¿Y después de haber sido víctima de trata, qué?

Por Alejandra Luengo Alejandra Luengo

Hace poco más de un mes se concedió el Premio Derechos Humanos Rey de España, que se entrega por parte de la Universidad de Alcalá de Henares y el Defensor del Pueblo, a la congregación religiosa de las Adoratrices por su labor en la lucha y apoyo hacia las mujeres que son víctimas de todo tipo de esclavitud y explotación. Esta congregación, de ámbito internacional, se fundó en Madrid, en 1856 y está presente en 23 países de Europa, Asia, África e Iberoamérica.

Trata de mujeres. Imagen de promoción del documental 'Chicas nuevas 24 horas' de Mabel Lozano.

Trata de mujeres. Imagen de promoción del documental ‘Chicas nuevas 24 horas’ de Mabel Lozano.

Uno de los proyectos que me parece más interesante es el Proyecto Esperanza, que aborda la trata de mujeres. Conozco a varias profesionales que trabajan en dicho proyecto y es admirable la labor que hacen ante el encuentro con una realidad tan dura como es la trata de mujeres en España, donde frecuentemente la legislación y la defensa de sus derechos quedan arrinconados, pidiéndose a la mujer la mayor responsabilidad a la hora de denunciar y salir de su situación de explotación sexual.

Proyecto Esperanza, resumiéndolo brevemente, trata de otorgar a esas mujeres que son derivadas por la policía en redadas o por otras instituciones, recursos sanitarios, jurídicos, sociolaborales y psicológicos tratando de sacarlas de ese ambiente de pseudoesclavitud para que puedan elegir la vida que desean tener.

Primero ofrecen una parte asistencial, que es claramente necesaria, para luego dar la posibilidad de salir de la explotación sexual a través de la reinserción laboral. Se ofrece un acompañamiento jurídico para denunciar a los explotadores y luego una parte más psicológica para poder realizar un trabajo personal que les devuelva el protagonismo de su vida, descubriendo y potenciando sus recursos. Todo este proceso como mínimo conlleva casi dos años.

El perfil de mujeres que son víctimas de trata son las de jóvenes y de mediana edad extranjerasy con obligaciones familiares en los países de origen. Muchas han venido engañadas con la supuesta idea de trabajar en el servicio doméstico, hostelería, cuidado de personas, etc.

Profesionalmente he atendido a muy pocas mujeres víctimas de trata, pero sí recuerdo en Pueblos Unidos que acompañé a varias. Me viene a la mente una mujer de poco más de veinte años que la habían traído de Rumanía. Su situación había sido terrible: engaños, violencia, abuso de drogas, problemas de salud, violaciones varias por los proxenetas, etc. Cuando yo escuchaba tal cantidad de brutalidades vividas me preguntaba cómo esa chica podía haber salido adelante y permanecer con un discurso coherente, con sentido del humor, con simpatía.

Es cierto que ella aparentaba muchos más años de los que tenía y que su territorio emocional se había anestesiado, anulado, aniquilado como una forma de protegerse. Había construido una parte que funcionaba en el día a día y había dejado de lado aquel espacio dolido, traumatizado, dañado, vulnerable. A medida que fuimos trabajando sobre esto, lógicamente su toma de conciencia y dolor fue mayor, al darse cuenta de todo el sufrimiento que llevaba a sus espaldas.

Se daba en ella una dicotomía a la hora de salir de la prostitución. Por un lado deseaba la libertad y no sentirse “explotada”, pero por otro tenía diferentes miedos: la soledad en la que se encontraba, las posibles represalias de sus explotadores, el no saber si otro trabajo le permitiría mantenerse, los vacíos legales de España, etc.

Para estas mujeres que han sido anuladas como sujetos y se convirtieron en objetos de placer y de explotación para otros, el poder conectarse con su parte personal e individual, con sus derechos, con sus deseos, etc., es al principio algo aparentemente inalcanzable, y todo un reto. Han sentido durante tanto tiempo desprotección que el ofrecerles salir de ahí les hace sentirse desorientadas y vulnerables sobre si querer dejarlo o no. No han tenido control durante mucho tiempo sobre lo que les sucedía, por lo que el sentimiento de indefensión se ha instalado, y es necesario reconvertirlo en fuera activa, fortaleza y protagonismo de la mujer

La persona que ha padecido una experiencia como el ser víctima de trata necesita reaprender parte de su vida. Han sido tal cantidad de experiencias dolorosas y acontecimientos traumáticos que requiere de un trabajo personal y acompañamiento profundo. Son mujeres muy fuertes pero también muy desconectadas con sus partes personales, por ello, si desean salir de la prostitución, es necesario realizar un arduo trabajo de poder centrarse en sus habilidades, recursos y aptitudes para poder orientar y optar por una nueva forma de trabajar. El problema es que si no hay un contexto social, jurídico de apoyo que garantice ciertos derechos como la educación, la salud, la justicia y el trabajo se las deja en la deriva. Es como decirles, “Queremos que salgas de esta situación, pero no vamos a ofrecerte ni facilitarte medios para que puedas hacerlo”; un poco contradictorio, ¿no?

La mujer que desea salir de la trata se compromete, sobre todo con ella misma, a darse una nueva oportunidad ante lo vivido para pasar de haber sido una víctima, objeto que han usado unos y otros a su antojo, a ser una persona que sabe de sus derechos y que se quiere dar oportunidades porque cree que merece ser feliz y tener bienestar. Todo esto requiere de un contexto social y político de apoyo y reconocimiento, mucho esfuerzo de las organizaciones, y por supuesto una implicación y lucha de la persona que necesita reconocer lo vivido y apostar por elegir la vida que se desea sin miedo, sin angustia, sin culpa.

Alejandra Luengo. Psicóloga clínica,  combino la atención psicológica en servicios públicos con la consulta privada. Creo firmemente que se pueden cambiar las cosas y en esa dirección camino. Autora del blog unterapeutafiel.

3 comentarios

  1. Dice ser Lico

    Pues después de que los culpables hayan sido condenados pues de vuelta a tu país ya que estás en situación irregular y a rehacer tu vida como le pasa a el resto de victimas de cualquier delito. No somos responsables de su desgracia y no tenemos por que costear ni garantizar derechos solo correspondientes a ciudadanos legítimos. Ni tenemos por que facilitar la residencia a nadie.

    03 junio 2015 | 08:54

  2. Dice ser susi

    Yo creo que la línea emprendida por países como Suecia, que consisten en multar al cliente, son el ejemplo a seguir. No por puritanismo ni moralina, sino porque con sus demandas, estos hombres fomentan el tráfico de personas. Pero a ellos les da igual. Con tal de saciar sus groseros apetitos, les da lo mismo que estas chicas pasen verdaderos infiernos de palizas, violaciones por sus proxenetas y abusos de todo tipo. Da igual, ellos tienen que meterla a toda costa, caiga quien caiga. Y podría no importarme nada el asunto, siempre y cuando ambas partes sean mayores de edad y estén libres de toda coacción. Hay mujeres que se prostituyen porque les da la gana, no tienen chulo ni nadie que las obligue. Yo en ese caso ni entro ni salgo, cada cual con su vida. Puede parecerme mejor o peor, pero no es asunto mío.
    Sin embargo, cuando son forzadas o engañadas la cosa cambia. Lo gracioso es que el argumento de los puteros es que es un porcentaje mínimo el que ejerce forzada. ¿Cómo lo saben ellos?¿Se lo preguntan cuando contratan sus servicios? ¿Han hecho algún estudio serio?Si el porcentaje es tan mínimo ¿cómo es que hay tantísmimas detenciones en las que se desarticulan bandas de tráfico de personas?
    Y lo mejor de todo es cuando dicen que es un trabajo tan digno como otro cualquiera: pues que lo hagan su mujer o su hija, a ver si piensan lo mismo

    03 junio 2015 | 10:20

  3. Dice ser Biodo

    Al leer comentarios como los de Lico, se entiende por qué este problema sigue vivo, y es tan grave:

    1. «No somos responsables»: sí somos responsables porque son los «ciudadanos» de este país los que pagan a las mafias por consumir sexo con mujeres y niñas explotadas.
    2. «No tenemos por qué costear derechos» de «ciudadanos no legítimos»: los derechos humanos son de todas las personas, independientemente de la situación administrativa en la que se encuentren. Lo contrario llevaría a un caos equivalente a que en tu propio país te puedan matar impunemente, o traficar con tu cuerpo, por tener el DNI caducado. Si el derecho a la vida no se respeta y se cumple en un territorio, el Gobinero de ese país es responsalble
    3. «que se vuelvan a su país»: allí donde la mafia que te ha secuestrado y explotado tiene redes extendidas para captar a otras chicas, y te conoce a ti y a tu familia. «Vuélvete a tu país para que te maten, no es nuestro problema, gracias».

    Un poquitín más de respeto por la vida humana, Lico, tú no vales más que nadie, aunque te duela.

    03 junio 2015 | 10:32

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