Se nos ve el plumero Se nos ve el plumero

"La libertad produce monstruos, pero la falta de libertad produce infinitamente más monstruos"

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Como si fuera libre: Dolor en España («Pain in Spain»)

Paul Solman, colega y amigo de Harvard, me ha pedido opinión sobre «el dolor en España» (Pain in Spain) para la la TV (PBS) en EE.UU. Le contesté como si fuera libre. Pido disculpas por haber olvidado pegar ayer la versión española de mi carta. Lo siento. Ahí va:

Querido Paul,

Disculpa mi retraso en contestar a tu pregunta “¿Qué está pasando en España?” Lo que está pasando en España (I told you so) es mucho peor de lo que pensé hace unos años tras la doble crisis: la financiera de las subprime, Lheman Brothers, etc. (que atacó a casi todos los países) y la explosión de la burbuja inmobiliaria (que atacó sobretodo a España).

Es una crisis grave pero no es peor que la que sufrimos y superamos entre 1975 y 1985, la década que siguió a la muerte del dictador.  Entonces tuvimos que cerrar masivamente industrias básicas que emigraban a países emergentes (siderurgia, naval, textil, calzado, etc) y un tercio de los 150 bancos , lo que elevó el paro al 23 % de la población activa. Al mismo tiempo, en un ejercicio de malabarismo político, tuvimos que construir las bases de la democracia, una palabra casi extranjera en España.  Como decía el primer presidente de la Democracia, Adolfo Suárez, “cambiamos las cañerías sin cortar el agua”.  Sobrevivimos como la décima economía del mundo y como ejemplo de transición pacífica de la dictadura la democracia. Y no estábamos aún en la Unión Europea.

Ahora tenemos el mismo porcentaje de parados que en 1984 y, además, cientos de miles de viviendas vacías  (¿te acuerdas de nuestra visita al imperio fantasma de El Pocero?) y de solares rústicos (activos tóxicos valorados tramposamente como urbanos en los balances de los bancos y cajas de Ahorro) que han llevado a la quiebra a casi la mitad del sistema financiero español.

La manta de la expansión económica suele ocultar los vicios e ineficiencias. La crisis tira de la manta y descubre las vergüenzas: despilfarro público y privado, nepotismo, economía sumergida, corrupción, abusos contra el Estado del Bienestar, injusticias, impunidad de los delincuentes de guante blanco, etc. En estos momentos, percibo un gran desprestigio de la clase política (pocos jóvenes piensan dedicarse a la política como algo honroso) y lo que yo llamo el Indice de Corrupción Ambiental (el ICA) resulta hoy insoportable.

Los datos macroeconómicos de la crisis son muy conocidos (cae el PIB, se hunde el consumo, crece el endeudamiento público y privado, caen los ingresos públicos, sube el déficit, cae la Bolsa, sube la prima de riesgo, etc., etc.). O sea, todos los indicadores parecen conjurados para favorecer el circulo vicioso de la recesión.

Sin embargo, y aunque España no es Grecia, hay algo distinto en esta crisis económica que me perturba: el deterioro de la confianza de los ciudadanos en las instituciones democráticas que representan los poderes del Estado (Legislativo, Ejecutivo y Judicial).

Hay ejemplos terroríficos: los partidos políticos se financian ilegalmente –e impunemente-, mediante la corrupción generalizada del sector inmobiliario y bancario, el Gobierno ha perdido su poca credibilidad ya que está haciendo exactamente todo lo contrario de lo que prometió antes de las elecciones del 20-N de 2011, y los jueces híper politizados y sesgados están en el escalón mas bajo de la estima social.

Se dan situaciones grotescas y ridículas: el presidente de la Corte Suprema, Carlos Divar, se ha desprestigiado por sus 22 viajes, acompañado por “un cargo público” desconocido, a hoteles de lujo en la costa de Málaga y Cádiz, (largos fines de semana de viernes a martes) pagados con los impuestos de los españoles.

La impunidad del golfo presidente del Tribunal Supremo (causa archivada) contrasta con la persecución inquisitorial contra el juez Garzón (quien mandó detener al general Pinochet, investigar los crímenes de la Dictadura del “generalísimo”  Franco y una red de corrupción ligada al Partido Popular gobernante). Jueces partisanos han expulsado a Garzón de la carrera Judicial  en base a minucias y tecnicalities en el procedimiento.

Hasta la Monarquía -que era respetada tras su papel contra el fallido golpe de Estado militar del 23-F de 1981- ha perdido el norte mientras el Rey mata elefantes en África y su yerno está procesado por robar dinero público.

Y lo peor es el paro juvenil (casi el 50%) y la consiguiente sangría de jóvenes bien preparados que están emigrando en masa a otros países. Se está descremando España. Como suele ocurrir con los movimientos migratorios, los mejores se van fuera. Afortunadamente, dos de mis tres hijos ya están trabajando y viviendo en Estados Unidos (Erik en Hollywood y David en Santa Fe). Es posible que si todo sigue en Europa por el camino actual toda la familia acabemos pronto en tu país del que guardo tan maravillosos recuerdos.

No me gusta nada el renacimiento de los nacionalismos (especialmente, otra vez, el alemán) y la abundancia de líderes europeos mediocres. También crecen los ataques casi racistas contra Portugal, Italia, Grecia y España (los PIGS, países del Sur a los que unen a la católica Irlanda, que no veneran la ética del trabajo ni practican la milla extra ni comparten el espíritu del capitalismo destacado por Max Weber). No por casualidad, los PIGS son los más dañados por la crisis.

Lo peor es que, después de lo que pasó no hace mucho con la ex Yugoslavia, no veo claro el futuro en paz de Europa. La primera gran crisis del euro (¿la moneda de la paz?) ha destapado las vergüenzas ocultas y la insolidaridad tribal de la Unión Europea en donde el grito de moda parece ser “sálvese quien pueda”.

El péndulo económico y social  lleva demasiado tiempo parado en el lado de la avaricia y muy lejos de la compasión o la solidaridad. La confrontación ente los socios europeos está superando a la necesaria y urgente cooperación.

Como ves, pese a mi optimismo suicida, la respuesta a tu difícil pregunta es prácticamente imposible de resumir.

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Esta es la version inglesa de la TV PBS de EE.UU.
http://to.pbs.org/KreQo9
In Spain, a Disturbing Lack of Confidence | The Business Desk with Paul Solman | PBS NewsHour | PBS

www.pbs.org
In Spain, a Disturbing Lack of Confidence



REGION: North America
TOPIC: Business & Economy
PBS NewsHour
The Business Desk with Paul Solman
Not a blog but a «q-and-a» (pronounced «quanda»), this page is about the basics of economics. Its premise: there are no stupid q’s. And if some a’s seem dim, take heart: I can brighten them up in response to objections, corrections, refinements. Comments on posts feature yours, and my responses. Enough of you now frequent and query the quanda that I post most every day. Haven’t seen your q yet? Send it again. All a’s should be taken with a shaker of sodium chloride, if not a Lot’s-wife’s-worth. And speaking of salt, the mustache and «hair» in the photo has a lot less of that condiment, and rather more pepper, than can be seen on TV. Think of it as time travel.

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In Spain, a Disturbing Lack of Confidence

 

Bank of Spain in Madrid. Photo by Dominique Faget/AFP/Getty Images.

It’s «Pain in Spain» week here at Making Sen$e. Thus far we’ve featured a two-part dispatch from former New York Times correspondent Ana Westley. Today, her husband takes center stage.

Jose Antonio Martinez Soler had the longest name in our Nieman Fellowship class of 1976-77, the heartiest laugh and the most harrowing history, having been tortured by the Franco regime for his reporting, which you can read about here. («Inside,» he writes, «there is an English version.»)

Soler has been a major newspaper writer and foreign and business editor at Spain’s leading daily, El Pais, and a well-known television presenter on Spanish public television, forced out for political reasons, as covered by the New York Times and others. Most recently, he co-founded and ran the Spanish daily «20 Minutos» as CEO for 12 years. He now is a member of the board. His blog, in Spanish, is here.

He and Westley were also our hosts when we visited Spain two summers ago to report on the economic situation there. I had asked both of them to update us on the reign of pain. Here’s Soler’s response:

What is happening in Spain (I told you so) is much worse than what I thought a few years ago after the double crises: the financial one of the subprime mortgages, Lehman Brothers, etc. (which attacked almost all countries) and the implosion of the real estate bubble (which attacked Spain above all).

At right, Jose Antonio Martinez Soler talks to Paul Solman in Madrid.

It’s a serious crisis but not as bad as what we suffered and overcame between 1975 and 1985, the decade that followed the death of dictator Francisco Franco. Back then we had to massively close down basic industries that emigrated to emerging countries (steelworks, shipyards, textiles, shoes, etc.) and a third of 150 banks, all of which raised unemployment to 23% of the active population. At the same time, in a feat of political juggling, we had to build the foundations of democracy, a word that was practically foreign in Spain. As the first Prime Minister of post Franco Democracy, Adolfo Suarez said, «we have to change all the plumbing without turning off the water.»

We survived as the 10th largest economy of the world and as an example of peaceful transition from dictatorship to democracy. And we were not yet in the European Union. Now we have the same percentage of unemployed as in 1984 and, in addition, hundreds of thousands of empty houses and apartments. Do you remember our visit to the ghost empire of El Pocero? But there are also rural property lots — toxic assets deceitfully and illegally valued as urban in the balances of banks and savings banks- that have carried almost half of the Spanish financial system to bankruptcy. Rural land with a value of x went into bank balances as a value of 100x, an overestimated end value of the property — as if it had been developed, and at the highest of real estate boom values. The authorities — politicians, bankers, officials at the Bank of Spain, all looked the other way.

In good times, the blanket of economic expansion usually hides vices and inefficiencies. The crisis pulls away the blanket and our disgraces are exposed: public wastefulness, nepotism, underground economy, corruption, welfare abuses, enormous tax evasion, injustices, impunity of white glove delinquency, etc.

In these troubled times, I perceive a huge disrespect for the political class – few young people consider working in politics as something honorable. And what I call the Index of Surrounding Corruption (ISC) has become now unbearable.

The macroeconomic data of the crisis are very well known (GNP falls, consumption sinks, public and private debt grow, public revenue falls, the deficit rises, the stock market plunges, interest rates to finance our debt surge, etc. etc.) That is, all the indicators seem set to favor the vicious circle of the recession.

However — and although Spain is not Greece — there is something different in this economic crisis that disturbs me: the deterioration of confidence in the democratic institutions that represent the powers of the State (Legislative, Executive, and Judicial).

We have horrific examples: the political parties finance themselves illegally -and with total impunity — via generalized corruption in the real estate and banking sector; the conservative government has lost what little credibility it had as it is doing exactly the opposite of what it promised before the elections of November, 2011; judges are hyper politicized and partisan and rank the lowest in social esteem.

Grotesque and ridiculous situations take place: Carlos Divar, the president of the Supreme Court, has lost all prestige after his 22 trips, accompanied by an unknown «public official,» (whom he appointed) to deluxe coastal hotels in Malaga and Cadiz (long weekends of Friday to Tuesday with poolside lunches and dinners dubbed «Carribbean weekends» by the press), all paid for by Spanish taxpayers.

The Prosecutor General, who is appointed by the government, not surprisingly dismissed charges of misconduct. Furthermore, the majority of the Council of Judicial Power, which Divar also presides over, predictably defeated calls for his resignation. The impunity of the sleazy Supreme Court President contrasts with the inquisitional persecution against Judge Baltasar Garzon (who ordered the arrest of General Pinochet of Chile, investigated post civil war crimes of «Generalissimo» Franco, and a network of corruption linked to the governing conservative Popular Party). Partisan members of the Council of Judicial Power, the institution that oversees judicial matters, disbarred Garzon from the judicial career on the basis of minutia type technicalities of procedure, routinely practiced by investigating magistrates.

Even the Monarchy — which was very respected by all sectors of society after the king’s role in thwarting the failed military coup of February 23, 1981 — has lost its luster while the king kills elephants in Africa on a hunting safari and his son in law is indicted for embezzlement of public money. Not very edifying royal behavior.

The worst is unemployment among young people which is almost 50% and the consequential hemorrhage of well prepared young adults who are emigrating en masse to other countries. This is what happens with migratory movements — the best, the brightest, the most enterprising — go abroad. I have two of my three children working and living in the United States (Erik in Hollywood and David in Santa Fe). Fortunately my daughter Andrea has a good job in her field in Spain.

I do not like the resurgence of nationalism (especially, again, German nationalism) and the abundance of mediocre European leaders. Also on the rise are quasi racists attacks against the «PIIGS» (Portugal, Italy, Ireland, Greece and Spain) — all under suspicion for being lazy, profligate spendthrifts.

The worst is that, after what happened not so long ago with the former Yugoslavia, I don’t see a future of peace in Europe very clearly. The first great crisis of the euro (the currency of peace?) has exposed our secret ignominies and the tribal lack of solidarity of the European Union where the slogan of the day seems to be every man for himself.

The economic and social pendulum has been stuck too long at the greed side and far from the other side of compassion and solidarity. The confrontation between European partners is more forceful than the necessary and urgent cooperation needed. As you see, despite my suicidal optimism, the answer to your difficult question is practically impossible to summarize.

This entry is cross-posted on the Rundown– NewsHour’s blog of news and insight. Follow Paul on Twitter.

— Posted June 8, 2012 | Comments ( 0 ) | Permalink

 

Ha muerto el «tío Walter», uno de mis ídolos profesionales

Hablé con él, por última vez, hace 18 años. Fue una entrevista de admirador a maestro, televisada en directo, en el programa informativo «Espiral, detrás de la Noticia» de TVE-2, que yo dirigía y presentaba entonces, tras mi fracaso como director fundador del diario El Sol.

Nunca olvidaré su talante abierto, flexible y tolerante, pero tampoco su carácter amable pero firme, su gracia periodística y su coraje ético cuando defendía principios profesionales o derechos humanos.

Recuerdo muy bien el motivo de la última entrevista que tuve con él, a finales de 1990 o principios de 1991: desenmascarar las mentiras del Gobierno de los Estados Unidos durante la primera guerra del Golfo, tras la invasión de Kuwait por Sadam Hussein.

¿Cormoranes del Pacífico petroleados en Irak?

El presidente George Bush I (padre de George Bush II, el peor presidente de la historia de EE.UU) había inaugurado una desastrosa política informativa sobre el ataque aliado a Irak y la liberación de Kuwait.

Bush padre no quería que los norteamericanos vieran la guerra de Irak tal como vieron (¡y perdieron!), años atrás, la guerra de Vietnam. (Fué precisamente Walter Cronkite uno de los que más contribuyeron, desde el campo de batalla, a cambiar la opinión pública norteamericana sobre el desastre y los crímenes de guerra en Vietnam )

Bush I estableció en Irak una férrea censura, incluyó y vigiló a los periodistas («incrustados», se decía entonces) dentro de unidades armadas. Pero no sólo limitó la libertad de movimientos y de información de los periodistas sino que les «facilitó» su labor ofreciéndoles noticias e imágenes falsas de la guerra o de otras guerras. La imagen más soprendente, suministrada por las televisiones norteamericanas a todo el mundo, fue la de unos pobres cormoranes ennegrecidos, completamente cubiertos de petróleo crudo, tratando de volar sin éxito, con sus alas pegadas al cuerpo con crudo. Pronto se descubrió que esas imágenes no correspondían a la guerra de Irak ni ese petróleo era el derramado por Sadam Hussein en Kuwait sino que eran muy viejas y procedían del hundimiento de un petrolero en las lejanas costas -creo recordar- de Alaska.

Walter Cronkite, ya jubilado de su célebre telediario («The CBS Evening News«) pero considerado aún «la voz de la verdad» y el periodista más fiable de Améríca, montó en cólera y pidió testificar ante el Senado contra la política informativa del Gobierno Bush. Su comparecencia televisada ante el Senado marcó un hito en la historia del periodismo y de la presidencia de Bush padre. Cronkite conoció a todos los presidentes desde Hoover y tuvo diferente trato y diferentes conflictos con ellos.

Algo parecido a lo de Bush I con Irak le ocurrió al presidente Lindon B. Johnson cuando vio un crudo reportaje de Cronkite sobre la guerra de Vietnam en el que reclamaba una paz negociada. Le atribuyen a Johnson esta frase:

«Si hemos perdido a Cronkite, hemos perdido al americano medio».

Esta mañana me enteré por 20minutos.es de la muerte de Walter Cronkite. Sabíamos que el «tío Walter» estaba malito, que era muy mayor (92 años) y que, como todos nosotros, acabaría muriéndose algún dia.

Ayer fue ese día para al gran Walter Cronkite. Ya se que este nombre no significará nada para muchos periodistas jóvenes. Es una pena que así sea. (Por hablar hoy de él, algunos me llamarán -y quizás con razón- abuelo cebolleta.) Sin embargo, para los de mi generación (que informábamos en plena dictadura franquista), era un ídolo profesional digno de imitar.

Estamos tan faltos aún de maestros, en nuestra vieja, hermosa y razonablemente vilipendiada y corrupta profesión, que, cuando un periodista tan entero y decente como éste se nos va de este mundo, nos sentimos un poco más huérfanos.

Con la desaparición de Cronkite hemos perdido un un punto de referencia fundamentel, no sólo profesional sino humano, ético y político, para el ejercicio digno del periodismo y para la defensa de la libertad de expresión, que no es -ni mucho menos- un derecho exclusivo ni una patente de corso para los periodistas sino un derecho constitucional de todos los ciudadanos.

He repasado algunas fotos de su vida, que reproduce The New York Times en su portada on line de hoy y el reportaje obituario que está dando la CNN con imágenes de archivo. Me han traído duros y entrañables recuerdos del ejercicio de nuestra profesión.

Recuerdo los largos e intensos debates, con mis colegas de la Nieman Foundation for Journalism de Harvard University, sobre la necesaria separación de hechos y opiniones, de datos y emociones, a la hora de informar al público. Recuerdo que Cronkite solía defender firmemente tal separación. Él presumía de ser un periodista, no un analista. Cuando se jubiló, criticó a su sucesor en el telediario de la CBS porque, según dijo:

«Dan Rather interpreta el papel de periodista en lugar de ser uno de ellos».

Hace un rato he visto en la CNN las imágenes de archivo de Cronkite informando -casi en directo- del asesinato del presidente Kennedy -a quien él conocía muy bien.

Tras confirmar su muerte a tiros en Dallas, Cronkite se quitó las gafas, para mirar de lejos el reloj de pared del estudio de la CBS y dar la hora exacta del magnicidio. En ese mismo momento, se le saltaron unas lágrimas. Sin gafas, no pudo ocultar sus emociones. Cronkite era contrario a opinar y a mostrar emociones ante las cámaras o frente al teclado o el micrófono, pero aquel día lloró. Su proximidad y complicidad con su público era proverbial: lloró como lloraron, en aquel mismo instante, casi todos sus telespectadores.

Tuvo otro fallo emocional -que yo recuerde. Televisando en directo la llegada del hombre a la Luna, vió como Amstrong posaba su pie sobre el suelo lunar y el frío Cronkite abrió mucho los ojos y no pudo evitar esta exclamación, cargada de emoción:

«Oh!, Boy!»

Siempre concluía su telediario con esta frase casi mágica:

«And that´s the way it is»

Recordaba un poco a su precursor en las noticias del principio de la televisión, Edward Murrow (el ídolo periodístico de mis suegros yanquis), que terminaba su noticiario con otra frase ya célebre:

«Buenas noches y buena suerte»

Con esta misma frase tituló George Cloony una película sobre la vida de Ed Murrow. y la ética periodística.

Por cierto, en 1943, Ed Murrow de la CBS quiso contratar en Moscú al joven Cronkite por 125 dólares a la semana. El joven periodista le dijo que no y siguió trabajando para la agencia United Press donde cobrada 92 dólares a la semana. En 1961 sucedió a Murrow al frente del telediario de la CBS, y con un sueldo bastante más alto.

Como Aristóteles pudo superar a Platón (¡qué mayor éxito puede haber para un maestro!), Cronkite superó a Murrow. Sin embargo, su sucesor –Dan Rather– no le llegó ni a la suela de sus zapatos. De tanto interpretar su papel de periodista, se convirtió en un actor (el nuevo infortaiment: mezcla de información y entretenimiento) y se olvidó de lo que era la base de este viejo oficio: informar limpiamente sobre las cosas tal como tú crees que pasaron.

He cubierto para TVE o para Prisa algunos acontecimientos internacionales a la vez que Dan Rather y creo que, al criticar a su sucesor, Cronkite tenía más razón que pelusilla.

El director de cine, Lumet, que hizo una serie de televisión sobre grandes maestros, dijo de Walter Cronkite :

«Me pareció incorruptible, en una profesión donde es tan fácil corromperse».

Descanse en paz el maestro de periodistas.

Juan Marichal, en casa de Nicolás Salmerón

Tan mal están los asuntos de actualidad que me da tanto miedo asomarme a las portadas de los diarios de pago como tirame por el balcón del IBEX 35. Por eso, voy a cortar y pegar hoy en el blog un articulo que he publicado en «El Eco de Alhama«, con motivo del centenario de la muerte de don Nicolás Salmerón, presidente que fue de la I República Española. En ese artículo recuerdo la visita emocionante que hice, hace unos años, a la casa natal de don Nicolás acompañado por mi maestro Juan Marichal y por su esposa Solita Salinas (que falleció el año pasado en Cuernavaca, Mexico).

Ambos recuerdos se me han unido hoy por motivos bien distintos. Por un lado, el centenario de la muerte de don Nicolás (una de las figuras que más me han influido en mi infancia almeriense) y, por otro, el reconocimiento (tacaño y tardío) con la Encomienda de Isabel la Católica a Juan Marichal (uno de los profesores que más me han influido en mi juventud y madurez).

He recibido de Cuernavaca esta foto de Juan Marichal con la flamante mellada de Isabel la Católica , acompañado por su hijo Carlos y su nuera Soledad. Con las fotos (que tanto agradezco a Carlos) me ha llegado también el discurso del embajador español, con motivo de la entrega de la condecoración a Marichal, el profesor más aplaudido por sus alumnos en toda la historia de la Universidad de Harvard.

DISCURSO PRONUNCIADO POR EL EMBAJADOR DE ESPAÑA, D. CARMELO ANGULO BARTUREN, CON MOTIVO DE LA CONDECORACIÓN DE D. JUAN AUGUSTO L. MARICHAL.

• Saludos cordiales

• Es un enorme privilegio para mí entregar esta merecida condecoración. Nunca lo hubiera soñado. Juan Marichal es casi una leyenda para varias generaciones que, a través de sus investigaciones académicas y sus escritos, descubren la historia “encubierta y manipulada” por la dictadura franquista y el autoritarismo cultural.

• Nuestro homenaje más sentido al intelectual exiliado y comprometido, que se ve obligado a abandonar España y a pasar por París y Marruecos antes de recalar en México donde se licencia en Filosofía y Letras en la UNAM. Nuestro reconocimiento al historiador lúcido y al humanista, Premio Nacional de Historia, que a través de las aulas universitarias y una intensa actividad como conferencista nos acerca y descubre el ser de España, la entramada razón de nuestras decadencias y nos propone a través de figuras, como Feijoo, Azaña, Ortega y Unamuno, buscar e indagar en el regeneracionismo para descubrir y recuperar la “España creadora de civilización humanitaria”. Nuestra admiración al profesor universitario que a partir de la Universidad de Harvard y la Fundación Guggenheim, por tres décadas, promueve los estudios de las lenguas y las literaturas románicas formando e incentivando a centenares de jóvenes alumnos de todas las latitudes. Por fin, nuestro respeto total al convencido republicano que es capaz de criticar y denunciar los males del clericalismo español, las lacras del nacionalismo y el patriotismo exacerbado, y la debilidad de los intelectuales condicionados y sometidos a los intereses económicos.

• Condecorar a Juan Marichal es hacer frente a una deuda de gratitud de varias generaciones de españoles comprometidos con la democracia y que, a través de las obras completas de Manuel Azaña y de su biografía intelectual (introducción en realidad de sus memorias) que aparece en 1971 como “La vocación de Manuel Azaña”, gracias a la valentía intelectual de Pedro Altares y la editorial de “Cuadernos para el diálogo”, sacan del confinamiento la obra de este precursor del discurso democrático moderno, defensor de la moderación y el diálogo como método por excelencia de la política y que, como decía el Presidente Rodríguez Zapatero, en la presentación el año pasado de la edición ampliada de la obra completa auspiciada por Santos Julia, es el promotor de un proyecto reformista que reivindica “la reforma agraria, la expansión de la educación, la secularización del estado, una nueva estructura territorial del poder, la subordinación del ejército al poder civil y el desarrollo económico con fuerte intervención pública”.

• Gracias a Vd. Sr. Marichal, hemos descubierto este pensamiento lúcido y prodigioso que imaginó la España que hoy tenemos y necesitamos con cincuenta años de adelanto y que permitió ser una de las fuentes privilegiadas de pensamiento en las que se ha podido nutrir nuestra democracia contemporánea.

• Como dice en su libro citado, que recuerdo haber devorado en la Navidad del año 2003, “Azaña “sentía que en la condición humana predominaban los que él llamaba <>. El progreso civilizador consistía, según él, precisamente en<<domesticar>> dichos impulsos, educando a los seres humanos en la repugnancia hacia la violencia y la crueldad”.

• Estimado D.Juan, su obra es monumental y esclarecedora, es fruto de una profunda determinación y compromiso con la verdad y la libertad y sus estudios e interpretaciones se han convertido en materia de referencia obligada para cualquiera que pretenda acceder a nuestra historia contemporánea. Por su profundo amor a España, por este legado fenomenal que de Vd. heredamos y como reconocimiento del Gobierno español y de varias generaciones de estudiosos y políticos que se nutrieron de sus investigaciones, tengo el enorme gusto de hacerle entrega de esta Encomienda de Isabel la Católica cuya acreditación voy a leer a continuación………

• Imposición y agradecimiento a los presentes por este íntimo y emotivo encuentro

Cuernavaca, 24 de Agosto del 2008.

Carmelo Angulo Barturen

Embajador de España en México

He aquí una de las imagenes más recientes que guardo de Juan Marichal, en mi casa, con el juez Baltasar Garzón y conmigo, antes de partir de España con destino aMéxico, donde ahora vive rodeado de su familia.

Recuerdo, con esta foto, el brindis inolvidable que hizo el profesor Marichal , hace unos años, con motivo de la reciente detención entonces del dictador Pinochet, gracias a la decisión y el coraje que demostró el juez Garzón a la hora de defender los derechos humanos y de perseguir los crímenes contra la Humanidad.

Las sentidas palabras de Juan Marichal nos emocionaron a todos hasta ponernos los pelos de punta. Es uno de esos personajes que nos reconcilian con lo mejor de la condición humana.

Larga vida al profesor Marichal y ¡enhorabuena! por la condecoración recibida con tanto retraso.

—-

Y aquí va mi última foto (de la semana pasada) en la Puerta Purchena de Almería junto a la estatua de don Nicolás Salmerón y al profesor Andrés Sánchez Picón, un sabio en Historia Económica contemporánea que compartió pasillo conmigo en el Departamento de Economía Aplicada de la Universidad de Almería .

Es tan corta la expansión y tan larga la crisis…

Ya lo decía Pablo Neruda:

«Es tan corto el amor y tan largo el olvido…

«Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos

«mi alma (¿mi corazón?) no se contenta con haberla perdido…»

Neruda se refería, naturalmente a su novia o amante -quizás a su esposa. Yo me refiero hoy a la expansión y a la crisis.

Es tan corta la expansión y tan larga la crisis…

Desde luego, lo mejor de esta enfermedad que llamamos la vida, y que contraemos al nacer y curamos al morir, es la memoria selectiva.

Los diarios -flor de un día- tienen archivo, pero apenas tienen memoria. Tan solo guardan una ligera idea de lo que aconteció hace dos días o dos siglos. Por eso sus titulares son tan hiperbólicos por desmemoriados.

A menudo vemos titulares tan exagerados que nos zarandean y perturban como si ya nada fuera empeorable: «La peor crisis del siglo» «o de la historia», «La más grave desde el 29» o desde la caida del Imperio Romano.

Nadie sabe -ni creo que sepa jamás- cuando se va a producir el punto de inflexión en el crecimiento económico que doblegue la curva ascendente del PIB y la transforme en descendente. O viceversa. Son millones de voluntades individuales imprevisibles (que llamamos el gusto del consumidor) las que intervienen, entre otras causas, en un cambio de ciclo económico.

De todo lo que he leído y oído sobre el origen o el fin de las crisis, tanto en mi vida académica como periodística, me quedo con la observación que John K. Galbraith, un gran maestro de la ciencia económica y el mejor divulgador que he conocido, nos hizo en la Universidad de Harvard:

«Las crisis económicas vienen cuando una generación se olvida de los efectos de la crisis de la generación anterior».

Por eso digo que la memoria selectiva-colectiva juega un papel fundamental en el origen y en el fin de las crisis económicas. Pero no es el elemento más importante. A mi juicio, la avaricia (o el afán de dominio) le saca mucha ventaja a la mala memoria. También el miedo juega un papel singular. Y, a veces, -aunque, muy pocas- la compasión suele acompañar al miedo para mitigar los efectos de la avaricia, que es -nos guste o no- el auténtico lubricante del crecimiento económico.

El País, que tiene poca memoria, titula hoy:

La mayor quiebra de la historia pone en jaque el sistema bancario de Wall Street

El martes negro de 1987 (creo que cayó en 19 de octubre) estaba yo en Houston (en el Johnson Space Center, junto al Apolo que pisó la Luna) y todo el mundo se echó las manos a la cabeza -incluidos los más valientes astronautas con inversiones en Bolsa. El indice Dow Jones de Wall Street se había derrumbado de golpe perdiendo en un día negro negrísimo mas de 500 puntos. Nadie -como ahora- recordaba nada igual en la historia de la Bolsa. Y aquí estamos. Salí volando hacia Nueva York (trabajaba yo entonces para el Grupo Prisa) y me encontré con titulares de prensa muy semenjantes a los de hoy. Y aquí seguimos.

La avaricia rompe el saco. La economía se ajusta a la nueva situación (se cose el roto) y volvemos a llenar el saco, dejando por el camino a los más débiles o con menor capadidad para negociar el reparto de los efectos de la crisis. Los instalados (empresarios y empleados) sobreviven… y olvidan.

Hablando de instalados y de sacos rotos ahí va el dibujo (escalofriante) de El Roto en un día como hoy. A su lado, un editorial de El País con titulo apocalíptico:

El fantasma de 1929

¿Habrá leido el editorialista aquella gran novela del maestro Galbraith sobre «El crack del 29«?

Olvidamos que las crisis económicas del siglo XIX se medían por el número de muertos de hambre. Las del siglo XX las medíamos por el número de parados.

¿Como mediremos los efectos de esta primera gran crisis del siglo XXI?

¿Tendrá -como dice Krugman- forma de «V», con rebote rápido, o forma de «U»?

Ojalá no tenga forma de «L».

Cruzo los dedos.

Solita Salinas ha muerto. Era tan dulce y firme…

Al regresar del País Vasco, he encontrado un mensaje escueto de Carlos Marichal en el que me informa de que su madre, Solita Salinas, había muerto el viernes, a consecuencia de un infarto.

Al final, le falló el corazón de tanto usarlo.

El mismo viernes (¿será telepatía?), hablando de los preparativos para cocinar el pavo de Thanksgiving (el último jueves de noviembre), recordábamos en casa los versos que Solita componía y nos leía cada año, en torno al pavo del Día de Acción de Gracias o en nuestros cumpleaños (ambos lo celebramos en enero). Eran versos deliciosos, tiernos y simpáticos, en el filo dificilísimo que divide lo sublime de lo chistoso, que ella titulaba “Aleluyas”.

Hoy busco por toda mi casa esos folios manuscritos, que guardaba como oro en paño, con ánimo de releerlos en la hora de su muerte, y no los encuentro. Voy deambulando por los archivos familiares, sin hacer nada de provecho, pasando un día muy triste, aunque lleno de bellos recuerdos.

Y no paro de darle vueltas a la memoria, para regodearme con los momentos más alegres que hemos pasado con Solita Salinas y con Juan Marichal en Estados Unidos y en España: mis paellas, que ella alababa con desmesurada generosidad (quien las probó lo sabe), las comidas, cenas y tertulias en nuestra casa, en la de ellos o de otros amigos, los paseos por el campus de Harvard, por las playas Plumb Island (Newburryport, Mass), por los encinares de Villanueva de la Cañada hasta el Castillo de Villafranca, los comentarios sobre nuestras lecturas o sobre cómo arreglar España

Siempre estaba España en sus pensamientos y en sus sentimientos, como si tuviera prisa por recuperar los años perdidos en el exilio. El penúltimo libro que nos regaló trataba precisamente de “España en la poesía hispanoamericana”. Nos lo dedicó, con su modestia habitual, como si fuera un libro “de juguete”.

Ya se que nadie inmortal y que Solita, nuestra Solita, tenía ya 87 años (había nacido el mismo año que mi madre), estaba muy delicada de salud, amó y fue amada, pudo elegir -aunque no siempre- la vida que quiso y, en cualquier momento, podía producirse su muerte. Sin embargo, cuando ocurre lo inevitable, cuando se confirma en un ser querido la única y tremenda certeza que todos tenemos en esta vida, reaccionamos con sorpresa, incredulidad, mucha pena y hasta con rabia. Como si la muerte no fuera con Solita. Como si la muerte fuera incompatible con su dulzura y su generosidad. Gustavo Adolfo Bécquer debió pensar en ella cuando escribió el verso “poesía eres tú”.

Su padre, Pedro Salinas, un poeta inmenso del 27, nos legó una potentísima batería de versos amorosos (sobretodo “La voz a ti debida” y “Razón de amor”). Solita heredó la sensibilidad poética de su padre. Escribía maravillosos poemas para los amigos, pero no necesitaba escribir ni publicar (aunque tiene obras magnificas, que ella llamaba “obritas”) para transmitir y contagiar amor: ella misma era un amor como persona.

Cuando era una niña, y antes de que yo naciera, lo descubrieron genios como Juan Ramón Jiménez (que le dedicaba poemas a Solita) o Federico García Lorca (que se zampaba lo que encontraba en su fresquera) o Rafael Alberti (de quien ha sido grandísima especialista) y tantos otros poetas de la generación del 27 que frecuentaban su casa antes del Golpe de Estado del general Franco y de la Guerra Civil que la arrojó al exilio.

Regresó a España con la democracia y nos trajo toneladas de aire fresco y de orgullo por la recuperación de los ideales republicanos de libertad y solidaridad.

(En esta foto antigua, tomada en el comedor de mi casa, Solita da cuenta del pavo de Thanksgiving, entre Al Goodman, de CNN, y mi chica, Ana Westley, entonces del New York Times. Juan Marichal está frente a Solita , sentado a la derecha de Baltasar Garzón, y su cabeza sobresale por encima de la de David White, entonces corresponsal del Financial Times).

Hace cuatro años, dejó “El Mirador de Solita” (como ella llamaba a su terraza florida de la Calle Caracas, de Madrid) y se marchó a México con su marido, Juan Marichal (mi maestro en la Universidad de Harvard), para estar cerca de su hijo Carlos (prestigioso profesor de Historia Económica) y de sus dos nietas, Ana Esperanza y Andrea.

Desde entonces, los mensajes navideños de su hijo Carlos, con las fotos de familia, eran muy bienvenidos. Por teléfono, notábamos su pérdida paulatina de energía, a causa de la edad, pero también percibíamos su alegría innata, su ternura y su afecto. Eso nos confortaba. Este último mensaje de Carlos, huérfano, ha sido escueto y contundente. Lo siento mucho, Carlos. Lo siento muchísimo, Juan, ya viudo.

Ahora, ya veis, no se qué decir y, sin embargo, percibo que si no digo algo sobre la vida y la obra de Solita, habiendo tenido el privilegio de conocerla y quererla, habré cometido una injusticia. No se puede morir sin más ni más. Muchos jóvenes no saben nada sobre ella y es una pena porque Solita representa una parte importante de lo mejor de España, de la España errante del exilio, de la España en libertad que nos robaron los generales golpistas del 36.

La crema de la inteligencia, de la ciencia y del arte español del primer tercio del siglo XX salió de nuestro suelo, expulsada por la Dictadura, y, junto con la familia Salinas, fue nutriendo la cultura y el progreso de los países de acogida.

Los troncos robustos de científicos, técnicos, escritores, profesores, artistas, soñadores, etc., de la España de la II República fueron cortados en seco, a ras de suelo, casi por la raíz, como se hace con los olivos centenarios.

Han pasado 70 años desde la barbarie militar de 1936, que provocó el exilio de nuestras mejores lumbreras, detuvo el progreso durante casi dos décadas y alargó la noche interior con una ominosa y humillante Dictadura. Aquellos troncos, cortados violentamente hace 70 años, apenas lucen hoy unos brotes tiernos, como la ramita que, con la primavera, le salió al olmo seco de Antonio Machado.

Se fueron los mejores y nos quedamos sin el poso fértil de los auténticos maestros. Nos quedamos huérfanos de modelos, sin referencias éticas ni históricas. Por eso, cuando conocí a Solita y a Juan en su exilio de la Universidad de Harvard (Cambridge, Mass), y a su entorno de amigos y colegas, recibí un impacto muy singular, equivalente a la recuperación de décadas de privación de mi propia historia e identidad.

Recuperé entonces a algunos maestros que nunca pude tener en la España franquista. Y fue algo glorioso. Dejé de avergonzarme de ser español. Y ese sentimiento de orgullo por la vida y la obra de otros compatriotas del exilio, se lo debo, en gran parte, a Solita, dulce y auténtica patriota republicana.

Era profesora de Literatura pero también fue mi compañera de pupitre, durante un semestre, en un curso magistral que nos dio Vicente Llorens (secretario que fue del presidente Negrín y autor de grandes obras sobre liberales y romanticos). Otro exiliado de lujo, acogido por la Universidad de Princeton, de cuya sabiduría disfrutamos antes de su regreso a su Valencia natal ya en democracia.

He visto que Juan Cruz, que conocía muy bien a Solita, le dedica un bonito obituario en El País de hoy (que agradezco, copio y pego inmediatamente en el blog). Lo titula, con mucho acierto:

Solita Salinas de Marichal

Una hija del 27

Y lleva una foto de Luis Magan que ha captado un gesto (sonrisa contenida) muy característico de Solita. Yo tengo en casa fotos de ella muerta de risa. En confianza, se reía mucho y era muy graciosa contando anécdotas de su vida tan rica, tan amorosa y -¡cómo no!- también tan dolorosa.

Juan Cruz cuenta la mayor catástrofe que marcó la vida de Solita: sobrevivió a su hijo Miguel, quien ahora tendría mi edad. Jamás pudo ni quiso perder la marca doliente de esa tragedia. Sonreía, pero a menudo lo hacía con un cierto velo de melancolía, como si quisiera compartir la sonrisa con su hijo ausente.

Solita –como dice Juan Cruz– era “hija del 27”, pero también fue nieta del 98 (Unamuno, Machado, Giner…) y madre de la generación democrática del 78, que auspició su regreso a España.

Siempre animosa, dispuesta a dar algo más de sí misma, Solita Salinas tiraba de Juan Marichal o le empujaba para iniciar mil proyectos, ya fueran artículos, conferencias, libros, clases o paseos por El Escorial o el Parque de Rosales.

Ya se que Juan Marichal es mucho Juan. Desde luego, es un gran maestro, en el sentido más profundo y edificante de la palabra. Todos los días que asistí a sus clases de Literatura en Harvard, en 1976-77, (dos veces por semana a primera hora de la mañana), el profesor Marichal era despedido del aula con un fuerte aplauso de los alumnos. Muy pocos catedráticos han alcanzado ese grado de admiración y gratitud de sus alumnos. Juan Marichal era celebrado y envidiado por todos sus colegas. Y ahí están sus obras y sus discípulos.

Con todo su mérito personal, Juan Marichal, ahora viudo, le debe mucho a la energía, a la creatividad, a la originalidad, a la alegría inagotable y al amor de su esposa Solita. Y él lo sabe muy bien. Su vida y su obra (ambas inmensas) se asientan sobre los cimientos firmes y sólidos de Solita.

(En esta foto de hace mas de 20 años en el comedor de mi casa, está Solita junto a mi suegra, Geraldine Westley, y frente a Juan Marichal. Detrás de Solita están Lorenzo Ruiz, José Luis Martínez, Joaquín Estefanía, Emilio Ontiveros, con Sofía Santillana, y Ana Westley. En las rodillas de Juan está sentada Eva Martínez Orbegozoy, a continuación, están Ana Kuntz, Ana Cañil, con su ahijado David en brazos, Marijé Orbegozo y Ana Santillana. Yo estoy de pie con mi hija Andrea en brazos).

Para concluir estos recuerdos emocionados, me cuesta definir y despedir, con justicia, a Solita en la hora de su muerte. Y no quiero repetir lo que muy correctamente ya ha publicado Juan Cruz sobre ella.

Quiero decir que Solita era algo más: un modelo de comportamiento ético y estético. Todo el mundo está de acuerdo en que Solita era frágil y tierna, como si un soplo de aire pudiera quebrarla en mil pedazos. Caminaba despacio, con pasos cortos, y gesticulada con suavidad y elegancia. Hablaba con precisión la lengua castellana, como si la saboreara en cada punto y aparte. Citaba, sin presumir, nombres grandiosos que conoció en España y en el exilio. Y contaba sus anécdotas llamándoles, como si nada, por el nombre de pila:

“Un día vino Federico a casa y me dijo: oye Solita… “.

«Otro día, Juan Ramón vino a leerme un poema que había compuesto para mi…”

Pero esa Solita frágil, dulce, tierna y “blanda con las espigas”, que parecía –como Platero– hecha de algodón, encerraba una potentísima fuerza interior.

Era firme y fuerte como un roble –“dura con las espuelas”- en todo lo que concernía a sus principios. Era apóstol fiel de la ética laica republicana: honrada a carta cabal, respetuosa con las leyes (que en España, a veces, le parecían meras orientaciones) y enemiga acérrima de la chapuza nacional, del nepotismo y de los enchufes para privilegiados que quebraban la igualdad de oportunidades.

Tras su aparente fragilidad física, Solita poseía una fortaleza intelectual y moral digna de encomio. Se revolvía, con santa ira, contra las injusticias y contra la ignorancia. En lo que chocaba con sus principios, era dura e inflexible. Mano de hiero en guante de seda.

Para mi ha sido y seguirá siendo un gran ejemplo, un digno modelo a imitar.

¡Qué pena y qué lástima no haberla tenido en España, por culpa de la despreciable Dictadura franquista, durante toda su larga y fructífera vida!

Fui muy afortunado al conocerla y nunca olvidaré su generosa acogida en Cambridge. Salí de España sin mirar hacia atrás, huyendo del terror que me había producido un reciente secuestro con torturas y fusilamiento simulado, tras la muerte de Franco, y llegué a casa de Solita con las cicatrices producidas por los fanáticos franquistas aún frescas.

Ella fue un bálsamo para reconciliarme con España y, conociéndola, para reconciliarme también con el género humano.

Gracias, Solita.

Descansa en paz.