Violencia contra la mujer: violencia social

Por Maribel Maseda 

Desde que un hombre violento agrede a una mujer, es frecuente que se repitan  los mismos errores por parte de la sociedad en general que ayudan a que la mujer  pierda no “su” seguridad, sino “la” seguridad de que lo que una y otra vez  aconsejan en los medios de comunicación -“denuncia, no te calles, etc.”-, puede encajar en el episodio que acaba de vivir ella. No tiene que ver con la baja autoestima de la mujer, tiene que ver con una presión social tan contradictoria como poderosa que acaba por convencerla para que no haga nada y si lo hace, que no salpique demasiado su propio entorno.

Dejemos ya de justificar todo en su inseguridad y comencemos a hablar de la que presenta la sociedad ante este problema y que acaba por confundir a la víctima.

No me cansaré de pedirlo, como ya hice hace unos meses en distintas reuniones con diversos grupos políticos en Bruselas: hay que debatir con valentía ( la que parece que falta en la sociedad entera y no solo en la mujer agredida a la que sin piedad se la tacha de insegura, cobarde o masoquista) sobre los mecanismos sociales, emocionales y psicológicos que mueven al hombre violento a serlo  y a volver una y otra vez  al lado de su víctima sabiendo que seguirá agrediéndola.

Hay que saber  como identificar al violento y dejar de extender la idea de que  allí donde hay un tipo de mujer característico, habrá una agresión. Hay que definir perfectamente el delito de la violencia del hombre violento contra la mujer para que llegado el caso, no pueda relativizarse y así no haya ninguna duda al identificar al verdugo y a la víctima. Hay que atreverse a hablar con la misma contundencia que cuando se hace con la mujer agredida, sobre  las ayudas que precisará el agresor  no como consecuencia de su relación,- como es el caso de su víctima-, sino como consecuencia de su personalidad violenta.

Photo credit: United Nations Photo / CC BY-NC-ND

El agresor lo ha sido ya anteriormente  y lo volverá a ser, la relación no es  “un violento/una agresión”. La familia conocerá su personalidad agresiva, que no denunciará  y esperará que conozca a una mujer “que le sepa llevar”. Esta extraña creencia de que un hombre violento necesita una mujer comprensiva se extiende a los amigos que a menudo  le buscarán una pareja “buena”, entregándole a una víctima.

El violento siente envidia, no celos. No tolera que su pareja le robe protagonismo; nada que ver con el amor y todo que ver con su egocentrismo. Creer que al violento le mueven los celos por amor, es revestirle de emociones románticas que le hacen comprensible  para algunos y cercanos para otros que se sentirán identificados con él.

No podemos dejar que estos violentos escondidos nos convenzan de que la violencia contra la mujer no existe y que es la mujer, con sus actos la que hace inevitable que el hombre se defienda con la violencia.

En una de mis presentaciones de mi libro “La zona segura”  dirigida a adolescentes, pregunté como identificarían una relación de violencia. La respuesta fue: porque ella llora, porque ella cambia su forma de vestir, porque ella cambia su forma de ser. Nadie apuntó como le identificarían a él.

#MeNiegoA que solo las mujeres debamos rebelarnos contra la idea de que ser mujer es estar potencialmente en peligro; los hombres deben rebelarse contra quienes defienden al hombre violento manifestando así que la violencia es cosa de hombres. No debe de haber un bando de  hombres y uno de mujeres, sino el de en contra de la violencia y el de a favor de ella. No podemos decir que estamos en distintos bandos y salir juntos de fiesta. La lucha contra la violencia contra la mujer no marca una diferencia frente a los derechos del hombre; es la violencia contra la mujer la que marca esa diferencia al atentar contra los derechos fundamentales que toda persona posee. Por ello, como apunté en mi “Estadística Invertidacreo necesario empezar a contemplar este delito como violencia social.

Quien encubre a un violento, no puede saber con exactitud a cuantas personas está poniendo en peligro.

Este post forma parte de una serie de entradas creadas específicamente por diversas expertas, en el marco de la campaña #MeNiegoA  de Oxfam Intermón.  Tienen como objetivo sensibilizar y generar debate acerca de la gravedad de las violencias machistas en nuestra sociedad durante los 16 Días de Activismo contra la violencia de género.

Maribel Maseda es Diplomada Universitaria en Enfermería, especialista en psiquiatría y experta en técnicas de autoconocimiento. Autora de obras como Háblame, El tablero iniciático, y La zona segura. Coach de vida.

 

 

1 comentario

  1. Dice ser estamos jodidos con el femicomunismo

    Será que la mujer que insulta, se mofa, golpea, chulea, se encara, acosa, humilla, a los hombres no es violencia….

    30 noviembre 2017 | 14:11

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