Se nos ve el plumero Se nos ve el plumero

"La libertad produce monstruos, pero la falta de libertad produce infinitamente más monstruos"

Entradas etiquetadas como ‘pp’

Dicen que Zapatero no se arruga frente al clero

Regreso a Madrid procedente de Almería (donde pasé unos días que, por dolorosos, yo no llamaría de vacaciones) y me encuentro con unas portadas de prensa sobre Zapatero y el clero algo sorprendentes. Lo primero que pienso es que «éste no es mi Zapatero, me lo han cambiado».

Me marché con un post titulado «¿Quién pone el cascabel a los obispos? Zapatero se arruga» y dejé de leer la prensa hasta ahora mismo. Y no me refería solamente al Excrementísimo Señor Obispo de Tenerife

¿Qué le habrán puesto los Reyes Magos a Zapatero para que, como dicen los diarios, «saque pecho«, «plante cara«, «culpe» y «discrepe«, defendiendo la legalidad constitucional, frente a las insidias pecaminosas de algunos obispos y cardenales jurásicos? Fíjense si serán pecaminosas las palabras antidemocráticas de los purpurados inquisidores Rouco y García-Gascó que hasta el bueno de Forges -que es un santo, se lo digo yo- ha mandado hoy a todos los obispos a su propio infierno. Y no le falta razón.

Dicen mis colegas que, fuera de cámaras y de microfonos, Zapatero no se arruga al topar con la Iglesia. ¿Sueño o realidad? ¡Qué maravilla!

Y dice Peridis en El País de hoy que, como los obispos sigan dando leña inconstitucional (o sea, meando fuera del tiesto), Zapatero podría atreverse, incluso, a mirar el Concordato. ¡Mirar el Concordato! No me lo acabo de creer. Volveré a restregarme los ojos y a leer la prensa de nuevo.

Al clero se le ve el plumero

Una vez más, debo reconocer que tengo debilidad por El Roto (antes OPS), uno de los mayores filósofos de nuestro tiempo.

Con qué agudeza y limpieza le ha visto el plumero al clero.

La verdad es que últimamente los obispos hacen pocos esfuerzos por disimular sus raíces fascistoides y no pierden ocasión para levantar el brazo y el palio en busca de algún dictadorzuelo que se preste al negocio.

La Iglesia católica no se acaba de resignar a vivir sin las canongías que le daba el dictador Francisco Franco, en pago por el apoyo episcopal sin condiciones que dieron a la sangrienta «cruzada» que siguió al golpe de Estado del general contra la legalidad democrática de la II República.

Creo recordar que fue el entonces obispo de Cartagena quien dijo:

«Benditos sean los cañones si en las brechas que ellos abren florece el Evangelio»

Así me gustan a mi los obispos. Sin hipocresía ni disimulo. Con su verdad fascista por delante. Estos obispos asilvestrados y feroces, de las manadas de Rouco (facha de toda la vida) y de García-Gascó (que fue un ilustre taranconiano hasta qeu se cambio de sotana), son un auténtico chollo para Zapatero y los demás socialistas. Le están poniendo las bolas como se las ponían a Fernando VII (¿o era a Carlos III?). Así, cualquiera hace carambola.

Ya puede temblar el PP, y despedirse de La Moncloa, si no manda callar pronto a sus cardenales.

Con estos príncipes cavernarios de la Iglesia en contra, cualquiera podría ganar las elecciones generales.

Que hablen los obispos, sí, que hablen, y que no se arrugue Zapatero. Separación Iglesia-Estado ¡ya!. Quiero para mi país lo mismo que disfrutan en el resto del mundo democrático civilizado.

Si la Iglesia carca se empeña , Zapatero podría ganar en marzo hasta por goleada, mal que le pese.

Eso, eso, que se le va el plumero a todo el clero.

Si el bueno del cardenal Tarancón levantara la cabeza…

Yo tuve el honor de conocerle.

—-

No te lo pierdas: Fraga tira al monte
¡Feliz año nuevo!

Si no fuera porque le conocemos muy bien, y desde hace muchos años, achacaríamos a la senilidad la defensa inmoral que Manuel Fraga hace del cruel dictador que le nombró ministro en los años sesenta.

Cada diario lo valora a su manera. Público lo lleva hoy a cinco columnas, El Mundo, a tres y El País, a una. Más de uno de sus correligionarios del PP habrá dicho que Fraga está «chocho» y que no hay que darle más importancia a las barbaridades que diga sobre Franco.

Otros dirán que se meten con el Fraga octogenario, a quien tanto temieron, porque ahora manda poco y está en las últimas.

A moro muerto, gran lanzada. Yo no quiero hacer leña del árbol caído, pero cada vez que alguien, de cualquier edad y condición, alabe o reivindique las presuntas bondades del dictador, que arruinó durante cuarenta años la vida de España y de los españoles (vencedores y vencidos) responderé alto y claro en su contra. Franco -que yo sepa- trajo el «orden» y la «paz» de los cementerios.

Supongo que Fraga se refiere a otro orden de cosas.

Si me he conectado hoy al blog ha sido para pegar aquí las palabras soeces de Fraga y no dejar pasar ni una en esta campaña que tiene emprendida la parte jurásica del PP para alabar al dictador.

Los demócratas de corazón y cerebro debemos estar muy atentos ante estas reivindicaciones del fascismo, vengan de donde venga, para avergonzar a sus autores.

No excuso a Fraga porque esté «chocheando» ya que no es la primera vez que alaba al dictador en público.

Fraga tiene derecho a decir lo que quiera y yo tengo todo el derecho a responderle. Y a recordar que él nunca nos reconoció a los demócratas ese mismo derecho a expresarnos libremente en tiempos de Franco, aquel «sapo iscariote y ladrón» de León Felipe.

Ha llegado la hora de ir a la cocina para preparar la cena de fin de año. ¡Qué ganas tengo de que pase este año!

Por la muerte de mi hermana, de mi cuñado y de mi sobrina, en trágico accidente de tráfico, éste 2007 ha sido, sin duda, el peor año y el más doloroso de toda mi vida.

Ya se que nunca podré olvidarlo.

Tampoco lo pretendo.

Lo que sí deseo a todos los lectores de este blog y a todos los amigos, parientes y colegas que me han ayudado con sus palabras de pésame y ánimo que sean muy felices en el año nuevo que comienza dentro de una horas.

Una patada a Zapatero en el culo de Rajoy

Desde luego, a la luz de la imágenes de la tele y de la cobertura de la prensa de pago, ese Alcaraz ya no es lo que era.

Los tres diarios coinciden hoy en la foto de portada, aunque no en su tamaño ni enfoque: plano corto, plano medio y plano largo, en El País, El Mundo y Público, respectivamente.

Donde más asustan las banderas (y sus mástiles) es en la foto elegida, no por casualidad, en El País. (Pegada aqui al lado)

La extrema derecha separadora y una parte de la derecha civilizada siguen, erre que erra, con el viejo sueño nostálgico de «volverán banderas victoriosas«, de cuando la finca era exclusivamente de ellos.

Dan miedo, aunque cada vez un poco menos. Afortunadamente, ni Rajoy ni su jefe Aznar ni sus jaleadores episcopales asistieron a la manifestación contra Zapatero.

Al menos, en esta ocasión, no vi en la tele las banderas preconstitucionales con la «gallina» del dictador que sacaban antes brazo en alto. Se quedaron guardadas en la caverna jurásica. Mucho mejor.

La excusa de la mani, algo anacrónica después del fin de la tregua terrorista y de los éxitos policiales contra ETA, importaba poco: que Zapatero no quiere derrotar a ETA y de que se olvida de las víctimas. Naturalmente, están en su derecho de manifestarse pacíficamente. Faltaría más. Pero no se si han calculado bien los efectos de estas manis, cada días más residuales, contra la campaña electoral de Mariano Rajoy.

En mi opinión, cuantas más manis hagan como la de ayer, y más recuerden a ETA y al 11-M, más lejos quedará Rajoy de La Moncloa. Tengo la impresión de que ese Alcaraz está dándole una patada a Zapatero, sí, pero en el culo de Rajoy. Pobre Mariano.

Al menos, por esta vez, fue acompañado en la no asistencia a la mani por su jefe Aznar. En cambio, la esposa de Aznar, Ana Botella, sí acudió al rescate de la línea dura pepera. Que yo sepa, no se vió por allí a la esposa de Rajoy. Matices conyugales.

Si la tendencia es lo que importa, los millones de manifestantes que arrastraban antes Rajoy, Aznar y sus obispos se quedaron ayer en 76.000 (según el Gobierno). La lideresa del PP, Esperanza Aguirre, los rebajó sólo a medio millón. ¡Válgame dios!.

Aunque sólo sea por copiar, pegar y divulgar artículos como éste de Manolo Vicent, intentaré mantener vivo el blog, si el trabajo y los viajes me lo permiten. No tiene desperdicio.

Sin perdón

MANUEL VICENT en El País

25/11/2007

El dictador Franco tenía desarrolladas todas las virtudes del zorro y ninguna del león. Si bien Maquiavelo recomendó al Príncipe un equilibrio entre las dos, Franco en este aspecto estaba muy descompensado. La astucia, la suspicacia, el conocimiento de las flaquezas humanas y el instinto para tender toda clase de trampas eran su fuerte, pero no la nobleza, la magnanimidad, el orgullo y la fortaleza, el sentido del estado, la piedad y el perdón.

Cuando cambiaba de gobierno, el dictador siempre se las arreglaba para que poco después hubiera un condenado a muerte. Era la forma de apoderarse de la conciencia de los nuevos ministros, puesto que estaban obligados a firmar solidariamente la sentencia capital en el consejo. Ningún ministro de Franco logró eludir semejante ignominia.

Esta misma trampa tendió el dictador a la Iglesia cuando, terminada la guerra civil, comenzó a funcionar en España una metódica y exhautiva maquinaria de picar carne con decenas de miles de republicanos fusilados contra las tapias de los cementerios. Bastaba con que un cura párroco diera la cara por cualquiera de los condenados a muerte para que este salvara el pellejo. Si una autoridad eclesiástica decía a este no, automáticamente el agraciado por esta piedad clerical era apartado del camino del paredón, con lo cual el dictador de forma muy ladina metió a la Iglesia hasta el cuello en aquella carnicería al hacerla partícipe en ella por omisión, silencio, conformismo o miedo.

Se dirá que durante la guerra hubo más de diez mil religiosos asesinados y que era una virtud heroica escapar del sentimiento de venganza. Muchos de aquellos mártires fueron arrastrados por una ciega espiral de violencia y habrían sido igualmente sacrificados aunque hubieran renegado de su fe, pero después algunos sacerdotes salvaron de la muerte a muchos republicanos simplemente testificando a su favor. Esos fueron los verdaderos héroes a los que había que beatificar.

Por lo demás el dictador, exhibiendo la virtud del zorro y no la del león, logró trincar esta vez la conciencia de los ministros del Señor para hacerlos moralmente copartícipes por omisión en la terrible escabechina. De haber caído con gusto en esa trampa tiene la Iglesia que pedir perdón.

FIN

Mazazo a las insidias del PP. Y Pedro Jeta, sin dimitir

Me voy corriendo pa Cáceres, a las Jornadas e-Findex sobre la Blogosfera , para cambiar cromos y aprender algo de los jóvenes blogueros a quienes doblo en edad y no llego ni a la mitad de sus conocimientos cibernéticos.

Pero antes he podido cortar y pegar este chiste de Le Temps (Ginebra) reproducido hoy con sana invidia por el diario norteamericano International Herald Tribune. Con una foto del invasor de Irak, el presidente Bush, colgando de la sala de torturas, un soldado norteamericano lee la prensa y le dice al otro:

«Los terroristas de Madrid condenados sin torturas»

El torturador USA, látigo en mano, le responde:

«¡Que Justicia tan rápida!»

¡Vaya! Somos la envidia del Imperio. Algo es algo.

eFindex 2007

Con el título «¿Por qué no se desvanecen las teorías conspiratorias del 11-S?» trataba de informar la revista TIME (3 de septiembre de 2006) sobre la persistencia de un cierto porcentaje de la población de cualquier país (en su caso, se refería a EEUU con el 11-S) que sigue creyendo en las conspiraciones, por falsas que sean.

Me temo que, tras la sentencia del 11-M que deja las evidencias bastante claras, los creyentes en la teoría conspiratoria que atribuyen a ETA, a la Policía o a Zapatero la matanza del 11-M seguirán erre que erre sin dar su brazo a torcer. Pasa en las mejores familias. Es una cuestión de fe, no de razón.

Las portadas de la prensa de pago de hoy son muy ilustrativas, a este respecto, y apenas precisan comentario. Además, hoy es fiesta y hace un día espléndido de otoño para pasear por el campo.

No obstante, antes de salir, en la pestaña de «Archivos» de este blog, he repasado rápidamente algunos de los post de los últimos dos años y he pegado sus enlaces a continuación, por si alguien tiene curiosidad. Visto lo visto, aún no salgo de mi asombro.

Ahí va algunos de estos enlaces, elegidos casi al azar:

Patético Mundo. Se le ve el cartón

La teoría conspiranoica, a 4 columnas

¿Reconocerán algún día que mientieron para no perder el poder?

El Mondragón del 11-M era musical

Mondragón, ¡ríndete!

Pedro Jota tira la piedra y esconde la mano

El Mundo erre que erre con ETA en el 11-M¿Lleva txapela Al Zarqawi?

Un presidiario del 11-M. a toda página en El Mundo

¿Pedro Jota pedrojoteado?

El caso Bono y el 11-M

ETA en El Mundo, islamistas en El País

Los acusados practican la «taqiyya» del Islam

¿Defiende El Mundo,con pruebas falsas, a los acusados del 11-M?

Los culpables no dan el perfil

Las teorías conspiratorias se autoalimentan. No tienen fin.

También les incluyo el enlace de un artículo muy acertado que publica hoy el joven Ignacio Escolar en Público con este titulo: La memoria del pez

Y, por el mismo precio, copio y pego también el comentario de

manuelsaco.com en el que recomienda que «habrá que seguir investigando al Partido Popular»

EDITORIAL de El País

El fin de la infamia

El Partido Popular debe una explicación a la sociedad española. Especialmente, a las víctimas

La sentencia de la Audiencia Nacional sobre el 11-M no ha podido ser más clara y contundente: de conspiración nada, de ETA ni rastro. Uno a uno, desmonta todos los infundios lanzados durante más de tres años, en un feroz desafío a las instituciones democráticas y al funcionamiento del sistema constitucional. También responde a la necesidad de reparación del daño infligido a las víctimas y significa una victoria del Estado de derecho frente al terrorismo, en una época en que abundan las respuestas desproporcionadas y peligrosas para las libertades.

Cada uno queda en su sitio: en primer lugar, aquellos medios de comunicación que han intentado hacer una instrucción paralela en un uso espurio del derecho a la información, para intoxicar el debate político; pero en segundo lugar, también y sobre todo, el Partido Popular, que se ha prestado a servir de simple recadero de la prensa sensacionalista y de la radio de los obispos en el seno de las instituciones representativas.

Unos y otros deben una explicación a la sociedad española y especialmente a las víctimas. Pero, además, el PP, como partido que ha sido de Gobierno y ahora principal partido de la oposición, está obligado a asumir responsabilidades políticas específicas por la conducta mantenida durante estos tres años, en los que ha venido avalando con centenares de iniciativas parlamentarias y de declaraciones cualquier infundio que pudiera dañar a la instrucción y al proceso.

Ahora parece decidido a añadir falsedad a la falsedad e ignominia a la ignominia, tratando de negar lo que está registrado en las actas parlamentarias y consta en los archivos y hemerotecas. No cabe ni siquiera trasladar el problema a los líderes subalternos aunque correosos que han mantenido viva la llama de esta farsa: hay que recordar que fue Mariano Rajoy, el propio presidente del partido y candidato a la presidencia del Gobierno, quien defendió la eventualidad de anular toda la investigación y todo el sumario después de que el medio de comunicación de servicio lanzara el bulo de la mochila de Vallecas.

El mecanismo del bulo

Tras la sentencia, ninguna duda debería quedar respecto de que lo sucedido el 11-M en Madrid es obra exclusiva del terrorismo yihadista. Ha quedado meridianamente claro quiénes fueron los autores de la masacre, la procedencia y la clase de explosivos que utilizaron y el modo en que se financiaron. El tribunal ha descrito con claridad cómo han operado los intoxicadores y propagadores del culebrón, los aprendices de brujo que han querido jugar a jueces, policías y periodistas, todo revuelto: «Como en muchas otras ocasiones de este proceso», señala la sentencia, «se aísla un dato, se descontextualiza y se pretende dar la falsa impresión de que cualquier conclusión pende exclusivamente de él, obviando así la obligación de la valoración conjunta de los datos -prueba- que permita, mediante el razonamiento, llegar a una conclusión según las reglas de la lógica y la experiencia».

Una fabricación especial que fue ayer el clavo ardiente al que se agarró Mariano Rajoy ha sido la fórmula periodística de la «autoría intelectual», sin significado alguno en el ámbito del Derecho Penal, con el doble propósito de sembrar dudas sobre la instrucción procesal y, llegado el caso, tratar de salvar la cara frente a una sentencia que, como la que se acaba de dictar, les deja en evidencia. Los terroristas son asesinos, pero la condición de asesinos no significa que no dispongan de intelecto para cometer como sea sus atrocidades.

Son sobre todo las víctimas -las 191 fallecidas en los atentados, las más de 1.800 heridas de diversa consideración y sus familias- a las que la sentencia trata de hacer justicia, dándoles lo que está en su mano: una reparación jurídica, moral y económica que alivie su dolor. La condena de los culpables probados de su tragedia es una victoria especialmente de ellas -y no sólo del Estado de derecho y de la sociedad-, tanto más destacable por cuanto han sido preteridas, relegadas y consideradas poco menos que de segundo orden respecto de las de ETA por los sectores políticos y los medios de comunicación empeñados en sostener el culebrón sensacionalista.

Ayer mismo, el presidente de la Asociación de Víctimas del Terrorismo puso bien de manifiesto la consideración que le merecen las víctimas del 11-M: ninguna. En caso contrario no se hubiera declarado decepcionado por una sentencia que condena a los terroristas del 11-M, con independencia de que, como ha señalado la asociación mayoritaria, dirigida por Pilar Manjón, exista la posibilidad de recurrirla.

Justicia eficaz

La sentencia hace un reconocimiento expreso del buen hacer profesional del juez instructor Juan del Olmo, atacado hasta la náusea por los partidarios de la infamia sensacionalista, y deshace todas las fabulaciones sobre las principales pruebas de la investigación judicial, desde la furgoneta Renault Kangoo, la mochila de Vallecas y el suicidio de los siete terroristas en Leganés hasta los explosivos utilizados en la masacre, que los jueces dan por probado que fue dinamita Goma 2 y no Tytadine, y que procedió en su totalidad o gran parte de la mina asturiana Conchita.

No es cierto, además, que el instructor Juan del Olmo no investigara las posibles conexiones con ETA; lo hizo, y la consecuencia resultante es que esas conexiones no han existido. Conviene subrayar, por último, el párrafo dedicado en la sentencia a desmontar uno de los puntos clave del montaje de los medios sensacionalistas: que no se hizo la autopsia a los cadáveres de los siete terroristas suicidados en Leganés, lo que dejaría sin aclarar la causa de su muerte.

No todos los sentados en el banquillo han sido condenados. Algunos han sido absueltos y otros han tenido penas inferiores a las pedidas por el ministerio fiscal. Aunque no haya gustado a las víctimas, que quisieran verlos a todos condenados a la pena máxima, eso realza la sentencia, pues muestra que ha habido un juicio con garantías, en el que sólo se condena con pruebas indubitables y se absuelve si no las hay. Porque había dudas, y muy fundadas, y porque no podía condenársele de nuevo por los mismos hechos ha sido absuelto Rabei Osman El Egipcio, uno de los considerados inductores del 11-M por el ministerio fiscal y ya condenado en Italia por pertenencia a banda armada. También han sido absueltos Hassan El Haski y Youssef Belhadj, aunque condenados por pertenencia a banda armada.

Frente a la monstruosidad de un mortífero atentado yihadista, sólo cabe señalar, no sin un punto de orgullo, la solvencia de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado y de la justicia de este país. Pero, en lugar de ello, la prensa sensacionalista y el principal partido de la oposición siguieron ayer obstinados en seguir alimentando la nube tóxica que ellos mismos han creado.

FIN

Rajoy celebra el día del orgullo ¿qué?

Siempre pensé que Rajoy, que había demostrado en ocasiones un buen sentido del humor, era un tipo listo. Por eso, después de haber visto/oído su patético dicurso institucional, al estilo seudofranquista, me resito pensar que haya sido idea suya. Aún quiero salvar su inteligencia de la trampa en la que los aznaristas (¿quién si no?) le han metido. ¿Habrá sido, quizás, idea finísima de Gallardón?

No me lo explico.

Con esta majestuosa aparición, llamándonos a demostrar el «orgullo español», Rajoy está quedando incapacitado, por ridículo, para gobernar el Reino de España .

Ignacio Escolar nos ha hecho sonreir hoy con la portada de Público:

Mensaje «institucional» sin precedentes del líder del PP

Se cree el Rey

(en YouTube)

En lugar de rezar por el Rey, yo creo que el descarado cardenal arzobispo de Toledo, Antonio Cañizares, debería dedicar su oraciones al alma turbia de su colega el sacerdote torturador, Christian von Wernich.

Por favor, no más oraciones para el Rey , por parte de estos sepulcros blanqueados dueños de la pecaminosa COPE. Mejor, menos insultos.

No puedo estar más en desacuerdo con este aprendiz de inquisidor que atribuye los crímenes de ETA a «la debilidad del Gobierno con los terroristas».

¿Será sinvergüenza este cardenal?

Pienso en unos versos proféticos (creo que de Quevedo):

«En tiempos de las bárbaras naciones

de las cruces colgaban los ladrones

y hoy en el siglo de la luces

del cuello del ladrón cuelgan las cruces»

Estoy bastante de acuerdo con lo que, esta vez, ha dicho José Blanco, el nº 2 del PSOE:

«Cuando la derecha se pone a gritar ¡España!, muchos españoles se estremecen».

En efecto, yo soy uno de ellos. A mi me da pánico. Y, desgraciadamente,sé muy bien por qué lo digo.

El Rey, «molesto con los ultras». Y con razón

El ruido interesado que la extrema derecha del PP está haciendo con la quema de fotos del Rey me recuerda la anécdota del ministro de Franco, Serrano Suñer, y el embajador del Reino Unido.

En los años más duros del franquismo, un grupo de manifestantes gritaba ante la embajada inglesa, con pancartas de «¡Gibraltar español!».

Cuentan que el ministro de Franco telefoneó al embajador británico para ofrecerle el envío de más policías, con el fin de proteger la embajada de eventuales actos violentos.

El flemático embajador inglés le contestó:

-No me mande más policías, señor ministro. Prefiero que me mande menos manifestantes.

¿Por qué tiene el PP tanto miedo a refrescar su memoria?

Los obispos también se acuerdan de Santa Bárbara cuando truena. Desde luego, si han decidido incluir ahora al Rey en sus misas, despues de tantos años, es porque algo quieren. Aún recuerdo las misas de mi tierna infancia. En todas ellas se rezaba por «nuestro Papa (Pío, Juan o Pablo), por nuestro obispo Alfonso (me refiero a Alfonso Ródenas, de Almería), por nuesntro jefe de Estado Francisco (me refiero al cruel dictador de España, socio de Hitler y Musolini).

No se cuando quitaron a Franco de sus oraciones en la misa, pero desde luego han tardado mucho en incorporar al nuevo jefe de Estado a título de Rey.

Denuncia, convoca y acapara. Cada diario con su verbo

En apenas una semana, ya podemos ver la posición aproximada del nuevo diario «Público«. No hay que ser muy fino para concluir que está escorado un poco a la izquierda de El País o que, al menos en las formas, es más cañero y radical.

También lo veo muy lejos de El Mundo, casi en sus antípodas. Por tanto, El País se nos va quedando en el centro del espectro de los diarios nacionales de pago, lo que no se si eso -a veces, en tierra de nadie- es bueno para su cuenta de resultados.

Pedro Jota – con las pecaminosas bendiciones episcopales de la COPE– cada día está más agresivo con ABC y La Razón a quienes pretende arrebatar el lector de derechas y/o de extrema derecha.

Sin ningún recato, El Mundo le hace (¿gratis?) la campaña electoral al PP. Está en su derecho. Cada día nos recuerda, con menor o mayor intensidad, los males que cree que nos aquejan o amenazan, naturalmente, y a su juicio, por culpa de Zapatero.

Hay una larga lista:

España se rompe, la bandera de España ignorada o pisoteada, persecución ligüística, el catalán arricona al castellano, no pintamos nada en el mundo, Bush se ríe de nosotros en la cara de Zapatero, el retrato del Rey en llamas, la Monarquía en peligro, los catalanes se lo llevan todo y no queda nada para los demás, ETA , más crecida que nunca, campa por sus respetos, el Gobierno se rinde ante ETA y el PNV, la economía en recesión, etc, etc. (Menos mal que no hay pertinaz sequía para culpar de ella a Zapatero).

Con razón o sin ella, retorciendo a veces la realidad o simplemente mintiendo, El Mundo alimenta a sus creyentes con lo que más gusta a su paladar, por amargo que sea.

Estamos en campaña electoral y ya sabemos (o, al menos, así lo creo yo) que votamos con el corazón (alguna vez, con las vísceras) y no con el cerebro ni con la cartera, como se empeña en decirnos la sabiduría convencional.

Público está en el lado opuesto a El Mundo y no pierde ripio. Hoy lleva la guerra de Irak a portada, con un gran titular tipo reportaje, para avergozar a Bush y a quienes apoyaron la invasión ilegal de ese país:

Los crímenes de los mercenarios

Y este subtítulo:

El Congreso de EEUU denuncia las atrocidades de los pistoleros de Blackwater

En consonancia con el recuerdo negro que nos trae de la guerra de Irak lo que, unido a las mentiras sobre el 11-M del «trío Pinocho«, dejó K.O. al Gobierno de Aznar, Público lleva hoy, arriba, un titular de campaña electoral que nunca veremos en El Mundo:

El PP acapara los símbolos

Pero (¡ojo!) lo que más me ha llamado la atención de su portada ha sido el antetítulo que Ignacio Escolar ha puesto, en rojo, a este titular del PP:

Patrioterismo

PAGS. 4 y 5

Se ve que estos jóvenes de Público vienen sin complejos y no les importa que se les vea el plumero desde el primer día. A mi me gustan las cosas claras. Por eso, puedo decir que en el periodismo que a mi me enseñaron mis viejos maestros no figura esa palabra tan peyorativa (patrioterismo) como parte de un título que pretende ser informativo.

Es una palabra espléndida para un comentario editorial o un artículo de opinión, pero muy inadecuada para una información sobre hechos, a menos que se le atribuya a alguien.

Los hechos son sagrados, las opiniones, libres.

Un diez a Ignacio Escolar por publicar la columna de nuestro Manuel Saco y un cero por esto del «patrioterismo» (por muy cierto que sea, en mi opinión) en un titular con aspecto tipográfico informativo.

Los navajazos tipográficos, por favor, deberían ir en cursiva.

Interesante editorial de El País sobre el «acoso real«. Lo pego aquí. Y como no me da tiempo para opinar sobre el tema, pues tengo que hacer un recado, diré que, siendo yo republicano de toda la vida, apoyo al rey Juan Carlos porque ha cumplido con un compromiso de libertad que tomó el día que fue coronado por las Cortes franquistas: la Monarquía de todos (creo que este título es mérito de Luis María Anson). Los ideales de libertad y de solidaridad de la República coinciden hoy con los ideales democráticos de la Monarquía Parlamentaria recogida por la Constitución de 1978. Cuando digo «¡Viva el Rey!» estoy diciendo, a la vez, «¡Viva la libertad»!.

Si el Rey de España se pusiera algún día al lado de un general golpista que amenazara nuestras libertades (como hizo su lamentable abuelo Alfonso XIII con el general Primo de Rivera el 23 de septiembre de 1923), entonces me tendría a mi en contra con todas mis fuerzas. Por ahora, el Rey me tiene a su favor con las mismas fuerzas.

Ahí queda eso.

Bueno, me voy corriendo que no llego.

TRIBUNA en El País: RAFAEL MATEU DE ROS

El ‘caso Sogecable’

El autor recuerda el «directo y feroz» ataque político y judicial lanzado en 1997 contra el Grupo PRISA y su presidente. RAFAEL MATEU DE ROS en El País

03/10/2007

Resulta difícil olvidar, al hilo del recuerdo del fallecido presidente del Grupo PRISA, Jesús de Polanco, los meses difíciles, inciertos, peligrosos, que le tocó vivir en primerísima persona, durante el llamado caso Sogecable. No fue una anécdota. El caso Sogecable fue un ataque directo y feroz contra los intereses del Grupo PRISA desencadenado por fuerzas políticas o sociales que pusieron todo el empeño del mundo en utilizar una excusa insignificante para organizar un proceso criminal en toda regla contra el Consejo de Administración de Sogecable.

Deberíamos saber algún día quiénes movieron las cuerdas del guiñol en ese oscurísimo episodio

Fue un aciago ejemplo de instrumentalización de la justicia para la satisfacción de intereses particulares, algo en lo que algunos accionistas no ya minoritarios sino marginales de determinadas sociedades cotizados se han convertido en especialistas, como un conocido y obsesivo abogado recientemente fallecido. Se ha dicho siempre -y nunca se ha desmentido- que la instrucción penal -con toda la parafernalia de un Juzgado Central de Instrucción de la Audiencia Nacional- fue incitada o dirigida desde el Gobierno en el poder o -más bien- desde algún núcleo concreto de ese Gobierno o del partido que lo sustentaba. No lo sé. Lo cierto es que alguna fuerza poderosa movía los resortes de aquel desdichado juez, de aquel fiscal imprevisible -que por sistema se oponía a todas las solicitudes de sobreseimiento- y de aquellos extravagantes y marginales abogados que tuvieron en vilo, durante meses, a todos los consejeros de Sogecable, incluidos no sólo los altos directivos de PRISA, sino también los representantes en el consejo de accionistas como Grupo March, BBVA y Bankinter. Aquel incidente rompió para muchos, quizás de manera irremediable, la credibilidad del partido político de referencia o -mejor dicho- la de quienes entonces estaban al frente del mismo. En los saraos de algunos amigos muy próximos al entonces presidente del Gobierno, encumbrados por él a la presidencia de grandes empresas todavía entonces públicas, el juez Gómez de Liaño era jaleado como un héroe.

Tengo a la vista, cuando escribo estas líneas, la querella firmada por el procurador de Jesús Cacho Cortés, el 29 de abril de 1997, a la que luego se adhirieron otros, «al tener noticia de la incoación» por el Juzgado Central de Instrucción número 1 de la Audiencia Nacional de las diligencias previas número 54/97-10 referentes a «idénticos o semejantes hechos». ¿Quién instó esas diligencias? ¿La denuncia de Jaime Campmany como hecho aislado? ¿Quién concitó la voluntad del instructor, la del fiscal y la de la parte querellante?

La excusa era nimia: la «supuesta apropiación» de los depósitos entregados en concepto de fianza por los suscriptores de Canal + al alquilar los descodificadores. Según los querellantes esos depósitos debían de haberse contabilizado de manera diferente a como lo hizo la empresa y deberían haber quedado inmovilizados. Sobre tan peregrina argumentación, desmentida por auditores y asesores y por los propios clientes de la plataforma, se montó una querella de chiste por «delitos de apropiación indebida, estafa y delito societario de falsedad» que, increíblemente, fue admitida a trámite por el juez Gómez de Liaño, alentada por el Ministerio Fiscal y que provocó multitud de sesiones en la Audiencia Nacional -en la mayoría de las cuales estuve presente-, recursos y apelaciones, para finalizar en la condena firme del juez por parte del Tribunal Supremo por delito de prevaricación y el vergonzante indulto que posteriormente le concedió el Gobierno.

Antes de que todo esto sucediera, Jesús de Polanco, Carlos March y varios administradores más de Sogecable tuvieron que soportar durísimos interrogatorios en los que Liaño y el fiscal intervenían apostillando y endureciendo en muchos casos las preguntas de las acusaciones particulares e imponiendo a diestro y siniestro medidas cautelares notoriamente desproporcionados, todas las cuales la Sala de la Audiencia Nacional anulaba con posterioridad. Recuerdo perfectamente cuando decidió retener el pasaporte del señor March y la habilidad con la que Juan Luis Cebrián a través de un incidente de recusación más que justificado, consiguió evitar declarar ante el juez que -se dijo entonces- estuvo a punto de decretar su prisión cautelar. No llegó a tanto el entonces juez, pero sí extendió todo lo que pudo el alcance de las medidas económicas y el efecto sorpresa con el que pretendía tener bajo presión en todo momento a los imputados.

El 20 de junio de 1997, después de toda una mañana de interrogatorio y declaración, en la que Polanco hizo gala de un temple y un aplomo extraordinarios, y frisando ya el fin de la mañana de ese viernes, la secretaría del juzgado notificó la imposición al declarante de un aval de 200 millones de pesetas que debería ser depositado en el Juzgado a la mayor brevedad posible. Algunas acusaciones pretendieron elevar el aval a 4.000 millones de pesetas. Eran más de las dos y media de la tarde y todo el mundo en el juzgado daba por hecho que el aval no podía ser constituido hasta el siguiente lunes por la mañana, lo que suponía para el interesado el grave riesgo de ser detenido cautelarmente en cualquier momento. No hubo lugar. Ante la sorpresa del secretario, 15 minutos después de ser notificado el auto y antes de que la Secretaría del Juzgado cerrara a las tres de la tarde, el aval de Bankinter -autorizado y preparado de antemano con la cifra en blanco- fue firmado y entregado por mí al secretario, que no tuvo más remedio que aceptarlo y dar por constituida la garantía, no sin antes requerirme para que le justificara el carácter solidario de mi poder de representación y la suficiencia de límite, requisitos que obviamente se cumplían. No sé quéhubiera sucedido en otro caso. A Polanco se le impuso además la obligación de comparecer en el juzgado los días 1 y 15 de cada mes, estar en todo momento a disponibilidad del mismo y no ausentarse del territorio nacional sin autorización del juez, que, al menos en una ocasión, le fue denegada.

Por cierto, nunca me encontré en las reuniones con Polanco al magnate prepotente que describen sus adversarios. Más bien, todo lo contrario: Jesús era un señor amable, un pasiego inteligentísimo, campechano, divertido y franco, que, por citar un ejemplo, nos firmó enseguida las contragarantías bancarias de rigor como cualquier cliente de a pie.

Hay otra anécdota del caso que no me resisto a dejar de comentar. En aquellos días vino a visitarme a mi despacho de Bankinter, por otro asunto, un familiar muy íntimo del juez. Al hacerle partícipe yo de nuestra preocupación por la probable comparecencia en la Audiencia Nacional del representante del banco en el consejo de Sogecable -también imputado como todos los demás- me llamó al poco tiempo para decirme que estuviéramos tranquilos, que nuestro representante nunca iba a ser llamado a declarar -lo que así sucedió por rara excepción- y que el asunto no iba contra nuestros intereses. Desde luego que no.

A Jesús de Polanco este episodio, tan arbitrario, le amargó profundamente durante un tiempo. No debería caer el silencio sobre el atropello tan grave que sufrieron los consejeros de Sogecable. Deberíamos saber algún día quiénes movieron las cuerdas del guiñol en ese oscurísimo episodio de nuestro reciente pasado. Mi recuerdo y mi respeto también para dos de los abogados que formaron parte del equipo de abogados y que ya no están con nosotros: el incombustible y eficaz Diego Córdoba y mi inolvidable amigo Santiago Ilundain, que defendía, con su proverbial maestría en lo mercantil y en lo fiscal, a los auditores igualmente imputados.

Rafael Mateu de Ros es abogado.

¿»Un partido de izquierda»… que «perjudicará al PP»? La gallina

El País despacha hoy la marcha de Rosa Díez del PSOE con un pequeño sumario a una columna.

El sujeto no es la socialista dimisionaria sino el PSOE:

El PSOE afirma que el nuevo partido de Rosa Díez perjudicará sobre todo al PP

La cobertura de El Mundo es muy distinta.

La noticia manda en la portada, arriba, con foto de Rosa Díez (mirando de reojo hacia la derecha: «patata, patata», decíamos en la tele) a tres columnas y con dos titulares:

Un partido de izquierda que mira de reojo a la derecha

Rosa Díez: «Me voy del PSOE para defender el socialismo en libertad»

Los portadistas de El País tampoco se han roto el cerebro a la hora de titular la gran foto de Rajoy con la que mandan en primera. Le tienen mirando por una cámara y el titular es también («patata, patata«) de «veo, veo»:

Rajoy: «Veo mi sucesión muy lejos»

Parece que el calentamiento global (por cierto: que agosto tan frío) les ha reducido el ingenio. Rosa Díez «mira de reojo» y Rajoy mira por la cámara y «ve» lejos su sucesión es un poco simplón e infantil.

A mi, al menos, nunca me gustó esa forma de titular una imagen. Es como esos cuadros donde aparece un gallo pintado y el nombre del cuadro es «Gallo».

La guerra del fútbol sigue alineando a El País a favor de Sogecable (son del mismo grupo, aunque no lo dicen) y en contra de Mediapro y de la Sexta.

El Mundo mantiene su línea en este asunto a favor de los competidores de PRISA.

Los indicadores de la coyuntura económica van estupendamente en El País.

La inflación resiste…

…y

…los tipos de interés llevan dos años subiendo

No hay nada en sus páginas que nos haga pensar en que se avecina una crisis económica o, con un nombre más técnico pero no menos temible, un «cambio de ciclo».

Sin embargo, El Mundo aprovecha varios indicadores económicos para armar cuatro páginas seguidas coronadas todas ellas por un cintillo común que las relaciona y que lleva por títuto «CAMBIO DE CICLO».

A fuerza de decirlo, hasta que algún día gane el PP las elecciones, Pedro Jota acabará acertando alguna vez con el anuncio aguafiestas del cambio de ciclo.

Los economistas apenas se atreven a hablar del cambio de ciclo -sólo de ligeros síntomas de enfriamiento-, pero El Mundo ya lo da por hecho y a cuatro páginas. Viene fuerte Pedro Jota.

La desaceleración del crecimiento del PIB en España ha sido de una décima en el úlitmo trimestre, y seguimos creciendo al 4%. Ojalá siga así (entre el 3 y el 4%) ya que es el más alto de la Unión Europea.

Polanco adelantó la democracia en España.

La triste noticia, temida desde la última vez que estuve con él, hace apenas un mes en una entrega de premios, me ha impactado más de lo que podía haber imaginado.

Polanco pertenecía a mi familia profesional y, desde que le conocí, hace más de 30 años, le he profesado afecto y admiración, pese a que, desde la fundación de El País, me marché voluntariamente de su inmenso grupo de comunicación en cuatro ocasiones.

Con la muerte de Jesús de Polanco somos muchos los amantes de la libertad de expresión y de la meritocracia que nos sentimos un poco más huérfanos. Le echaremos de menos y le recordaremos con cariño y -cómo no- con gratitud.

De una manera o de otra, la vida de numerosos periodistas y lectores -yo diría de muchísimos demócratas- ha estado marcada por la voluntad de superación y de éxito de Polanco. Entre ellas, la mía.

Cuando alguien muere, existe la costumbre razonable de resaltar sus bondades y de silenciar sus defectos. Nunca me he privado de comentar y criticar, en vida, errores y/o defectos del creador del mayor imperio de comunicación de la historia libre de España.

Pero este obituario no es lugar apropiado para recordar sus fallos -que los tuvo- ni para hacer cobardemente leña del árbol caído cuando ya no puede responder.

Por el privilegio personal de haberle conocido y querido, y por el lujo profesional de haber trabajado tantos años cerca de él, hoy me toca destacar su excelencia empresarial y sus cualidades humanas. Miro hacia atrás y reconozco, con orgullo y gratitud, cuánto me ha influido su ejemplo.

Hace apenas unos meses, Jesús de Polanco, que nunca ha tenido pelos en la lengua, puso al PP en su sitio. Don Jesús «del Gran Poder» -como le llamábamos incluso dentro de El País– era valiente y arriesgado, casi temerario. Nadie puede negarle esta cualidad. Ni corto ni perezoso, en pleno ataque de crispación de la parte más extremista de la derecha española dijo que «es muy difícil ser neutral» cuando «el PP desea volver a la Guerra Civil«.

Sus palabras enfurecieron, seguramente con razón, a las huestes derechistas (El Mundo, la COPE, el PP, etc.) que le replicaron de lo lindo. Siguiendo sus costumbres represoras, los líderes del PP se pasaron de la raya. Entre otras reacciones desaforadas, Mariano Rajoydecretó un boicot total (incluido el de los anuncios, lo que más duele) a los medios de comunicación del Grupo PRISA (El País, la SER, Cuatro, Canal Plus, Canal Satélite Digital, Cinco Días, AS, etc.).

Creo que puede ser edificante repasar los titulares de prensa de aquellos idus de marzo, que yo reuní en este blog bajo el título «Jaque a Polanco (II)».

Don Jesús era un hombre persistente, orgulloso y sagaz. Nunca se daba por vencido y -como su amigo Felipe González– se crecía ante el castigo. Por eso, fue admirable su supervivencia en libertad, casi milagrosa, frente a los ataques impúdicos de todo el aparato del Estado, bajo control del rencoroso Aznar.

El presidente del Grupo PRISA libró una larga y descomunal batalla contra la persecución ilegítima (por no decir ilegal, delictiva) del Gobierno de José María Aznar . En aquel acoso y derribo inmisericorde de Polanco participaron, de buen grado, periódicos amarillos como El Mundo y hasta jueces prevaricadores como Javier Gómez de Liaño, felizmente condenado por el Supremo y expulsado de la carrera judicial.

Un año antes de esta guerra por el control político de la prensa, fui alejado forzosamente del periodismo activo, por haber sido despedido como corresponsal en Nueva York por la TVE de Aznar, tras la entrevista que le hice en 1996 como candidato del PP a la presidencia del Gobierno.

Salí del paro provocado por aquel despido improcedente (con una sabrosa indemnización que mis hijos dieron el chistoso nombre de «beca Aznar») para refugiarme en la docencia universitaria, como profesor titular de Economía Aplicada.

Fue en aquel tiempo cuando más paseé y conversé a solas con Polanco. Me preocupó personalmente y me interesó mucho profesionalmente la persecución que, salvando las distancias, sufría Jesús de Polanco por parte de los mismos que me habían expulsado de la tele y de la prensa. De aquellas conversaciones, junto al Retiro, surgió mi decisión de aceptar el encargo de Planeta para escribir un libro sobre la guerra digital entre Polanco y Aznar.

Bajo el fuego graneado, y caótico, del Gobierno Aznar, me encontré con un «Jesús del Gran Poder» menos poderoso e influyente de lo que la prensa y la sabiduría convencional le atribuía.

En ocasiones, le noté impotente, cansado y abatido (sin pasaporte y al borde de ingresar en prisión) frente al aparato del Estado en las manos voraces de un político tan vengativo y un hombre tan miserable como el presidente Aznar. Sentí cierta solidaridad por aquel hombre herido en su orgullo y en su amor propio y, en aquellos paseos, no tan poderoso como todo el mundo imaginaba.

Polanco me preguntaba, intrigado y sorprendido, como había podido construir yo sólo mi defensa jurídica y mediática, frente a la persecución del Gobierno Aznar, para haber conseguido una cobertura en la prensa de prestigio del mundo occidental (Financial Times, New York Times, Herald Tribune, etc.) tan impresionante y el éxito en el juicio contra la TVE del Gobierno.

Le conté toda mi estrategia. El aparecía como un hombre poderoso que no precisaba ayuda externa alguna de otros medios. Imbuido de cierta soberbia, propia de los triunfadores, tampoco había construido una malla de seguridad con sus amigos. Noté muy vivamente que el gran Polanco se sintió sólo, muy sólo, incluso frágil, muy frágil, en aquellos meses de infierno político e incertidumbre judicial, que le estaban quitando el sueño y amenazaban con quitarle su buen nombre, grabado ya en la historia del periodismo europeo y latinoamericano.

Yo estaba entonces saliendo del agujero, tranformando el odio destructor en fría técnica, preparando nuevos proyectos de prensa (como Multiprensa, editora de 20 minutos) y escibiendo un libro sobre su caso.

Le conté que la Moncloa había hecho saber a los principales grupos de comunicación de España que mi contratación sería interpretada como un acto hostil contra el Gobierno. Ni agua ni sal. (Perdono todo, pero no olvido nada. Para que no se repita.)

Y le di todos los detalles de mi defensa, que luego publiqué en este blog (en marzo del 2006). Polanco no podía entender que la cobertura casi mundial de mi insignificante despido no obedecía a ninguna campaña organizada por mi ni por mi mujer. Simplemente, le insistí, mi historia tenía un buen lead, un buen comienzo para cualquier periodista que se precie. Todos los reportajes, en multitud de lenguas, comparaban lo que me ocurría durante la Dictadura de Franco, por criticar al gobierno, (secuestro, torturas, etc.) con lo que me estaba ocurriendo entonces con la joven y frágil democracia española, bajo el Gobierno de Aznar. Un comentario editorial del prestigioso diario conservador Financial Times resumió así una de las claves del éxito mediático de mi despido de TVE:

«…poco después de la muerte de General Franco, como un joven director de una revista, fue secuestrado, torturado y sujeto a una ejecución simulada, tras escribir un artículo sobre la paramilitar Guardia Civil. Esta vez solamente le han despedido de su trabajo como corresponsal. Esto es progreso.»

A mediodía, he recibido la noticia de la muerte de Polanco, por las llamadas del director de 20 minutos, Arsenio Escolar, y del vicepresidente de 20 minutos España S.A., Eduardo Díez-Hochleitner, que fue director general de PRISA. Luego he leído en Internet y oído en la radio y en la televisión nuevos detalles de la muerte de quien ha sido calificado, casi unánimemente, como «uno de los hombres más poderosos e influyentes de España».

Toda la tarde estoy recordando, con afecto y gratitud, a Jesús de Polanco, no como a ese poderoso y soberbio empresario que pintan los medios de comunicación sino tal como lo ví y lo sentí durante nuestras últimas reuniones y paseos a finales de los años noventa: un personaje muy singular, hecho a sí mismo, que construyó el mayor imperio de medios de comunicación de la historia de España, a partir de la nada, y que conoció de cerca la humillación y la persecución de un poder político indigno que estuvo a punto de llevarle injustamente a la cárcel.

Le recuerdo como un personaje de Shakespeare, alto y bajo, descomunal y minúsculo, soberbio y tierno, según los caprichos del destino y la fuerza imbatible de su libre albedrío.

Recuerdo a un Polanco humilde, humillado, sensible y cariñoso, un hombre muy distinto, seguramente, del que pasará a la historia de la prensa española.

Mi más sentido pésame a sus hijos y amigos. El nombre de Polanco ya está escrito, cum laude, en las páginas más gloriosas de nuestra democracia. En los momentos más dramáticos de nuestra reciente historia, le ví muy de cerca luchando por nuestras libertades.

Qué pena no haber podido agradecerle mejor, en vida, todo lo que hizo, con alto riesgo, por nuestra libertad. Una deuda impagable. Por eso, propongo este epitafio:

Adelantó la democracia en España

Yo le quería. Descanse en paz.

Recortes del domingo

:

24 paginas sobre la muerte de Polanco en El País frente a 6 en El Mundo.