Hagamos que el miedo cambie de bando

Por Sílvia Aldavert

1 de cada 3  jóvenes reconoce haber vivido violencias machistas el último año

Cuando Andrea nos pidió de forma contundente que no avisáramos a sus padres entendí que el fracaso de la sociedad adulta va mucho más allá de la lejanía generacional. Con sus 15 años había llegado hasta nosotras buscando un espacio de seguridad y calidez donde volcar la mierda que se había tragado dos días antes, quizás un par de años antes, seguramente, desde que nació. Era un lunes, el sábado anterior la violaron.

Imagen de Guilherme Stecanella.

Ocurrió en su calle, con unos chicos del barrio con los que había crecido, alguno que le había prometido rosas y corazones para San Valentín. La escuchamos, la atendimos e informamos tal y como nuestro trabajo y vocación nos permite, conteniendo el estallido de rabia que generaba en nuestro estómago. Pero somos profesionales. «Tómate el Ulipristal, más conocido como ‘la pastilla del día después’. Vamos a acompañarte para seguir el protocolo de prevención de todos los riesgos que podamos evitar.

Yo no les había hecho nada, les dije que NO muchas veces…  ¿Cuál ha sido mi error? 

Parecía preguntarnos entre murmullos.

El error es nuestro, me hubiera gustado responderle, y profundamente grave. Seguir alimentando un imaginario colectivo donde las mujeres, incluso las más jóvenes, deben aprender los mecanismos básicos para prever la agresión a sus cuerpos y sexualidades y, si no lo consiguen, sentirse culpables. Ser discreta y recatada, aprender a decir NO, relacionarte con conocidos, caminar por calles seguras, tener cuidado con la ropa que usas, las horas en las que sales… en definitiva, MIEDO. La herramienta fundamental del sistema patriarcal.

El pasado 2017, 833 chicas de las que nos visitaron en el Centre Jove d’Atenció a les Sexualitats de la APFCIB decidieron responder voluntariamente unas preguntas del protocolo de detección de violencias machistas que iniciamos hace un par de años. Las respuestas nos dejan con datos atronadores pero ni siquiera sorprendentes. El 33% de mujeres adolescentes y jóvenes, con una media de 20 años, han vivido violencias machistas en los últimos 12 meses.  Un 9% marca la casilla de violencia sexual directamente y de ellas, una de cada cuatro, especifica violencia sexual dentro de la pareja. (Fuente APFCIB-CJAS )

Andrea, te acompañaremos al hospital para tomarte la profilaxis pos exposición para el VIH. No te preocupes, será un trámite. El terror se le dibujó en la cara y negó rotundamente.

Al hospital no voy, llamarán a mis padres y no quiero que se enteren. Me obligarán a denunciarlo y no quiero, otra vez no.

Entonces supimos que unos años antes había denunciado a un familiar por abusar sexualmente de ella. En el hospital no la creyeron, ni la policía ni las leyes la protegieron -sin pruebas- y sus padres, rotos, no supieron cómo seguir. No quería volver a pasar por ello y ver la decepción en la cara de sus padres y la respuesta de un sistema que, todo entero, hace aguas como garante de derechos.

Preguntémonos cuál es nuestro lugar en esta historia. Todas y todos tenemos uno. Somos Andrea, las profesionales del centro de atención, somos el padre o la madre, la policía o la médica del hospital, somos el juez, el profesor, el familiar agresor, los violadores. Somos quienes mantenemos una estructura machista que obliga a las mujeres a sentir miedo a cambio de una pizca del que llamamos “amor romántico” condenándonos a vivir oprimidas para mantener los privilegios del opresor.

Acabemos con ello de una vez por todas. El próximo 8 de marzo apoyemos la huelga feminista porque si las mujeres paramos, se para el mundo. Hagamos que el miedo cambie de bando.

Sílvia Aldavert Garcia es la Coordinadora de la Associació de Planificació Familiar de Catalunya i Balears

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