Archivo de enero, 2018

Sin igualdad no hay recuperación

Por Carmen Castro García

Sin igualdad no hay recuperación. Esa es la evidente conclusión del último Informe de Oxfam, en el el cual se confirma que la supuesta recuperación económica sólo alcanza a quienes ya estaban en los tramos superiores de renta y riqueza.

Los datos hablan por sí mismos: a nivel global, el 1% más rico de la población acumula el 82% de la riqueza generada el año pasado. Parte de estos ricos son quienes se han paseado por el sarao del Foro Económico Mundial de Davos, haciendo gala de su hipocresía y falta de empatía social ante las realidades marcadas por la pobreza, la creciente desigualdad, el cambio climático y la expropiación de los derechos humanos a parte de la población mundial.

Pauta similar se reproduce en el Estado español, donde el 10% de la población más rica acumula el 53,8% de la riqueza y el 1% más rico se reparte el 40% de toda la riqueza creada en 2017, mientras que el 50% más pobre apenas accede al 7%. La obscena acumulación en manos de la minoría elitista ha ido creciendo a un ritmo del 13% anual, mientras que los salarios lo hacían a un 2%. Estos datos deberían ser suficientes para poner en cuestión el discurso de la supuesta recuperación, algo que se revela nítidamente en el informe ¿Realidad o ficción? La recuperación económica en manos de una minoría.

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Esclavitud oculta

Por Silvia Carrizo

El principio organizacional de Europa basado en el respeto a la dignidad humana, libertad e igualdad que sustentan el ideario de la Unión Europea están muy lejos de ser tangibles cuando hablamos de comunidades extranjeras y de relaciones laborales. En estos ámbitos son palpables y permean vestigios de racismo y clasismo históricos que afectan directamente la vida de miles de personas.

La sociedad vasca y española tiene asumido que para que funcione su “Estado de Bienestar “ (o mejor dicho, su modo de vida personal) necesita tener disponibles un ejército de mujeres sin derecho, que puedan esclavizar. Y esas mujeres no son cualquiera. Son mujeres pobres e inmigrantes. El ejemplo más claro se encuentra en las condiciones laborales que son resabio de la esclavitud del siglo XIX, como es el trabajo de interna: 24 horas 365 días, sin ningún derecho laboral, por salarios que apenas alcanzan el Salario Interprofesional. Una realidad que no supone a nivel de estructuras de gobierno ningún cuestionamiento político, moral ni ético.

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De la crisis económica a la crisis de los cuidados

Por María Reglero

A raíz de la ´crisis económica´ que estalló en nuestra sociedad a finales de 2008 y que durante los primeros años impactó negativamente a los trabajadores del sector de la construcción y el automóvil, se fue evidenciando en su evolución, cómo las desigualdades de género se estaban acentuando, principalmente en detrimento de las mujeres de clase trabajadora.

Uno de los aspectos más alarmantes del informe que publicó ayer Oxfam Intermón sobre desigualdad es que ellas se sitúan en la base de la pirámide económica. Y entre ellas, más aún las mujeres cabeza de familia monomarental, mujeres migrantes, y mujeres en trabajo informal y empleos precarios. Es decir, una gran parte de las mujeres que ya estaban en la cuerda floja en situación de supuesta bonanza, fueron las primeras en sufrir el impacto de la crisis, experimentando situaciones de pobreza y exclusión social, ellas y sus familias.

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¿Qué pueden hacer las mujeres con un extra de 25 dólares al mes?

Por Ana Eloisa Molina

En Burundi, dos de cada tres personas viven con menos de 2$ al día. Para las madres, asegurar que sus hijos reciban suficiente comida suele ser una lucha. Estamos acostumbrados a escuchar como las ONG ayudamos a los niños entregándoles comida, medicamentos o lo que necesiten. Sin embargo, muchas veces se nos olvida que detrás de cada familia hay una madre luchando por sacar a sus hijos adelante.

Hablamos con 5 mujeres que forman parte del proyecto “Dinero por Trabajo”, una forma de apoyar dignamente a las mujeres para que ellas mismas puedan luchar por un futuro mejor.

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56 personas que nos faltan

Por Flor de Torres Porras

Nos faltan 48 Mujeres y 8 menores que en 2017 han sido víctimas directas de la violencia de género. Pienso en cifras y personas. Me imagino qué ocurrirá en los días que pasan entre el momento en que genero estas reflexiones y su publicación. Ignoro si cuando lo lean se habrán sumado más mujeres al contador de las víctimas de la desigualdad. A ese recuento doloroso de las víctimas mortales y de sus hijos. Qué historias y qué vidas encerrarán esas nuevas cifras. Y qué inmensa tragedia social que nunca tengamos al día los números mortales de la violencia de genero.

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Grupos de ahorro que cambian vidas

Por Leo García

 

Y de repente, allí estaba yo, en un recóndito lugar de Uganda… lejos quedaba Barcelona, las horas de vuelo, mi familia, la oficina y el ordenador, para encontrarme con aquellas mujeres y escuchar, hablar y compartir.

Hablar de los derechos de las mujeres, del derecho a una vida digna y libre de violencia, de cómo cada día mujeres de todo el mundo tenemos que enfrentarnos a miles de desafíos… porque las desigualdades no son patrimonio de continentes, razas o religiones, en mayor o menor medida, todas nos encontramos con situaciones injustas con las que lidiar cada día. Pero también hablar del camino que ya hemos recorrido, de nuestra fuerza, y de lo más importante: que no estamos solas, afortunadamente, nos acompañamos en este viaje.

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El año de las mujeres

Por María Millán 

2017 ha sido sin duda uno de los años en que más se ha visibilizado la lucha por los derechos de las mujeres. Nos escandalizamos con el caso Weinstein, pero la valentía de muchas mujeres que se atrevieron a denunciarlo nos emocionó y el movimiento #MeToo corrió como la pólvora en todo el mundo. Conocimos la atrocidad de La Manada, pero también la solidaridad de muchas hermanas. Ahora que se acaba el año analizamos algunos avances notables en materia de derechos humanos de las mujeres, sin olvidar que al menos 48 mujeres han sido asesinadas por sus parejas o ex parejas este año en España.

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Mi casa es mi madre

Por Nuria Coronado 

Desde hace días hay cinco palabras que no paran de darme vueltas en la cabeza y patadas en la boca del estómago. Son cinco palabras cortas y sencillas que gritan al mundo, a partes iguales, el amor y el dolor más absoluto: “Mi casa es mi madre”… “Mi casa es mi madre”… “Mi casa es mi madre”… “Mi casa es mi madre”…“Mi casa es mi madre”.

Quien las dice tiene muy poca edad, once añitos de nada, pero ha vivido tanto y tan duro, que es como escuchar a un “viejico sabio y tierno”, tal y como dice su madre. Quien las pronuncia es Gabriel y quien las escuchó hace nada en la dura distancia, es Juana Rivas. Quince letras que puestas en fila te dejan sin respiración, pensando en todos esos abrazos que él y su hermano Daniel (de tres años), no tienen porque les falta el calor de quien les parió y que cada día les quiere y les echa en falta a más no poder.

Que Gabriel hable de que no le importa dónde estar porque “su único hogar es su madre”, es el triste reflejo de una sociedad enferma, loca, perdida y que deja a la deriva y sufriendo no solo a las mujeres que padecen la lacra imparable de la violencia de género, sino también a quienes viven la infancia siendo testigos y sufridores de la misma.

Una de las ilustraciones del libro Hombres por la igualdad. Autora: Catalina Flora

Es una infancia que, como escuché al cantautor Rafa Sánchez mientras le entrevistaba para mi libro Hombres por la igualdad, está preñada de miedo, pánico y terror. “Crecí con el cotidiano temor de pensar que un día llegaría a casa desde el cole y encontraría sin vida a mi madre. Finalmente no fue así pero presencié cosas que no debiera presenciar ningún niño ni ninguna niña, porque cuando esto sucede no se saborea la inocencia, no se respira en ella porque te la roban, y una parte muy importante de ti se ve obligada a desconectar de la pureza. Es una herida que sangra sin fin”, explica.

Una herida que por desgracia también conoce bien Francisco Orantes, uno de los 11 hijos de Ana Orantes (la granadina que hace 20 años plantó cara a los malos tratos y palizas que sufrió durante 40 años de su pareja y fue a un plató de televisión a contarlo) y quien dos décadas después sigue sin recuperarse de su pasado. “La seguridad no estaba en mi casa, solo había inseguridad, miedo. Cerrábamos con pestillo la puerta de la habitación porque teníamos miedo. ¿Cómo voy a decir que él podía ser un buen padre? Mi madre por desgracia murió, pero me tocó la mejor madre del mundo. Si tuviera que volver a vivir todo lo pasado la volvería a querer como madre. No la cambio por nada”, recuerda triste.

Para que dejen de sucederse tristes infancias como estas, se tiene que pasar de las palabras vacías a los hechos contundentes. Se ha de cambiar la cultura machista que comienza en los salones de las casas por “la pedagogía de los amores”, tal y como recalca Sánchez. “El territorio de las emociones. Es ahí donde hay que demoler construcciones condicionantes, desvelar la ancestral manera de vincularnos emocionalmente desde el apego y la posesión, y otras muchas cosas que requieren luz y un trabajo en profundidad en este ámbito. Hay que poner mucha atención en los hogares y en la escuela para no reproducir esquemas de pensamientos que solo conducen a enquistar los anclajes del machismo como construcción cultural”, comenta.

De esta manera educaremos en igualdad en lugar de vivir en un mundo patriarcal que rompe las vidas de demasiados menores y que en la mayoría de los casos cuesta sanar. “Te haces adulto y si tienes suerte (yo tuve mucha) la vida te pone delante personas y espacios que te salvan. Y aprendes a mirar a aquel niño que fuiste y lo abrazas sabiendo y sintiendo que te hiciste un hombre. Miro hacia atrás sin resistencia, sin resentimiento, con una infinita compasión. Y eso me curó. Puede parecer extraño pero abrazo mi historia con amor. Soy lo que pasé y lo que me pasó. Paradójicamente le debo mucho a lo vivido, le debo todo. Mi mirada hoy ante la vida se tejió en esos años y en la lenta y sosegada elaboración que he hecho de todo aquello como adulto y como hombre”, finaliza Rafa Sánchez.

Nuria Coronado es periodista y autora del libro Hombres por la Igualdad (Editorial LoQueNoExiste)