El tercio imprescindible de la población mundial

Por Almudena Barrio

Las mujeres rurales representan más de un tercio de la población mundial, de las cuales y según la FAO, un promedio del 43% suponen la fuerza laboral agrícola en los países empobrecidos. Estas cifras esconden mujeres que labran la tierra y siembran las semillas que alimentan naciones enteras, que garantizan la seguridad alimentaria de sus comunidades y construyen la resiliencia climática. Por estos motivos, existen significativos avances en la tenencia de la tierra y se evidencia un ligero empoderamiento al encabezar ellas, cada año, más número de explotaciones agrícolas. Sin embargo, su posesión de la tierra y el acceso a los insumos, a la financiación o la tecnología agrícolas para la resiliencia climática son todavía un problema… y las mujeres se siguen viendo mucho más relegadas que los hombres. Siguen siendo invisibles ante las instituciones e incluso en la toma de decisión de las estructuras comunitarias.

Mujer rural en Cabo Delgado, Mozambique. Imagen de María Ceniga / Ayuda en Acción.

En nuestro trabajo nos enfrentamos cada día a estos retos en la construcción de un mundo rural más inclusivo e igualitario. Nos cuestionamos por qué las mujeres, adolescentes y niñas de las comunidades donde trabajamos son muchas veces invisibles a los ojos extraños pero también a los propios. Por qué, a pesar de ser luchadoras y vibrantes, siguen pensando: “¿qué puedo yo aportar?”… desconociendo lo mucho que tienen que decir por el hecho de ser las principales víctimas de la explotación frente a formas inaceptables de trabajo, de la violencia sexual y de género, por estar exentas de cualquier protección social o no tener acceso a la libertad de asociación y libertad sindical, la negociación colectiva y el diálogo social.

A lo largo de mi vida trabajando por y para las mujeres rurales, me he encontrado infinidad de veces con la frase “las mujeres no quieren participar”… ¿no será que las buscamos en los lugares equivocados y sin tener en cuenta sus intereses? Siempre es agradable sentarse con un grupo de mujeres que ha quedado en la quebrada del río para asearse o en la casa de una prima para preparar una comida juntas. Pero más agradable es escucharlas, sentir palabra por palabra lo que se dicen, compartir sus preocupaciones y sus sueños, entender cómo es su día a día.

En Mozambique, donde las mujeres representan un 60% de la fuerza productiva total y donde alrededor del 90% se dedica a la agricultura, hemos puesto en marcha Work 4 Progress junto a Obra Social laCaixa, invitando a las mujeres a dialogar y diseñar cómo se imaginan un futuro donde tecnología y empleo puedan ir de la mano. Las situamos en el diálogo frente a actores que normalmente no las tienen en cuenta, como el sector privado o las instituciones nacionales de fomento del empleo. Partimos de la base de que el acceso a determinados recursos, por parte de las mujeres, aumentaría la productividad de sus explotaciones agrícolas en un 20–30%, de modo que la producción rural en los países como Mozambique se incrementaría en un 2,5-4%, como ya ha señalado la FAO en años anteriores.

En Nicaragua, Glenda y Hilda son integrantes de Mujeres Solares, un emprendimiento sostenible en Madriz, y participaron de manera activa en su comunidad en la identificación y diagnóstico de unos de los mayores problemas que envuelven al Corredor Seco Centroamericano: “En nuestra comunidad estábamos muy acostumbrados a usar demasiada leña para cocinar; utilizábamos unos fogones grandes que se llevaban 30 o 40 rajas de leña y contaminaban nuestra salud. Las mujeres nos reunimos y vimos que no había leña en la comunidad y que nuestros bosques ya no tenían recursos… eso estaba dejando a la comunidad en sequía”. Fueron ellas mismas a través del apoyo de varios proyectos, como el financiado por la Agencia Española de Cooperación Internacional al Desarrollo, las que formaron una empresa para la construcción de cocinas solares, que utilizan ahora en su propio restaurante de ecoturismo. A través de su impulso e iniciativa, han asegurado también la participación de otras mujeres en la toma de decisiones de su región. Un proyecto innovador basado en la energía solar ha posibilitado que su territorio sea más inclusivo e igualitario. Al frente de la Casita Solar, así se llama su negocio sostenible en Totogalpa, entonan ahora un nuevo discurso: “nos sentimos mujeres que podemos”.

La participación económica de las mujeres se encuentra invisibilizada por dos motivos principales: el no reconocimiento de su aportación y la informalidad de su economía. Carecen de presencia en los espacios donde se toman las decisiones sobre planificación y orientación de los recursos, y no tienen la oportunidad de despegar y consolidar sus actividades debido a obstáculos como la falta de acceso a financiación por las condiciones crediticias tan exigentes.

En Guatemala, la dependencia económica de las mujeres por la predominancia de una cultura machista y de patriarcado que limita sus capacidades a las labores de casa y a responsabilidades familiares, son factores que dificultan la autonomía femenina y favorecen la violencia. Hablamos de un país donde 1 de cada 4 mujeres del área rural muere en los partos.  Por eso es tan importante que apoyemos la promoción y consolidación de iniciativas y emprendimientos económicos liderados por mujeres rurales. Como en el caso de María, que comenzó a recibir formaciones en producción, acopio y comercialización de granos básicos, y es una de las 300 mujeres chortí que han mejorado sus ingresos entre un 15% y 25% tras haber sido apoyadas para sacar adelante emprendimientos económicos. Constituidas en la Red de Mujer Rural Chortí, juntas se garantizan una cobertura en la producción y comercialización, hacen incidencia ante las autoridades locales para que se proteja e incentiven actividades dirigidas al empoderamiento económico y social de la mujer, y consiguen también la protección y ampliación de servicios sociales como la atención obstétrica.

Mientras no se reconozca la importancia de la agenda de la mujer rural, su desarrollo seguirá siendo sesgado e infructuoso. No podemos solo dar respuestas a la mitad de la población, que además no es la que se encuentra en peores condiciones. Hoy es el Día Internacional de las Mujeres Rurales y su importancia es crucial para hacer realidad la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Como bien recalca ONU Mujeres, los servicios esenciales de los que dependen millones de mujeres y niñas rurales —sanidad, educación, cuidado infantil, alojamiento— adolecen de una infrafinanciación crónica o simplemente no están disponibles. Allí donde existen, suelen ser los primeros afectados por las medidas de austeridad, que están volviendo a intensificarse. Se prevé que 124 países apliquen recortes presupuestarios en este 2018, lo que erosionará las medidas de protección social y los servicios sociales de los que dependen tantas mujeres y niñas rurales. Pero esto es algo que se puede evitar, en prácticamente todos los países existe margen para incrementar o reasignar recursos; es cuestión de voluntad política. El costo de la inacción es, sencillamente, demasiado elevado.

Almudena Barrio González es coordinadora de programas de Centroamérica de Ayuda en Acción.

2 comentarios

  1. Dice ser gorrión

    Qué foto tan bonita de una mujer POBRE.

    Esperaba alguna de Alice Walton, Francoise Bettencourt Meyer, Susanne Klatten, Jaqueline Mars ……..
    4 mujeres que acumulan más RIQUEZAS que miles de millones de hombres y mujeres juntos.

    Pero ya sabemos que la parcialidad en la INFORMACIÓN FEMINISTA es ancestral. Nada que reprochar al artículo, en la línea esperada. VICTIMISMO Y DEMAGOGIA para pillar parte del pastel de las SUBVENCIONES AL FEMINISMO.

    15 octubre 2018 | 12:48

  2. Dice ser gorrión

    ¿También en este blog hay CENSURA?

    No me lo puedo creer. Es que no se libra ninguno.

    En cuanto que hay un punto de vista crítico, CENSURA al canto.

    15 octubre 2018 | 12:53

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