Migrante y mujer, un binomio casi imposible

Por Lula Rodríguez-Alarcón

Hace unos meses, en la Fundación porCausa que dirijo, dedicamos uno de los programas conjuntos que tenemos la suerte de hacer con el equipo de A Vivir de la Ser a analizar las oportunidades labores de los inmigrantes, estudiando el caso de españoles en algunos países y de inmigrantes extranjeros en España.

Nos costó mucho encontrar a gente inmigrante en España que ya tuviera una situación regular y que quisiera hablar por la radio en un programa de tanta audiencia. Por fin entramos en contacto con una mujer de origen ruso que llevaba en España 20 años y estaba dispuesta a narrar su experiencia con nosotras. Nos contó una historia espeluznante. Hasta que consiguió obtener la regularización, su vulnerabilidad fue máxima, y se vio sometida a todo tipo de abusos, muchos de ellos sexuales. Trabajó como empleada del hogar y tuvo que salir pitando de un par de casas debido al acoso incesante del padre de familia.

Foto / IGNACIO MARÍN

En el mes de junio estuvimos en Motril. Cada año entran por ese puerto decenas de chicas subsaharianas, muchas de ellas menores de edad, todas ellas víctimas de trata, es decir que son esclavas sexuales. Nadie se preocupa en verificar su edad, que ellas, por miedo, siembre van a situar por encima de los 18. Nadie se preocupa por saber dónde se van tras completar la estancia máxima en el CIE o el CETI que les toque. Rocío Mora, de APRAM, me comentaba que se encuentra a muchas de ellas en el polígono de Marconi en Madrid. En Marconi no hay españolas.

La directora de documentales Mabel Lozano que, por cierto, acaba de publicar su primer libro, «El proxeneta», explica muy bien cómo se nutre de chicas extranjeras el famoso polígono en su documental ‘Chicas Nuevas 24 horas’. Las mujeres son extraídas de su sitio de nacimiento, del espacio que ellas controlan y son llevadas a sitios donde su nivel de vulnerabilidad es enorme. Sitios donde no se reconocen sus derechos como personas por ser extranjeras y además sus derechos como mujeres se ven pisoteados, ante la inerte mirada de una sociedad que no quiere enterarse de lo que está pasando porque resulta muy molesto.

Si ya es difícil ser mujer en general, ser mujer e inmigrante en muchos casos casi imposible.

Estas situaciones tienen una solución relativamente fácil, que es implementar un sistema que favorezca la inmediata regularización de las mujeres que llegan a nuestro país, algo que sería deseable para todas aquellas personas que llegan a nuestro país, ya que estamos. Pero la mujer se debería considerar como un colectivo vulnerable, al igual que lo son los niños.

En cualquier caso, cuando la vida nos junte con mujeres que han dejado sus países y han venido a formar parte de nuestra comunidad, no olvidemos que todas somos migrantes y que es muy difícil cambiar de casa, de barrio, de ciudad y ya ni recuento cambiar de idioma y de cultura. Digo.

Este post forma parte de una serie de entradas creadas específicamente por diversas expertas, en el marco de la campaña #MeNiegoA  de Oxfam Intermón.  Tienen como objetivo sensibilizar y generar debate acerca de la gravedad de las violencias machistas en nuestra sociedad durante los 16 Días de Activismo contra la violencia de género.

Lucila Rodriguez-Alarcón es la directora de la Fundación porCausa

1 comentario

  1. Dice ser Radagast

    Si tantas ganas tienes de que se regularice a mujeres inmigrantes, para demostrar solidaridad, da ejemplo y te llevas a unas docenas a tu casa y les mantienes. La solidaridad se demuestra, no se pregona.

    03 diciembre 2017 | 11:24

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