8M: imparables por los derechos de las mujeres

Por Lola Liceras

Cuando cobré mi primer sueldo y pude disponer de algún dinero propio -empecé a trabajar con 16 años-, necesité el consentimiento de mi padre para abrir una cuenta en el banco. Pero no fue por mi edad: las mujeres adultas también necesitaban el permiso de un hombre para abrir una cuenta. Paradójicamente, mi recién ganada autonomía económica me la recortaba el Código Civil que, al establecer aquella obligación, negaba a las mujeres el derecho a tomar nuestras propias decisiones. Esto pasaba en España hasta bien entrado el año 1975.

Para las chicas que ahora tienen la misma edad que yo entonces será prehistoria. Y parecerá todavía más irreal al saber que aquella forzada minoría de edad es la misma que sufren hoy las mujeres en Irán, Líbano, Siria, Arabia Saudí o Qatar, entre otros países que consideramos “diferentes” y lejanos –el eurocentrismo nos juega malas pasadas y tendemos a creer que estas situaciones pueden pasar allí pero no sucedieron aquí-.

Una activista en la manifestación del 8 de Marzo en México en 2017. Imagen de Sergio Ortiz / Amnistía Internacional.

Pero en España hasta 1978 estaba prohibida y penalizada la venta de anticonceptivos y hasta 1985 no se despenalizó el aborto –la combinación perfecta contra la autonomía de las mujeres sobre su propio cuerpo-. Hablar de derechos sexuales y reproductivos era subversivo, como lo es todavía hoy en El Salvador, República Dominicana, Nicaragua, Honduras, Haití, o en la vecina Irlanda y el desarrollado Chile hasta el año pasado. Aunque también las jóvenes españolas ya tuvieron que pelear en 2014 contra el intento del gobierno de restringir el derecho al aborto.

Los Derechos Humanos que hoy defendemos nacieron como los Derechos del Hombre. Al nombrarlos así, formalmente no excluían a las mujeres de su contenido pero las hacían invisibles e inexistentes para muchos de los derechos intrínsecos de su condición de mujeres. Hasta el año 2000 no se reconoció el derecho internacional de asilo por discriminación y violencia de género; hablamos de la mutilación genital que sufren más de 90 millones de niñas y mujeres en África, o de los matrimonios forzados con niñas y adolescentes que todavía hoy se practican en Burkina Faso, Somalia, Guinea, Sierra Leona o Egipto, aunque cada vez más países prohíben ambas prácticas.

Con estos ejemplos quiero mostrar dos cosas. Que la lucha por los derechos de las mujeres no es ni fácil, ni lineal, ni da resultados inmediatos… pero avanzamos. Que los logros nunca están asegurados, e incluso cuando conseguimos que las leyes los avalen, pueden ser papel mojado en la práctica. Por eso el grito reivindicativo Ni un paso atrás es hoy necesario.

Por ser mujeres, en España, el pasado año fueron asesinadas por sus parejas o exparejas 47 mujeres; por ser mujeres hasta 3 millones podrían haber sufrido algún tipo de  violencia sexual; por ser mujeres se las acosa en las redes sociales. Y cuando denuncian, por ser mujeres son ninguneadas y cuestionadas por la policía, por los jueces, por los medios de comunicación, por quienes viven o trabajan cerca de ellas, por una buena parte de la sociedad. Porque los estereotipos de género calan y nos tocan aún sin quererlo.

No intercambiamos derechos. No cambiamos políticas de género por políticas de familia, que son bien distintas pero no incompatibles. No aceptamos que se nos niegue que somos defensoras del derecho a la vida porque defendamos la autonomía para decidir sobre el aborto. No renunciamos a ningún derecho y los queremos para todas las mujeres, independientemente de su raza, edad, origen, identidad sexual. Poder hablar y expresarse libremente sin miedo a ser acosadas o a ir a la cárcel, ser defensoras sin arriesgar la vida.

Somos solidarias con Amal Fathy, encarcelada en su país por decir en las redes sociales: “Egipto tiene el dudoso honor de ser el subcampeón del mundo en acoso sexual. Las autoridades no nos protegen”. Recordamos a Marielle Franco, la concejala asesinada en Brasil por defender los derechos de la gente en las favelas de Río de Janeiro, y por ser negra y bisexual. Exigimos la libertad para las mujeres enjuiciadas en Irán que protestan contra el uso obligatorio del velo. Nos movilizamos y apoyamos a las mujeres de Arabia Saudí, porque aunque hayan conseguido la libertad para conducir, es sólo un paso contra la opresiva tutela masculina que allí alcanza a todos los ámbitos de la vida.

Tenemos miles de causas por las que movilizarnos y algunas victorias que nos empujan a seguir. En España vamos a continuar con la campaña #NoConsiento contra la violencia sexual. Presionaremos para que la discriminación y la violencia de género en distintos lugares del mundo deje de ser algo habitual y no quede impune. Vamos a apoyar a las defensoras de Irán, de Arabia Saudí y de América Latina que luchan por materializar derechos, a las mujeres de Siria para que participen de manera significativa en la toma de decisiones tras la guerra en su país.

En 2019 tenemos un gran proyecto a favor de los derechos de las mujeres. Conocer lo que lo que nos pasa, lo que les pasa a las mujeres en otros rincones del mundo y difundir las luchas respectivas nos fortalece a todas. Vamos a trabajar más en alianza con otras organizaciones y movimientos, buscando aliados, también hombres, para construir una sociedad más igualitaria en la que se acabe con los estereotipos de género, lo que nos hará libres.

Este 8 de marzo, además de seguir recogiendo firmas en nuestra campaña NoConsiento, nos sumaremos con todas estas reivindicaciones a las manifestaciones que convoca el movimiento feminista. ¡Nos vemos en las calles!

Lola Liceras es activista y coordinadora del Equipo Mujeres de Amnistía Internacional España

1 comentario

  1. I don’t agree with a lot of the stuff you have written here. Sounds like you are a pure feminist and assume a lot about stuff going on in other countries, yeah right.

    08 marzo 2019 | 13:06

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