Se nos ve el plumero Se nos ve el plumero

"La libertad produce monstruos, pero la falta de libertad produce infinitamente más monstruos"

¿Donde están el PP y el PSOE de Italia?

En el fondo del mar, matarile, rile, rile… ¿Quién los va a sacar? La Democracia Cristiana y el Partido Socialista, que gobernaron Italia durante la segunda mitad del siglo XX, han desaparecido del mapa político. España, con 30 años de retraso democrático, no es muy diferente de Italia. ¿Deberíamos tomar nota los españoles?

Betino Craxi y Gulio Andreotti en los años 80

Bettino Craxi y Gulio Andreotti en los años 80

Gulio Andreotti y Bettino Craxi ocuparon la escena politica italiana hasta los años noventa del siglo pasado. Por razones semejantes a las que vemos hoy en España, ambos líderes y sus poderosos partidos políticos se esfumaron hace casi 20 años.

Fueron sustituidos por un montón de pequeños partidos (algunos nacionalistas/separatistas) y por un líder populista emergente del tipo Gil y Gil a la italiana, peinado como Blas Piñar, y que ayer mismo volvió a renacer de sus vergonzantes cenizas: Silvio Berlusconi.  Al ver los resultados electorales de Italia, esta mañana me ha dado un ataque de tristeza.

Como diría José Martí del imperio yanqui, «conozco al monstruo porque viví en sus entrañas».  En el otoño de 1989, Silvio Berslusconi, Miguel Durán (ONCE) y Germán Sánchez Ruipérez (Anaya), cada uno con el 33,3 % de Gestevisión (luego Tele-5), me contrataron para crear un nuevo diario nacional con el nombre glorioso de «El Sol».  Ingenuo de mí. O mucho peor: soberbio de mi. Me creí capaz de poder torear, con más voluntad que acierto, a aquellos «morlacos», como me los definió entonces mi amigo y maestro el ex vicepresidente Fernando Abril Martorell.

Rubalcaba y Rajoy, tan amigos...

Rubalcaba y Rajoy, tan amigos…

Fracasé y fui despedido como director de El Sol en julio de de 1990.  En año y medio, me siguieron seis directores, al frente de mi tripulación, y el barco se hundió. Berlusconi (que repartía relojes de lujo y halagos a discrección) saltó del barco a tiempo y se quedó con el control de Tele-5. Pero esa del diario «El Sol» es otra historia que recordar no quiero.

Lo que ahora me preocupa es la relación de semejanza que pueda haber entre el caso español y el caso italiano, sobre todo en lo que se refiere a la emergencia y muerte de los grandes partidos políticos, si son incapaces de adaptarse a los cambios que se producen en sus respectivas sociedades.

¿Qué será de Rubalcaba y de Rajoy  y de sus aún poderosos partidos dentro de unos años si no se atreven a coger el toro por los cuernos?

Pero esa reflexión (ingenuo de mi) la dejo para más adelante. Ahora tengo recados urgentes que hacer.

(Continuará…)

 

 

 

 

 

La prueba del algodón: ¡Que vuelva Garzón!

Antes de dimitir, Rajoy debería indultar al juez Garzón para que vuelva a llevar el caso Gurtel. Sería la prueba del algodón. Ya lleva 500 indultos en un año. ¿Por qué no uno más? ¿Alguien duda hoy de las razones que llevaron a ciertos jueces del Tribunal Supremo, que presidía Divar, el marbellí, a expulsar a Baltasar Garzón de la investigación de caso Gurtel? Otros jueces hicieron lo mismo que Garzón y sigen ejerciendo tan ricamente.

El juez Garzón habló en la SER

El juez Garzón habló en la SER

Hace unos días, el ex juez de la Audiencia Nacional que descubrió esta trama delictiva ligada al Partido Popular rompió su silencio y habló de los «papeles secretos de Bárcenas» .

Las palabras del juez Garzón fueron medidas de manera exquisita. Pero su mensaje fue muy claro: dijo que había indicios suficientes para que los papeles de Bárcenas los investigara un juez (capacitado para ordenar registros, pulseras, retirada del pasaporte y otras acciones) en lugar de que lo haga, como ocurre ahora, un fiscal.

El Gobierno de Mariano Rajoy acaba de indultar (nadie sabe por qué) «a un conductor kamikaze que mató a un hombre en su demencial carrera», según Javier Marías, quien se escandaliza -y con razón- de los 17.059 indultos de la Democracia.

Nuestros gobiernos democráticos han repartido sus indultos con manga ancha y sin necesidad de justificiación alguna: 410 Suárez, 878 Calvo Sotelo, 5.944 Felipe González, 5.948 Aznar, 3.378 Zapatero y 501 Rajoy. En total: 17.059 indultos. Ya me dirán si no está más justificado hoy el indulto urgente al juez Garzón -con la falta que nos hace- que al kamikaze homicida.

Sobre Baltasar Garzón, me han llamado la atención estos titulares de la columna dominical del Luis María Anson:

El Mundo, 3 de febrero de 2013, pag. 21:

 

Bárcenas: la sombra de Garzón es alargada

El Mundo, 10 de febrero de 2013:

En el entorno de Garzón se especula con los recibís

Podemos decir muchas cosas de Anson, pero, debido a su acreditada especialización, no podemos decir que esté mal informado en asuntos conspiratorios.

En Estados Unidos, por lo que vemos en las series de la tele y por mi experiencia como corresponsal allí, no es de extrañar que el acusado pueda llegar a acuerdos con el fiscal y el juez instructor, declarándose culpable y aportando pruebas incriminatorias contra terceros, a cambio de ver aliviada su condena. En España no es así. Por eso, me llama la atención este párrafo de Anson dirigido a Rajoy:

«Querido presidente: ¿Le entregó el sinuoso Bárcenas a Baltasar Garzón la documentación que El País ha hecho pública? ¿Quiso el tesorero felón ganarse el favor del juez entonces estrella, hoy estrellado? ¿Dejó en manos de Garzón además de lo ya publicado los recibís que pondrían en marcha la caravana de dimisiones?»

Garzón negó en la SER haber tenido acceso a estos papeles de Bárcenas cuando él instruía el caso Gurtel. Dijo que, de haber sido así, por los «indicios evidentes» de delito que se aprecian, los habría incorporado a la causa y habría obrado en consecuencia. «Dicen incluso que yo estoy detrás», afirmó Garzón. «Ojalá hubiera tenido la posibilidad de denunciar los hechos en su momento».

Ahora que el PP ha aprendido a rectificar, a Rajoy se le presenta otra oportunidad de oro -la prueba del algodón- para convencernos de que no tiene nada que ver con los presuntos «sobrecogedores»: Indultar al juez Garzón y dejarle seguir investigando el caso Gurtel. Así de fácil. Nos taparía la boca a todos los que sospechamos, no sin razón, de que aquí hay sobre encerrado.

Mientras tanto, recomiendo la lectura, siempre provechosa, de un articulo muy clarito (estremecedor pero edificante) del magistrado emérito del Supremo José Antonio Martín Pallín, publicado anteayer en El Pais (Pag. 29). Copio y pego:

 

El color del dinero

Lo peor de la amnistía fiscal es la catadura moral de los beneficiarios

Al ciudadano español Luis Bárcenas le han descubierto una cuenta en un banco suizo por la que se han movido a sus anchas 22 millones de euros. El dato no sería noticia si el mencionado ciudadano no hubiese desempeñado durante 20 años los cargos de gerente y de tesorero del Partido Popular. La buena nueva ha desencadenado el correspondiente escándalo, como si, a estas alturas, alguien pudiera extrañarse de cuales son las fórmulas y artificios utilizados para la financiación de algunos partidos políticos.

La Constitución proclama que los partidos políticos son instrumentos fundamentales para la participación democrática, por lo que están justificadas determinadas subvenciones con fondos públicos. Los responsables de su funcionamiento nunca quisieron encontrar una fórmula aceptable para sufragar sus gastos. Regularon la financiación desde el año 1987 pero siempre dejaron abiertos dos agujeros negros por los que se introducía el virus de la corrupción: las donaciones anónimas y el funcionamiento del Tribunal de Cuentas. Las primeras se corrigieron en el año 2007, después de muchas reticencias por parte del Partido Popular. El Tribunal de Cuentas continúa con la misma agilidad que en los tiempos del Conde Duque de Olivares.

La financiación de los partidos políticos se consigue, como es lógico, a través de las aportaciones de sus afiliados, cantidad que no alcanza cifras significativas, por lo que ha tenido que ser complementada con subvenciones públicas. Cuando los ingresos se consideraban insuficientes para el funcionamiento de las sedes de los partidos y para hacer frente a las campañas electorales, algunos decidieron acudir a la picaresca, incluso a conductas delictivas para ingresar un dinero extra. Quizá pensaron que la cuota de poder que le asignaban los ciudadanos les permitía toda clase de irregularidades.

Una vez instalados en los centros decisorios de los Ayuntamientos, Diputaciones, Comunidades Autónomas o en el aparato del Estado decidieron utilizarlos para aumentar las asignaciones. Las concesiones de obras y servicios y las licencias urbanísticas se convirtieron en una fuente inagotable de recursos ilícitos.

Los reguladores de la financiación de partidos dejaron dos agujeros negros: las donaciones y el Tribunal de Cuentas 

El tesorero de un partido político contabiliza las cantidades que entran en la caja. Si las sumas son ilícitas, negras o delictivas hay que buscarles algún refugio seguro para que no se descubra su verdadero origen. No se necesita demasiada inteligencia financiera para envolverlas bajo donaciones anónimas. Cuando se les puso un tope, el dinero ilícito comenzó a desbordar los cauces previstos y era necesario buscar otras guaridas. Suiza, especialista en ensombrecer el color del dinero, era el lugar indicado. Desde el 17 de enero del presente año los helvéticos han levantado el secreto bancario en los casos de investigaciones judiciales.

Según denuncias no desmentidas, algunos dirigentes decidieron adjudicarse remuneraciones generosas por los servicios prestados al partido. Situados ante este espejo, los señalados tienen la ineludible obligación de comparecer voluntariamente ante la opinión pública y negar tajantemente los hechos. No pueden refugiarse en evasivas y agravios. En una democracia la responsabilidad ética y política del dirigente ante los ciudadanos les obliga a responder sin ambages a las imputaciones.

El color del dinero es variopinto. Lo que importa es su procedencia. Las cantidades procedentes del pago de comisiones por concesiones de obras o servicios son beneficios generados por cohechos delictivos. Estas cantidades se consignaban como donaciones anónimas lo cual a su vez constituye un delito de falsedad contable. Esta prestidigitación contable transformaba el dinero ilícito en un en asiento aparentemente lícito.

El principal artífice de todo este entramado era incuestionablemente el tesorero Luis Bárcenas, porque sin él todas estas maniobras no se habrían materializado. Tampoco sin la cooperación o el asentimiento y, ¿por qué no?, la inducción de los dirigentes del partido político, si esto se puede llegar a demostrar. Por ello el dinero de la cuenta suiza no es un dinero opaco que se sustrae al fisco sino un dinero procedente de actividades ilícitas que al ser retornado a España a través de la amnistía fiscal se convierte no en dinero lícito, sino en una maniobra delictiva de blanqueo de capitales.

La amnistía fiscal rompe todos los principios admisibles en el campo del derecho penal para despenalizar conductas delictivas. Solo puede hacerse por vía de ley orgánica y nunca por real decreto-ley. Pero lo más grave no es el vicio legal sino la catadura moral de las personas a las que se aplica. Se trata de ciudadanos que han ocultado o evadido sus capitales sustrayéndolos al sostenimiento de los servicios públicos esenciales en tiempos de gravísimas carencias sociales. El Estado no puede tolerar ni excusar la insolidaridad y discriminar a otros delincuentes.

Nuestro país tiene muchas carencias, culturales, sociales, éticas y democráticas. Demasiados ciudadanos se han hecho partícipes y alentadores de estas conductas votando de forma abrumadora a personas implicadas en tramas de corrupción. Las multitudes padecen el síndrome de Barrabás, prefieren a los golfos en lugar de a los justos. Me resisto a caer en el desaliento y la melancolía. Estoy convencido de que la mayor parte de la sociedad española está indignada y desmoralizada. Es vital para la democracia recuperar la fuerza política de la moral pública en estos momentos difíciles.

José Antonio Martín Pallín es abogado, magistrado emérito del Tribunal Supremo y comisionado de la Comisión Internacional de Juristas (Ginebra)

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¿De qué o de quién se ríen nuestros políticos?

Mi compadre me ha enviado una imagen (algo forzada) que vale más que mil palabras. Dicen que «quien ríe el último ríe dos veces». Quizás en Gran Bretaña.

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Recomiendo la lectura de este artículo publicado hoy por El Pais. Pienso que acompaña muy bien a esta imagen.

 La corrupción no debe quedar impune

Debemos acordar la expulsión precoz de la política de quienes sean encausados
Joan J. Queralt

(7 FEB 2013)

La lucha contra la corrupción política no es fácil; menos si lo hacemos con las manos atadas a la espalda. Cuando la corrupción se hace por sistémica insoportable, nos percatamos de que los mecanismos de respuesta no funcionan adecuadamente, pues, o no son asumidos por quienes deberían, o ponerlos en marcha, especialmente los judiciales, es tarea ímproba.

En cierta medida, pedimos peras al olmo. En efecto, implementar los mecanismos políticos y jurídicos de respuesta depende en buena media de aquellos que habitan los espacios donde se referencia la corrupción. Como ha señalado el Greco (Grupo de Estados contra la corrupción) en sus análisis sobre España, no falla tanto la legislación como su aplicación.

Aquí, el déficit de medios personales y materiales es clamoroso. Así, por el Juzgado de Nules, tras cinco años instruyendo el caso Fabra, han pasado siete jueces y cuatro fiscales. Olvidado el entusiasmo institucional del 11-M, los jueces de instrucción de la Audiencia Nacional reclaman más auxilio pericial por parte del Ministerio de Hacienda y de la Intervención del Estado para evitar que se eternicen las causas. Dos muestras.

La presunción de inocencia es un derecho fundamental que vale para el proceso, no fuera de él

El Roto, en el País de hoy

El Roto, en el País de hoy

Se alzan voces que claman contra, en su opinión, breves plazos de prescripción. Salvo el delito fiscal que prescribe a los cinco años, la mayor parte de las infracciones que hoy nos aquejan prescriben entre 5 y 10 años. Tiempo, entiendo, más que suficiente. Dilatar los plazos sin poner medios es un brindis al sol. Lo que debemos preguntarnos es por qué Hacienda, la Intervención del Estado y las de las comunidades autónomas, al igual que los diversos Tribunales de Cuentas, van con tal retraso en la verificación ordinaria de las cuentas públicas y de las de los partidos políticos, lo que hace muchas previsiones inútiles. Debemos preguntar cuáles son sus planes de trabajo, si son realistas, si se cumplen y especialmente porqué sus recomendaciones y observaciones resultan reiteradamente incumplidas. En no poca medida cabe hablar de una cierta impunidad de facto; eso sin hablar del indulto regio.

La otra cuestión relevante es que los encausados apuran hasta las heces su cargo, enarbolando la sagrada presunción de inocencia. Interesadamente confunden dos cosas. La primera, la presunción de inocencia es un derecho fundamental que vale para el proceso, no fuera de él. Por eso la responsabilidad penal y la política son diversas.

Dicho esto, hay que ir un paso más allá: la precoz expulsión de quien aparezca como corrupto. Sin embargo, el político imputado, al son de quiméricas conspiraciones en su contra y contra la patria, se resiste a ello, se equipara al ciudadano común y se muestra más doliente que este. Si el ciudadano no se ve privado de sus derechos hasta que es condenado, pues es presumido inocente hasta ese momento, por qué, inquiere el encausado-político, él ha de verse privado de esa presunción y ser despojado de sus cargos. Por dos razones muy sencillas. La primera: es falsa esa pretendida igualdad. La función pública comporta prerrogativas y cargas para garantizar la limpieza de su ejercicio que no son necesarias en la vida común. O sea: en lo desigual no hay igualdad a proteger.

El grupo político que no promueva la dimisión de sus imputados quedará ante la ciudadanía como un ventajista

La segunda razón es esencialmente política. Cuando un político es encausado, se le genera un profundo conflicto de intereses: el ejercicio de su función se ve alterado por su legítimo derecho de defensa. Ya no puede prestar la atención y ponderación que el cargo le impone. Por ello, mientras se reforman las leyes, hay que esperar de nuestros políticos un paso al frente que dignificaría su actuación: políticamente es obligada la dimisión de los cargos electos, por más que no sea obligada aún legalmente, desde que se produce la imputación formal, esto es, desde el momento en que el juez de Instrucción le comunica el auto de imputación y le da conocimiento íntegro de las actuaciones.

Estas resoluciones judiciales de imputación, por lo que alcanzo a ver, están más que suficientemente motivadas, por encima de la media, e ilustran plenamente al interesado y a la ciudadanía por qué se atribuye indiciariamente un delito o un haz de delitos. En fin, la imputación satisface todos los derechos y garantías procesales. Cabe objetar que, en caso de absolución, un daño cuando menos honorífico se ha inferido al procesado. Puede ser. Pero no pasa de ser un inherente riesgo profesional, que el ejercicio sin tacha de la función pública evita.

También se aduce que un grupo político podría requerir a sus integrantes la dimisión y otros no; así, tal conducta sería perjudicial para los más cumplidores. Nada menos cierto. Una cualidad políticamente olvidada es la generosidad, hija como es de la inteligencia. El grupo político que no promueva la dimisión de sus imputados quedará ante la ciudadanía como un ventajista. Tal percepción cotiza muy a la baja en la actualidad y sería un primer, pequeño, pero primer, paso en la dirección de una regeneración política. El segundo paso, reitero, ha de ser la dotación de medios personales y materiales a la justicia; si no hubiera dinero, anúlense partidas superfluas, que aún hay muchas, sin perjudicar los derechos ciudadanos. La causa pública lo vale.

Joan J. Queralt es catedrático de Derecho Penal en la Universidad de Barcelona e investigador principal del grupo “Estrategias preventivas y reactivas contra la corrupción”.

Rajoy defiende a los presuntos «sobrecogedores»

Como en tiempos de Franco, el sospechoso Rajoy ha emitido su mensaje antidemocrático contra la libertad de prensa. Da igual lo que diga. Aunque defienda a los presuntos «sobrecogedores«, ¿quién le va a creer si tanto teme a las preguntas?

Virginia Pérez, vecedirectora de 20 minutos.

Virginia Pérez, vecedirectora de 20 minutos.

Su pavor a las preguntas y repreguntas legítimas de la prensa le marca ya como culpable de un delito gravísimo contra la libertad de expresión, en un momento especialmente calamitoso para nuestra joven y frágil democracia.

Su delito principal ha sido, a mi juicio, declararse enemigo de la democracia y de uno de sus pilares fundamentales: la libertad de expresión, un derecho no solo de los periodistas sino de los todos los ciudadanos.

La puesta en escena del presidente del PP me ha dado escalofríos (solo faltaba la bandera y la música, por supuesto, militar) y me ha traído el recuerdo tenebroso de cuando yo trabajaba en la televisión del dictador Francisco Franco y no podíamos decir ni pío.

Me siento como nuestra vicedirectora, Virgina Pérez, con la boca tapaba para que no podamos sacar los colores al presidente del Gobierno y del PP.

Con el espectáculo tétrico de hoy, Mariano Rajoy ha dado un golpe durísimo e insoportable a la democracia.

Peridis, en El País de hoy

Peridis, en El País de hoy

Los periodistas no deberíamos acudir jamás a ninguna conferencia de prensa o mensaje público que no admita preguntas y repreguntas.  Es una tomadura de pelo a todos los ciudadanos mayores de edad. Ya no somos súbditos aterrorizados, sino ciudadanos libres. ¿Qué se ha creído este  Rajoy?

De hecho, su vicepresidenta, Soraya Sáez de Santamaría, le ha superado en talla moral y democrática: ayer mismo dio la cara por él, y a punto estuvo de que mis colegas se la rompieran preguntando y repreguntando por las presuntas vergüenzas de su jefe. La nº 2 de Rajoy en el Gobierno aguantó el tipo sin perder la compostura, escurrió el bulto y no respondió a nada, con la hábil coartada de que ella hablaba como miembro del Gobierno y no del Partido Popular. Pero dio la cara y me pareció limpia. Para mi, la vicepresidenta del Gobierno es digna de admiración. Algo para lo que su jefe no ha tenillo agallas.

Deduzco que Rajoy desprecia la democracia: no solo ha espantado a la prensa, que tiene el deber de informar a los ciudadnos, sino que ha criticado al líder de la oposición precisamente por ejercer como líder de la oposición y por hacerle preguntas críticas.

Eneko, en 20 minutos

Eneko, en 20 minutos

Estuve tan indignado durante el trasnochado show marianista que apenas pude prestar atención a lo que decía ante su guardia pretoriana, aislado y separado de los periodistas por un nuevo muro de la vergüenza. Mañana leeré su mensaje escrito en los periódicos. Con su puesta en escena dictatorial ya he tenido bastante por hoy.

No obstante, en el telediario, creo haber oído que Rajoy (que no ha mencionado el nombre de su fiel Bárcenas) ha puesto la mano en el fuego por todos los miembros de su partido. Como si nadie fuera sospechoso de robar en el PP, como si nadie hubiera financiado al PP con donativos ilegales (a cambio de algo, digo yo) y como si todos los presuntos «sobrecogedores» (que cogían sobres en negro) pagaran todos sus impuestos.

Rajoy sigue fiel su costumbre. Ya hizo lo mismo al defender al mismísimo Luis Bárcenas, nombrado por él tesorero del PP, cuando le trincaron con las manos en la masa por el caso Gurtel y que le costó el cargo (ahora vemos por qué) al juez Garzón.

Rajoy sufrió entonces quemaduras de tercer grado. Fíjense en sus manos. Mientras ardían las manos de Rajoy, Bárcenas amasaba 22 millones de euros en su cuenta de Suiza.

Si yo fuera Bárcenas, iría con escolta, me declararía abstemio y no cogería el coche.

P.S.

Isidro López Cuadra se refiere en un escrito a «la desamortización de conejos y jabalíes» por la privatización de tierras que ha hecho la señora Cospedal (otra que tal baila en las bárcenas* de La Mancha) y termina con esta anécdota de su madre:

«Cuando a mi madre le comentaban algo así como: “¡esta persona no tiene vergüenza!”, casi siempre contestaba: “¿Vergüenza?, la tiene toda, no ves que no la gasta”.

(* Bárcenas: Terrenos en pendiente de gran amplitud)

 

 

 

Presidente insoportable: ¡Váyase Sr. Rajoy!

 

Portada de El Pais, 31-1-2013

Portada de El Pais, 31-1-2013

Esta vez se irán, sí, pero no de rositas. Estos caraduras y presuntos delincuentes han ido demasiado lejos. «Don Trancredo» Rajoy debe dimitir inmediatamente para dedicarse «full time» a defender en los tribunales lo que pueda quedarle de honorable.

Tras conocerse «Los papeles secretos de Bárcenas«, que ha publicado hoy El Pais, necesitamos ya mismo un Gobierno honorable, libre de sospechas, aunque sea del Partido Popular que ganó las últimas elecciones con dinero presuntamente tan pecaminosoO bien, quizás mejor, nuevas elecciones generales.

El ex tesorero Bárcenas, nombrado por Rajoy, abrió las puertas del hasta ahora inexpugnable castillo del PP. ¡Y qué mal huele! Bárcenas cumplió con la vieja tradición de los despechados o traicionados por su jefe: abrió las puertas (y la caja de los truenos) del PP naturalmente desde dentro.

Ahora, mientras los tribunales deciden qué hacer con estos papeles que queman las manos de cualquier persona decente, ¿con qué cara va a pedir este Gobierno que los españoles paguemos a Hacienda lo que nos corresponde?

Para que conste a quienes no les consta, ahí van los titulares y sumarios del diario El País de hoy:

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LAS CUENTAS MANUSCRITAS DE LOS TESOREROS DEL PARTIDO POPULAR ENTRE 1990 Y 2008 »

Los papeles secretos de Bárcenas

1359562148_791161_1359562200_noticia_normalEn los extractos figuran numerosas donaciones de constructores, entre ellos tres imputados en el ‘caso Gürtel’
Dolores de Cospedal, Rodrigo Rato, Mayor Oreja , Javier Arenas, Ángel Acebes y Álvarez Cascos niegan haber recibido los pagos
Las anotaciones reflejan entregas al presidente del Gobierno de 25.200 euros anuales durante 11 años

LA CONTABILIDAD OCULTA. Los extractos de los papeles secretos del extesorero del PP Luis Bárcenas reflejan las anotaciones de supuestos pagos a políticos de la cúpula del partido, como Rodrigo Rato, Mariano Rajoy, Francisco Álvarez-Cascos, Jaime Mayor Oreja, Ángel Acebes o Dolores de Cospedal.

La contabilidad interna que manejaron Álvaro Lapuerta y Luis Bárcenas, tesoreros del PP entre 1990 y 2009, a la que ha tenido acceso EL PAÍS, refleja pagos periódicos, trimestrales o semestrales, a toda la cúpula del partido (secretarios generales y vicesecretarios generales). Las mayores entregas registradas son a Javier Arenas y Francisco Álvarez-Cascos
La caja registró donativos e ingresos por 7,5 millones.

Empresarios de la construcción, algunos imputados en casos de corrupción, figuran como los que realizaron mayores ingresos.

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Las corruptelas del ex presidente del Tribunal Supremo, el sivergonzón meapilas Carlos Dívar, que le costaron el cargo, serán minucias si los papeles secretos del despechado Bárcenas resultaran ser tan ciertos como parecen.

Cobran actualidad -¡qué pena!- los versos clásicos:

«En tiempos de las bárbaras naciones

de las cruces colgaban los ladrones

hoy en en el siglo de las luces

del cuello del ladrón cuelgan las cruces».

«Pues eso», que diría nuestro buen Forges.

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Por una corrupción soportable

La corrupción cero es un sueño inalcanzable, un objetivo utópico. No es cosa de humanos. Ya sabemos que la corrupción, alentada por la avarica, es el lubricante del capitalismo. Por eso, lo que importa no es liquidarla sino cambiar la tendencia para que la corrupción apunte al cero y no, como hace ahora, al infinito. Invertir la actual tendencia diabólica nos hará mejores personas, más libres y más justos. Quizás, incluso, más felices,

Manifestación de "indignados" en Madrid

Manifestación de «indignados» en Madrid

¿Quién puede estar en desacuerdo con esta propuesta tan noble y democrática? ¿Alguien se atreve a oponerse publicamente a este objetivo? Ni los políticos más cínicos lo harían. Seguirían como hasta ahora: diciendo una cosa y haciendo la contraria. Cambiar esa tendencia va en contra de sus intereses económicos y políticos a corto plazo. Por lo que vemos, el Indice de Corrupción Ambiental (ICA), tan dificil de medir, está triplicando a la prima de riesgo y tiene difícil arreglo. Los principales responsables son seguramente los líderes políticos que nos representan a casi todos. Pero, del rey abajo, nadie puede ni debe escurrir el bulto: el Indice de Corrupción Ambiental, como Hacienda, es cosa de todos.

¿Qué hacer?

La observación de la realidad nos ha demostrado que los principales enemigos del cambio de tendencia hacia la «corrupción cero» son precisamente los encargados de dicha tarea: los partidos políticos y sus dirigentes. Acabo de repasar los 10 casos principales de corrupción, en manos de los tribunales, que publica nuestra web. En todos ellos, aparecen los partidos políticos de uno u otro signo. Varían las cantidades robadas (cutres en la izquierda, faraónicas en la derecha) pero las intenciones que mueven a los políticos corruptos son muy semejantes, al margen de su ideología.

Decia Durremat: «Triste la época en la que hay que luchar por cosas evidentes».

Entre todas las propuestas que he leído últimamente me ha llamado la atención la que José A. Gómez Yañez y César Molinas hacen en El País. ¿Quien regula al regulador? Ellos proponen que sean regulados desde fuera, como en Alemania. Vale la pena su lectura. Aunque mejor sería que empezaramos a recoger firmar al pie de un manifiesto benéfico titulado: Por una corrupción soportable.

Alguien debería tirar la primera piedra… como cuando luchábamos contra la Dictadura por la Democracia. Claro que entonces éramos más jóvenes y seguramente más generosos. Algo habrá que hacer desde fuera de los partidos políticos (que son, sin duda, la base de la Democracia) para salvarlos de ellos mismos y para que nuestros hijos y nietos (los del 15-M) no nos echen en cara -y con razón- la mierda de herencia que les estamos dejando.

Copio y pego:

Qué hacer con la corrupción

Hay que regular a los partidos políticos desde fuera, como en Alemania

José Antonio Gómez Yañez / César Molinas

22 ENE 2013 – El País

El funcionamiento de los seres vivos, de los motores de explosión y de los organismos sociales produce, inevitablemente, residuos tóxicos que se deben eliminar. Si no se hace, sobrevienen la muerte y la descomposición. De ahí la existencia de los riñones, de los tubos de escape y de la regulación de los partidos políticos, por ejemplo.

En todos los sistemas políticos hay corrupción: es tan consustancial con la política como el monóxido de carbono con el automóvil. Por ello, en las democracias avanzadas, existen leyes que regulan la actividad interna de los partidos políticos. Esta regulación impone los mecanismos de reciclaje de toxinas que permiten que la democracia siga funcionando de manera saludable. El nivel insoportable que ha alcanzado la corrupción política en España se debe a la ausencia de reciclaje de los residuos tóxicos que generan nuestros partidos. La democracia española es como un cuerpo sin riñones o un coche sin tubo de escape.

La ley española de partidos políticos está vacía de contenido y permite que, en la práctica, los partidos se autorregulen. Esto es una anomalía gravísima e insólita en las democracias avanzadas. Los partidos políticos no deben autorregularse porque son entidades especiales a las que se les reconoce el monopolio de la representatividad política y se financian con recursos públicos. Este reconocimiento no debe darse sin un riguroso control legal para evitar que los partidos acaben, como en España, convirtiéndose en élites extractivas. En Alemania, por ejemplo, la ley obliga a los partidos a celebrar congresos bienales, a que los delegados en estos congresos sean elegidos por votación secreta entre los militantes, a que los candidatos a cargos electos sean elegidos en primarias, a someterse a auditorías externas… El sistema genera competencia entre los dirigentes y los candidatos a serlo. Como no puede ser de otra manera, los mecanismos de reciclaje de residuos son la democracia interna, la transparencia y la competencia. ¿Hay corrupción política en Alemania? Por supuesto que la hay, pero los mecanismos legales previstos evitan una espiral degenerativa y contagiosa como la española. La corrupción puede llegar al tobillo, pero el drenaje impide que llegue al cuello.

No hay que esperar que el sistema actual se regenere de manera endógena

En España los congresos los convocan las direcciones partidarias cuando les conviene, los candidatos son nombrados por cooptación, gran parte de los afiliados son cargos públicos o allegados, las auditorías las hace el Tribunal de Cuentas —cuyos miembros son nombrados por los partidos— con años de retraso… ¿Por qué no hay sistemas de dragado de residuos en la política española? Porque en la Transición se decidió potenciar la estabilidad de los partidos cediendo un poder casi ilimitado a sus cúpulas dirigentes. Pesaba mucho el recuerdo de la inestabilidad política durante la II República y se confiaba en que partidos estables dieran lugar a una democracia estable. Además, se creía que este tipo de partidos era una garantía de unidad política ante el proceso descentralizador del Estado de las Autonomías. Hoy hay que reconsiderar esa decisión, porque el precio que se ha pagado por ella ha sido excesivo.

La falta de competencia interna y de control externo en los partidos españoles ha tenido dos consecuencias. Primera, una corrupción a la que no es posible poner límites y que tiene efectos cancerígenos. No se trata de cargos cometiendo delitos o de partidos buscando dinero extra. Se trata de empleados y políticos integrados en los aparatos que los utilizan para enriquecerse sin control o para conseguir ingresos adicionales escapando al control de Hacienda. De la corrupción individual se ha pasado a una fase institucional. La segunda consecuencia ha sido la degeneración de la competencia técnica y capacidad de liderazgo de nuestros políticos, cooptados en base a su fidelidad a las cúpulas en cada vuelta del torno electoral con grave detrimento de su iniciativa e independencia de pensamiento, pese a la supervivencia en los engranajes partidarios de muchas personas capaces y honestas.

¿Qué hacer? No hay que esperar que el sistema actual se regenere de manera endógena. No lo hará. Y la solución no pasa por más fiscalía y más tribunales. Eso es necesario, pero insuficiente. Hay que regular a los partidos españoles desde fuera, como en Alemania. Hace falta una nueva ley de partidos políticos que imponga la democracia interna y la transparencia, es decir, que obligue a tener mecanismos de reciclaje de residuos tóxicos. Esto es lo último que hará una élite extractiva porque vive de la opacidad y de la cooptación. La reforma habrá que hacerla contra la resistencia numantina de las élites partidarias, que antes prefieren pasar por el juzgado de vez en cuando que someterse a controles externos. Es necesario un amplio movimiento ciudadano para exigir una Ley de Partidos como la alemana, que imponga congresos periódicos, que obligue a que los delegados se elijan por sufragio secreto entre la militancia, que obligue a hacer primarias para elegir a todos los candidatos a cargos representativos, y que obligue a auditorías externas independientes. Se tendría que recoger firmas para llevar una propuesta de ley en este sentido al Congreso de los Diputados. ¿Quién se va a oponer públicamente?

(José Antonio Gómez Yáñez y César Molinas son politólogos.)

Duros con el alcohol, blandos con los porros

Los conductores borrachos lo van a tener crudo en Nuevo Mexico y, muy pronto, en todos los Estados Unidos. Si no tienen coche propio, tendrán que soplar en el alcoholímetro en sus casas por la mañana y por la noche.

Portada del diario Santa Fe-New Mexican del 2 de enero de 2013

Anteayer mismo me sorprendió el tema de una conversación apasionada de unos conocidos acerca de un artículo firmado por Anne Constable en la primera página del diario «Santa Fe-New Mexican«:

«Los defensores esperan cerrar los agujeros en la ley estatal de DWI» 

(«Advocates hope to close holes in state´s DWI law»)

Aquí se considera delito grave «conducir sufriendo intoxicación» (DWI, Driving While Intoxicated«) ya sea por alcohol (más de 0,16 % en sangre) u otro tipo de droga prohibida. Un delito menos grave es «conducir bajo influencia» (DUI, Driving Under the Influence) especialmente del alcohol (entre 0,08 % y 0,16 % en sangre).

La ley norteameriana, que prohibe conducir con más de 0,08 de alcohol en sangre, es aparentemente más permisiva que la europea, que fija el límite permitido en el 0,05 % de alcohol en sangre. Sin embargo, la persecución policial y las penas son mucho más duras en Estados Unidos que en la Unión Europea. No digamos ya en algunos países europeos, especialmente del Sur, donde muchas leyes se incumplen de tal manera que se convierten en meras orientaciones… Y para qué hablar de los países árabes donde el límite máximo permitido es cero. No hay un criterio universalmente aceptado sobre el abuso de alcohol.

Por lo que estoy viendo y comentando aquí, en estos días de vacaciones que paso en el Inn on the Paseo de Santa Fe, la tendencia marcará una mayor diferencia entre Estados Unidos y la Unión Europea. De hecho, lo que en EE.UU. supone cárcel en Europa se queda sólo en multa y/o retirada de puntos del carnet de conducir. Aunque en EE.UU. hay variaciones entre las leyes de los distintos Estados, por lo general, la primera ofensa por conducir bajo la influencia del alcohol (más dos bebidas dan ya el 0,08 % en sangre) supone arresto inmediato esposado y pasar como mínimo una noche en prisión. Tras el pago de la fianza, el infractor sale de la carcel y se somete juicio. La pena por un primer delito (con menos de 0,16 % de alcohol en sangre) suele ser de servicios comunitarios, cursos de reeducación y rehabilitación en fines de semana, conducir con un alcoholímetro conectado al motor de arranque de su coche y un año en libertad condicional no vigilada. Si reincide (con DWI o DUI) durante ese año o incumple las penas impuestas, el condenado ingresará inmedatamente en prisión, y sin fianza, durante 90 días.  Este es el caso del Estado de Nuevo Mexico donde Barack Obama barrió en las últimas elecciones presidenciales.

Ese mismo día de noviembre de 2012, los ciudadanos de Nuevo México aprobaron también el uso medicinal, con receta médica, de la marihuana. Lo mismo hicieron en California y en otros Estados. En ellos, ya no es delito el uso personal medicinal (no recreativo) del cannabis. De hecho, es un auténtico coladero ya que la receta te la pueden dar en la misma tienda que te vende cannabis. Consumir porros sin receta es una infracción leve que solo conlleva una multa. Nada de cárcel, como antes.

Legislación propuesta contra coductores alcoholizados que se debatirá este mes el Congreso de Nuevo Mexico (EE,UU,)

Por tanto, la policía de estos Estados apenas se molesta ya, como hacía antes, en detener a los consumidores de porros.  Persiguen a los traficantes, eso sí. Pero su mayor atención se centra, cada vez más, en perseguir a conductores borrachos (con más de 0,16 % en sangre) o bajo la influencia de más de dos bebidas alcohólicas (más de 0,08 %) que reducen sus reflejos y su buen juicio.

Un «emporrao» generalmente no conduce sino que se queda tumbado en el sofá mirando al techo o en un banco del parque. Rara vez alguien puede matar otro bajo la influencia del cannabis. Todo lo contrario ocurre con los que conducen borrachos o bajo la influencia del alcohol: llevan en sus manos un arma potencialmente asesina. Además, en conductores ebrios el alcohol les quita reflejos, les hace creer que son mejores conductores, les inducen a cometer actos temerarios y les nublan el buen juicio que tienen cuando están sobrios.

Desde luego, cada cultura tiene su droga. Debido a que el alcohol es el «opio» tolerado de Occidente, su abuso doloso está socialmente bastante disculpado y, de manera hipócrita,  se ha perseguido muy poco con relación al enorme daño que produce a terceros: malos tratos en el hogar y accidentes de tráfico, en ambos casos con frecuentes consecuencias de heridas o muertes.

Desde luego, en Santa Fe, la capital mágica y progre de Nuevo México, situada en un desierto como el de Tabernas en  Almería, pero cubierto de nieve y a 12 grados bajo cero, se toman muy en serio la nueva legislación que ha llegado hace unos días al Congreso de su Estado.

Susana Martínez, gobernadora republicana del Estado de Nuevo Mexico, ha ido más allá de lo contemplado en el proyecto de Ley presentado al Congreso. Ha pedido que la 8ª reincidencia de un conductor borracho (el caso de un alcohólico) se considere crimen de 2ª grado y se castigue con 15 años de cárcel.  La propuesta ha sido criticada por ser cara e ineficaz, pues hay que alimentar en la cárcel a los alcohólicos que dificilmente se rehabilitan entre rejas. Cuando salen de la cárcel, la mayoría vuelven a beber. Un amigo alcohólico de los pocos que me quedan (pues ya he asistido a varios entierros de colegas que murieron directa o indirectamente por causa del alcohol) me suele recordar que «no hay ex alcohólicos sino unos alcohólicos que beben y otros que no beben».

Aquí, en Santa Fe, me dicen que lo más disuasorio para el primer delito de conductores borrachos o bajo la influencia del alcohol ha sido hasta ahora arrestales, esposarles y encerrarles una noche entera en la cárcel. La estadística ha demostrado ser una buena lección, ya que por miedo a la cárcel y por el control del «interlock» (alcoholímetro en el motor de arranque) pocos reinciden en el primer año.

Como dice Anne Constable en su artículo, la ley vigente está sostenida por «una historia de éxito«. Los legisladores no quieren cambiarla sino mejorarla tapando los agujeros que se le han descubierto. La segunda ofensa por DWI o DUI lleva aparejada la cárcel sin fianza. El tiempo lo fija el juez según la gravedad del delito, es decir, la cantidad de alcohol en sangre y los efectos de su conducción temeraria. Las innovaciones de los Estados más avanzados en esta materia, que algún día veremos aplicar en la Unión Europea, se centran en la reeducación y rehabilitación de los que han conducido bajo la influencia del alcohol y han sido detenidos y encarcelados por ello.

Uno de los intrumentos más eficaces ha resultado ser el llamado «interlock», aplicado al motor de arranque del vehiculo del conductor condenado y conectado con la Policía a través del Departamento de Vehículos de Motor. El conductor debe soplar antes de arrancar su coche. Si lleva más de 0,03 % de alcohol en sangre (más de una cerveza, por ejemplo, que es el límite máximo permitido en Escandinavia), el motor no arranca. Por si el conductor arranca limpio de alcohol pero bebe en el camino, mientras conduce, el alcoholímetro le exigirá inesperadamente en periodos de duración aleatoria (una vez o diez veces al dia, nunca se sabe) que sople de nuevo. Si da positivo, entonces suena alocadamente el claxon de su coche y pronto se para el motor. Los demás ciudadanos (y la policía) lo señalan porque saben que ahí va un borracho al volante. La patrulla tarda poco en volver a deternerle y llevarle a la carcel inmediatamente por un mínimo de 90 días.

El principal agujero que han descubierto en la Ley vigente, y que quieren cambiar, tiene que ver con este alcoholímetro contectado al motor de arranque. En EE.UU. es dificil vivir sin coche. Salvo en grandes ciudades, el transporte publico es deficiente y casi inexistente. Por ello, el condenado puede aducir que no tiene coche propio sino que conducía el coche familiar o el de su esposa. No se puede dejar a la familia sin coche. También puede dejar aparcado durante largos períodos su coche con su control de alcoholemia puesto y sin usar y decir a la policía que va en bici, mientras conduce otro coche ciego de copas. Para este caso, la nueva Ley propone que el condenado tenga que soplar un mínimo número de veces en su coche (300 veces, por ejemplo) en lugar de fijarle un periodo de 6 meses o 1 año con el interlock instalado. Para el caso de que diga no disponer de coche propio, el proyecto de Ley propone que se instale el alcoholimetro dentro de la casa del condenado y éste deberá soplar todos los días por la mañana y por la noche.

Un conocido abogado de Santa Fe (del despacho legal Marlowe) me dijo ayer que «mas pronto que tarde veremos salir de fábrica a todos los coches con su «interlock» instalado solo para el arranque como algo obligatorio para todos los conductores, al igual que ya ocurre con los cinturones de seguridad; así salvaremos millones de vidas al año».

No le falta razón. Algún día, en lugar de una corbata, una colonia o un móvil, el mejor regalo de Reyes Magos para una pareja, un padre o un hijo bebedor será el aquí ya famoso «intelock» contra conductores bajo la influecnia del alcohol. Si llegara imponerse por Ley o a ponerse de moda, se reduciría sensiblemente el número de muertos por accidentes causados por el alcohol. Hoy, el 40 por ciento de los muertos en accidentes de tráfico de EE.UU. son causados por el conducir bajo la influencia del alcohol. En España, en 2011, el 45 por ciento de los conductores muertos habían consumido alcohol, drogas o sicofármacos. De estos, el 77,7  por ciento era por alcohol y el resto principalmente por cocaina. Y esa cifra no incluye a otros muertos inocentes, peatones, pasajeros o victimas de otros coches.  De los peatones que fueron atropellados y muertos en 2011, el 42 por ciento dieron positivo en alcohol en sangre y de ellos el 75,5 iban borrachos pues dieron tasas de alcohol de 0,12 % en sangre.

Los datos juegan a favor de la instalación del alcoholímetro en los coches y, desde luego, de políticas más activas para prevención del alcoholismo: en las tres causas principales de muerte entre jóvenes de 15 a 24 años (accidentes, homicidios y suicidios) está presente el abuso de alcohol. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se producen 5 muertes por minuto en el mundo (2,5 millones de muertes al año) causadas por el consumo abusivo de alcohol.

Después de esta larga conversación, en una casa de adobe de Santa Fe, con sus farolitos iluminando sus muros, cobraba mucho sentido el titular que yo había visto en la primera página del diario local y que me había sorprendido como para copiarlo y pegarlo en el blog.  Ahora estoy por pedirle a los Reyes Magos que me traigan esta noche un alcoholímetro para mi solo. Por si acaso. Son datos para meditar…

Felices Reyes (o ¿reyes?)

Aquí ha subido hoy la temperatura a 11 grados bajo cero. Un regalo de Reyes.

 

 

 

 

 

 

 

Si vas por el infierno, ¡no te pares!

Quiero acabar el año con unas gotas de optimismo. Y no he bebido. Un almuerzo con nuestro hombre en el Banco Central Europeo me ha levantado un poco el ánimo.

Prof. José Mannuel González Páramo

El profesor José Manuel González Páramo, miembro saliente del Consejo del BCE, debería predicar en la tele, en hora de máxima audiencia, y no solo ante los alumnos del IESE. Haría más por recuperar la confianza de los españoles (y europeos) que todos los sermones de los viernes de Dolores que siguen al Consejo de ministros.

Sin embargo, voces tan sensatas y autorizadas como la suya no se oyen, no se escuchan, entre tantos lamentos provocados por los recortes ideológicos del Gobierno del PP y la resignación culpable de la oposición socialista. Ocho años en el gobierno del BCE le dan una visión de la crisis y una perspectiva del futuro dignas de tener en cuenta; especialmente al acabar un quinquenio tan desastroso para la economía española como ha sido el de 2008- 2012.

González Páramo nos habló de la fortalezas y las debilidades del euro, pero su conclusión fue bastante positiva: en 10 años, desde que nació el euro, el PIB creció un 30%. El euro es popular, se ve como algo bueno. Sin embargo, aquí está la paradoja, es el epicento de la crisis. Cuando estalló la crisis, a finales de 2007 y 2008, vimos un euro defectuoso, incapaz de absorber los shocks. La coordinación dentro de la zona euro era muy débil.

Por fin, en junio de 2012, los líderes europeos se caen del caballo, reaccionan y ponen en marcha un proceso para la Unión Bancaria y Fiscal, un supervisor bancario central y único, pero no avanzan nada en la integración política. A partir de esa fecha, quien vaya contra el euro puede quemarse. Los mercados empiezan a temer al BCE puesto que ha lanzado el mensaje de apoyo a los países que pidan ayuda, una ayuda sin límites para garantizar los depósitos. Con estas medidas en marcha, González Páramo cree que ha pasado lo peor de la crisis. «Los grandes riesgos quedan atrás», nos dijo. Y la Unión Bancaria se puede hacer sin cambiar el Tratado de UE. Defiende el salvamento de los bancos en crisis con dinero público con esta frase: «No es barato dejar caer a un banco».

Su diagnóstico de la crisis española fue bastante claro: la 2ª peor crisis de de nuestra historia reciente, con exceso de inversión inmmobiliaria y un ajuste fiscal tremendo (del 11,5 al 7 %), es decir, reduciendo 4,5 puntos en un año, saneamiento de bancos y empresas endeudados, recomposición de sus balances, etc. La vícitima ha sido el crédito. En el lado positivo, la competitvidad y las exportaciones aumentan y eso creará más empleo. Se queja de la lentitud de los políticos europeos en la toma de decisiones y les anima a seguir avanzando sin pararse con esta frase: «Si vas por el infierno, no te pares».

Reconoce que con su salida del Consejo, España ha perdido presencia en el Banco Central Europeo (lo siente como «un pellizco«) y lamenta la falta de una narrativa clara que explique a los ciudadanos la crisis que atravesamos.

Desde luego, su discurso sobre la crisis del euro fue bastante claro y esperanzador. Y la claridad ilumina mejor el futuro…

¡¡¡Feliz año 2013 !!!

 

 

«¡Faltan cabezas!», exclamó el conde duque

La democracia española está atascada. ¿Quien la desatascará? Por más que miro, no veo cabezas dispuestas para la tarea. Ni ganas de sacarnos del hoyo. Entre otras razones, porque los líderes de los partidos políticos de derechas y de izquierdas, responsables principales del atasco, no parecen estar por la labor de tirar piedras contra su propio tejado.  Y ya sabemos que, a la hora de renunciar a privilegios y prebendas, son tal para cual. Entre bueyes no hay cornadas o entre bomberos no se pisan la manguera. Estamos, pues, ante la pescadilla que se muerde la cola.

Conde duque de Olivares, valido de Felipe IV

No se me ocurre por donde empezar. ¿Un harakiri de los pesebristas de los dos grandes partidos nacionales y de los nacionalistas a través de listas abiertas, financiación transparente, renuncia al caciquismo y al clientelismo y corrupción (casi) cero?

Quizás los intelectuales, más o menos independientes, no cooptados aún por los líderes políticos, podrían darnos algunas ideas, algún motivo para salir del hoyo en el que nos encontramos. Lamento decirlo pero, cuando veo a nuestras escasas cabezas pensantes y a nuestros abundantes dirigentes políticos, sufro ataques de pesimismo. Y entonces recuerdo el grito atribuido al conde duque de Olivares, ante la quiebra del imperio español de los Austrias: «¡Faltan cabezas, faltan cabezas!».

Pues eso digo yo: hoy también nos faltan cabezas o, si las hay (como las hubo en la transición), están acobardadas y no dicen ni pío. Sigo con interés los articulos de opinión de los principales diarios y el resultado es descorazonador. Solo veo frescura en los jóvenes del 15-M («Papá, vamos contra todo», me dijo el más pequeño de mis hijos) y en el jovencísimo maestro nonagenario José Luis Sampedro.

Pocos jóvenes ven como algo honorable apuntarse hoy a un partido político para profundizar y adelantar la democracia española desde dentro. Una lástima. Pero los demócratas nos lo hemos ganado a pulso, ya sea por acción o por omisión. La misma palabra «político», que define un trabajo noble de dedicación al servicio los demás, tiene ya una carga peyorativa para las nuevas generaciones.                                                                                                                                                                                                                                           ¡Menudo ejemplo hemos dado a los jóvenes en los útimos veinte años de democracia! Tengo la impresión de que los votantes de la derecha se escandalizan menos que los de la izquierda por el dudoso comportamiento de sus líderes y acuden a votar con más fidelidad. Los votantes de la izquierda se quedan en casa y no votan cuando sus líderes les engañan con falsas promesas o copian los programas de la derecha. Hay muchos votantes que prefieren el original  a la copia.

A los líderes del centro izquierda y de la izquierda se les exige, y con razón, un comportamiento ético más ejemplar. No basta con prometer un programa. Hay que vivir personalmente de acuerdo con los principios de solidaridad y justicia que inspiran ese programa.  Demasiadas veces, el favoritismo, el nepotismo, el despilfarro del dinero público y la corrupción han presidido el comportamiento reprobable de muchos políticos de la derecha, del centro izquierda y de la izquierda. (Al nacionalismo lo incluyo, naturalmente, dentro de la derecha reaccionaria).

¿Por donde empezamos a desatascar la democracia? Quizás por dar ejemplo.

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Recomiendo la lectura del artículo de Felix Azúa en El País de hoy. Copio y pego:

Después de la caída

Los dirigentes del PSOE deben ser lúcidos y enfrentarse al clientelismo o a su deriva nacionalista

Ya se cumplió el vaticinio y el PSOE se vino abajo en Galicia y en el País Vasco. Ciertamente es un desastre regional que parece pequeño tras el fracaso de las generales, pero solo es el anticipo de las catalanas. En poco más de un año el centro-izquierda español puede haber sido liquidado por completo. Quizá ya haya pasado el tiempo de las admoniciones y estemos en el de echar una mano. Este país es peligroso, pero lo sería mucho más sin el PSOE.

En primer lugar, los dirigentes del partido han de ser lúcidos sobre sus errores. Han de averiguar (o decidir) si la desafección se produce, sobre todo, por su incomprensible deriva nacionalista. La habitual alianza con toda clase de partidos patrióticos ha acabado por desconcertar al elector. Si alguien vota socialista, ¿qué está eligiendo? ¿A los que legalizaron Bildu? ¿A los casi independentistas catalanes, como el conjunto Maragall? ¿O a los sindicalistas andaluces? Este primer punto debe esclarecerse de inmediato, teniendo presente que el socorrido “federalismo” no se lo cree nadie. Es más, no se lo creen ni quienes se dicen federalistas porque no han sido capaces de aclarar a qué federalismo se refieren, en qué consiste y por qué iba a servir para algo.

Félix de Azúa

Sobre este punto, el antiguo votante socialista cree recordar que el partido fue, algún día, un partido español y constitucional. Y que tenía perfectamente claro que el nacionalismo solo puede ser una ideología reaccionaria: es sentimental e irracional, pone al territorio por encima de los ciudadanos, se basa en la pedagogía del odio, oculta tras la bandera la despiadada explotación de la oligarquía así como las corrupciones de los oligarcas, es totalitaria, es excluyente, practica la mentira sistemática y roza los comportamientos fascistoides.

Frente a estas obviedades, los socialistas se han visto atemorizados por un pretendido “nacionalismo español” que no merece la pena ni comentar. Ese supuesto nacionalismo es el que permite que partidos secesionistas controlen las regiones periféricas, sumerjan en la lengua nacional a la población y multen a quienes escriben en castellano. Un nacionalismo un tanto particular, el español. Por desgracia, es justamente la acomplejada dejación de los socialistas lo que puede propiciar que el nacionalismo español, el de verdad, el que se parece al de Otegui y al de Mas, el de Blas Piñar, se levante de su tumba.

Nadie cree ya en el socorrido “federalismo”, ni quienes se dicen federalistas

Una vez solventada esta cuestión, deberán emprender una segunda investigación. Una gran mayoría de la población cree que son los partidos socialistas los que arruinan las cuentas del Estado por su desaforado clientelismo. Sin llegar a la siniestra etapa de Zapatero, los lugares en donde aún mandan los socialistas, como Andalucía, son semilleros de funcionarios, de empresas paraestatales o semiestatales, de subvenciones opacas, de ayudas nepóticas, de consejeros, ayudantes, comisionados y una infinidad de empleos subalternos que no tienen la menor utilidad, pero gracias a los cuales viven miles de afiliados al partido y sus familiares. Si a eso se añade el general cabreo por los escandalosos privilegios de la clase política, la animadversión hacia los socialistas, principales protectores de los privilegios, se hace colosal. Quien arguya que eso también lo practica el PP está hundiendo la dignidad de la izquierda.

La tercera discusión tiene que ver con el momento de extrema miseria económica del país. Una considerable cantidad de votantes cree inadmisible que los socialistas animen constantemente a los sindicatos, a las asociaciones y a cualquier grupo o grupúsculo de indignados o aficionados, a tomar la calle y paralizar la vida ciudadana. Más bien al contrario, solo un pacto de Estado del PSOE con el PP podría hacer menos dolorosa la sangría. En todas las encuestas, incluso en aquellas que el propio partido socialista encarga, se sitúa en uno de los primeros lugares la exigencia de un gran pacto de Estado entre los dos partidos. No hay la menor indicación de que ese pacto haya sido imposible debido al rechazo del PP, como suelen aducir en el PSOE. El constante acoso a los ciudadanos (esta semana hay en Madrid convocadas 80 manifestaciones, ¡80!, además de la huelga de transportes) se percibe siempre, justa o injustamente, como una cacería propiciada por el partido socialista, como si este buscara la identificación con Grecia en las fotografías de la prensa anglosajona.

Por último (y es casi imposible que algo así suceda), debe cambiar la cúpula dirigente. Buena parte de ella viene de la nefasta etapa de Zapatero y no tiene ya la menor credibilidad. Su actual dirigente, Rubalcaba, es un hombre eficaz en tareas subterráneas, ocultas, comisariales, pero carece del menor atractivo político y no se le conoce una sola idea. Esta increíble acefalia cubre el conjunto socialista hasta extremos desatinados. Un alto responsable del partido en Cataluña me decía que su actual dirigente, Pere Navarro, ha logrado convertir a Montilla en un Churchill. Por no hablar de la señora Chacón, esfinge sin secreto. Por mera prudencia, el PSOE debería ir preparando un desembarco en Cataluña con sus propias siglas.

La ausencia de ideas es paralela con un discurso basado obsesivamente en la crítica del partido gobernante

El párrafo anterior puede parecer cruel, pero hay que tener en cuenta que estamos hablando de una cadena de fracasos, de una pérdida enorme de poder, de una catástrofe general y de un posible cataclismo que deje a este país sin alternativa de centro-izquierda. Todo ello propiciado por quienes en la actualidad ocupan los sillones principales del partido como si no hubiera pasado nada. En cualquier país europeo, tras cada una de las derrotas, unos cuantos responsables habrían regresado a sus hogares a gozar de las prebendas que se han concedido a sí mismos los profesionales de la política española. Teniendo en cuenta la que se avecina en las provincias vascas y en Cataluña, más vale que en el PSOE haya gente con un poco de seso para enfrentarse a la fiera tradicionalista.

La ausencia de ideas es paralela con un discurso basado obsesivamente en la crítica del partido gobernante. Está muy bien criticar al Gobierno y esa es la tarea de la oposición, siempre que se tenga alguna alternativa. Acusar a Rajoy de todos los recortes, olvidando que los comenzó Zapatero y por mandato de Bruselas, es deshonesto. Si hay alternativa a la política económica ordenada por Merkel, debe ser expuesta públicamente con claridad. Si no se hace, entonces toda la crítica de la oposición parece una pataleta de colegiales.

Comprendo que es extremadamente difícil inventar un discurso alternativo al de la guerra fría, que sigue siendo el relato dominante en un partido anquilosado y con escasas fuentes de información. Tan es así que muchos antiguos votantes desearían el regreso de Felipe González. Si la ideología no ha cambiado, ¿por qué no volver al origen? Por fortuna, González no está loco y jamás reaparecería en la corrala de la política española.

De manera que son las nuevas generaciones socialistas las que deben imponer su criterio. Si este es el de una radicalización que les aproxime a los comunistas, bienvenida sea. Y si por un milagro se plantean una política menos ideológica y más pragmática, menos reaccionaria y más técnica, una política que tenga menos que ver con la imagen y más con la realidad, a lo mejor es posible volver a votarles algún día.

Félix de Azúa es escritor.

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Bildu-franquismo en la piscina de Zarauz

Antes había curas en la cárceles del naci-onal catolicismo de Franco «por hablar vasco o catalán». Ahora los naci-onalistas de Bildu castigan a los niños por hablar castellano en la piscina de Zarauz. Y recuerdo a Joan Manuel Serrat: «Me gusta cantar en la lengua que me prohiben.»

El Mundo, 19 de octubre de 2012. Pag. 6

Hay noticias tan ridículas como la de la piscina de Zarauz (Guipúzcoa) que dan ganas de reir por no llorar. Al grito de «aquí se habla en euskera o en inglés», un monitor de natación del polideportivo municipal, financiado por la Diputación gobernada por Bildu, castigó a un grupo de niños de nueve años a dar vueltas a la piscina por hablar castellano. Las órdenes del mando estaban muy claras: «Solo euskera o inglés». No quiero ni pensar qué castigo habría recibido un niño si le hubieran pillado hablando, por ejemplo, ¡en francés!

Por su edad, supongo que este pobre monitor, financiado por las autoridades naci-onalistas de Bildu, no habrá hecho la mili bajo la dictadura fascista del general Franco. O sus padres no le habrán contado los castigos que recibían los reclutas vascos y catalanes que eran pillados «in fraganti» por el sargento de turno hablando su lengua materna entre ellos. También tenían que dar vueltas, en paños menores, alrededor del mástil de la bandera franquista, sí, la de la gallina. Los reincidentes iban al calabozo.

En el C.I.R. de Cerro Muriano (Córdoba), donde me tocó hacer el campamento en 1970, había pocos vasco hablantes y numerosos catalano hablantes, hijos de andaluces que habían emigrado, no por gusto, a Cataluña. Cuando hablaban catalán entre ellos, la solidaridad entre reclutas y soldados, puteados por los mandos, nos obligaba a darles codazos de aviso o alguna voz en clave para que dejaran la lengua prohibida y se pasaran rápidamente a la lengua del Imperio (que entonces no era precisamente, como hoy, el inglés). Bastaba con decirles «moros en la costa».

Paella de los «sin permiso» en Cerro Muriano. 1970

La solidaridad entre los soldados de toda España era patente frente a los abusos ridículos del mando que, queriéndolo o no, obedecía las órdenes del dictador. Mi sargento no era menos ridículo que este pobretico instructor de natación pagado por los fascistoides de Bildu.  Algunos amigos que hicieron la mili por tierras del norte me han comentado que ellos también hacían lo mismo con los reclutas o soldados vascos que hablaban en su lengua materna. Les avisaban a tiempo del peligro fascista y rápidamente cambiaban al castellano. Y eso que, en la lengua de aquel Imperio de pacotilla, los vascos hablantes se hacían un lío con los artículos del castellano. Lo hablaban con errores comprensibles.

Por favor, que nadie se alarme. No voy a contar mi mili. Solo una anécdota. Cumplí lo mejor que pude el periodo de instrucción de recluta y, nunca supe por qué, me destinaron a una compañía (unos colegas me dijeron que era de «aislamiento») del Regimiento Alava 22. Mi madre me dijo que me habían enviado «por bocazas» a aquella pequeña isla de Tarifa (La Isla de las Palomas, donde ahora encierran a los inmigrantes sin papeles).

Nada más pisar la tierra firme de aquella islita (unida a la península por un puente, superado con frecuencia por las aguas del Mediterraneo o las del Atlántico) y saludar a los compis, me preguntaron «¿y tú que has hecho?».  No entendí aquella pregunta hasta pasados unos días. Estaba rodeado de ex seminaristas, ex curas y universitarios (sin milicias de alférez)  «con antecedentes democráticos», es decir, antifranquistas.  Nos agrupaban allí no como castigo -que lo era, sobre todo durante el proceso de Burgos que nos tuvo en estado de alerta- sino para no estar mezclados con los demás soldados a los que podíamos contagiar.

El cardenal Pla i Deniel impone al dictador Franco la Orden Suprema de Cristo en 1954

Mientras pienso, con pena borgiana, en esta noticia tan circular del instructor bildu-franquista, heredero del sargento naci-onal católico, me encuentro con «Obispos perplejos y Franco irritado» (página 38 de El País de hoy, 20 de octubre de 2012) cuya lectura recomiendo. En este reportaje, Juan G. Bedoya escribe: «El obispo de Chiapas, Samuel Ruiz, contó (en el Vaticano II) cómo les impresionó un documento sin firma, repartido en el aula conciliar, denunciando que había curas en las cárceles por hablar vasco y catalán, y torturas terribles y fusilamientos por razones políticas» .

Cuando estudié en la Facultad de Económicas de la Universidad de Barcelona me esforcé, como buen charnego, por aprender catalán. Y lo hice con mucho gusto y escaso éxito. Era una lengua prohibida por la Dictadura. En la Escuela de Periodismo de la Iglesia (en la Vía Augusta, donde tuve colegas tan ilustres como Antonio Franco o Enrique Vila Matas y maestros como Josep Pernau o los hermanos Nadal) se daban algunas clases en catalán. Cuando no entendía alguna palabra, mi vecino me la soplaba al oido. Me gustaba hablar en catalán con mi acento almeriense. Hoy me gustaría hablar en castellano en la piscina de Zarauz.

Como dijo el grandísimo Serrat, cuando el bildu-franquismo de entonces le prohibió cantar en catalán (creo recordar que por eso no fue a Eurovisión): «Me gusta cantar en la lengua que me prohiben».

¡Vivan Serrat, el catalán, el vasco, el castellano y -¿por qué no?- incluso el inglés!

Decía Durrematt: «¡Qué época tan triste en la que tenemos que luchar por las cosas más evidentes!»