Feminismos y feminismos

Por Lorena Moncholí

Nunca he leído a Carmen Posadas, sus libros nunca me han despertado interés y sus opiniones tampoco. Pero el domingo 5 de junio mi móvil empezó a echar humo, cuando varias personas me compartieron el artículo “Zavalita y las feministas” que esta escritora publicó en un suplemento dominical, y tuve que leerlo. Un artículo que más bien pienso que escribió desde esa desesperación por no saber qué tema tratar cuando estás obligada a entregar “algo” al periódico esa misma noche y entonces tomas la decisión poco meditada de meterte con lo primero que se te pasa por la cabeza.

Algunas personas se declaran feministas pero les parece mal que las mujeres tomen sus propias decisiones respecto a temas como la lactancia o la menstruación. Nouvelle Terre, de Eleanor Colburn. Imagen publicada en tenemostetas.com

Algunas personas se declaran feministas pero les parece mal que las mujeres tomen sus propias decisiones respecto a temas como la lactancia o la menstruación. Nouvelle Terre, de Eleanor Colburn. Imagen publicada en tenemostetas.com

Y a pesar de identificarse como feminista, eligió insultar a mujeres, que es fácil y sale gratis, casi siempre. Porque mi sensación es que doña Carmen Posadas, en ese texto, me faltó al respeto. A mí y muchas mujeres en este país, aunque lo haya hecho a lo “Santiago Zavala mirando a su Perú”, preguntándose, -como si estuviera en aquella avenida descrita por Vargas Llosa- por qué las feministas de ahora le hemos “jodido” (sic) su feminismo, -un feminismo que otras personas pueden considerar machista y de mentiras-, con el que ella estaba tan cómoda y por el que tanto luchó.

Y lo ha hecho desde lejos, desde ese altar desde donde escribe y al parecer mirándonos con cara de asco a otras mujeres porque menstruamos y amamantamos. Y, además, trabajamos y algunas cosen y hacen pasteles -para su asombro- y nos dice que todo junto no se puede hacer, que esas ‘conductas neomujeriles’ (sic) le están estropeando la paraeta y son la causa de la violencia de género, además. Porque ella quiere su feminismo, el de siempre, el de querer parecerse al “hombre blanco heterosexual de 40” a toda costa y negarse una misma como mujer.

Quiere su feminismo aséptico, el que no mancha de sangre nada, que para eso están los tampones tan revolucionarios en su época. Porque una buena feminista de “rancio abolengo” debe soportar estoicamente los estragos del cloro blanqueador en su vagina, jugar con el riesgo de sufrir el síndrome del shock tóxico menstrual y contaminar – si puede ser – más que un hombre, para que nunca nos ganen en nada. Toda la que no se someta a las torturas que ella pasó de joven con los tampones, es roja, miembra y de la CUP (sic).

Ella quiere su feminismo, el que reniega de la leche materna ofrecida a hijos con dientes, más allá de las religiosas 16 semanas de baja que hay que cogerse. Porque la lactancia es la enemiga, la culpable de echar a perder nuestra carrera profesional, esa que tanto le costó a ella que consiguiéramos las demás que íbamos detrás.

Con lo fácil que hubiera sido preguntarle a la madre universitaria del avión (que cometía -en su opinión- el sacrilegio de alimentar con su leche a su hijo de dos años) si le era posible compatibilizar lactancia materna y trabajo. Las mujeres que hemos amamantado a nuestros hijos de 2, 3, 4 años o más, le podemos confirmar que es perfectamente compatible y muy bueno para nuestra salud, además.  También podría haberse preguntado por qué ese niño tan pequeño hablaba como un catedrático… Sospecho que tuvo mucho que ver la leche materna ingerida durante su corta vida.  Eso nos lo dijo ya la prestigiosa revista médica The Lancet en un estudio publicado en 2015.

La escritora considera que su feminismo – el que tacha de exhibicionista a la mujer que amamanta – es progresista y , sin embargo, acusa de moda pseudoprogresista seguir las más recientes directrices de las Guías NICE británicas (publicadas por el Instituto Nacional por la Excelencia en la Salud y el Cuidado, vinculado al Sistema Público de Salud británico) que recomienda a las mujeres con embarazos de bajo riesgo que eviten el parto en los quirófanos de los hospitales y recurran a las matronas tradicionales, bien sea en servicios hospitalarios, ambulatorios o incluso en sus propios domicilios. O seguir las recomendaciones actuales de la OMS y la Asociación Española de Pediatría, que aconsejan a las madres amamantar a sus hijos mínimo dos años o más por los demostrados beneficios para la salud de ambos.

Se lamenta de haber bajado la guardia y haber permitido que las feministas que hemos evolucionado, -como tocaba –  rompamos la enorme mentira patriarcal que a ella le costó tanto construir, llena de tampones, horas eternas sin ver a sus hijos, partos medicalizados sin poder de decisión y vida moderna que contamina. Hemos llegado las feministas que hemos descubierto que podemos hacerlo todo si queremos – o no hacerlo-  y que eso no es inmolarnos en la pira, porque hemos descubierto en qué consiste la libertad y la igualdad de derechos: consiste en poder elegir. ¿Por qué no le gustará eso a doña Carmen?

Lorena Moncholí es abogada, especialista en Derecho Sanitario, derechos del parto y del nacimiento, maternidad y familia.

6 comentarios

  1. Dice ser J.Alfredo Díaz

    Ese feminismo antifeminista de muchas mujeres, que le lleva a uno a preguntarse de dónde han salido, es una de las cosas que más me chocan de esta sociedad actual, dada a las tendencias. Tanto como las personas que manifiestan abrorrecer a España y todo lo español, pero que aspiran a dirigirla. Estas seudo feministas (prefiero llamarlas de esa manera) les hacen tan flaco favor a las mujeres, que pareciera que tras de ellas haya hombres dirigiendo los hilos para volver a todas al redil patriarcal. Es solo una opiniòn muy personal.

    14 junio 2016 | 17:56

  2. Dice ser fer

    solo felicitarte por la entrada.

    Lo que defiende la señora columnista no es feminismo. Es imposición de ideas y negación de la sexualidad (esto es, la diferencia funcional de nuestros cuerpos).

    Lo que hace la señora es negar la conciliación. La táctica del avestruz.

    Y perpetuar la esclavitud actual de las mujeres con los «productos de higiene íntima» (terrorífico nombre).

    Un saludo.

    14 junio 2016 | 22:59

  3. Dice ser Diana

    Pues yo no me identifico con un feminismo tan «biológico» la verdad. No veo que amamantar hasta los 4 años o no usar tampones me libere en nada. Más bien me da la sensación de que son nuevas ataduras por razón de mi biología y, sobre todo, moda pasajera. Gracias, me quedo con mi feminismo de toda la vida. El cuerpo es importante, la mente lo es más y es exactamente igual que la de cualquier hombre. Al menos, esa es mi forma de vivir mi femineidad/humanidad, tan respetable como cualquier otra.

    15 junio 2016 | 13:49

  4. Dice ser Judit

    Impresionante escrito de esta abogada Lorena Moncholí. Gracias por el respeto que transmite a la mujer, hacia su capacidad adulta de decidir cómo queremos las mujeres cuidar de nuestro cuerpo, de nuestrxs hijxs y de nuestra realización personal. Me sentí profundamente ofendida como mujer y madre cuando leí a Posadas. Un patético escrito, batiburrillo mal escrito de ideas que no hizo más que evidenciar ignorancia y falta de respeto hacia las mujeres. Y se define como feminista. Pues menudo taco tiene.

    15 junio 2016 | 21:01

  5. Dice ser SuperWoman

    Hija, Diana, de eso se trata, tu «feminismo» no es EL feminismo… Vive tu femineidad como te salga de los ovarios, pero resulta que yo menstruo cada mes, tengo un síndrome premenstrual de yegua, parí a mi hijo con dolor porque en el supuesto parto sin dolor de la primera casi me j**en viva y di leche años y años porque para mí fue una liberación. Reivindico yo también el derecho a que ninguna snob mema decida insultarnos a mí y a mis hijos en un periódico dominical simplemente porque habla de cosas que no entiende/no quiere comprender. A ver si lo entiendo ¿parir y amamantar es una moda? Desde que el ser humano es ser humano y antes con el eslabón perdido probablemente, oye…

    15 junio 2016 | 21:08

  6. Dice ser Mina

    Gracias Lorena.

    Gracias por controlarte y no devolver el insulto que es lo que a una le apetece al leer el artículo… ¿que pensaría si a alguien como ella le llamáramos, que no lo hacemos es un suponer, vieja, seca y amargada? ¿fuerte no?, pero como somos más educadas que ella, con todo lo que cree saber, no lo hacemos. Muchas mujeres y muchos hombres que no piensan como ella, respetamos su opinión. Desde su púlpito, público, rancio y demodé , ella no lo hace. Ella falta al respeto e insulta, ¿se sentirá orgullosa por ello?, ¿dormirá bien?. De hacerlo, que no digo que lo haga, sería señal de que no es persona.

    En tu reseña dice que eres abogada… ¿no se la puede acusar de algún delito? porque además de sentirme insultada como muchas, para mí que incurre en varios delitos, contra la libertad de expresión, de elección de la sexualidad, fomento del odio, tira por el suelo los derechos fundamentales, injurias, insultos… ¿esto se va a quedar así? ¿no se le puede pedir una rectificación, una disculpa al menos por los insultos?

    ¡Viva la libertad de expresión! pero, quien la ejerza, tiene que pensar en la responsabilidad que asume al hacerlo y no se debería ser gratuito insultar porque te llames Carmen… ¿Carmen qué?… la he borrado de mi mente.

    24 junio 2016 | 17:27

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