Se nos ve el plumero Se nos ve el plumero

"La libertad produce monstruos, pero la falta de libertad produce infinitamente más monstruos"

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Maxi juez Gallego, en El Mundo; mini juez Gallego, en El País
Franco, doctor «horroris causa»

Hay días en que sacas la conclusión, seguramente precipitada, de que las portadas de los diarios son como el juego de las siete y media:

“O te pasas o no llegas»

«Malo es no llegar», diría el buen don Mendo, “pero si te pasas, ¡ay, si te pasas!, es peor”.

A la izquierda copio y pego una columnita de El País (Una prueba «delirante») junto al editorial de El Mundo. (Espero que, pese a la proximidad de ambos textos, no se produzca explosión alguna).

Toda esta historia me recuerda el cuento del terrible lobo Garzón y la tierna y dulce caperucita Gallego , en el que los jueces héroes de ayer son hoy villanos, según el diario que se mire. Y viceversa.

“Ni calvo ni con tres pelucas”, diría mi madre, al comentar las portadas de hoy.

Cuando te enfrentas, de buena fe y sin gafas, a la primera página de El Mundo te puedes llevar un susto tipográfico de primera magnitud. En cambio, si lo haces con El País, sus silencios o sus gritos te pierden o desconciertan. Tal es el caso de hoy.

Por el fastuoso cuerpo utilizado a toda página por el previsible Pedro Jota, piensas que ha ocurrido un cataclismo, una catástrofe de insospechadas consecuencias para la Humanidad. ¡Válgame dios!

Sin embargo, en cuanto te pones las gafas de leer (o de comer), te llevas una cierta decepción, la noticia se desinfla y te dices a ti mismo que no aprendes –sabiendo como se las gasta este Pedro Jota.

Antes de valorar el acontecimiento, por el tamaño descomunal de un titular a cinco columnas (el no va más), tienes que saber qué periódico/látigo tratas de leer, quién hay detrás y qué mensaje trata de inocularte.

Hoy es uno de esos días en los que la exageración pueril de Pedro Jota Ramírez merma la credibilidad del mensaje hasta para sus creyentes más entregados.

Ya se que la fe nubla la razón y que, como nos dibuja el genial Goya, «el sueño de la razón produce monstruos», pero para todo hay grados y límites.

Después de leer y entender el supertitular de “elmundobórico.es”, pienso que la montaña parió un ratón.

Estamos elevando un caso típico de velar por el control de calidad de un producto –obligación natural de los responsables de cualquier empresa- a la categoría de un delito de lesa patria. Y eso, por voluntad de los conspiranoicos del trío Pinocho, que persisten en ligar como sea a ETA con la masacre del 11-M para ocultar aquellas mentiras tan miserables, destinadas desesperadamente a no perder el poder por encima de casi 200 cadáveres.

Flaco servicio le está haciendo El Mundo a la juez Gallego con este tratamiento de superestrella, que rivaliza con el que, hace años, dio al juez Garzón cuando le interesó.

No obstante, una de las virtudes que hay que reconocer a Pedro Jota es su capacidad camaleónica para rectificar 180 grados, si en ello le va el puesto, la ambición o la fama. No debemos perder, pues, la esperanza de un repentino arrepentimiento de nuestro gran fabulador.

No olvidemos, por ejemplo, que él fue el máximo defensor y “pelotas” oficial del dudoso trío Boyer-Solchaga-Mariano Rubio, cuando trabajaba a las órdenes de Juan Tomás de Salas como director de Diario-16.

Como el rayo, que estremece e ilumina a la vez, Pedro Jota cayó del caballo, vio la luz, se alió con el emergente e italianizado Mario Conde y, al instante, como flamante director-fundador de El Mundo, se hizo enemigo acérrimo e implacable de aquel trío de la “beautiful people” al que había halagado con tanta desmesura, sin llegar siquiera a sonrojarse.

Después de los excesos tipográficos de hoy, la pobre juez Gallego no va tener más remedio que dedicarse de lleno a la política y olvidarse de impartir Justicia.

Como diría don Luis a don Juan:

“Imposible la dejáis para vos y para mi”.

Creo que Pedro Jota se ha pasado tres pueblos con el titular que regala hoy a la maxi juez Gallego. Desde luego, si las instrucciones y juicios del caso GAL se hicieron como éste de elmundobórico habrá que ir pensando en revisar hasta las tripas de aquellas instrucciones y sentencias que, junto con los abundantes casos de corrupción de la era felipista- contribuyeron a echar a los socialistas del poder.

Pero si El Mundo se pasa, El País no llega. Porque la verdad es que cuesta trabajo encontrar alguna alusión al caso del ácido bórico, ETA, el 11-M y la juez Gallego en la portada del primer diario de pago de España.

Busquen la lupa y hagan un esfuerzo para leer este sumario de portada -al fin hallado- que yo mismo he ampliado para beneficio de los lectores de este blog:

Me sorprende más aún la minimización del caso del ácido bórico (o «matacucharachas») porque, hace apenas unas semanas, El País lo dio a toda página cuando el juez Garzón imputó a los peritos que trataron de relacionar -a mi juicio, de forma torticera- el 11-M con ETA, y exculpó a sus superiores por haber corregido tales desmanes conspiranoicos.

Sin mediar ningún disimulo, los villanos de ayer, para El País, hoy son héroes, para El Mundo. Y viceversa.

Y así, el tratamiento tipográfico obedece a las reglas del juego de las siete y media:

“O te pasas o no llegas”.

¡Qué profesión, Miquelarena!

Las fotos de portada tampoco son inocuas. El Mundo realza, centrada a tres columnas, la «Manifestación prohibida» por el juez Garzón en San Sebastián. El País da la misma foto de EFE pero, eso sí, a una columnita, tamaño sello de correos.

En cambio, en El Mundo no hay referencia alguna a las nuevas manchas del Prestige, mientras que El País le concede a este asunto los honores de foto de portada con este títular:

Cuatro años de herencia del «Prestige»

La contraportada tiene, a veces, tanto interés como la portada. Muchos tenemos la costumbre de empezar a ver o leer el diario por la última página, o sea, al revés.

¿Podría ser una vieja costumbre grabada en nosotros al cabo de tantos siglos de leer así, desde atrás hacia adelante, en lengua árabe o hebrea?

El caso es que me ha llamado la atención la interesante noticia que El País da, a tres columnas y con foto, en su última página:

Franco pierde honores

La Universidad de Santiago borra al dictador de su lista de ilustres «honoris causa» 41 años después

He buscado esta noticia curiosa del tipo de ¡Hay que ver! por todos los rincones de El Mundo y no aparece por ningún lado. Para Pedro Jota se trata de una «no noticia».

Desde luego, la lectura hoy de los argumentos seudoacadémicos que se utilizaron entonces para darle este inmerecido honor a tan cruel dictador (por «restaurar el biologismo normal de nuestra patria») me suenan espantosamente ridículos cuando no patéticos.

En lugar de borrar de la lista de doctores «honoris causa» en Ciencias al general rebelde, autor del golpe de Estado del 18 de julio del 36 (así como de tantos horrores que siguieron en la guerra civil y, lo que, a mi juicio, fue mucho más grave, en la postguerra), deberían mantener a Franco en dicha lista pero cambiándole el título por este otro bien merecido:

Doctor «horroris causa»

Aunque con retraso, haríamos Justicia a la Ciencia.