Archivo de febrero, 2019

A una semana de la huelga feminista

Por Belén de la Banda

Mañana será viernes. Y faltará una semana para una jornada histórica. La del 8 de marzo de 2018, estoy segura, no la olvidaremos nunca. Todavía tengo la piel de gallina cada vez que recuerdo o recupero las imágenes del año pasado. Tuve la suerte de vivirla acompañando a una lideresa africana, Julie Cissé, impulsora de los derechos económicos de las mujeres rurales de Senegal. No sé cuál de las dos estaba más emocionada, impresionada, energizada y conmovida en medio de la ciudad, paralizada por y para las mujeres. Me sorprendió la rapidez con la que ella entendía que también esta huelga, esta manifestación, eran por ella y por sus hermanas.

Todo lo que rodeó a esta fecha fue una experiencia de crecimiento exponencial para numerosos grupos y espacios de mujeres en todo el país. Fue una oportunidad de conexión y reconocimiento, un tiempo de unión del que han salido, en todas partes, numerosas iniciativas.

Entre ese 8 de marzo y el que ahora se acerca, todas hemos crecido, aprendido, desarrollado. Y muy especialmente las jóvenes y adolescentes, que con sus preguntas, con su negativa a aceptar que las cosas tengan que ser como son, que la realidad no sea como les decimos que es, se han convertido en nuestras maestras.

Hemos compartido letras y músicas. Nos hemos dejado inundar por nuestras propias voces.

Han surgido muchos liderazgos nuevos. Y también muchas experiencias de trabajo en equipo, de éxito. Nos hemos acercado a mujeres con las que tenemos muchas o pocas cosas en común. Hemos descubierto que las opresiones son múltiples. Nos hemos puesto al lado de nuestras hermanas en el sector de los cuidados.

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Hombres y mujeres para el feminismo

Por Flor de Torres Porras

Hace unas semanas leíamos a Rosa Montero en un espléndido artículo titulado ‘Corazones Blancos’, que decía :  ‘a esa legión de hombres inteligentes y sensibles es a la que nos estamos dirigiendo las mujeres’

Aunque los hombres no son el motor del feminismo, -porque no es posible invisibilizar la hermosa y digna lucha protagonizada por tantas mujeres, movimientos sociales y reivindicativos de la igualdad-, ellos sí  han de contribuir con su complicidad  y activismo a la lucha feminista para lograr la igualdad de género efectiva. La igualdad  como derecho fundamental se consagró hace 40 años en la Constitución Española, en al Art 14.

Ahora buscamos la igualdad real. Es la que construye e el  camino de la  lucha feminista, proclamada como su motor. A lo largo de años se ha ido forjando un sólido edificio, a pesar del cuestionamiento que trata de debilitar sus pilares. A pesar de las dudas impuestas por argumentarios interesados de quienes nunca han luchado por la igualdad, que no creen en ella, que alimentan sus  discursos con falsos mitos y afirmaciones sin apoyo científico, empírico o empático. Sombras lanzadas a la igualdad que estamos construyendo y  que solo  sirven para   perpetuar el patriarcado, en el que se asientan como agentes ejecutores de la desigualdad.

El feminismo ha logrado grandes avances hacia la igualdad. Imagen de Melany Rochester / Unsplash.

Pero dentro del corazón de la igualdad, como eje y motor, sigue avanzando  un feminismo robustecido. Feminismo inclusivo con la complicidad de los hombres. Y ello es así porque la  palabra igualdad  ya no conoce límites. Avanza y deconstruye privilegios basados en la sociedad patriarcal. No hay modelo de sociedad igualitaria, de  estado social y democrático de Derecho que no sea creado, entendido y dirigido en igualdad por hombres y mujeres. Es en las personas donde ha de convivir e ponerse en práctica. Crecer y ampliarse como valor fundamental.

Por ello siguiendo la estela de Rosa Montero hemos de dirigirnos a todos y cada uno de los hombres para que reflexionen sobre el camino transitado por el feminismo, y se incorporen a él. Que se comprometan en la lucha por la igualdad y que entiendan  que hay que romper en mil pedazos  su  complicidad con la desigualdad.

Sigue siendo esta la revolución pendiente: la de los hombres que renuncien a perpetuar el actual modelo de inequidad.  Que esa renuncia abarque la negación de una vez y para siempre a ser utilizados como instrumentos de control del patriarcado.  Hombres que miren cara a cara al Machismo y a lo que  Marcela Lagarde  nombró como “la escisión del género” o extrañamiento entre las propias mujeres que provoca la escisión del propio género femenino dando pie a la naturalización del  patriarcado como la única forma de convivencia. Y que tras  esa nueva mirada feminista ya no se reconozcan en ello.

Y sobre este entramado sociológico, la Justicia tiene un papel fundamental, y lo está asumiendo. En 2018 ,una tras otra, han ido iluminando el camino judicial varias Sentencias del Tribunal Supremo, abriendo un camino de luz y esperanza hacia la igualdad. Son sentencias que reconocen la desigualdad estructural a la que la mujer se ve sometida por el hecho de ser mujer. Todas estas resoluciones vienen avaladas y precedidas por las más de 200 sentencias que avalan la constitucionalidad de la Ley Integral contra la Violencia de Género (L.O 1/2004)

En una muy reciente Sentencia del Tribunal Supremo del 20/12/2018 se resuelve en Pleno un recurso de la Fiscalía contra la absolución de una pareja, hombre y mujer,  donde se argumentaba que no había situación de desigualdad por existir entre ellos una agresión mutua. Se  reconoce en ella que no por ello se ha de dejar de contextualizar como acto de violencia la que se ejerce sobre la mujer con ocasión de una relación afectiva de pareja. Pues constituye acto de violencia de género cualquier acto de poder y superioridad de los hombres frente a las mujeres con independencia de cuál sea la motivación o la intencionalidad. Son actos de desigualdad estructural que no necesitan motivarse como actos de violencia de género.

Previamente a esta sentencia, los menores se  fueron reforzando como víctimas directas de la violencia de género, aun sin ser testigos presenciales de las agresiones a sus madres. Tan solo con su percepción. O la necesidad de imponer medidas de alejamiento de forma imperativa aun sin acto de violencia física, en la necesidad de seguir el camino de atender y prevenir las otras violencias que atacan la integridad moral de las mujeres víctimas de violencia de género. Caminos ya amparados previamente en el Tribunal Constitucional, justificados ante la  mayor carga penal en los delitos cometidos a las mujeres en el ámbito de la pareja.

Se dirimió la plena constitucionalidad y vigencia  de la redacción del art. 153 ,1 del Código Penal  para las agresiones en el ámbito de la pareja o expareja y se declaró constitucional la distinta carga penológica si es agresor hombre (153,1)  que si es mujer  (153,2) y se justificó  así:

«No es el sexo en sí de los sujetos activo y pasivo lo que el legislador toma en consideración con efectos agravatorios, sino -una vez más importa resaltarlo- el carácter especialmente lesivo de ciertos hechos a partir del ámbito relacional en el que se producen y del significado objetivo que adquieren como manifestación de una grave y arraigada desigualdad. La sanción no se impone por razón del sexo del sujeto activo ni de la víctima ni por razones vinculadas a su propia biología. Se trata de la sanción mayor de hechos más graves, que el legislador considera razonablemente que lo son por constituir una manifestación específicamente lesiva de violencia y de desigualdad.”

(Sentencia del Tribunal Constitucional  59/2008 de 14 Mayo de 2008, entre otras)

El Tribunal Supremo y el Tribunal Constitucional  están convalidando y aplicando  con esta jurisprudencia la necesidad de llegar a la igualdad a través de la discriminación positiva. Y  se  hace por el camino marcado por  la propia Constitución Española a través de la búsqueda de un principio de igualdad real. En sus resoluciones se materializa la exigencia de aplicar el principio constitucional del Art 9,2 donde se avala la discriminación positiva como medio de superar los obstáculos a la igualdad de diversos grupos:

Corresponde a los poderes públicos promover las condiciones para que la libertad y la igualdad del individuo y de los grupos en que se integra sean reales y efectivas; remover los obstáculos que impidan o dificulten su plenitud y facilitar la participación de todos los ciudadanos en la vida política, económica, cultural y social.”

Por tanto, quien cuestiona la igualdad tomando como base los resultados de pena distintos si la persona responsable es hombre o mujer lo hace solo desde la superficie de un problema de enorme magnitud. Desde el desconocimiento o, lo que es peor, el rechazo  de una realidad: la desigualdad estructural que determina la violencia de género. O dicho de otro modo, ignora la base constitucional que destaca la necesidad de neutralizar la  desigualdad y evitarla. Y la doctrina consolidada por el Tribunal Supremo y el Tribunal Constitucional, que atienden desde el ámbito judicial la mayor frecuencia y gravedad de las agresiones de hombres a mujeres en el ámbito de la pareja.

No confundamos. Estas medidas no rompen con el principio de presunción de inocencia, un precepto constitucional que preside todas nuestras actuaciones judiciales. Todos los procesos y todos los derechos. Pero ha de convivir en cada proceso de violencia a la mujer con la constatación empírica de la frecuencia y lesividad de la violencia de género, que precisamente por estos motivos se escindió de la violencia familiar.

Y es así por ser un modelo objetivo y reproducido de un arraigado sistema patriarcal que determina un repertorio  de conductas que atentan a las mujeres por el hecho de serlo y en el ámbito de la pareja. Es lo que el feminismo siempre denunció, y seguirá haciéndolo. Lo que hoy como realidad social y evidente se consolida también  en la Doctrina del Tribunal Supremo y el Tribunal Constitucional.

Por eso Rosa Montero nos emocionaba cuando finalizaba su artículo con esta argumentación dirigida a  los Hombres:

“No debería darles las gracias, porque agradecer a un hombre que pelee por un mundo más justo (el antisexismo nos atañe a todos) es como agradecer a tu pareja que ponga la lavadora, pero se las doy, porque aún me emocionan demasiado. A esa legión de hombres inteligentes y sensibles es a la que nos estamos dirigiendo las mujeres. Amigo, hermano, amante, muestra tu corazón blanco y lucha conmigo

Creo que el mejor homenaje a las mujeres víctimas de violencia de género, que afrontan la heroicidad de denunciar, de atravesar un proceso judicial acompañadas de sus miedos, sus peligros y sus inseguridades, es escucharlas y caminar junto a ellas. Que se sientan amparadas por todos los hombres y las mujeres que luchan por una igualdad real y ya incuestionable.

Flor de Torres Porras es Fiscal Delegada de la Comunidad Autónoma de Andalucía de Violencia a la mujer y contra la Discriminación sexual. Fiscal Decana de Málaga.

Ciberfeminismo contra la violencia

Por Eva Moure

Sólo hace un par de meses que supimos que la RAE (Real Academia) había decidido incorporar ‘sororidad’ como nueva palabra al diccionario. ¡Nueva! ¡Una palabra usada desde hace décadas! Mientras las instituciones y espacios oficiales van a remolque, la calle camina imparable.

Antonia Santolaya / Oxfam Intermón

Notas visuales realizadas por la ilustradora Antonia Santolaya durante la reunión de ciberactivismo organizada por Oxfam Intermón en Madrid. (c) Antonia Santolaya / Oxfam Intermón

Hace pocas semanas tuve la suerte de compartir jornadas con un grupo de activistas feministas de Africa, América Latina y España que se juntaron en Madrid, invitadas por Oxfam Intermón, para plantear estrategias de innovación digital contra los diferentes tipos de violencia machista. También para compartir experiencias y propuestas, para tejer red. Sororidad internacional en estado puro. Está claro que lo que compartimos es infinitamente mayor que lo que nos separa. En Argentina, Sudáfrica, Gambia, Colombia, España, Brasil o Marruecos.

De entrada, muchos hechos y datos demuestran que las violencias machistas ocurren en todo el mundo de forma sistemática, aunque hay quien todavía las niega o afirma que se trata de casos aislados. ‘Los datos son claves para conseguir políticas públicas, por eso es importante que se reconozcan los datos reales, no solo los oficiales’, comenta Nerea de Feminicidio.net.

Las movilizaciones sin precedentes también son un punto en común. El #NiUnaMenos en Argentina, el histórico 8 de Marzo pasado en España, el Total Shutdown (Paro total) del verano pasado en Sudáfrica, con miles de mujeres de todo el país movilizadas contra la violencia machista en uno de los países con mayor número de feminicidios del mundo y, al mismo tiempo, con las leyes más avanzadas en materia de defensa de los derechos de las mujeres. Leyes que no se cumplen. 

(c) Antonia Santolaya / Oxfam Intermón

Notas visuales de Antonia Santolaya durante la reunión de ciberfeminismos celebrada en Madrid y organizada por Oxfam Intermón. (c) Antonia Santolaya / Oxfam Intermón

El colectivo feminista habla de violencias, en plural, porque son varias. Y en los últimos años, la violencia digital es una de las últimas incorporadas. El auge del ciberactivismo ha multiplicado las posibilidades tanto de defender derechos como de recibir ataques, sufrir acoso o violencia machista en la red. Varias activistas africanas lo cuentan en este artículo. En América Latina, experiencias como la de Las Igualadas buscan abordar temas de género de forma divulgativa, y lo hacen de forma desenfadada y directa.

Su propuesta les ha valido millones de aplausos. También muchos ataques que, como a tantas activistas, las obliga a buscar estrategias de autodefensa.  ‘El objetivo de las violencias machistas es expulsar a las mujeres del espacio público’, escucho. Asustando, acorralando, avergonzando, provocando autocensura, entre otras cosas. La cuestión de fondo: las violencias machistas provienen de la desigualdad de género y de unas creencias afianzadas que es necesario desmontar si queremos una sociedad más justa y equitativa.

Hay trabajo por hacer. Y para ello es imprescindible unir fuerzas y compartir recursos. Es lo que hicieron las activistas que se juntaron en Madrid y a las que la ilustradora Antonia Santolalla siguió durante dos días para contar, con gran talento, en ilustraciones como las que acompañan este texto, cómo tejer redes saltando fronteras de todo tipo. En una palabra, sororizando.

Eva Moure es periodista y trabaja en Oxfam Intermón

En tela de juicio

Por Maribel Maseda

Groso modo, cuando hablamos de hombre machista nos referimos al que de una forma u otra sitúa a la mujer en un nivel inferior, cambiando a su voluntad sus derechos por permisos, concedidos por sus iguales, los hombres.

Cuando hablamos de mujer machista nos referimos a aquella que defiende la capacidad del hombre para conceder estos “permisos”.

Si hablamos de sociedad machista, a menudo nos referimos al conjunto de personas que, por automatismos, se sitúa en la fina línea que separa la igualdad de su miedo a ser desplazado de su posición de poder. Así se ha creado a modo de coalición espontánea una nueva entidad que por defender su posición, por temer a su propio miedo, por intentar frenar un nuevo estado social en el que ya no se distinguirá al rey de la princesa, apoya las actuaciones violentas de los violentos. Se llama delito a una acción que va en contra de la ley, pero esto no siempre queda claro cuando se trata de una agresión sexual.

Los testimonios de las mujeres se enfrentan a numerosos cuestionamientos. Imagen de Mike Wilson / Unsplash.

Porque si la ley deja una fisura por la que se cuela -a voluntad- que una agresión a una mujer puede ser delito o puede ser parte de un juego sexual que sale mal, la incertidumbre que esto genera pasa, conscientemente o no, a engrosar el bando de la coalición.

Vamos a ser sinceros: no se ve de la misma manera al asesino de una mujer que al de un hombre. La motivación machista subyacente pone en tela de juicio su naturaleza delictiva.  Y yendo un poco más allá, quizá quien defiende el maltrato, el abuso sexual, la agresión sexual y aun el asesinato a mujeres por supremacía machista, en realidad siente que cualquier día puede pasarle a él, ya que se identifica con el violento e intenta construir una plataforma de apoyo y garantía de su propia seguridad si llega a ocurrirle algo así.

Por esto es tan difícil denunciar para una mujer. La mujer agredida sabe que no solo debe enfrentar a su agresor, sino a la coalición frecuentemente oculta y que en cualquier momento puede ejercer su papel desprestigiándola por cualquier acto, rasgo, actitud o decisión de su vida, sin que tenga absolutamente nada que ver con su denuncia.

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Salvavidas contra la mutilación

Por Eloísa Molina 

Celebramos el Día Internacional de la Tolerancia Cero con la Mutilación Genital Femenina el 6 de febrero para poner el foco en la magnitud de esta práctica y la forma en que devasta las vidas de las niñas y mujeres jóvenes. Las cifras globales sugieren que los genitales de una niña se cortan cada 10 segundos. Actualmente se estima que hay tres millones de niñas en riesgo de sufrir mutilación genital femenina cada año. Ante esta situación, es necesario poner todos los recursos y esfuerzos en frenar esta lacra que pone en riesgo la salud física y mental de las niñas. Las casas refugios son clave en este proceso.

Niñas jugando en un centro en Ghana. Imagen World Vision.

La mutilación genital femenina (MGF) o ablación es practicada por algunos grupos étnicos en 29 países de África. Entre otros motivos este proceso ocurre por las creencias sobre lo que se considera adecuado en el comportamiento sexual de las mujeres y lo que es necesario para prepararlas para el matrimonio. Ubicando a Kenia en el lugar número 17 entre los 29 países de África que llevan a cabo la práctica, en la comunidad de Samburu y Somalia, nueve de cada diez niñas han sido sometidas a la ablación.

«Las niñas entre las edades de 0 a 14 años tienen más probabilidades de someterse a la MGF si su madre se sometió a la práctica tradicional», dice el Director Nacional de World Vision en Kenia, Dickens Thunde. «Aunque las tasas de prevalencia de la MGF han disminuido en los últimos años en Kenia, tres millones de niñas siguen siendo cortadas cada año a nivel mundial. Cada una de ellas sufrirá dolor emocional y físico a largo plazo, todos necesitamos hacer más para acabar con la MGF», explica Thunde.

Las casas refugio son espacios puestos en marcha para ayudar a proteger a las niñas que huyen de la MGF en todo Kenia. Es la única Organización No Gubernamental (ONG) que trabaja en la región de Narok, con alta prevalencia de la ablación, con el único objetivo de proteger a las niñas que viven con el temor de ser cortadas.

“Mi papá me ordenó que dejara de estudiar y que las mujeres me instruyeran mientras maduraba para el corte de mis genitales. Mi madre se resistió a la idea, pero fue encerrada. Quería que me mutilaran y me casara a cambio de ganado y cabras «, dice Antonina. “Aunque mi padre me ha repudiado por no honrarlo, estoy convencida, tengo razón al elegir la educación en lugar de seguir el rito. Ahora, cuando vuelvo a casa, las chicas con las que me cruzo me consideran una campeona».

Promover la educación para las niñas, los rituales alternativos para dar el paso a la mujer adulta, volver a capacitar a los practicantes de la MGF para que renuncien a este trabajo y la reeducación de los padres son solo algunas de las formas que estamos empleando para abordar la MGF», explica el Sr. Thunde.

A pesar de haber registrado algunos avances en los últimos años, Kenia sigue en rojo con una de las tasas de prevalencia de MGF más altas del mundo, que se estima en un 21 por ciento entre las mujeres de 15 a 49 años, aunque estas cifras varían ampliamente según la edad, ubicación, grupo étnico y religión.

Naseiyo tiene 15 años de edad, es alumna de séptimo curso en una escuela primaria pública local ubicada en Kenia donde World Vision lleva a cabo uno de sus programas. Es la responsable de uno de los dormitorios y delegada de su clase. Una niña aplicada, educada y fascinante que tiene muy clara la importancia de la educación para mejorar su vida. No ha sido un viaje fácil para ella.

La vida estaba a punto de cambiar para Naseiyo. Sus padres estaban haciendo planes para que ella se sometiera a la mutilación genital. Tenía apenas 10 años y todo lo que quería era lograr sus sueños y no deseaba experimentar la dolorosa mutilación como una práctica cultural obligatoria en su comunidad.

“Mi propia madre fue una de las principales defensoras de mi participación en el rito. Lo triste es que me dijeron que obviamente no continuaría con mi educación después”, dice Naseiyo. “Para salvarme, tuve que contactar con mi maestra que trabajaba estrechamente con World Vision. Me escapé de casa a Naroosura, donde están ubicadas las oficinas de la ONG. Me preguntaron qué es lo que yo quería; todo lo que dije fue que necesitaba continuar con mi educación», dice Naseiyo.

“El personal de la organización me trajo a esta escuela refugio que sirve de internado para las niñas que estamos estudiando en la escuela local. Más tarde me llevaron a casa para conocer a mis padres», cuenta Naseiyo. “Mis padres no sabían nada de mi paradero después de mi desaparición de casa. Han cambiado de opinión sobre la ablación”. Naseiyo se desmorona en esta parte del relato…. “Sí, estoy segura de que podría quedarme en casa con mis padres. Sin embargo, solo voy a la casa familiar dos veces al año». Tiene miedo y desconfianza.

Naseiyo conoce perfectamente el impacto de la MGF. Ella dice que ha visto los problemas de salud de las niñas que han sufrido la experiencia de la mutilación. Conoce personalmente a cinco chicas que son sus amigas, con graves problemas de salud. Le cambia la cara y el tono al contarnos la historia de una amiga que se sometió a la ablación y debido a un sangrado excesivo durante el parto murió.

Eloisa Molina es coordinadora de comunicación de World Vision España