Se nos ve el plumero Se nos ve el plumero

"La libertad produce monstruos, pero la falta de libertad produce infinitamente más monstruos"

Goteo de esquelas guerracivilistas
A falta de votos, buenas son togas (II)


¿En qué otro país del mundo que no sea el nuestro cabría una guerra de esquelas que rememoren a los españoles muertos por otros españoles hace 70 años?

El profesor Bustelo se hace esta pregunta en un interesante (y pacificador) artículo publicado en El País de hoy:

Discutida Guerra Civil

FRANCISCO BUSTELO

No nos engañemos. España ha sido diferente en su historia y aunque con el tiempo nos hayamos ido normalizando, todavía presentamos rasgos singulares heredados de un pasado difícil.

Uno de ellos es la crispada oposición actual al Gobierno de una derecha que parece hundir sus raíces en el pasado.

Otro es lo mucho que con motivo del 70º aniversario de su comienzo se ha hablado y escrito sobre la Guerra Civil de 1936-1939, sin que haya una interpretación aceptada por todos de las causas y el tenor del conflicto. Pasan los años y siguen desgranándose las preguntas, que reciben respuestas dispares.

¿Por qué tanto cainismo? ¿Cometieron Franco y los suyos un acto criminal al alzarse contra un Gobierno legítimo o tuvieron atenuantes y, según algunos, hasta eximentes? ¿Fueron todos culpables? ¿Por qué hubo tantos golpistas? ¿Y por qué los políticos de la época fueron incapaces de impedir la tragedia? Son tantos los interrogantes que es difícil aclararlos uno a uno. Sería menester para ello disponer de una explicación cabal de nuestra historia, que no tenemos, lo que nos distingue de otros países europeos que también tuvieron un siglo XX conflictivo, pero que lo han asumido y no lo discuten.

Sin embargo, a la hora de buscar razones a lo que ocurrió, es posible encontrar, bastante antes de 1931, unas características que explicarían la Guerra Civil por motivos más complejos que el fascismo de unos y el sectarismo o la ineficacia de otros. En la historia universal y más concretamente en la de Occidente, lo que cabe llamar modernización y que consistió en grandes avances políticos, sociales y económicos fue el resultado de una evolución de al menos de tres siglos, con sus zigzags y, huelga decirlo, con muchas convulsiones. Al final, con todo, y pese a que siga habiendo imperfecciones, el progreso fue enorme, constituyendo esa modernización de los países desarrollados uno de los hitos del discurrir de la humanidad.

Resistencias hubo muchas, como ha habido siempre en la historia ante cualquier cambio. Obraron en todas partes, pero en España fueron especialmente fuertes y se manifestaron desde el siglo XVIII, acentuándose en el XIX y el XX. ¿Por qué? No hace falta recordar que las explicaciones psicológicas, y no digamos genéticas, sobre unas supuestas constantes históricas que harían a los españoles incapaces para una convivencia pacífica carecen de todo fundamento. Eran los valores vigentes en buena parte de la sociedad, como resultado de una larga historia, lo que hacía que muchos se aferraran a lo que había y vieran con temor e incluso con pavor posibles cambios Como había otros que sí querían cambios para acabar con autoritarismos, pobreza e incultura, los conflictos eran inevitables.

Enfrentamientos antes de 1936 hubo muchos. Aquél entre liberales y absolutistas, abierto en sus tres guerras civiles o soterrado pero intenso el resto del tiempo, empezó hace 200 años y, a decir verdad, no acabó hasta la transición a la democracia después del franquismo. Pero hubo otros. El atraso económico impulsó en el último tercio del siglo XIX la aparición de partidarios de cambios radicales, con el socialismo marxista del PSOE y el anarcosindicalismo. Para ser un país poco desarrollado su presencia fue grande y sus demandas, que contaron con el respaldo creciente de los trabajadores, incrementaron las tensiones.

España vivió así sumida durante cerca de dos siglos en antagonismos que nunca se acababan de zanjar y que se traducían en inestabilidad política y poco progreso social y económico.

¿Fueron unos ineptos los políticos? En realidad, no era mucho lo que podían hacer, siempre discutidos, fueran los que fuesen, y con problemas inmediatos que impedían tomar medidas a plazo mediano y largo. Incluso si fuéramos a comparar, los políticos de entonces tenían igual o más talla que los de ahora. Lo que sucedía es que gobernar un país con el equivalente de 4.000 euros de renta per cápita, mal distribuida y sin casi gasto social, es cinco veces más difícil que hacerlo cuando esa renta es de 20.000 euros y hay un sistema social avanzado.

Quienes hoy estudian la teoría y la práctica del avance de las naciones señalan como uno de los requisitos para ese avance una buena gobernanza, es decir, gobiernos que ofrezcan estabilidad, seguridad, derechos garantizados. ¿Qué es lo que había, en cambio, en España? Patriotas frente a afrancesados, liberales frente a carlistas, moderados frente a exaltados, monárquicos frente a republicanos, centralistas frente a nacionalistas, revolucionarios frente a ultraconservadores, laicistas frente a integristas. ¿Cómo iba a haber paz suficiente para que se dieran esos requisitos?Además, hubo circunstancias poco propicias. Uno de los conflictos, el de monarquía o república, se zanjó en 1931 de modo tan pacífico y rápido que republicanos y progresistas pensaron que todo el campo era orégano y reputaron tarea fácil el avanzar. Su error fue monumental al ignorar que los enfrentamientos latentes eran tan grandes que podían aflorar en cualquier momento. Lo sorprendente no fue que hace setenta años se desencadenara una guerra civil. Lo insólito hubiera sido que España hubiera pasado sin más del antagonismo a la convivencia pacífica y al consenso. Una ley de la física elemental dice que todo resorte sometido a presiones crecientes acaba saltando. Desconocer esas presiones de larga data y buscar explicaciones coyunturales es quedarse en lo episódico y prescindir de lo que corre más a lo hondo en toda sociedad.

Aunque hoy nos parezca anacrónica y reñida con el progreso, la defensa a ultranza de valores tradicionales tan presente en nuestro pasado, y también entre los sublevados de 1936, se explica por la historia misma.

Desde la Baja Edad Media y al socaire del final de la Reconquista, predominó en España una organización económica y social, el llamado régimen señorial, con la hegemonía de la nobleza, que era un sistema muy poco productivo y muy reacio al cambio pero paradójicamente expansivo y hasta creador. La unidad del país desde los Reyes Católicos, el descubrimiento de América, la supremacía mundial con el Imperio del Quinientos, el Siglo de Oro de la literatura y la pintura, fueron para muchos logros conseguidos gracias a unos valores cuyo abandono conducía a la decadencia y a la ruptura de la nación misma. En 1936 había bastantes españoles que seguían creyendo tal cosa.

La historia de España, es cierto, fue gloriosa en el siglo XVI, aunque a redropelo de las corrientes modernizadoras que empezaban a surgir en Europa. Fue triste, por el contrario, en la decadencia del XVII, cuya causa primera fueron los muchos anacronismos. También resultó malograda en lo principal en el XVIII y conflictiva y poco eficaz en el siglo XIX y en las tres cuartas partes del XX.

Las muchas carencias se fueron haciendo más patentes en la Edad Contemporánea, pero hasta después del franquismo nunca hubo acuerdo sobre las soluciones. Las culpas, como suele ocurrir en esos casos, se echaban a los otros, a los que pensaban de manera distinta. Cuando los afanes de mejora se acentuaron, con ayuda de las circunstancias internacionales, un poco de azar y un mucho de fatalidad, estalló la traca final de la Guerra Civil. La tronada, como la calificó don Claudio Sánchez Albornoz, se había hecho inevitable por las incesantes tormentas políticas de un país donde nunca escampaba.

Hoy, en cambio, ¿vivimos en otra España? Diríase que sí, pero el peso del pasado todavía se deja sentir a veces. La transición a la democracia de hace 30 años fue un acierto, vista nuestra historia, pero, por las condiciones obligadas en que se desenvolvió, no hubo entonces justicia o muy poca para las víctimas de la dictadura.

Hoy se quiere reparar en parte ese olvido, con el riesgo de que resuciten demonios familiares. ¿En qué otro país del mundo que no sea el nuestro cabría una guerra de esquelas que rememoren a los españoles muertos por otros españoles hace 70 años? Está bien recordar a los muertos, sobre todo a los que durante mucho tiempo no se dejó recordar, pero sería mejor al hacerlo no hablar de los crímenes de las «huestes fascistas», por mucho que los hubiera, que provocan como respuesta traer a colación los crímenes de las «hordas marxistas», que también los hubo.

No se trata, claro es, de ignorar los crímenes que desde 1939 fueron obra de un solo bando. No obstante, memoria histórica es conocer y hacer inteligible el pasado, no recrearlo ni juzgarlo desde nuestros valores actuales. Dividir a estas alturas a nuestros antepasados en buenos y malos a nada conduce, salvo a desenterrar el único cadáver del que hay que congratularse que esté sepultado, a saber, el de las dos Españas enfrentadas.

Francisco Bustelo es profesor emérito de Historia Económica de la Universidad Complutense, de la que ha sido rector. Autor de La historia de España y el franquismo (Editorial Síntesis).

Este es es el comentario editorial de El País sobre el minicaso de los peritos que (no sabemos muy bien por qué) quisieron relacionar a ETA con el 11-M.

El caso, tan aireado por El Mundo y por elmundo.es (que se parecen ya como dos gotas de agua) le está valiendo a la versión digital de El Mundo el sobrenombre merecido de elmundobórico.es.

El caso tiene muy mala pinta por el origen y por la marcha que lleva la instrucción judicial.

Al final, la montaña habrá parido un ratón. Pero, en el camino, los jueces se habrán dejado muchas plumas en la gatera y la credibilidad del sistema judicial hará perdido muchos puntos.

Lo que nos faltaba: A falta de votos, buenas son togas.

¿Por qué se empeñan algunos en obtener por las togas lo que no pudieron obtener por las urnas?

!Eureka! Acabo de encontrar dos titulares sobre etarras y el 11-M que se parecen bastante, y eso que uno sale en El Mundo y el otro, en El País:

Tanto va el cántaro a la fuente…

De tanto oponerse a todo, el PP ha resbalado pisando su propia cáscara de plátano.

Esta noticia sobre el uso de imágenes de incidentes violentos, ocurridos durante los gobiernos del PP, pueden provocarnos la risa (que nunca viene mal) pero también una reflexión sobre la ligereza y frivolidad de nuestra clase política.

Como a Zapatero, a mi tampoco me extrañaría que el PP acabara oponiéndose a la guerra de Irak con imágenes restrospectivas de manifestaciones en las que aparecezca yo mismo.

11 comentarios

  1. Dice ser pericles

    Resultan muy sensatas las palabras de Francisco Bustelo sobre la mal denominada “guerra de las esquelas”. El análisis sobre las tensiones que ha sufrido nuestra sociedad para pasar de una sociedad estamental y de clases a una basada en el Estado de derecho es, para mí, difícil de discutir. En cuanto a la “guerra de las esquelas”, personalmente, yo lo único que veo, es que después de treinta años desde nuestra transición desde una dictadura a una democracia, ya era hora que se pudiera hacer un justo homenaje a los que hasta ahora han permanecido olvidados en las cunetas. Lo que me parece ruin y fuera de toda moralidad es que los que ya tuvieron sus homenajes, sus compensaciones y su reparación ahora reaccionen de esta manera. Los que cometieron actos criminales dentro del Frente Popular durante los tres años que duró la guerra ya fueron juzgados y condenados con excesiva dureza, y muchos, siendo inocentes. Los que los cometieron por parte del bando llamado nacional, tanto durante estos tres años, y lo que es peor, durante especialmente los seis años siguientes a la finalización de la misma nunca han tenido que rendir ninguna responsabilidad por ello. Y ahora, tan sólo porque se pretende dar un nombre y un entierro digno a los que nunca lo tuvieron, saltan con esquelitas que ya tuvieron cuarenta años para ser publicadas mientras que sus adversarios no pudieron hacerlo. Repito lo mismo, lo que me ha sorprendido desagradablemente ha sido la reacción ruin, inmoral y todavía llena de rencor de ¡los que ganaron la guerra! Con esta reacción muestran públicamente su baja catadura moral.En cuanto al llamado caso del “ácido bórico”, estoy de acuerdo con esta opinión expresada en el artículo que se acompaña: “La falsedad documental es un delito técnicamente muy complejo, pero parece evidente que los superiores de los peritos estaban facultados para actuar como lo hicieron, como señaló Garzón, de acuerdo con las normas de jerarquía y calidad que rigen un centro administrativo.” Efectivamente, mantener lo contrario, como hace la juez Gallego, y otorgar oficialidad a un informe en curso de elaboración supondría bastantes problemas a las administraciones del Estado. Ya lo he comentado en varias ocasiones. Son muchas las ocasiones en las que un superior administrativo requiere informes a sus subordinados y antes de elaborar el documento definitivo varía aspectos concretos del mismo antes de darle la salida definitiva. Las tesis de la juez Gallego pueden plantear en un futuro evidentes problemas, incluso a la misma administración de Justicia. Siguiendo su lógica, los informes que le emitan sus subordinados tendrían carácter de documentos oficiales aun a pesar de poder expresar en el mismo todas las insensateces que se les ocurrieran, ya que ella no podría variarlas. Menudo lío se iba a formar en todas las Administraciones Públicas.Saludos.

    18 noviembre 2006 | 18:40

  2. Dice ser Manu

    ¿Crispación? Megusta mucho cómo los intelectuales del Psoe olvidan lo que no les interesa. Eufemísticamente, cómo seleccionan de lo que quieren hablar.Para crispación, la que el Psoe introdujo en la sociedad cuando gobernaba el Duquito (Suárez). Dieron caña hasta que lo hundieron. Y eso unos pocos años después de la transición. Con cabeza, sí señor.Luego dieron caña al PP con un montón de estupideces, poniéndose detrás de cualquier pancarta y, claro, con algunas cosas importantes.Y ahora les escuece que les den caña. Y les escoció lo de ‘Váyase sr González’. Ahora hablan con ironía de la autocrítica del PP.Todos los grupos parlamentarios han dudado de la legitimidad de las instituciones y de legitimidades varias.Es la ley del péndulo, al que le damos cuerda los tontos que les votamos.Y de la que os beneficiais los sectarios

    18 noviembre 2006 | 19:01

  3. Dice ser seitun

    Curiosa la forma con la que empieza el largo artículo de El País. ¿Por qué se vuelve a hablar de la Guerra Civil? Pues verá, entre los grandes responsables, Zapatero, quien se ha encargado desde el principio de su mandato de recordar a su abuelo asesinado por los nacionales y del gran ejemplo de «democracia» que era la II República. Qué diferencia con Aznar, quien comenzó su primer mandato haciendo gala de leer y admirar a Azaña.El resto del artículo no tiene desperdicio. ¿Se puede tener una lectura más falsa de la historia y exponerla de una forma que parezca más congruente? Yo creo que no, difícilmente.Otra columna de El País, sobre el caso del informe del ácido bórico, lo retrata más aún (al periódico, digo). Ahora entiendo que algunos de mis amigos socialistas (es un decir lo de socialistas, claro) sepan tan poco de las cosas que pasan. Si sólo leen este periódico y ven el telediario de Gabilondo (o cualquier otro), ¿cómo van a tener más datos?Por eso la crispación, porque la izquierda se ha reducido en España (y otros países, aunque este articulista de El País crea que es algo casi genético a nosotros) al odio a la derecha, y nada más. Y después, al odio hacia todo lo que no diga lo mismo que la izquierda, sea o no de derechas. ¿Piensas diferente? Eres un facha.Y después de llamar facha a alguien se preguntan «¿Por qué este guerracivilismo?».

    18 noviembre 2006 | 21:09

  4. Dice ser en fin...

    perdona, «seitun», pero Zapatero no tiene ninguna culpa de que sea en 2006 el 70 aniversario de la guerra civil:1936 + 70 = 2006

    19 noviembre 2006 | 01:33

  5. Dice ser pericles

    Que bueno es el artículo de Mario Vargas Llosa, publicado hoy en El País, sobre la pobreza. No voy a opinar nada sobre el mismo, prefiero que quien lo desee lo lea y juzque por sí mismo. A continuación dejo el enlace:El olor de la pobrezaMARIO VARGAS LLOSAEL PAÍS – Opinión – 19-11-2006http://www.elpais.es/articulo/elpporopi/20061119elpepiopi_5/Tes/o…Saludos.

    19 noviembre 2006 | 11:45

  6. Dice ser Oscar

    La mayor diferencia que veo yo entre nuestra sociedad y la de otros países que también vienen de pasados violentos es que aquí no se ha juzgado a los antiguos opresores. Seguramente no se hizo porque no era posible, pero el caso es que no se hizo. Por eso siguen pensando que el país es suyo y que tienen derecho a hacer cualquier cosa para evitar que la sociedad vaya hacia cambios que no les gustan.Saludos.PD: muy bueno el artículo, Pericles.

    19 noviembre 2006 | 13:04

  7. Dice ser seitun

    «en fin», veo que me has entendido perfectamente (ironía). Te dejo con otra gran verdad:2+2=4

    19 noviembre 2006 | 15:01

  8. Dice ser José Carlos

    Lo mejor de todo es la facilidad con la que algunos tachan a los que no opinan como ellos de «indocumentados» que sólo leen, ven u oyen medios del grupo prisa, será que se cree el ladrón que todos son de su condición.A veces leer, ver y escuchar una variedad de medios da una amplitud de miras de la que carecen estos personajes, que siguen empeñados en que el ácido bórico es el nexo de unión entre ETA y el 11M, obviando la triste realidad.Seguid con vuestras conspiraciones y paranoías varias, en el futuro la sociedad sabrá recompensar el esfuerzo que haceis en dividirla, ¡país!.Por cierto, lo de facha es un calificativo benévolo hacia personajes que tienen actitudes que hacen parecer a Inestrillas un demócrata convencido, actitudes que retratan muy bien al personaje que afirma determinadas barbaridades en comentarios de este post.Por cierto, pericles aciertas del todo en tu comentario sobre el asunto de los documentos, el jaleo que se está empezando a masticar en las administraciones públicas es de órdago, es más, ahora cualquiera podría vengarse de ese jefe «mamoncete» que le hace la vida imposible pasándole a la firma un documento lleno de estupideces y cuando se niegue a formarlo y lo redacte de nuevo, sacarlo a la palestra como una prueba evidente de un delito de falsedad documental.Como bien dices JAMS, el problema de este asunto es «los jueces se habrán dejado muchas plumas en la gatera y la credibilidad del sistema judicial hará perdido muchos puntos», todo por acreditar méritos para acceder a determinados cargos o pagar favores políticos inconfesables.

    19 noviembre 2006 | 18:32

  9. Dice ser erika schmidt

    la proxima vez pongan lomque nesecito por que la voy a romper todo lo que se llama bolasjejejejejejejejejejejejejejejeje…oleme el culopubliquenlontarados

    23 noviembre 2006 | 14:53

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    23 diciembre 2008 | 09:05

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