¡Pobres niñas sin bragas!

Por Nuria Coronado

 

La realidad misógina siempre supera la ficción y lo hace hasta grados insoportables. Basta escuchar palabras tan dañinas como las que vienen de la ministra brasileña de la Mujer, Familia y Derechos Humanos, Damares Alves, quien tras hablar -según ella con “expertos”-, se quedó tan ancha diciendo que las niñas pobres que viven en el estado amazónico de Pará sufren violaciones por no llevar ropa interior. «Especialistas nos dijeron que las niñas de allá son violadas porque no tienen bragas; las niñas no usan bragas porque son pobres», dijo.

A mí, después de escuchar tremenda aseveración, me dan ganas de cubrir las mentes y los cuerpos -de ella y de su equipo sesudo de expertos-, con montañas de esas braguitas. Y es que no hay nada más vomitivo que en lugar de apuntar al origen y culpable de todo: el sistema transversal que fomenta y permite la violación y la pederastia, culpar a las víctimas que no tiene cómo defenderse de sus verdugos.  

Alves soltó tal barbaridad en la presentación de un programa de lucha contra la explotación sexual de niñas, adolescentes y mujeres de esta zona amazónica y recalcó que no hay mejor manera de terminar con las violaciones que con una fábrica de ropa interior. «Tenemos que llevar una fábrica que generé empleo y a las chicas les salga más barata la prenda», afirmó.  Es decir que además de violadas estas “meninas” serán las clientas de los productos de la fábrica. Un negocio redondo y brutal. Neoliberalismo en estado puro.

Mientras que alguna marca se anima a instalarse allí, la ministra, se felicitó por haber conseguido donaciones de ropa interior para llevar al lugar. «Estamos buscando, así que, si alguien tiene una fábrica de ropa interior y quiere colaborar con nosotros, que venga», sentenció Alves. ¡Qué bonita manera tiene la ultraderecha de hacer negocio a costa de quienes nada tienen! ¡Ellos que son de defender tanto a la familia y la infancia (bien)! 

Las violaciones se acaban con pilas de bragas. La impunidad de los victimarios está servida en bandeja de plata y ahora en fábricas de lencería. ¡Vamos a tener que franquiciar aquí una para probar a ver si acabamos con cada una de las violaciones que se denuncian cada 5 horas y de paso con las que no se revelan! ¡Hay que tener los ovarios tan cuadrados como los testículos de machote violador que procede a ultrajar a la víctima, para soltar tal barbaridad y dormir a pata suelta!

La exclusión social es violencia sexual

A esta machista y a quienes la aplauden les bastaría hablar con expertos, pero los de verdad, para saber que la violencia sexual no es cuestión de llevar ropa interior. La sufren 150 millones de niñas menores de 18 años de todo el mundo, y es consecuencia de vivir en un planeta que sustenta, con mentes y programas políticos y religiosos, el patriarcado de toda la vida. Un mundo que a su vez genera que el 60% de las personas más pobres del planeta o que dos terceras partes de quienes son analfabetas en todo el globo, tenga rostro femenino.

Para desgracia de más de la mitad de la población hay una ecuación que no falla en cualquier rincón del planeta. La de sumar pobreza con violencia sexual. El resultado siempre es violencia de género en diversos grados. Y en esa fórmula la violación (llevando bragas o no) es una posibilidad por desgracia cada vez más viable. 

Por eso tanto a la ministra brasileña como a quienes piensan como ella habría que mandarle a la cueva de la que salieron. Allí podrían rezar hasta la extenuación y flagelarse con el silicio, junto a los violadores y pederastas, a gusto del consumidor. Sus niñas pobres son la voz de la conciencia de todas y todos. Este mundo en lugar de bragas necesita gafas moradas a mansalva. Mientras veamos en rosa y en azul, el color de todas seguirá siendo el negro azabache.

Nuria Coronado es periodista y escritora feminista.

1 comentario

  1. Dice ser Lola

    Cuando leí la primera vez el comentario de esta señora ministra, pensé que era cosa sacada del Mundo Today.

    30 julio 2019 | 16:37

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