Colombia: sentencia histórica para las madres de Soacha

Por Sandra Cava Sandra Cava

Hace 8 años que Fair Leonardo Porras, un joven de Soacha de 26 años con una discapacidad que equiparaba su edad mental a la de un niño de 10, desapareció de casa, y desde entonces su madre Luz Marina ha luchado para buscarlo, para saber qué le ocurrió y para conseguir justicia. Finalmente, la ha conseguido.

Fair Leonardo era uno de los 16 jóvenes de Soacha que fueron enterrados en fosas comunes en Ocaña después de ser acribillados por una brigada del ejército colombiano y presentados como guerrilleros de las Farc muertos en combate. Los militares calificaron a Fair Leonardo como ‘jefe de un comando terrorista’.

Es el llamado caso de los ‘falsos positivos‘, del que ya nos habló Belén de la Banda en Más de la Mitad. Jóvenes de familias humildes, engañados con la promesa de un trabajo, fueron asesinados a manos de fuerzas de seguridad colombianas para recibir compensaciones económicas o ascensos a cambio de la muerte de guerrilleros.

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Luz Marina Bernal frente a la tumba de su hijo el día de los muertos. Imagen: Pablo Tosco / Oxfam Intermón

Tuve la oportunidad de conocer a Luz Marina en Soacha el año pasado. Su voz es la de una firme defensora de derechos humanos, una persona que ha estudiado y se ha documentado desde cero para defender con fundamento el caso de su hijo y sus compañeros. Así es la realidad de las Madres de Soacha.

Estas mujeres sencillas que tienen en común el dolor y la resistencia ante la injusticia ya han logrado dos sentencias históricas. 

La primera ocurrió hace apenas un año mientras las madres escuchaban una sentencia para los responsables de la ejecución de Fair Leonardo: fueron acusados de homicidio, desaparición forzosa y, como hecho sin precedente, Crimen de Lesa Humanidad. Esta sentencia era importante para la memoria de Leonardo pero también para que se reconociese que no se trató de un hecho aislado sino que, tal y como se sentenció, forma parte de ‘un ataque generalizado o sistemático contra la población civil, y con conocimiento de dicho ataque’.

La segunda ocurrió hace apenas unos días. Inmediatamente después de la sentencia se impuso un recurso, que ahora ha sido rechazado por la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia de Colombia dejando en firme la condena de 53 años de cárcel para los cinco militares implicados en el crimen.

Esta sentencia era una meta para Luz Marina, pero también para todas las Madres de Soacha y para las cerca de 5.000 víctimas ejecutadas por las fuerzas públicas de manera extrajudicial en Colombia. Como la misma Luz Marina comparte: ‘La impunidad nos enferma, nos mata de tristeza, pero seguimos viviendo para que nuestros hijos no hayan muerto en vano. Al denunciar sus casos, conseguimos salvar muchas otras vidas’.

Sandra Cava forma parte del equipo de comunicación de Oxfam Intermón

4 comentarios

  1. Dice ser Ale

    Es curioso la forma en la que sse retuerce todo en base a ideología. Bajo esta perspectiva de género, resulta que la verdadera víctima (el hijo, que es hombre), no aparece como tal, sino como el vehículo que nos trasmite que la «víctima» es una mujer (la madre).

    Esto recuerda, también, como se puede contar una buena historia (buena en todos los sentidos) trasmitiéndonos la noticia del sufrimiento de las mujeres en las guerras. Esto es lógico: la historia de los hombres víctimas no se puede contar, pues son sumarísimamente asesinados «por el hecho de ser hombres». Sólo se puede contar el drama o tragedia de las mujeres, pues, por ser mujeres, tienen posibilidades de vivir…

    Celebro, por supuesto, la sentencia a favor de esta madre maravillosa. Claro que sí.

    25 julio 2014 | 10:37

  2. Dice ser Siluetta

    Ale, quien retuerce con la ideología eres tú. Yo leo que la víctima es el muchacho y toda su familia. Y la heroína es la madre, que a pesar de no tener otro recurso que su coraje, está consiguiendo limpiar la memoria de su hijo y mandar a la cárcel a quienes lo secuestraron, lo torturaron, lo mataron, se lucraron con su asesinato y todo el tiempo lo presentaron como un terrorista cuando era una buena persona.
    Si no fuera por su madre, tú y yo no sabríamos que este muchacho había existido, ni todas las iniquidades que los militares colombianos cometieron con él.

    Las Madres de Soacha son víctimas, claro que sí. Les han matado a sus hijos, no imagino un dolor mayor. Y son heroínas: se juegan la vida por la memoria de sus hijos, y por la justicia. Eso en Colombia no es broma.

    No opinemos de salón cuando hay vidas ajenas en riesgo.

    25 julio 2014 | 13:56

  3. Dice ser Ale

    No aspiro a que se me entienda desde una perspectiva feminista. Imposible. ME PARECE BAJO QUE ME ACUSES DE «opinar de salón». Un ejemplo claro en el que se desprestigia de forma general, apelando a los prejuicios -o prejuicias- de cada cual sin decir nada. Qué sabes tú el lugar desde el que opino. Qué sabes tú lo que yo SUFRO con las muertes ajenas. No sabes nada.

    Yo creo que a buen entendedor, desde una perspectiva neutra, se entiende lo que quiero decir. Por supuesto que la madre, familiares, etcétera TAMBIÉN son víctimas. Creo que lo que digo de «verdadera víctima» se entiende…, incluso desde una perspectiva feminista.

    Las víctimas, cuando son hombres, dejan de serlo. Pasan a ser muertos. No podrá haber «padres de», no durarían el primer amanecer, y eso por ser hombres.

    Yo pienso así de serie, porque desde las ideologías pensar equitativamente, no se puede (no se quiere). Otra cosa es que se puede «activistar», si se me permite el irónico palabro. Esta es mi PERSPECTIVA DE GÉNERO NEUTRA, manifestando que las víctimas cualquiera que sea su sexo, género o «cualquier otra condición personal o social», como dice nuestra Constitución, son víctimas. Solo eso. Mi perspectiva, no la perspectiva absoluta. Esa queda para una entidad superior.

    Acabo de caer en la cuenta de en este blog está Sole Giménez, a la que envío un beso pues recuerdo haber disfrutado en un concierto suyo.

    Te pido por favor: no me acuses de «opinar de salón», porque no tienes ni la más remota idea de lo que yo siento y pienso por las injusticias e «injusticios» de los seres humanos. Tu punto de vista no es superior al mío.

    Argumenta lo que desees -no voy a seguir tirando del hilo, porque no es mi intención-, sólo pretendía, precisamente, mostrar un punto de vista sensible a los problemas -vuelvo a decir que tú no sabes qué sensibilidad tengo yo…, quizá sea superior a la tuya- (quizá, digo, es decir, quizá sí, o quizá no… No se puede decir nada).

    Yo no acuso de opinar de salón -que no significa nada…-, pero quiere emborronarlo todo. NO DIGO QUE SEA TU INTENCIÓN, porque lo que haya dentro de tú cabeza ni siquiera lo sabes tú… no entro en psicología. Yo acuso de utilizar una perspectiva feminista bajo un nombre neutro «de género» y digo lo que digo, o mejor, SUGIERO OTRA PERSPECTIVA que creo mejor. Mejor no para sacar réditos (electorales…, etc.), sino para solucionar problemas reales, problemas objetivos.

    Pero a lo mejor me equivoco, y todo es una lucha a través de la ideología. Subrayo: LUCHA. No tiene nada de pacífico.

    Mi punto de vista pretende ser pacífico…

    Bueno, disculpa, no pensaba polemizar aquí. Lo esencial lo he querido sugerir en el primer comentario. Polemizar, en su sentido noble, en este país es imposible, gracias al fundamentalismo feminista.

    Un saludo.

    26 julio 2014 | 09:35

  4. Dice ser Siluetta

    Me sigo reafirmando en todo lo que he dicho, y a pesar de tu insistencia en ‘no entrar en lo que tenga dentro de mi cabeza’, creo que tú sí estás leyendo mis comentarios con prejuicio sobre qué pienso y por qué. Y lo mismo supongo que ocurre con lo que opinas sobre la persona que ha escrito esta entrada, y las personas de las que se habla en ella.

    Yo no tengo ‘ideología feminista’ ni pertenezco a ninguna organización feminista. He comentado aquí porque el año pasado conocí casualmente a dos Madres de Soacha en un acto que organizó en Madrid Amnistía Internacional. Una de ellas era Luz Marina, la madre de Leonardo. No es una feminista, es una madre a quien han robado a su hijo de la peor manera, en un contexto de violencia institucional, que es lo que se vive en Colombia.

    Me parece muy bien que se destaque la acción de estas mujeres, como te decía en otro comentario. No se trata de repartir etiquetas de víctima, se trata de conocer y entender algo terrible que ha ocurrido aquí cerca, hace muy poco tiempo. Nadie está hablando de feminismo, estamos hablando de derechos humanos. La lucha de Luz Marina y sus compañeras tiene doble valor, porque defienden los derechos humanos de todas y todos los colombianos. Si ganan su lucha por la justicia, no recuperarán a sus hijos, pero están salvando la vida de otros, y poniendo a la sombra a quienes arrebatan vidas por medio de la violencia.

    28 julio 2014 | 12:46

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