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"La libertad produce monstruos, pero la falta de libertad produce infinitamente más monstruos"

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Imaz reparte leña a ETA, al PP y a Zapatero. Sólo salva a su PNV

Interesante artículo (yo diría que imprescindible) del presidente del PNV, Jose Jon Imaz, publicado hoy por El País, en el que da algunas claves importantes (naturalmente sin autocrítica) sobre el conflicto vasco, ETA, PP, PSOE y Navarra.

Aunque estoy de semivacaciones y de semimudanza, no quiero perderlo de vista. Recomiendo su lectura lenta (incluso doble lectura) y lo copio y pego a continuación para quienes precisen gafas de vista cansada.

La investidura de Miguel Sanz

Más allá de la encuesta del desayuno

JOSU JON IMAZ en El País 10/08/2007

Josu Jon Imaz sostiene que se ha impedido un acuerdo entre el PSN y Nafarroa Bai buscando el rédito electoral a corto plazo, pero sin una visión de Estado. El presidente del PNV alega que la Transición quedó inacabada en Navarra y que se ha dado «con la puerta en las narices» a quienes habían cortado amarras con el mundo radical, lo que, a su juicio, es un mensaje equívoco para quienes aún dudan sobre dar ese paso o no. Todo debido, explica, al sometimiento, a corto plazo, al tambor de las encuestas, pero sin una visión de futuro ni voluntad estratégica.

Ha faltado visión de Estado para acabar con un foco de inestabilidad permanente

Alguien debería haber pensado que la Transición quedó inacabada en Navarra

Discurría el año 1994. Participábamos con el canciller alemán Helmut Kohl en un buró político del Partido Popular Europeo. Una dirigente del PP planteaba a Kohl la necesidad de moderar el europeísmo del PPE, dada la creciente desafección de la ciudadanía hacia Europa. El canciller espetó a la interpelante: «Mire señora, hay dos tipos de políticos. Los que se levantan por la mañana, leen la encuesta y toman en función de ella sus decisiones, y aquellos que tienen una estrategia y están dispuestos a llevarla adelante, aunque en ocasiones les suponga oponerse a las ideas mayoritarias en la opinión pública a la que intentarán convencer de lo contrario. ¿O cree usted que yo pregunté a los alemanes en 1982 si querían que instalase los misiles Cruise y Pershing?». Aquella decisión, respuesta a los SS-20 soviéticos, fue el último pulso decisivo de la guerra fría y aceleró la debacle de la dictadura soviética. Kohl conocía las encuestas aquel otoño de 1982. Sin embargo, no actuó en función de ellas. Había un objetivo de rango superior, y el tiempo le dio la razón. Actuó con visión de Estado.

Hemos vivido un fallido proceso de paz. Todavía es pronto para escribir la historia con objetividad. El escaso tiempo transcurrido no nos da la suficiente perspectiva. Sin embargo, estoy convencido de que dentro de un tiempo se aceptará que uno de los factores que contribuyó a su fracaso fue la falta de política de Estado en algunos de los actores implicados. Alguien jugó con las encuestas de la mañana, y trató de debilitar la posición del Gobierno a partir de acusaciones de rendición ante ETA. Y ETA, que había entrado en un proceso negociador para su disolución, subió su listón cambiando el marco de negociación, consciente de que la ruptura del alto el fuego dejaría al Gobierno a los pies de los caballos. El rédito a corto plazo estuvo por encima del interés general.

Se ha impedido al PSN la conformación de gobierno con Nafarroa Bai e IUN. Posiblemente esta decisión tenga rédito en el corto plazo en alguna cuenta electoral. Pero alguien debería haber pensado que la Transición quedó inacabada en Navarra. En el debate entre reforma y ruptura, la Comunidad Autónoma de Euskadi tuvo un consenso básico transversal que estabilizó la sociedad en el marco del Estatuto de Gernika. Nacionalistas vascos y partidos de ámbito estatal encontramos un marco -no exento de tensiones y déficits- en el que casi todos nos reconocíamos. El nacionalismo democrático implantó su hegemonía en el campo del nacionalismo, minorizando y debilitando al radicalismo.

En Navarra las cosas fueron diferentes. El nacionalismo vasco, que ha oscilado entre un 20% y un 30% del voto en las elecciones al Parlamento navarro, quedó fuera del consenso básico de la Comunidad Foral. No aprobó el Amejoramiento, y quedó desplazado en las diferentes combinaciones de mayorías democráticas para los sucesivos gobiernos. El radicalismo se hizo hegemónico en el campo del nacionalismo vasco. HB o EH patrimonializaron el voto de la mayoría de navarros que se querían expresar políticamente como vascos. La entrada de Nafarroa Bai en las instituciones navarras suponía que por primera vez la componente democrática e institucional del nacionalismo vasco se convertía en mayoritaria y además se implicaba en la gobernabilidad de Navarra. El vasquismo político salía de la marginalidad, dejaba de estar liderado por el radicalismo y estabilizaba la comunidad política compartiendo responsabilidad de gobierno.

Frente a este análisis, se ha tratado de presentar como violentos a los que tienen unas convicciones democráticas intachables. Se ha dado con la puerta en las narices a aquellos que, con gran valentía, habían cortado amarras con el mundo radical, lanzando una señal equívoca a los que todavía dudan sobre dar ese paso o no. Todo por la encuesta de la mañana. ¿Por qué puso ETA a Navarra en el punto de mira en octubre de 2006 durante las conversaciones de Loiola? Porque temía perder la hegemonía en el nacionalismo vasco en Navarra. ¿Por qué intentaba atentar en Navarra en los últimos meses? Porque quería hacer imposible el Gobierno PSN-NaBai. ¿Por qué adelantaron el comunicado de ruptura a la primera semana de junio? Para dificultar ese acuerdo. Ha faltado visión de Estado para acabar con un foco de inestabilidad permanente e integrar a un 30% de la población que, liderada ahora por fuerzas democráticas, se siente cada vez más empujada fuera del sistema político.

Pronto habrá que abordar un acuerdo político para el encaje de la Comunidad Autónoma de Euskadi en el Estado. Un acuerdo necesario entre diferentes, en el que las apelaciones a la sociedad no pueden ser cómodas disculpas para escapar del reto de estar a la altura de nuestras responsabilidades. El acuerdo corresponde a una clase política que debe jugar con altura de miras. La generación anterior fue capaz de hacerlo. Llegada la hora de revisar nuestro modelo de autogobierno, potenciando sus posibilidades y adaptándolo a las necesidades actuales, nos toca actuar con la misma responsabilidad. Nuestros predecesores fueron capaces de ello porque su visión de futuro y su voluntad estratégica no estaba fatalmente condicionada por una sumisión a las clientelas electorales y porque comprendieron que profundizar en el pluralismo es el mejor medio para construir espacios de convivencia. Sin someterse a la encuesta de la mañana.

Hay quien sostiene que nuestras sociedades no entenderían determinados acuerdos. Yo estoy convencido de que lo que no entienden es que hayamos sido incapaces de ponernos lealmente de acuerdo, sin que ello suponga consensos absolutos o renuncias a otras legítimas aspiraciones. No deberíamos ir ni más lejos ni más cerca de donde la sociedad nos lleve. Pero esa sociedad cuya voluntad hemos de escuchar e interpretar en todo momento no se reduce a la inmediatez de los sondeos o a la agitación superficial y mediática de la opinión pública, sino que se contiene en el despliegue de lo mejor de sus posibilidades, en sus sinceras aspiraciones y en su deseo profundo de convivencia y encuentro. Eso exige riesgos. Ése era el mensaje de Kohl, más allá de la encuesta del desayuno.

Josu Jon Imaz es presidente del EBB de EAJ-PNV

Los adverbios suelen ser muy traicioneros. Muestran la intención editorial que subyace en un titular presuntamente informativo. El adverbio de tiempo («ahora«) convierte un hecho en opinión. No es bueno abusar de ellos -como hace hoy El Mundo– sin avisar al confiado lector.