Los mitos de la violencia sexual

Por Bárbara Tardón

“El mito es un habla despolitizada”. La afirmación que en 1953 realiza el filósofo y semiólogo Roland Barthes es extrapolable a la realidad presente de las mujeres, víctimas y supervivientes de violencia sexual en el Estado español, por el escenario de desprotección y garantía de sus derechos.

Los mitos sobre la violencia sexual empañan cualquier intento de alcanzar la justicia y la reparación frente a los derechos humanos vulnerados. Sostienen la discriminación y la aúpan hasta la estratosfera. Parecen inmortales e intocables. He de confesar que incluso yo misma me he sentido atrapada a veces por esos mitos. El estereotipo de género es como si te enganchara, como si no fuera nada. Pero lo es todo.

Manifestación contra la violencia sexual y judicial hacia las mujeres. Imagen: Francisco Ruano / Amnistía Internacional.

Sin rodeos, puedo concluir -después de más de un año investigando para la Sección Española de Amnistía Internacional sobre la violencia sexual en el Estado español-, que el mito, el estereotipo o el prejuicio de género se encuentra estampado de forma generalizada en cada una de las instituciones cuyo deber es acompañar y restituir los derechos humanos de las víctimas de violencia sexual. El estereotipo de género se cuela y se arrastra por las comisarías, por los juzgados, por los hospitales y medios de comunicación, por las calles de nuestras ciudades. Donde menos te los esperas, ahí están.

¿No será que es una discusión entre novios?-, le comentó una trabajadora social de un hospital a una mujer entrevistada para nuestra investigación, después de ser violada por su ex novio.

Vaya niña más ligerita!- afirmó una abogada de un condenado por acoso sexual en relación a una niña de 15 años que terminó suicidándose tras el acoso.

 

En la práctica, lo que hemos comprobado también al entrevistar a las víctimas, supervivientes y familiares de violencia sexual es que “el habla despolitizada” (el mito), casi de forma involuntaria -y en muchas ocasiones de manera muy consciente- está generando efectos directos no sólo en las mujeres que han vivido o vivirán violencia sexual, nos perjudica a todas…al configurar una realidad inventada y construida que lo que consigue es justificar y normalizar las violencia sexuales con un gran objetivo: desacreditar a las víctimas, restar responsabilidad a los agresores y normalizar la violencia sexual.

No hay que olvidar que los mitos y estereotipos de género son unos de los máximos responsables de la existencia de la cultura de la violación y por lo tanto, de forma evidente, van a alimentar y reforzar la ideología patriarcal, sosteniendo la discriminación histórica y estructural que sufren las mujeres frente a los hombres. Así lo hemos comprobado, cuando al acompañar a algunas víctimas, nos han trasladado en su desesperación por ser creídas, cómo era posible que quien las tienen que proteger duden de ellas, las juzguen o en el peor de los casos, las acusen de mentir para obtener réditos personales.

Los mitos y los estereotipos de género no dejan de ser instrumentos dirigidos a perpetuar la subordinación de las mujeres para controlar su libertad sexual y por tanto sus derechos sexuales y reproductivos. Y aunque parece que mutan según los tiempos, en el fondo, después de las más de 80 entrevistas realizadas para esta investigación lo que hemos podido comprobar es que realmente son “inmutables”, son los mismos que hace 50 años, que hace 200 años: “no es el prototipo de víctima de violación”, “no hay marcas físicas que evidencien que ha habido una agresión sexual”, “estaba ligando con él”, “qué esperas estando drogada y bebida”, “¿qué ropa llevabas?”, etc.

Una lista interminable.

A día de hoy, recién concluida nuestra investigación y profundamente impactadas por las historias que hemos escuchado, me he planteado dos objetivos, parece casi un fin vital: romper el silencio para interpelar con la acción y la palabra a los responsables (siguiendo las palabras de Audre Lorde), con la finalidad de hacer que los derechos humanos de las mujeres sean realidad. Y en segundo lugar, aunque pueda parecer nimio, me he propuesto interpelar y desintegrar uno por uno, allá donde vaya, cada unos de esos mitos con los que convivo. Espero que este informe nos ayude con ello. Lo necesitamos con urgencia.

Bárbara Tardón es investigadora para Amnistía Internacional y experta en género y en violencia sexual.  

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