La democracia sin mujeres está incompleta

Por María Solanas Cardín María Solanas

El pasado 15 de diciembre, Michelle Bachelet fue elegida, en segunda vuelta y con más del 62% de los votos, Presidenta de la República, tras vencer a Evelyn Matthei, que obtuvo casi el 28% de los apoyos. Por primera vez en el país, por primera vez en la región, y por primera vez en la historia reciente de las democracias occidentales, las candidaturas a la más alta representación política del Estado han sido defendidas por mujeres, lo que también significa que sus respectivos partidos/fuerzas políticas las han elegido, en sus procesos internos, para encarnar su proyecto político para el país.

Con la elección de Michelle Bachelet, América Latina contará, a partir del 11 de marzo de 2014 (fecha de la toma de posesión) con cuatro Presidentas (Cristina Fernández en Argentina, Dilma Rousseff en Brasil, y Laura Chinchilla en Costa Rica, además de Bachelet en Chile), lo que la sitúa como una de las regiones del mundo con más mujeres en puestos de alta responsabilidad en el poder ejecutivo (si sumamos, además, a las Primeras Ministras de Jamaica y Trinidad y Tobago, en el Caribe), por delante de la Unión Europea a 27, donde sólo cuatro mujeres (las Primeras Ministras de Eslovenia y Dinamarca, además de la Canciller Merkel, y la Presidenta de Lituania) ocupan dicha posición.

Michelle Bachelet

Imagen del discurso de Michelle Bachelet al conocerse el resultado de las elecciones chilenas. Foto: michellebachelet.cl

Si tomamos el conjunto de los 191 países representados en las Naciones Unidas, el dato es contundente. Según ONU Mujeres, en junio de 2013, 8 mujeres eran Jefas de Estado y 14 Jefas de Gobierno, lo que representa en torno a un 11% frente a un 89% de hombres. En el ámbito de representación parlamentaria, existe también aún mucho camino para alcanzar niveles de paridad. Según datos de la Unión Interparlamentaria, algo menos del 80% de los 46.000 parlamentarios de todo el mundo son hombres, y, si excluimos a los países nórdicos (donde hay un 42% de mujeres en los parlamentos), la media en Europa, las Américas y África Subsahariana se sitúa en una horquilla entre el 24 y el 21%.

En 2011, ONU Mujeres, PNUD Colombia y otras organizaciones impulsaron, en colaboración con líderes gubernamentales y de la sociedad civil, una campaña que tenía como título “La democracia sin mujeres está incompleta”, frase que me he permitido tomar como título de esta entrada.

Siempre he creído que la presencia de mujeres en la política es un signo de la calidad de la democracia, que no puede considerarse avanzada si no incorpora la participación política de las mujeres en todos los niveles. Pero sobre todo, como bien señala la campaña que da título a esta entrada, la democracia sin mujeres está incompleta.
La visibilidad de una mujer contribuye a la visibilidad de todas las mujeres. Y también a consolidar avances, y a convertir, poco a poco, lo extraordinario en cotidiano. La imagen de una campaña electoral en la que ambas candidatas han sido mujeres proyecta, dentro de su carácter extraordinario, un potentísimo símbolo de normalidad. A pesar de las referencias constantes a una “campaña de dos mujeres” (y no a la oferta de dos proyectos políticos) como bien señaló Michelle Bachelet (“¿Alguna vez alguien ha dicho que hay una campaña de dos hombres?), las elecciones presidenciales chilenas ofrecen un valioso ejemplo de participación política de las mujeres, y demuestran que, de la misma forma que existen diferentes estilos de liderazgo entre los hombres, también las mujeres tienen su propia manera de ejercerlo. Michelle Bachelet y Evelyn Matthei encarnan un ejemplo que, hoy por hoy, es extraordinario. Ahora el reto consiste en convertirlo en cotidiano.

María Solanas es Coordinadora de Proyectos en el Real Instituto Elcano. Privilegiada en los afectos, feliz madre de una hija feliz.

 

10 comentarios

  1. Dice ser epere

    »Siempre he creído que la presencia de mujeres en la política es un signo de la calidad de la democracia»

    Pues otros siempre hemos creído que la presencia de los mejores, sean hombres, mujeres, o salmones de agua dulce, en la política es un signo de la calidad de la democracia.

    Una democracia no sana puede discirminar »positivamente» en contra de hombres válidos y en favor de mujeres menos válidas por el solo hecho de ser mujeres.

    08 enero 2014 | 16:23

  2. Dice ser Yo

    Logico y normal. la presencia de la mujer en la universidad hace 30 anos (cuando estaban estudiando los politicos de ahora) era escasa, por lo que la cantidad de mujeres cualificadas de digamos 50 anos (aproximacion de la edad media parlamentaria) es muy inferior al de hombres de alta cualificacion de 50 anyos.

    Dentro de 30 anyos posiblemente sea al reves, ya que ahora hay mas mujeres en la universidad, al menos en europa, que hombres, por lo que la cantidad de mujeres de alta cualificacion sera mayor que la de hombres de alta cualificacion.

    08 enero 2014 | 16:31

  3. Dice ser joe

    en politica lo que hace falta es gente capaz sea hombre o mujer

    08 enero 2014 | 16:40

  4. Dice ser albitaguapa2

    pues tu tb destacas que se presentaban dos mujeres, que mas que nos gobierne merkel o rajoy, son igual de ineptos unos y otras

    08 enero 2014 | 17:18

  5. Dice ser Alfredo

    De acuerdo.
    Y dar la plaza a una mujer cuando hay hombres más cualificados (o al revés), solo por cumplir la cuota es ABSURDO.

    08 enero 2014 | 17:41

  6. «La cuestión metafísica de cuándo empieza la vida humana pasa a ser política en el momento en que los Estados pretenden actuar sobre los cuerpos donde se gestan esos procesos orgánicos. De sobra conocemos la cruzada antiabortista que se lleva a cabo mediante la férrea alianza entre dos fuerzas patriarcales primitivas: Estado y religión.

    Lxs católicxs se sirven del conservadurismo político y éste, a su vez, del discurso moral cristiano. De este modo, cuando los gobiernos intervienen en los cuerpos, pasamos del juicio de la Iglesia a un asunto de las clases dirigentes y a una materia biopolítica. Si a esta pólvora añadimos la mecha del discurso “científico” antielección, el resultado es un cóctel molotov de argumentaciones legitimadas que solapan las voces de las mujeres. Las políticas de control del cuerpo entroncan con la perpetuación del sistema capitalista, especialmente en el caso de las mujeres. Para éste, nuestros cuerpos no son más que centros de producción o de reproducción humana, lo que no es nuevo. Como apunta Federici, desde la Edad Moderna el Estado ha redirigido la natalidad mediante diferentes estrategias de control social propias de los procesos de acumulación originaria y aparición del capitalismo.

    Los tiempos no han cambiado tanto. Además de los poderes mencionados, hay uno que podría considerarse prioritario y que lxs conservadorxs han manejado de forma sublime para esta causa: los medios de comunicación. Tanto la construcción social del feto, vinculada demagógicamente con el imaginario de los bebés, como el discurso en torno a “la vida humana” del embrión, tienen mucho que ver con estrategias publicitarias y con el uso de imágenes que proliferan desde que en el año 65 la revista Life publicara la primera fotografía de un feto humano. Empezó entonces a tomar forma la idea que convierte al resultado de la fecundación en una entidad con esencia y vida propia. La socióloga Nayla Vacarezza nos cuenta que, conscientes de la proliferación y el uso ideológico de este tipo de imágenes, en la década de 1980 el feminismo cultural norteamericano crea el concepto “feto público” para desenmascarar y combatir los pseudoargumentos antiabortistas. La imagen pública del feto configura la subjetividad de las mujeres –sobre todo de las embarazadas– y crea un vínculo –¿filial?– entre la mujer que gesta y el embrión/feto, además de instituir una especie de cultura ideográfica de la esencia de la vida humana. Mecanismos de representación como fotografías de niñxs nacidxs para denunciar el aborto, la no relación de dependencia entre mujer gestante/feto y la visión de éste como ser individual que flota tranquilamente en algo parecido al escenario del Sputnik, ayudan al desarrollo discursivo del feto como sujeto autónomo. En campañas mediáticas antiabortistas se recurre a la invisibilización de las mujeres mediante encuadres cerrados en los que solo vemos sus recipientes –vientres– en avanzado estado de gestación. También es común en sus actividades publicitarias el uso de la primera persona del singular, que posiciona al embrión como una suerte de subalterno y nos interpela inoculando culpa, eje esencial de la moral judeo-cristiana.

    A través de estas falacias, la Iglesia, el Estado conservador, lxs ultras provida, etc., pretenden la vuelta de las mujeres a los fogones y a las cunas, así como la perpetuación de su rol en el modelo de familia nuclear tradicional. Nos obligan a ser madres, pero nos echan de los trabajos al anunciar embarazo; nos arrebatan la capacidad decisiva, pero nos acortan las bajas de maternidad y merman las de paternidad; la ley nos obliga a parir, pero impide una sociedad accesible a todas las personas y no provee las condiciones materiales para una crianza digna; encarecen los bienes de primera necesidad; desahucian a mujeres lactantes y a niñxs de 3 años –esxs sí son personas-; privatizan la educación pública… en definitiva, nos predestinan a la precariedad. Todo esto conforma un engranaje clave de la máquina heterocapitalista, que se beneficia del trabajo femenino, silenciado y no valorado de la retaguardia, para seguir funcionando. Defensa de la vida. ¿Vida embrional? Puede. ¿Vidas humanas vivibles? Nunca.

    La reforma de la ley del aborto no es, por tanto, una cuestión ética, sino un ataque ideológico. No se trata de un debate moral, sino político. Y los derechos de las mujeres a controlar su cuerpo y su vida no deben ser objeto de debate político. Gallardón insiste en la desaparición de estos derechos y condena a las mujeres que desean anteponer su vida a la de otra persona. Las que resistimos sentimos vergüenza y tristeza al cantar consignas de hace más de 30 años. Nos duele el pecho cuando escuchamos a nuestras madres y abuelas: «no me puedo creer que vosotras estéis así».

    Y a eso vamos el 28 de septiembre. Ese día y los que hagan falta. ¿Provida? Provida nosotras las feministas, que luchamos por la salud y la vida plena y libre de todas las mujeres.
    Nos vemos en las calles».

    Yendéh R. Martínez
    Elisa Mandillo Cabañó

    Por Fundación de los Comunes, 23-Sept.-2013

    08 enero 2014 | 23:50

  7. Dice ser panchenko

    alguna vez se ha preguntado por el socialismo es completo.

    09 enero 2014 | 11:29

  8. Dice ser Etiqueta

    Me parece un artículo muy bueno y bien fundamentado. Es evidente que a Michelle Bachelet nadie le ha regalado nada y ha ganado las elecciones internas de su partido para ser candidata, y después dos elecciones presidenciales bien disputadas.

    Y me dan pena -vergüenza ajena más bien- comentarios como esos de Epere, albita, alfredo… como dando por hecho que si alguna mujer consigue algo es por cuota. Pues no, señoras y señores, eso no está ocurriendo. Lo que es indiscutible es que los partidos en España tienden a no poner en las listas a igual cantidad de mujeres y hombres, si no hay ley que los obligue. Mirad las listas desde las primeras elecciones de la Transición, en 1977, y los datos son indiscutibles.

    Las mujeres no están siendo beneficiadas por ninguna política de cuotas. La mediocridad de muchos candidatos es palpable -vamos, yo veo a Floriano o a Tomás Gómez, por no hablar de Pujalte, y se me cae el alma a los pies. Sólo una lista cerrada donde el pueblo no elige nada puede producir semejantes engendros. Sólo se premia la fidelidad al partido.

    En algunos países de América Latina las listas son abiertas y tú puedes señalar a tus candidatos al congreso por el número que ocupan en la lista del partido. Así que en un entorno como ése es normal que se produzcan resultados más igualitarios.

    De nuevo, tenemos mucho que aprender de ellos.

    09 enero 2014 | 11:33

  9. Dice ser contra los políticos sin principios y sin patria

    La democracia sin mujeres está incompleta y sin hombres. Hoy en día que diferencia ay entres las mujeres y los hombres comunes, nada. Al contrario ay más hombres que hacen como hacían las mujeres, limpian cocina y trabajan. La democracia es libertad de expresión sea quien seas, mujer y Hombre. Poner las leyes en democracia sería importante la libertad de los jueces sin partido político. Esto es lo mismo que hacen los políticos leyes de partidos. Aborto, enseñanza, votos según qué partidos más o menos. Ser humano libre mujer y hombre. Si ay libertad de sexo para todo, para casarse seas mujer o hombre. El ser humano tiene que luchar junto, contra los políticos sin principios y sin patria.

    10 enero 2014 | 16:19

  10. Dice ser Libertad de expresión

    Libertad de expresión

    10 enero 2014 | 17:03

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