Lo insoportable

Por Charo Mármol Charo Mármol

Digamos que se llama Yolanda, aunque no podemos llamarla por su nombre real porque lo más importante ahora es proteger su seguridad. Vino de un país de Latinoamérica. Tiene poco más de 40 años y ha vivido años de  maltrato. Denunció a su agresor y abandonó su casa, con todas las consecuencias. Ahora está en una Casa de Acogida de la Fundación Luz Casanova. ‘En el Centro me he sentido muy apoyada: la psicóloga, la educadora… me han ayudado a entender muchas cosas que yo antes no veía.  Hasta el día que salí de casa me sentí culpable, cosa que ya no lo siento. Me han ayudado en todo: a volver a cuidarme, a arreglarme, a valorarme como persona, que hasta eso lo había perdido…’ 

Imagen del video 'Casa de acogida', de la Fundación Luz Casanova.

Imagen del video ‘Casa de acogida’, de la Fundación Luz Casanova.

‘También se necesita mucho coraje para enfrentar lo que viene, pero ahora estoy tranquila, duermo bien. Tengo un techo, no me falta comida, tengo a mis hijos… Estoy formándome en un curso para ver si más adelante puedo trabajar. Hace tres meses que estoy aquí, tres meses que se han ido volando y en tan poco tiempo hemos conseguido tanto, y tanto hemos avanzado que ni yo me creo cómo estaba cuando vine aquí y cómo estoy ahora‘.

Relatos como el de Yolanda, o el de las mujeres que cuentan su historia común en este breve video, son un grito de esperanza:

66.000 mujeres y niñas son asesinadas cada año en el mundo, según estadísticas e informes de organismos fiables. Son muchas las mujeres que pasan años de su vida compartiendo techo con su maltratador. El hombre que dice que la quiere, la quiere tanto que sólo la deja relacionarse con él, la aísla de  sus amigos, de su familia. La quiere sólo para él. Es su propiedad y se hace dueño de sus movimientos, de sus afectosUn hombre muchas veces amable y afectuoso con los de fuera y agresivo y malhumorado con ella y con los hijos. Y aquí empieza el calvario que vive la mujer maltratada, sintiéndose en muchas ocasiones sola y  culpable de lo que está ocurriendo. Dubitativa ante lo que le puede esperar si decide dar el paso, denunciar: ¿dónde ir? ¿qué va a ser de ella, de sus hijos, de sus cosas? Salen de sus casas como ladrones en la oscuridad, sin poder volver a ellas en la mayoría de las ocasiones. ¿Cómo separar a los hijos de su padre, de sus amigos, de su colegio?

Cuando deciden denunciar es el fin del maltrato, pero es el comienzo de un camino lleno de incertidumbre. Muchas van a las casas de acogida. No saben dónde van, qué se van a encontrar. Los primeros meses son los peores. El maltratador es como un animal acorralado que no sabe dónde está su hembra, su posesión, sus hijos… Este es un momento muy delicado en que las mujeres no pueden tomar contacto con nadie conocido: amigos, familia… En esta situación en la que necesitaría mayor apoyo y comprensión sus seres queridos están lejos, hay que cortar con ellos… Están en un proceso de ruptura difícil pues aunque ha habido violencia, la dependencia emocional existe y ellas se mueven mucho en torno al sentimiento de pena.

La recuperación en casas o centros de acogida es una opción para superar la dependencia emocional y romper con el círculo vicioso del maltrato. Cuando comienzan a entender lo que les ha ocurrido, se abre una puerta para la esperanza. ‘Ahora que conozco estos recursos‘, dice Yolanda,  ‘lo que me sale es decir a las mujeres que de todo se sale menos de la muerte,  que no soporten lo insoportable porque yo llegué a querer morirme pero siempre hay esperanza y una salida para todo, hay que salir adelante y a flote con y por nuestros hijos, no sólo por nosotras’.

Charo Mármol es comunicadora, feminista, militante de causas perdidas y autora del blog La mecedora violeta.

1 comentario

  1. Dice ser Afrodita Repipi

    Una casa de acogida solo es el inicio de la salida a este problema, qué ocurre después con estas personas, quisiera yo conocer, porque nadie vive en una casa de acogida eternamente. Lo que más me duele, es que después de haber pasado por el infierno, quien sufre maltrato tenga que sobrevivir tanto con la lacra psicológica, como con la lacra material de tener que huir de su entorno, su familia o simplemente su cotidianeidad.

    27 noviembre 2014 | 10:26

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