dificulta, por ejemplo, que puedan llevar a los bebés a la guardería o a las personas dependientes a centros de día, lo que tendremos será un sistema fiscal que es un obstáculo más en el camino hacia la autonomía de las mujeres. Frente a políticas públicas ignorantes, ellas se verán obligadas a elegir trabajos informales, medias jornadas y, en consecuencia, escasos derechos. Por el contrario, un sistema fiscal sensible al género puede ser una herramienta potente para superar las desigualdades. En Canadá, por ejemplo, un estudio señala que la decisión de crear un régimen individualizado para el impuesto sobre la renta en la década de 1980 contribuyó significativamente a incrementar la participación de las mujeres en el mercado laboral.

“No solo en lo social se juega lo social”, dijo la Secretaria Ejecutiva de la CEPAL, Alicia Bárcena. Y es que todavía falta mucho para que terrenos tradicionalmente “masculinos” como la economía o la fiscalidad, se analicen desde una perspectiva de género superadora. El informe que acaba de sacar Oxfam intenta aportar un grano de arena a este tema y plantea una batería de preguntas que ayuden a explicitar los déficits ocultos de las políticas fiscales que son un obstáculo para el máximo aprovechamiento del potencial de las mujeres y, en definitiva, para reducir las brechas entre hombres y mujeres.

 

Déborah Itriago es investigadora en Oxfam y coautora del informe “Ajustar la lente: Fiscalidad desde un enfoque de género”.

 

Papá no está en casa

Por Mariana Vidal 

Las cifras cantan. En el primer semestre de 2014, de casi 140 mil bajas de maternidad concedidas, sólo 2446 las aprovecharon los padres. Desde hace siete años, cuando se  legisló la posibilidad de compartir los permisos -con una pequeña reserva para la madre en los casos de parto-, han pasado siete años en los que el desarrollo legislativo ha producido un cambio social quizá menor que lo esperado.

¿El cuidado es cosa de mami? Imagen de Carmen Bort/ TrasTando.

¿El cuidado es cosa de mami? Imagen de Carmen Bort/ TrasTando.

Las estadísticas del Ministerio de Empleo y Seguridad Social de ese primer semestre de 2014 vienen a decir que  que sólo el 1,7% de los padres tomaron parte del permiso de 16 semanas que sigue siendo básicamente ‘de maternidad’. Y frente a casi 140 mil bajas de maternidad en este periodo, sólo 116.558 padres disfrutaron del permiso de paternidad de 15 días, completo o en parte.

Respecto a otras medidas de apoyo, como las excedencias por cuidado familiar también se ven diferencias en estos últimos seis meses. De 16 mil excedencias por cuidado de menor, menos de mil seiscientas las disfrutaron los padres.

Ciertamente, las cifras no tienen por qué coincidir, ya que la sociedad es diversa en composiciones familliares. Pero quedan grandes huecos para hacer preguntas.

Es evidente que el reparto del cuidado no es equilibrado, pero ¿se ha estancado o incluso se ha repartido peor que durante los primeros años de la ley? ¿Por qué?  ¿Qué nos falta para reconocer que otros repartos de tareas son posibles? ¿Somos capaces de avanzar como sociedad hacia un reparto más igualitario, o la carga educativa y de estereotipos nos está lastrando? ¿Qué carga tiene la crisis en estas cifras?

 Mariana Vidal es comunicadora y especialista en América Latina.

Personas mayores: un día para celebrar y acompañar

Por Tatiana Barrero Tatiana Barrero

El 1 de Octubre fue declarado por la ONU Día Internacional de las Personas Mayores en 1990. Cada año se celebra esta jornada con el objetivo de dar voz a este grupo de población y difundir sus realidades y necesidades. Desde la Fundación Amigos de los Mayores queremos llamar la atención sobre el problema de la soledad que afecta a muchas de ellas. Sólo en Madrid hay 150.000 personas mayores que viven solas. En el conjunto de España el número se eleva hasta 1.800.000.

Voluntarias y voluntarios de la Fundación Amigos de los Mayores acompañan a personas que viven solas. Imagen de Marine de Lafregeyre.

Voluntarias y voluntarios de la Fundación Amigos de los Mayores acompañan a personas que viven solas. Imagen de Marine de Lafregeyre.

 

Una de cada cuatro personas mayores pasa el día prácticamente sola, y muchas no han elegido esta situación. La edad aumenta la probabilidad de vivir en soledad, especialmente entre las mujeres.

Las cifras son importantes. Más de un millón y medio de personas mayores viven solas en España (1.805.600, el 22% del total de mayores). Y de estas personas que viven solas, un 27% son hombres y un 73% mujeres. Una de cada cuatro mujeres entre 75 y 84 años vive sola. Una realidad suficientemente extendida y preocupante como para que le dediquemos nuestra atención.

Voluntarias y voluntarios de la Fundación Amigos de los Mayores acompañan a personas que viven solas. Imagen de Marine de Lafregeyre.

Voluntarias y voluntarios de la Fundación Amigos de los Mayores acompañan a personas que viven solas. Imagen de Marine de Lafregeyre.

Para nosotros el 1 de octubre es una fecha oportuna para concienciar al conjunto de la sociedad sobre la importancia de las personas mayores y los beneficios de los vínculos intergeneracionales para luchar contra la soledad. Con esa vocación y gracias al apoyo de la Fundación Raúl González Salas nace la idea de una exposición fotográfica para celebrar este día. La fotógrafa Marine de Lafregeyre ha compartido durante meses con algunos de los mayores y voluntarios de la organización sus encuentros semanales. El resultado son 12 instantes cargados de risa, afecto y complicidad que nos demuestran que la amistad no tiene nada que ver con los años.

Voluntarias y voluntarios de la Fundación Amigos de los Mayores acompañan a personas que viven solas. Imagen de Marine de Lafregeyre.

Voluntarias y voluntarios de la Fundación Amigos de los Mayores acompañan a personas que viven solas. Imagen de Marine de Lafregeyre.

Las imágenes todas en riguroso blanco y negro son elegantes y reflejan con fidelidad los vínculos que se entretejen entre personas mayores y voluntarios, en algunos casos con unos resultados sorprendentes. Se podrán disfrutar desde hoy en Madrid, en la Plaza de Felipe II esquina con Narváez, donde estarán expuestas durante un mes.

Esta tarde agradeceremos juntos su trabajo a la fotógrafa, y también a los mayores y voluntarios protagonistas. Además leeremos un manifiesto de apoyo a las personas mayores.  Nos gustaría que la sociedad agradezca con nosotros a sus protagonistas: a Manuel, a Ana, a Amelia, a Mª Cruz, a Luis, a Lorenzo; mujeres y hombres que tienen vidas que compartir. Y a los voluntarios que los acompañan y disfrutan de sus experiencias.

Para ellos y para todas las personas mayores que están solas en España, con nuestro cariño y admiración, son estas imágenes. Y nuestro deseo de que encuentren formas bellas y creativas como éstas de combatir la soledad.

Porque las soluciones existen, a todas las personas preocupadas por la soledad de las personas mayores les invitamos a sumarse a la campaña no estáis solos y también a disfrutar y difundir los Monólogos de la Soledad: el whatsapp, ¡qué invento!

Tatiana Barrero es Directora de la Fundación Amigos de los Mayores.