Se nos ve el plumero Se nos ve el plumero

"La libertad produce monstruos, pero la falta de libertad produce infinitamente más monstruos"

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Dicen que Zapatero no se arruga frente al clero

Regreso a Madrid procedente de Almería (donde pasé unos días que, por dolorosos, yo no llamaría de vacaciones) y me encuentro con unas portadas de prensa sobre Zapatero y el clero algo sorprendentes. Lo primero que pienso es que «éste no es mi Zapatero, me lo han cambiado».

Me marché con un post titulado «¿Quién pone el cascabel a los obispos? Zapatero se arruga» y dejé de leer la prensa hasta ahora mismo. Y no me refería solamente al Excrementísimo Señor Obispo de Tenerife

¿Qué le habrán puesto los Reyes Magos a Zapatero para que, como dicen los diarios, «saque pecho«, «plante cara«, «culpe» y «discrepe«, defendiendo la legalidad constitucional, frente a las insidias pecaminosas de algunos obispos y cardenales jurásicos? Fíjense si serán pecaminosas las palabras antidemocráticas de los purpurados inquisidores Rouco y García-Gascó que hasta el bueno de Forges -que es un santo, se lo digo yo- ha mandado hoy a todos los obispos a su propio infierno. Y no le falta razón.

Dicen mis colegas que, fuera de cámaras y de microfonos, Zapatero no se arruga al topar con la Iglesia. ¿Sueño o realidad? ¡Qué maravilla!

Y dice Peridis en El País de hoy que, como los obispos sigan dando leña inconstitucional (o sea, meando fuera del tiesto), Zapatero podría atreverse, incluso, a mirar el Concordato. ¡Mirar el Concordato! No me lo acabo de creer. Volveré a restregarme los ojos y a leer la prensa de nuevo.

Al clero se le ve el plumero

Una vez más, debo reconocer que tengo debilidad por El Roto (antes OPS), uno de los mayores filósofos de nuestro tiempo.

Con qué agudeza y limpieza le ha visto el plumero al clero.

La verdad es que últimamente los obispos hacen pocos esfuerzos por disimular sus raíces fascistoides y no pierden ocasión para levantar el brazo y el palio en busca de algún dictadorzuelo que se preste al negocio.

La Iglesia católica no se acaba de resignar a vivir sin las canongías que le daba el dictador Francisco Franco, en pago por el apoyo episcopal sin condiciones que dieron a la sangrienta «cruzada» que siguió al golpe de Estado del general contra la legalidad democrática de la II República.

Creo recordar que fue el entonces obispo de Cartagena quien dijo:

«Benditos sean los cañones si en las brechas que ellos abren florece el Evangelio»

Así me gustan a mi los obispos. Sin hipocresía ni disimulo. Con su verdad fascista por delante. Estos obispos asilvestrados y feroces, de las manadas de Rouco (facha de toda la vida) y de García-Gascó (que fue un ilustre taranconiano hasta qeu se cambio de sotana), son un auténtico chollo para Zapatero y los demás socialistas. Le están poniendo las bolas como se las ponían a Fernando VII (¿o era a Carlos III?). Así, cualquiera hace carambola.

Ya puede temblar el PP, y despedirse de La Moncloa, si no manda callar pronto a sus cardenales.

Con estos príncipes cavernarios de la Iglesia en contra, cualquiera podría ganar las elecciones generales.

Que hablen los obispos, sí, que hablen, y que no se arrugue Zapatero. Separación Iglesia-Estado ¡ya!. Quiero para mi país lo mismo que disfrutan en el resto del mundo democrático civilizado.

Si la Iglesia carca se empeña , Zapatero podría ganar en marzo hasta por goleada, mal que le pese.

Eso, eso, que se le va el plumero a todo el clero.

Si el bueno del cardenal Tarancón levantara la cabeza…

Yo tuve el honor de conocerle.

—-

El Excrementísimo Señor Obispo no sale en El Mundo

A menudo, las cartas de los lectores, obligados resumir y concentrar sus opiniones en pocas líneas (como es costumbre en 20 minutos) nos iluminan más que cien editoriales o sesudos artículos de opinión. Esta carta del lector Manuel Peris Vidal que publica hoy El País resume muy bien el estado de la cuestión entre personas que valoran la razón tanto o más que la fe. Ya empiezan a brotar por doquier reacciones de ONG´s y defensores del menor que acusan al obispo de «perversión», «aberración» y de hacer «apología de la pederastia»

Produce escalofríos el silencio culpable y vergonzante de algunos medios de comunicación y de los líderes políticos defensores de la familia ante la infamia cometida por este obispo sinvergonzón.

He buscado por todas las páginas de El Mundo alguna información, opinión o reacción a las declaraciones de Su Excrecencia el obispo de Tenerife, Bernado Alvarez, arrepentidos quizás por el error de valoración que tuvieron ayer, y no he encontrado ni una línea. Pedro Jota lo ha considerado «no noticia«. He copiado y pegado aquí textos de El País y de Público porque no he encontrado nada en El Mundo sobre la actitud inmoral -quizás, viciosa- de este obispo tinerfeño. ¿Qué habrán hecho los pobres católicos tinerfeños para merecer este vergonzoso pastor?

Pero -¡ojo!- ni Rajoy ni Zapatero han querido mojarse en este jardín de inmundicia moral episcopal, por si acaso sus opiniones le restan votos de pederastas o violadores de menores.

¡Cuánta hipocresía!

En casos tan graves como éste, el silencio de los líderes políticos es culpable y el de los demás obispos, pecaminoso. Según sus propias creencias -que conozco muy bien y respeto, aunque no comparto- no creo que los obispos puedan comulgar ni decir misa sin antes condenar públicamente las procaces y escandalosas palabras de su colega el Excrementísimo Señor Obispo de Tenerife, que aún sigue incomprensiblemente en su cargo.

Rajoy, 10; Zapatero, cero

Hoy hemos criticado en nuestra casa a Zapatero mucho más que a Rajoy. El motivo ha sido la enorme torpeza que el presidente del Gobierno ha demostrado al no asistir a la concentración unitaria contra ETA convocada, entre otros, por él mismo.

Casi siempre que un líder político mete la pata, solemos echarle la culpa a sus asesores o consejeros más próximos. En esta ocasión, Zapatero no tiene escapatoria. Si aún no ha destituido a quien le recomendó que se fuera al hospital de Bayona para no tener que asistir, junto a Rajoy, a la concentración contra ETA es porque le falta olfato político o porque, simplemente, asume él mismo la responsabilidad por este error, tremendo error.

El pobre Zapatero ha perdido una gran oportunidad, quizás irrepetible en esta legislatura, para hacerse una foto de Estado con Rajoy, la única de ambos líderes juntos contra ETA desde la tragedia del 11-M y desde las mentiras del trío Pinocho para meter a ETA en aquel atentado islamista.

Por esa ausencia cobarde, tan inoportuna, le pongo un cero a Zapatero. ¡Qué imagen tan balsámica nos hemos perdido todos los españoles! ¿Cuántos votos habrá perdido Zapatero por desaprovechar esta oportunidad de reducir la brecha de crispación que aún divide a las dos Españas?

Por la valentía demostrada al romper (al menos de boquilla) con los exaltados de la extrema derecha de la AVT y de la COPE, le pongo un diez a Rajoy. Creo que, esta vez, se lo ha ganado a pulso.

Tal día como hoy, siguiendo la costumbre de todos los años, desde hace 29, hemos brindado en familia por la Constitución Española de 1978 que, a mi juicio, ha sido la más eficaz de nuestra historia en términos de libertad y solidaridad.

Luego me ha tocado recoger la mesa. Todo, menos la bandera de España que le quité a Calviño de su despacho de TVE. Esa bandera, un poco más amarillenta que roja, va a presidir hoy la mesa del comedor.

Y ahora voy a pegar aquí unos cuantos chistes, tristes aunque certeros, sobre la frágil unidad y solidaridad de los españoles en asuntos de Estado.

Tras el brindis tradicional por la libertad y por la Constitución que la ampara, hemos recordado el día que celebramos el nacimiento de la Carta Magna. Entonces no teníamos bandera constitucional de España, pues aún no se había aprobado en Las Cortes la sustitución de «la gallina» del dictador por el escudo real.

Cerca de la Plaza mayor, habíamos comprado un metro de tela con los colores de la bandera y la habíamos colocado con unos clavos en la puerta de nuestra casa.

A la hora del aperitivo sonó el timbre de la puerta y salí a abrir. Era la primera vez que mis vecinos de atrás (el coronel Lisarrague y su esposa)llamaban a nuestra puerta. Muy sonriente, con gesto de triunfador, el coronel me saludó con estas palabras:

-«¿Qué haces, vecino, con mi bandera, en tu puerta?»

Le replique, con una sonrisa lo más parecida a la suya:

-«Usted se equivoca, mi coronel, porque desde hoy esta bandera en tan suya como mía. Se acabaron las dos Españas. Y para celebrarlo les invitamos a una copa.»

Así pues, el primer brindis constitucional que hicimos en mi casa fue entre el Ejército y la Prensa. Fue un buen presagio, ya que esta Constitución lleva camino de convertirse, a pesar de los pesares, en la más duradeda y eficaz de la historia democrática de España.

Al brindar en familia también hemos recordado aquel emocionante gran titular de El País, tras el golpe de Estado del 23-F de 1981 (yo era entonces redactor jefe de ese periódico):

El País, con la Constitución

Pues eso, ojalá toda España esté hoy brindando por lo mismo.

¡Viva la Constitución!

Rajoy celebra el día del orgullo ¿qué?

Siempre pensé que Rajoy, que había demostrado en ocasiones un buen sentido del humor, era un tipo listo. Por eso, después de haber visto/oído su patético dicurso institucional, al estilo seudofranquista, me resito pensar que haya sido idea suya. Aún quiero salvar su inteligencia de la trampa en la que los aznaristas (¿quién si no?) le han metido. ¿Habrá sido, quizás, idea finísima de Gallardón?

No me lo explico.

Con esta majestuosa aparición, llamándonos a demostrar el «orgullo español», Rajoy está quedando incapacitado, por ridículo, para gobernar el Reino de España .

Ignacio Escolar nos ha hecho sonreir hoy con la portada de Público:

Mensaje «institucional» sin precedentes del líder del PP

Se cree el Rey

(en YouTube)

En lugar de rezar por el Rey, yo creo que el descarado cardenal arzobispo de Toledo, Antonio Cañizares, debería dedicar su oraciones al alma turbia de su colega el sacerdote torturador, Christian von Wernich.

Por favor, no más oraciones para el Rey , por parte de estos sepulcros blanqueados dueños de la pecaminosa COPE. Mejor, menos insultos.

No puedo estar más en desacuerdo con este aprendiz de inquisidor que atribuye los crímenes de ETA a «la debilidad del Gobierno con los terroristas».

¿Será sinvergüenza este cardenal?

Pienso en unos versos proféticos (creo que de Quevedo):

«En tiempos de las bárbaras naciones

de las cruces colgaban los ladrones

y hoy en el siglo de la luces

del cuello del ladrón cuelgan las cruces»

Estoy bastante de acuerdo con lo que, esta vez, ha dicho José Blanco, el nº 2 del PSOE:

«Cuando la derecha se pone a gritar ¡España!, muchos españoles se estremecen».

En efecto, yo soy uno de ellos. A mi me da pánico. Y, desgraciadamente,sé muy bien por qué lo digo.

Cuando vivía Franco, España me daba miedo

A los lectores más jóvenes puede haberles extrañado el dibujo histórico-filosófico-político del genial Forges. A mi me ha hecho sonreir, una vez más.

Cuando fundamos el semanario Cambio-16, en el otoño de 1971, no nos atrevimos a poner el nombre de «Nacional» a la sección de noticias nacionales (o sea, de España). Tampoco quisimos ponerle «España» porque eramos jóvenes antifranquistas y ese nombre nos sonaba un poco extraño, casi hostil.

Lo habíamos pronunciado con los gritos de rigor, en mi caso por obligación, miles de veces, con las rodillas heladas, antes de entrar en clase:

«España, una, España, grande, España libre, viva Franco, viva, arriba España, arriba»

Nos parecía una palabra apropiada -expropiada, robada- por el enemigo. Era una palabra tan manoseada por los fascistas del bigotito, la raya clara y limpia, la mirada siniestra o las gafas oscuras que nos dio repelús utilizarla en el número Cero como nombre de una sección informativa de nuestra nueva e ilusionante revista.

Ya no recuerdo si ponerle «Este país» a la sección fue idea de Juan Salas (el empresario) o de Carmen Rico Godoy (llevaba suscripciones en la cocina de García de Paredes ) o de Manolo Saco (nuestro primer redactor de base). Pero ese simple matiz tuvo cierto éxito pues nos diferenció de la prensa franquista, o sea del resto de la prensa.

Cuando nació El País, en mayo de 1976, el dictador ya estaba muerto y a mis colegas les pareció llegada la hora de perder el miedo al nombre de «este país» y recuperar la palabra España para todos los españoles.

El País abrió (y aún abre) con la sección «Internacional» (yo fui su redactor-jefe hasta 1978). Queríamos reivindicar el extranjero (considerado enemigo por Franco) como algo más próximo y amistoso y ponernos en el mapa del mundo.

Después de «Internacional» venía, por coherencia gramatical, la sección «Nacional«. Sin embargo, la sección «nacional» de El País nació con el nombre, entonces valiente, de España.

Durante la transición de la Dictadura a la Democracia, nos fuimos acostumbrando a pronunciar «España» cada vez con menos miedo y cada vez con más afecto. Hasta Santiago Carrillo recuperó la bandera bicolor y el nombre de España.

Y así, más de la mitad de los españoles nos fuimos haciendo amigos de España.

Hasta que llegó José María Aznar al Gobierno -«la mirada clara y lejos y la frente levantada«- y nos empezó a meter miedo, otra vez, apropiandose de los nombres, de los himnos, de las banderas, de los Reyes y de todos los símbolos que los demócratas habíamos empezado a adoptar, en paz, como propios.

Desde entonces, los líderes de la «españa negra» no han descansado en su empeño por romper la España de todos. La quieren sólo para ellos. Con su pan se lo coman. Me refiero a la «españa negra«, no a la buena, generosa, España en libertad.

Gracias, Forges.

“Como fuera de casa en ningún sitio”

Llevo casi todo el mes de septiembre fuera de casa, por los extremos de ambos hemisferios, predicando “la revolución de los diarios gratuitos de calidad”: Brasil, Argentina, Asturias, Suecia, Toledo y, al fin, Madrid.

Me gusta la vida nómada pero también me gusta mucho regresar a la rutina sedentaria: zapatillas, sofá (con los pies sobre la mesa, estilo Aznar), chispeando al otro lado de la ventana y con un novelón entre manos como el último de Almudena Grandes (“El corazón helado”) que tiene el tamaño de su apellido, con casi 1.000 páginas. Estoy a punto de terminarlo.

La mitad (antigua) de la historia me emociona; la otra mitad (moderna) me perturba. Es un libro espléndido sobre nosotros, nuestros padres y nuestros abuelos cuya lectura recomiendo vivamente.

– “Como en casa en ningún sitio”, digo yo después de tanto ajetreo.

– “Como fuera de casa en ningún sitio”, replica mi chica, que estrena rodilla y aún se mueve con escasa soltura.

A causa de tantos viajes y de la ausencia de prensa española, hace casi un mes que apenas sigo el blog. Al volver a casa, observo que aquí se han producido pocos cambios en lo que afecta a los temas del blog, salvo que ha nacido un nuevo diario (“Público”, dirigido por Ignacio Escolar, el culpable involuntario de que yo iniciara este blog, hace ya un par de años.).

Aún no lo he visto con detenimiento pero me interesa el experimento periodístico. Creo que están locos:¡un nuevo diario de pago en el siglo XXI para competir con los que quedan estilo siglo XIX!.

Si ofrecen el nuevo diario en PDF voy a intentar comparar sus portadas con las de los ancianos El País y El Mundo. Ambos ya me estaban aburriendo a fuerza de tanto repetir los mismos trucos tipográficos y gramaticales para arrimar el ascua a sus respectivas sardinas. Por eso, en ocasiones, he derivado hacia el relato de batallitas, tipo abuelo cebolleta, o al archivo escrito de meros borrosos recuerdos de anécdotas periodísticas.

En efecto, en septiembre de 2005 comencé a escribir este blog con el fin de obligarme a comparar las noticias (y no noticias) de los dos principales diarios de pago de España.

La verdad es que, en general, me ha resultado divertido comprobar cómo cada diario mete la cuchara de su cultura corporativa (o sea, de sus intereses) por entre los hechos que relatan como si fueran ciertos.

La mezcla maliciosa, naturalmente interesada y sin advertencia previa, de hechos y de opiniones dice muy poco en favor del buen periodismo y, con razón, deja a mi vieja hermosa profesión a los pies de los caballos.

No obstante, comparar cada día los titulares de portada de El País y El Mundo me ha mantenido en posición de alerta para que no me dieran gato por liebre.

Desde luego, éste es un ejercicio que sólo puede hacerse en un país libre como el nuestro. Por eso, tener acceso a dos interpretaciones tan distintas de la realidad es una prueba palpable de la libertad de expresión que tenemos, y (¡atención!) que no siempre tuvimos y que, si nos descuidamos, algún día podemos volver a perder.

Mal que nos pese el abuso y el retorcimiento que ambos diarios hacen de los sujetos y de los verbos para ganarse la complicidad del lector, las distintas versiones que recibimos cada día de lo que pasa en España y en el mundo son una prueba de libertad. Y, aunque tantas veces disienta de ambos, a mi me gusta el espectáculo. Como dice la cita (todavía anónima) que encabeza este blog, “la falta de libertad produce infinitamente más monstruos”.

El martes pasado, no pude asistir a la fiesta de presentación del número 1 del diairo Público pues estaba con Arsenio Escolar en un pueblito a orillas del Báltico, cerca de Estocolmo, preparando la estrategia para convertir www.20minutos.es en la primera web de noticias del mundo en castellano.

Me hubiera gustado compartir con los colegas la alegría de este feliz nacimiento: un nuevo chorro de aire fresco para que podamos saborear mejor la dulzura de vivir en libertad. Siento no haber estado a allí para aplaudir. Miraré los diarios de esos dias para enterarme del recibimiento que le han dispensado los del «fuego amigo» y los del «fuego enemigo«.

Por lo que me han dicho, Escolar Jr. (tiene la misma edad que tenía Juan Luis Cebrían cuando fundamos El País) ha fichado a varios genios fundadores del diario El Sol y a otros de la ya ilustre escuela de 20 minutos. Doble garantía para triunfar.

¡Enhorabuena, Ignacio, y mucha suerte!

Quitarle lectores a los dos dinosaurios nacionales de pago, sin que se les vea “el plumero de Zapatero”, promete ser una batalla interesante. (Sin haberlo preparado / me ha salido un pareado).

Voy a buscar ahora mismo el PDF de Público para incorporarlo al análisis comparativo.

A ver qué sale.

Mi gozo en un pozo. No puedo conseguir el PDF de Público. Otra vez será.

Mañana preguntaré a nuestros «tekis».

Gracias por el aviso, viejo maestro.

Pero no consigo copiar y pegar aquí la portada completa de Público.

Esto es todo lo que puedo conseguir hoy, con mis escasos conocimientos de photoshop.

He visto esta portada en su pagina web y es la monda. Si todos los días viene tan cañero como hoy no voy a tener más remedio que comprarlo (y leerlo) a diario.

Su gran titular es:

Un falangista en el Constitucional

Y su director, Ignacio Escolar, lo explica en su blog.

Los demócratas de Almería nunca hemos olvidado el crimen sin investigar del joven Javier Verdejo.

En más de una ocasión hemos hablado aquí de aquel vergonzoso jefe provincial del Movimiento de Almería en cuyas manos está hoy la interpretación de nuestra Constitución.

¿»Combaten» o «acompañan» las tropas españolas?

El País manda hoy en su portada, abriendo a cuatro columnas, con este gran titular:

Veinte talibanes mueren en Afganistán en un combate con tropas españolas

La información de primera se amplía en el interior, a toda página, y con foto de un soldado español a cuatro columnas.

No busque esta noticia en la portada de El Mundo. No hallarán ni una línea. Hay que buscarla entre los faldones bajos de las páginas interiores para encontrarla. Resulta curioso el titular interior de El Mundo a tres columnas:

Mueren tres afganos en un ataque a una patrulla acompañada por españoles

No aparece, por ningún lado, la palabra «tropas» o «soldados«. Claro que tampoco dice que fueran turistas o toreros los españoles que «acompañaban» a los soldados afganos.

El Mundo prefiere mandar en su primera página con un titular sensacionalista que «desata el miedo a una crisis económica global»

El Pais rebaja la crisis bursátil a dos columnas y descata las medidas que se han tomado para mitigar sus efectos.

Hay que leer la letra pequeña, en ambos diarios, para saber que la Bolsa de Nueva York -la más directamente afectada por la crisis hipotecaria de EEUU– cerró su sesión de ayer con una pérdida de sólo el 0,23%.

La crisis hipotecaria de EE.UU puede llegar a ser grave. No lo dudo. Y podría contagiarse -cómo no- a Europa y Asia. Los economistas sólo saben predecir el pasado. En eso, los hay muy buenos.

Pero, por ahora, mirando al presente, sólo veo una purga bancaria de esas que suelen ocurrir cuando una generación se olvida de la purga anterior: «cada 15 años, más o menos». (Me lo dijo J. K. Galbraith hace casi 30 años).

La avaricia natural del sistema financiero (que es, no lo olvidemos, su principal lubricante) lleva a algunos bancos a prestar el dinero de los depositantes, a precios muy altos, a quien tiene pocas garantías de devolverlo en el plazo y con el interés previsto.

Si los bancos centrales abren el grifo del interbancario -como están haciendo- para socorrer a estos banqueros tan avariciosos, no tiene por qué extenderse la crisis a toda el sistema financiero. Eso sí, los bancos más temerarios y agoniosos quebrarán (como ocurre de vez en cuando), lo cual es muy saludable para todo el sistema.

Desde luego, si todos los diarios serios del mundo titularan en sus portadas como lo hace hoy El Mundo de Pedro Jota entonces tendríamos asegurada la crisis global a la vuelta de la esquina. Son predicciones o profecías que suelen llevar dentro de sí mismas una fuerte dosis de autocumplimiento.

Guillermo dedica hoy su chiste de El Mundo nada menos que a Forges (que suele publicar diariamente el suyo en El País. Un bonito gesto entre dos diarios que ni se hablan.

El texto de Guillermo (ilegible en el PDF) dice así:

«Dedicado a Forges, genio capaz de inventar al mismo tiempo las vacaburras semovientes y las chicas que leen libros en el sofá. Con dos cojones.»

No se si esta esquela-anuncio será gratuita o de pago. Sólo se publica en El Mundo y es una convocatoria de la «Asociación de Peones Negros de Madrid» a una concentración (en forma de esquela inofensiva) para todos los días 11 de cada mes.

¿Qué pretenden? ¿Quienes son?

¿Peones Negros? Sólo el nombre y el lugar y forma dónde publican la convocatoria ya me dan miedo.

¿Información u opinión? Pedro J. nos da gato por liebre

El Mundo titula a cuatro columnas, en portada, una opinión interesada como si se tratara de una información sobre hechos que han ocurrido. A esto se le llama en castellano dar gato por liebre.

Cuando Pedro Jota titula «… para compensar las cesiones a ETA…» está dando por hecho que Zapatero ha cedido ante ETA , ha dado concesiones a la banda terrorista.

Como opinión de El Mundo, expresada en su comentario editorial de la página 3, o en un artículo o análisis con tipografía en cursiva, podría valer este titular, por falsos que sean los hechos que da por supuestos sin prueba alguna.

Pero darlo como títular de una información, en el lugar más informativo del diario y con tipografía correspondiente al relato de hechos y no de opiniones es, simplemente, engañar al lector.

Con esta portada tan deplorable, desde el punto de vista puramente profesional, yo supendería hoy al director de El Mundo en un examen de primer curso de Periodismo.

¡Lástima de profesión!

Nostálgicos del Trono y del Altar

JUAN GOYTISOLO 09/07/2007

La lectura del reciente Foro de Debate de El Mundo en torno a la figura del cardenal-arzobispo de Toledo, Antonio Cañizares, me llenó de estupor. Tras dar la bienvenida al ilustre prelado, el director del diario madrileño le pidió disculpas por haber podido ofender a la Iglesia con motivo de una entrevista publicada en sus páginas con el escritor Álvaro Pombo, en el que éste zahería su beligerancia antilaica y su anatema contra el matrimonio homosexual. El homenaje de pleitesía a quien mejor encarna posiciones que en otros tiempos eran denominadas ultramontanas y que hoy lo son de integristas tiene al menos el mérito de dejar las cosas claras: para algunos la sociedad española, liberada al fin de siglos de tutela eclesiástica, debería someterse de nuevo a los preceptos y prerrogativas que la actual jerarquía religiosa añora y reclama en su peculiar guerra santa contra el «laicismo radical» y la, en verdad inocua, asignatura de Educación para la Ciudadanía, en la que «Dios no cuenta» y «la dimensión trascendente del ser humano queda reducida a la esfera de lo privado».

¿Disculpas? ¿Cabe excusarse con una institución que jamás lo ha hecho por los crímenes y brutalidades que jalonan su larga y poco piadosa historia? ¿Se ha disculpado la Iglesia por los tormentos y hogueras del Santo Oficio que acabaron con la vida de decenas de millares de españoles, acusados de judaizantes, luteranos, sodomitas, hechiceros y una larga lista de herejías reales o supuestas? ¿Por la condena de quienes se arriesgaron a pensar por su cuenta y a vivir de acuerdo con su naturaleza y creencias? ¿Por su reiterada excomunión de liberales, masones, republicanos, comunistas, etcétera, desde el absolutismo fernandino hasta hace unas cuantas décadas? ¿Por su intervención directa en las guerras civiles del XIX que frenaron la modernización de España y por su vergonzoso apoyo al pronunciamiento militar contra la República, calificada nada menos que de Cruzada en la Carta Colectiva del Episcopado de 1937? ¿Por el exterminio planificado de «los rojos» por ese mismo dictador católico a quien recibían bajo palio en sus tiempos y que acuñaba con su asenso las famosas monedas de «Caudillo de España por la Gracia de Dios»?

El actual e imparable proceso de apertura de la sociedad hispana eriza los cabellos de nuestros santos tonsurados. Sus iglesias se vacían, un creciente número de jóvenes se proclaman agnósticos y, pese a las apariciones carismáticas de los dos últimos Pontífices y la espectacular mercadotecnia a su servicio, la grey se aleja de ellos y no atiende a sus diatribas contra el funesto radicalismo que «niega la libertad religiosa». Podrían dar un ejemplo de humildad y de espíritu evangélico, pero no lo dan. Llenan sus arcas con el dinero del Estado, esto es, del bolsillo del contribuyente, ya sea católico o no, y no obstante de eso sueñan en el retorno a la alianza del Trono y el Altar. Presiden bodas principescas y de celebridades del orden de la hija del ex presidente Aznar en El Escorial, mientras privan de la facultad de decir misa a quienes se inspiran en las enseñanzas de Jesús de Nazaret en la medida en que su ejemplo pone al descubierto el fariseísmo propio y el afán de acumular poder y más poder.

Las leyes adoptadas en la actual legislatura responden a las realidades del cambio social y a las expectativas de la gran mayoría de españoles que les da la espalda. La simplificación de los procedimientos para abortar, la legalización del divorcio, la ley de parejas de hecho y el matrimonio homosexual no son los cuatro jinetes del Apocalipsis que amenazan, según ellos, los fundamentos de la sociedad. Quiebran tan sólo la sujeción de la conciencia de los fieles a los mandamientos de la Iglesia de Roma a través del confesonario y de la imposición de preceptos de imposible cumplimiento, como pueden ser el celibato de los clérigos y la castidad de los jóvenes. ¡No importa que el anatema contra los anticonceptivos condene a millones de africanos a una muerte lenta, víctimas del «monstruo de las dos sílabas», si sus sufrimientos en este bajo mundo le redimen de sus pecados (o de los de sus padres) y facilitan su acceso a la gloria eterna en el Más Allá!

Las tesis de Huntington sobre el choque de civilizaciones no concierne por ahora a nuestros dómines. La Iglesia de Roma no busca la confrontación con el islam: secretamente, lo admira y envidia. ¿Cómo se las arregla para mantener la fe de sus fieles y para congregarlos en sus templos en tanto que los suyos cierran por falta de público y las ovejas de su antiguo rebaño se entregan al hedonismo más descarado? El culpable es el laicismo, ese laicismo que permite vivir a cada cual conforme a su conciencia.

El proselitismo expansivo de las iglesias evangélicas en Iberoamérica, con la consiguiente deserción de una parte de la propia grey, agrava su angustia y dispara todas las alarmas. ¿Por qué las otras creencias se robustecen y la suya amengua? Y, en vez de proceder a un examen de su vida y conducta y a corregir su muy poco cristiana ostentación de riqueza, nuestros obispos vuelven la mirada hacia atrás. A la bendita época de Fernando VII y del generalísimo Franco, a esos centenares de mártires beatificados por Juan Pablo II en Valencia, a quienes el actual arzobispo de la ciudad, Agustín García-Gasco, quiere erigir un templo a imitación del excavado en el Valle de los Caídos. Pues, al tiempo que truenan contra la Ley de Recuperación de la Memoria Histórica de las víctimas de Franco, se aferran al recuerdo de las persecuciones religiosas evocadas machaconamente durante 40 años por los servicios de propaganda del Régimen y cuyo testimonio se perpetuaba (y a veces se perpetúa aún) en las lápidas que ornaban (u ornan) las fachadas de sus templos.

Lo que aprendieron duramente los españoles de derechas o de izquierdas tras 150 años de guerras civiles -acabar de una vez por todas con los hechos, situaciones y doctrinas que las provocaron- choca frontalmente con el programa de Rouco, Cañizares y de los portavoces de la cadena episcopal. Si no hay clima de guerra civil, habrá que inventarlo. España agoniza, vuelven los tiempos en los que será necesario defender los principios que sustentan con peligro de sus personas (y de las de los demás). Tales dislates, repetidos a diario, no responden, para desdicha suya, a realidad alguna. Los españoles nunca han vivido tan bien como hoy, aunque quizá el porcentaje de quienes salvan su alma haya descendido un tanto desde los tiempos felices de Arias-Salgado. La tolerancia y el respeto a la libre conciencia de los ciudadanos no matan a nadie. Son los fanáticos e intolerantes de toda laya quienes manchan sus manos de sangre. Menos de la suya, claro, que de la de los demás.

Juan Goytisolo es escritor.

Gobierno «niega»; Defensa «investiga»

Me produce náuseas todo el debate político y mediático generado en torno a los soldados españoles asesinados en Líbano, mientras sus cadáveres están aún calientes. Qué voracidad y qué falta de pudor muestran algunos líderes políticos y algunos colegas de la prensa…

No me apetece entrar por ahora en ese debate.

La fiscal no ataca a los periodistas. Sólo a ciertos periodistas

Aunque algunos colegas traten de aparentarlo, los periodistas no somos de piedra. Tampoco somos objetivos. Es imposible, pues somos sujetos y no objetos. Ni siquiera -menos mal- somos todos iguales. En mi vieja profesión -la segunda más vieja del mundo- hay buenos, malos y regulares, como en botica.

Por eso, debemos mantenernos en posición de alerta cuando algún mal periodista, o ex periodista, trata de meternos a todos el mismo saco miserable del corporativismo interesado para meter la cuchara a su favor.

Ni Jordi Pujol es Cataluña ni Aznar es España ni Pedro Jota y F. J. Losantos son el Periodismo.

A mi que me registren. Ni ética ni profesionalemente tengo nada que ver con esos perpetradores de la teoría de la conspiración, que tratan por todos los medios de lavar la cara al trío Pinocho del 11-M (Aznar-Acebes-Zaplana) de tan triste memoria.

No me gusta que El Mundo titule con que:

«La fiscal ataca a los periodistas…»

Pues no. Yo me dedico a esta noble y hermosa profesión, desde hace décadas, y no me siento atacado para nada por la fiscal Olga Sánchez, en el juicio dle 11-M.

La fiscal se refería expresamente a los inventores del bulo de la conspiración, que ha sido desmontado en el sumario y en el jucio oral del 11-M. O sea:

«Quien se pica, ajos come»

Basta ya de la patente de corso que reclaman para sí algunos falsos periodistas. Nadie está por encima de las leyes. La pena es que, en España, las leyes parecen simples orientaciones. Esa es la tercera pata -fundamental- que le falta a nuestra democracia: todos deberíamos ser iguales ante la ley. Incluidos -sí- los periodistas.

Juicio por el mayor atentado en España – 11-M

La vara de medir

Gómez Bermúdez censura a la fiscal en un juicio en el que se han vertido los mayores disparates

PABLO ORDAZ en El País

13/06/2007

Ella estuvo allí. Aquella mañana de hace tres años, tres meses y dos días, ella bajó por las escaleras mecánicas de la estación de Atocha, tan silenciosas ya a esa hora, y lo primero que vio fue el rostro sereno de una mujer joven y guapa, elegantemente vestida, tal vez de su misma edad, tal vez como ella madre de niños pequeños. A aquella mujer tan bella la explosión de los trenes le había arrebatado la cabeza desde la frente hacia arriba, pero le había dejado el rostro intacto, el gesto sereno, el vestido impoluto.

A Pilar Manjón se le salta una lágrima. También la fiscal está a punto de llorar

Olga Sánchez trata de explicar de forma atropellada su trabajo de los últimos tres años

-A las cinco y media de aquella tarde, el juez Juan del Olmo y yo levantamos el último cadáver de la matanza. Fue en la estación de la calle Téllez. Desde allí nos fuimos al pabellón de Ifema, y empezamos a pensar en cómo organizaríamos el sumario.

Tres años. Tres meses. Dos días.

Y por fin, después de tanto tiempo, todo está a punto de terminar. Es la una de la tarde del 12 de junio de 2007 y ella, la fiscal Olga Sánchez, lleva casi dos horas hablando, tratando de explicar -a veces de forma atropellada- su trabajo de estos tres años, su lucha codo con codo con el juez Juan del Olmo por reunir las pruebas necesarias para condenar a los que ella considera, fuera de toda duda, autores de la matanza. Se le nota cansada, muy cansada. Su exposición es a veces farragosa, trufada de infinidad de datos, de fechas, de nombres, de números de teléfono y de matrículas de coches. Los acusados guardan silencio en el interior de la habitación de cristal blindado. Algunos, como Rafá Zouhier y Antonio Toro, incluso toman notas. Pero fuera, en la sala, el respeto no es unánime. Cada vez que la fiscal Sánchez trastabilla en algún nombre, el abogado defensor José Luis Abascal y tres militantes de la Asociación de Víctimas del Terrorismo intercambian guiños, risas y cuchufletas. Es, curiosamente, la tónica de estos tres años, de estos tres meses, de estos dos días. Un juez instructor y una fiscal que intentan construir un edificio trabajosamente, a contrarreloj, y una oposición inusitada, construida a base de esa alianza obscena entre defensores y acusadores, que se parten de risa -o de insultos- cuando a ese edificio le sale una gotera.

-Quiero acordarme ahora de Isabel Casanova, que perdió a su hijo Jorge. De Laura Vega, que quedó postrada en una silla de ruedas; de Laura, que está en coma vegetativo, de Yolanda, que perdió a su marido y a su hija Patricia, un bebé precioso de nueve meses… De Miguel Ángel López Ramos, que perdió a su hermana y a su cuñado y se hizo cargo de sus dos sobrinos, Alberto y Eduardo… De Eulogio Paz y de Pilar Manjón, que perdieron a su hijo, Daniel…

A Pilar Manjón se le salta una lágrima al final de la sala. También parece que la fiscal Sánchez está a punto de llorar, pero se sobrepone. Quiere terminar su alegato final. Cuando lo acabe, atrás habrán quedado para siempre esos tres años tan difíciles para ella. Pero no quiere irse sin decir algo.

-Tengo que poner de manifiesto que la dignidad de los afectados y la memoria de las víctimas no han sido merecedoras del tratamiento de algunos medios de comunicación, por personas que a lo mejor en su momento pudieron aprobar la carrera de periodismo pero que no tienen la altura ni la grandeza de una profesión tan importante en una sociedad democrática…

El juez Gómez Bermúdez la interrumpe en ese momento:

-Creo que ya se han excedido los límites de lo que es un informe jurídico. Reconduzca su informe.

-Con la venia de la sala. Se han publicado y hablado cosas de este ministerio fiscal y de otras partes que hemos trabajado…

Gómez Bermúdez le corta el micrófono y la vuelve a reconvenir con dureza:

-Pues podrá usted ejercer las acciones o hacer lo que le parezca más oportuno, pero entenderá que no podemos dedicar en esta sala tiempo a los reproches.

Se produce un momento de gran tensión en la sala. Hay quien no entiende que en un juicio donde algunos abogados han llegado a sostener que los suicidas no se suicidaron o que ETA está relacionado con el atentado del 11-S en Nueva York, Gómez Bermúdez le haya puesto esa mordaza preventiva a la fiscal. Pero Olga Sánchez opta por aceptar la reprimenda y terminar su informe con un recuerdo a las víctimas. El juez interrumpe la sesión y se acerca paseando al final de la sala. Se detiene junto a los abogados Emilio Murcia y José María de Pablo, dos de los patrocinadores de la conspiración. También participan en la tertulia dos de los militantes de la AVT que se intercambiaban guiños con el abogado Abascal durante la intervención de la fiscal Olga Sánchez. Todos sonríen complacidos. La fiscal se ha metido en su despacho. Dicen que iba llorando.

FIN