¡Campeoooones!
¡Campeoooones!
¡Oéee, oéee, oéee!
Pues sí, anoche, yo estuve allí. Después de cenar, me fui a la Plaza de Castilla para recibir a los campeones del mundo con otros cien mil aficionados al baloncesto. Fue realmente impresionante, para cada uno, por distintas razones. Quise escribir anoche mismo mis impresiones, pero no tuve éxito. Era demasiado tarde. Y hoy tuve algo de trabajo.
(Texto del chiste: «Es que he vsito un montón de banderas españolas y he asumido que era algo contra Zapatero». Texto de la pancarta: «RENDICIÓN. En mi nombre NO«)
Había docenas de banderas de España, con el escudo constitucional y con el toro, pero no vi ninguna de la Dictadura, con «la gallina» de Franco, de esas que se usan tanto en las manifestaciones del PP, de su Asociación de Víctimas del Terrorismo o de la «Santa Madre Iglesia de la COPE».
Muchos chavales iban envueltos literalmente en la bandera española, con toda naturalidad y frescura, y el color dominante en la plaza era el rojo de la camiseta de España. Fue una fiesta pacífica y alegre.
No me extraña que Ricardo haya dedicado su chiste de hoy en El Mundo a la multitud de banderas españolas ondeando, al recibir a los héroes nacionales de Cataluña, Extremadura, Madrid, Canarias, Andalucía, etc. en la Plaza de Castilla, a menos de 1.000 metros del incendio de la Torre Espacio, el rascacielos mas alto de Madrid.
Al despistado del chiste, con su pancarta contra el diálogo con ETA, le pasó anoche todo lo contrario que a mi.
Por eso, aunque sea con dos pinceladas rápidas, quiero dejar constancia de un sentimiento bastante placentero que tuve anoche, creo que por primera vez en mi vida: estuve todo el tiempo rodeado de banderas de España y, contra lo que me había ocurrido antes, no me dieron ningún miedo.
Y eso tengo que agradecérselo a los campeones del mundo de Baloncesto, incluido, naturalmente, Pepu Henández, su entrenador. Gracias.
El incendio en el edificio más alto de Madrid, la oleada de inmigrantes a Canarias, la crisis de Irán y, en El Mundo -¡cómo no!- los cuentos de Calleja sobre el 11-M han quitado protagonismo al espectáculo emocionante de la recepción masiva y entusiasta a los campeones en la Plaza de Castilla.
Por eso, las portadas tan sosas de hoy no reflejan la magnitud del acto ni su importancia para la cohesión de España en las generaciones venideras.
En la página dos de El Mundo hay otro chiste muy expresivo y acertado de los geniales Gallego y Rey, dedicado a quien lleva por título el apellido del segundo dibujante.
Hoy hemos visto muchos abrazos y cariñitos a Pau Gasol y a Pepu Hernández, tanto en el Palacio de la Zarzuela como en el de La Moncloa.
Sin embargo, durante todo el campeonato del mundo de baloncesto, que nos ha dado tanta alegría y gloria a todos los españoles, ningún miembro de la Casa Real -y eso que son un montón y están precisamente para estas cosas- se dignó acudir a Japón para aplaudir a nuestros chicos.
¡Vaya metedura de pata la del Rey! Con lo espabilado y profesional que ha sido siempre para estos escasos detalles, que tanto nos unen a la mayoría de los españoles frente a los deportistas de otros países, esta vez parece que se le fue la olla. O quizás tuvo malos asesores que sólo tienen ojos para el fútbol y, por eso, le enviaron a los ¡octavos de final del fútbol en Alemania! Ni siquiera eran los cuartos ni la semifinal…
Y ahora -al deporte emergente de los jóvenes estudiantes españoles- no van ni a los cuartos ni la semifinal ni a la final… Y encima ganamos al mundo entero.
Al menos, Zapatero envió a su ministra de Educación, que estuvo muy correcta en la celebración de la final. Pero lo del Rey…
No me extraña que Gallego y Rey le hayan dedicado hoy su extraordinaria y aguda viñeta. Estoy deseando leer el próximo miércoles la nueva edición de El Jueves. Seguro que hacen alguna alusión a las ausencias reales.
¡Vaya un real patinazo!