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Los acusados practican la «taqiyya» del Islam

El genial Peridis resume hoy en su viñeta la estrategia del PP, El Mundo y la Cope , desde que perdieron las últimas elecciones generales, en parte, por la mala gestión que hicieron del 11-M.

Las portadas de El Mundo, recogidas en el archivo de este blog, dan buena prueba de ello:

-prestan su altavoz a los presuntos terroristas islamistas acusados de la matanza del 11-M,

-jalean a sus abogados defensores y sus estrategias,

-ridiculizan al juez instructor y a la fiscal,

-acusan de los mayores disparates a miembros de las Fuerzas de Seguridad del Estado (desde el comisario de Vallecas, por el caso Bono, hasta los responsables del control de calidad de los peritos del ácido bórico),

-siembran dudas en base a extravagancias como la Orquesta Mondragón para relacionar a ETA con la masacre de Atocha, por todos los medios -por pueriles, miserables o estúpìdos que sean.

La portada de El Mundo de hoy va por el mismo camino. A cuatro columnas, lleva un título antiprofesional -pues no se entiende su intención hasta leer el último sumario- para acusar veladamente al Gobierno de falta de colaboración con el tribunal:

El CNI niega al tribunal del 11-M el informe sobre lo que dijo Trashorras

En el sumario, Pedro Jota presta gustoso su altavoz a Trashorras (esta vez sin foto de primera comunión):

Según el propio Suárez Trashorras fue durante ese encuentro cuando mencionó que «El Chino» le había contado que conocía a los etarras de la «caravana de la muerte» que fueron detenidos en Cuenca.

Ya no saben a qué recurrir para lavar la cara al trío Pinocho (Aznar, Acebes, Zaplana), tan sucia por las mentiras masivas con las que atribuían a ETA la autoría del 11-M para raspar desesperadamente unos cuantos votos en el 14-M.

Seguirán así hasta las próximas elecciones generales, que volverán a perder por las mismas razones. Con su estrategia de intentar meter a ETA en el 11-M no hacen más que recordarnos sus desvergonzadas mentiras. Y es una pena, porque la alternancia en el Poder (que están alejando en el horizonte) es la base de toda democracia.

Mientras El Mundo informa del juicio del 11-M citando a los etarras de la «caravana de la muerte» y no menciona para nada la palabra islamista, El Pais hace todo lo contrario: nada de ETA y todo sobre el comportamiento de los presuntos terroristas islamistas acusados del 11-M.

A ningún conocedor de las prácticas que autoriza y recomienda el Islam debería sorprender la actitud de los islamistas acusados del 11-M al declarar en el juicio de la forma en que lo hacen.

Ni más ni menos, los acusados están practicando la taqiyya (el arte de la simulación, el disimulo o el encubrimiento). Mi maestro de árabe clásico solía darnos ricos matices al traducir Al taqiyya al castellano.

Pese a tener una importancia capital en la historia de España (y de la Inquisición), pocas veces he visto la palabra árabe «taqiyya» escrita en textos en castellano. Por eso me llamó la atención que el profesor Antonio Elorza la incluyera en su artículo de ayer (Dos matanzas de Atocha), en este párrafo final:

«De los imputados musulmanes, poco cabe esperar en el juicio. Su creencia les protege y les impone la taqiyya, el encubrimiento. El único lado oscuro en este episodio corresponde al mantenimiento de una estrategia de intoxicación, desde el PP y sus medios, inspirada por un puro y duro sentimiento de revancha, fracturando la conciencia ciudadana».

La primera vez que leí acerca de la práctica de la taqiyya fue en la versión maravillosa de «El collar de la paloma» de Ibn Hazm de Córdoba (siglo XI) hecha por el gran maestro don Emilio García Gómez, con prólogo de Ortega y Gasset.

Frente a las persecuciones del Inquisición, muchos de nuestros antepasados de Al Andalus salvaron el pellejo gracias al recurso oportunísimo de la taqiyya, la simulación o el encubrimiento.

Los ulemas del Islam les permitían decir que eran convencidos cristianos, y lo demostraban con sus piadosas prácticas, siempre que en el interior de su corazón se sintieran verdaderos musulmanes.

En la hermosa Introducción que hace don Emilio a El collar de la paloma escribe lo siguiente:

«(…) en respuesta a una consulta sobre la conducta que había que seguir entre los dos escollos de ser cómplices de la inmoralidad e impiedad de los príncipes o víctimas de su persecución, Ibn Hazm, tras la crítica más mordaz de la política de sus contemporáneos, aconseja la «taqiyya» o simulación (lícita siempre en el Islam), (…)»

De la belleza y finura del cordobés (casi almeriense) Ibn Hazm (a quien tanto debe el arcipreste de Hita) pasamos de golpe a esta página que nos ofrece El País sobre las barbaridades y vulgaridades que va diciendo por ahí el lenguaraz ex presidente del Gobierno José María Aznar para deshonra de su partido.

¡Qué sabrá este hombre de Al Andalus!

Aznar, tran amante de la censura y perseguidor de periodistas (y lo digo por experiencia), debería leer «El collar de la paloma».

Don Emilio nos recuerda:

«Mu´tadid de Sevilla (1042-1069) era tan impío, cruel y sanguinario como su émulo de Granada, e Ibn Hazam debió dedicarle idénticos dicterios. Ignoramos, desgraciadamente, la fecha; pero el caso es que el régulo sevillano, que no se paraba en barras, ordenó hacer un auto de fe con los libros de Abu Muhammad ´Alí (Ibn Hazm), que fueron desgarrados y entregados a la hoguera. Fue entonces cuando Ibn Hazm compuso aquellos famosos versos que recogen casi todos sus biógrafos, y que empiezan:

«Aunque queméis el papel, no podréis quemar

lo que encierra, porque lo llevo en mi pecho…»

En un arrebato patriotero, este pobre Aznar nos dice lo siguiente:

«Muchos claman al Papa para que pida disculpas. Yo no he oído a ningún musulmán pedirme a mí disculpas por haber conquistado España. ¡Nunca!»

Si leyera a los españoles de España, de Al Andalus o de Sefarad podría recibir algunas lecciones de auténtico patriotismo. Dice don Emilio García Gómez:

(…) puede además asociarse la soberbia española, que dictó a Ibn Hazam aquel arrogante verso que algunas veces he tomado como símbolo del islam andaluz:

«Yo soy el sol que brilla en el cielo de las ciencias;

mas mi defecto es que mi oriente el es Occidente»

Ahí queda eso, señor Aznar.

Buenas noches.