Se nos ve el plumero Se nos ve el plumero

"La libertad produce monstruos, pero la falta de libertad produce infinitamente más monstruos"

Entradas etiquetadas como ‘Manuel Do Campo’

Hace tres años que mi hermana Isabel no trabaja…

No se en qué momento se jodió la juventud española pero ahora se cuando me jodí yo: tal día como ayer, hace tres años. Ayer, 9 de diciembre de 2010, fue un día de reflexión profunda, como siempre que pensamos en la muerte. Y lo pasé sin apenas hacer nada. Oyendo a Camarón y repasando “La leyenda del tiempo”.

Con mis padres y mi hermana en el Parque Nicolás Salmerón de Almería

Estuve dando vueltas de un lado para otro, sin rumbo fijo, blandito y con las lágrimas a flor de piel. Al final, me decidí a poner orden en los recuerdos y abrí las cajas de papeles, fotos y objetos personales de mi hermana, de mi cuñado y de mi sobrina, que permanecían intocables desde que se mataron de golpe en un trágico accidente de tráfico en el puente de la Constitución de 2007. Y, al fin, rompí a llorar.

Ayer lo vi más claro. No he dejado mi empleo de Director General de 20 minutos, en octubre pasado, por la edad o por las cicatrices o el cansancio producido por la crisis económica. En realidad, lo empecé a dejar tal día como ayer, hace tres años, con la muerte de mi única hermana y de su familia. Aquel día me cambió la vida. Como me la cambió también, con un giro dramático inesperado, la muerte trágica en carretera de mi mejor amigo, Manuel Do Campo, el 21 de julio de 1967, a los 21 años de edad.
He llegado a pensar que, con todo lo que me cambió la vida, mi secuestro –mi casi muerte el 2 de marzo de 1976- apenas tuvo tanto efecto sobre mi comportamiento, mi carácter y mis sueños como la muerte violenta de estos seres tan queridos.
Ahora, con menos trabajo rutinario y con nuevos proyectos, tengo tiempo para pensar en todo ello, para estudiarme un poco y reconocerme en las personas que más quiero y que siguen con vida.
Ayer no pude pensar en otra cosa. Mañana regresaré al blog y a mis proyectos, pero recordando una frase de mi suegro, Alph Westley:
“Nadie en su lecho de muerte ha lamentado no haber dedicado más tiempo a su trabajo”.
Lo tendré en cuenta.