Se nos ve el plumero Se nos ve el plumero

"La libertad produce monstruos, pero la falta de libertad produce infinitamente más monstruos"

¡Nos cambiaron a Machado por Pemán!Se nos fue lo mejor de nosotros


“Un gran discurso – terminaba diciendo en el último post- para compensar la descomunal injusticia que supuso ese exilio no sólo para los exiliados republicanos sino también para todos los que nacimos, después de su marcha, y crecimos, en el exilio interior, sin su magisterio ético e intelectual”.

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Tenía prisa y no pude completar, como hubiera querido, el post anterior, dejando constancia de la impresión que me causó el discurso de Pitol. Ahora tengo un rato para agradecer al premiado sus palabras, en nombre de los maestros que yo tuve, por un doble exilio, fuera de España.

Nunca había oído hablar de Sergio Pitol, nuevo premio Cervantes, pero eso no es nada extraño, pues hice el bachiller de Ciencias con los frailes de La Salle de Almería (Galdós o Miguel Hernandez, por ejemplo, estaban prohibidos) y aún tengo escasa cultura literaria y muchos agujeros negros.

Ayer, mientras conducía por Madrid para acudir a una cita, oí hablar al premio Cervantes en Radio 5, por casualidad.

Sus palabras me impresionaron, por la forma de pronunciarlas y por el orden tan preciso y oportuno que les iba dando en cada frase. Ante los reyes y una compañía de tanto postín, el mexicano hablaba con nostalgia de su infancia, como huérfano enfermizo, y, con enorme cariño y agradecimiento, recordaba a sus maestros, a los que debía su pasión por el lenguaje.

Estaba leyendo su discurso de Premio Cervantes desde el púlpito impresionante de Antonio de Nebrija, dentro del Paraninfo de la Universidad de Alcalá.

Me imaginaba con precisión el escenario que describían en ese momento por la radio ya que, hace años, tuve el privilegio de dictar una lección de clausura de un curso, a los alumnos del poeta-profesor Angel Berenguer, desde lo alto de ese mismo púlpito policromado. (Debía ser allá por 1988, cuando yo era director del diario “La Gaceta de los Negocios”). Nunca lo olvidaré.

Tuve entonces la osadía -¡qué atrevida es la ignorancia!- de predicar desde la altura, sólo física, de los medallones de Nebrija, Cervantes, Lope de Vega y de tantas otras glorias de nuestra gramática y de nuestra lengua que adornaban las paredes.

Desde ese mismo púlpito renacentista, Sergio Pitol mencionó ayer una retahíla desordenada de grandes genios de la Literatura que le habían dejado huella: Verne, Stevenson, Dikens (en su niñez), Proust, Faulkner, Mann, Kafka, Neruda, Borges, los clásicos de nuestro Siglo de Oro y los del 27 (en su adolescencia), Doctoievski, Sófocles, Eurípides, Shakespeare, Balzac, Hobbes, Góngora, Rilke, Goethe, Gracián, Virgilio, Mallarmé, Valle-Inclán, Gómez de la Serna, Antonio Machado (en su juventud).

De pronto, de puso a hablar del exilio español “que enriqueció de una manera notable a la cultura mexicana”.

En algún momento, Pitol, con un punto de temblor en su voz, me puso la piel de gallina. He releído algunas de esas frases de ayer en el extracto de su discurso que hoy publica El País (pag. 41). Copio y pego:

“Aquellos peregrinos, heridos por una guerra atroz y derrotados, crearon una atmósfera intelectual mejor, nos enseñaron a entender y amar a la España que ellos representaban y ampliar nuestros horizontes”

(…)

“De golpe, los exiliados españoles me descubrieron la grandeza de Galdós”

(…).

“Después de Cervantes estaba sólo Galdós”.

Al oír esas palabras (¡Cervantes y Galdós, juntos!), miré el reloj y aparqué mi coche, malamente, en cuanto pude, para poder seguir oyendo su discurso, antes de bajar al parking, donde seguramente hubiera perdido la cobertura radiofónica.

Entonces glosó el discurso que, sobre Galdós, dio Octavio Paz al recibir, allí mismo, su premio Cervantes en 1981. Pensé en “Fortunata y Jacinta”, mi novela favorita después de “El Quijote”.

En 1976-77, siguiendo la recomendación de mi maestro tan querido, el profesor Juan Marichal, tuve la fortuna de poder asistir, de oyente, en la Universidad de Harvard (EE.UU.), a un curso maravilloso que daba entonces Octavio Paz sobre “El verso largo en Sor Juana Inés de la Cruz”. A Paz se le notaba que adoraba a Cervantes y a Galdós, en ese orden. Y yo admiraba a Octavio Paz, con quien coincidía con frecuencia, fuera de clase, ya que compartía con él la afiliación a la Kirkland House, en el corazón de Cambridge, muy cerca del río Charles.

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Muchas veces he jugado después con mis hijos, cuando eran pequeños, con el orden de los grandes autores españoles, sólo para enseñarles a contar. Entre risas, decíamos: Unam-UNO, Gal-DOS, Cervan-TRES, Tor-CUATRO, Quevedo Fran-CINCO…y así casi hasta Ja-CINCO Bena-VEINTE.

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Vuelvo a Sergio Pitol sobre Octavio Paz. Copio y pego del extracto de El País:

“El ensayo de Paz es magistral. Trata de la semejanza de la historia del siglo XIX en España y en México: la permanente guerra entre liberales y conservadores en los dos países, entre fanatismo contra tolerancia, Inquisición contra libertad, legionarios celestiales contra la vida pública laica”.

De ahí pasó a glosar la libertad en El Quijote. ¡Mi tema favorito! Se me hacía tarde y tuve que entrar en el parking, cuando Pitol hablaba precisamente de la tensión entre de “demencia y cordura”, de “la locura como una variante de la libertad” y de la influencia de Erasmo (“Elogio de la locura”, ¡cómo olvidarlo!) en nuestro Cervantes.

Al descender a la segunda planta, fui perdiendo contacto con su voz, justo cuando empezaba a recitar, emocionado (también yo, oyente emocionado), aquellas palabras inmejorables de Don Quijote a Sancho (Cito ahora de memoria y que me perdone el ingenioso hidalgo):

“La libertad, Sancho, es uno de los dones más preciosos que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni que la mar encubre; por la libertad, así como por la honra, se puede y se debe aventurar la vida. En cambio, el cautiverio…. “

Ahí se le fue la voz del todo. La radio se calló y yo aparqué, en silencio, en el cuarto sótano.

Salí de allí pensando en la suerte que tuvieron los mexicanos que pudieron aprender tanto de aquellos grandes maestros españoles, que huyeron de la represión franquista al terminar la guerra civil. Y qué mala suerte la nuestra, en el exilio interior, sin grandes maestros a los que escuchar e imitar y de los que aprender. Somos una generación huérfana de maestros.

Recuerdo algunas veladas dichosas en Harvard con Juan Marichal, con Solita Salinas, con Vicente y Amalia Llorens, con Clemen Millán y Paco Ros, con José Luis Sert, o encuentros con Pau Casals en Vermont, en las que lamentaba yo la pérdida de tantos maestros, puntos de referencia intelectual, artística o científica, pero sobretodo ética, para varias generaciones de jóvenes españoles desorientados.

¡Nos habían cambiado a Machado por Pemán!.

Los tres Pablos (Picasso, Casals y Neruda) se nos fueron al exilio. Nos cortaron de cuajo los olivos de la inteligencia, del arte, de la ciencia, que tantos siglos tardaron en crecer. Los herederos del erasmismo español, de los reformadores del XVIII, de los soñadores del 98, de los innovadores del 27 se fueron huyendo de España o los mataron a tiros, como a García Lorca. Ya sé que hubo muertos y asesinatos en ambos bandos. Pero, como dijo Unamuno, la fuerza predominaba en un bando y la razón, en el otro. Así habló el rector de Salamanca:

“Venceréis porque tenéis la fuerza, pero no convenceréis por que no tenéis la razón ni el derecho”

Desde luego, se fue lo mejor de nosotros.

Al cabo de tantos años y tantas lágrimas, da gusto ver que, en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá, donde enseñó Nebrija y aprendió Cervantes una de las lenguas más hermosas del mundo, se habla ahora en libertad y sobre la libertad. Y nadie es perseguido por ello.

Y el jefe del Estado, el Rey, aplaude el discurso de Pitol, un gran discípulo de nuestros exiliados republicanos en México.

Y vemos brotar unas ramitas frescas, y aún frágiles, de aquellos troncos de olivos centenarios que fueron cortados de cuajo por la Dictadura.

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Recomiendo la lectura de un inmenso poema de don Antonio Machado: “A un olmo seco”. Cunado lo encuentre lo pegaré aquí mismo.

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Corte (con perdón) publicitario:

Ahora me tengo que ir corriendo a la Exposición de pintura que inauguró anteayer mi mujer, Ana Westley, en Ziano-Café Galería. (Por si alguien tiene interés en la pintura, está en Avenida del Talgo, 228, Aravaca, Madrid. ¡No me dejéis solo!) Gracias.

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55 comentarios

  1. Dice ser pericles

    Ese es realmente su problema, señor Guronial, que sólo lee las fuentes que dicen cosas que a usted le gustan. Para tener criterio propio hay que leer de todo. Por esa razón yo sí que he leído a Ricardo de la Cierva e incluso a Pío Moa (con una pinza en la naríz) o a Cesar Vidal.De todos los historiadores que usted busque, sólo Payne habla de Golpe de Estado de 1934, ni siquiera De la Cierva lo hace. Pío Moa, que sí que lo hace, es que no es historiador, por si usted no lo sabía.Hombre, léase al menos el principio de mi comentario, donde se diferencia entre lo que es un golpe de estado y lo que es una revolución. Lo único que aproxima a las dos definiciones es una cosa, en ambas suele haber víctimas inocentes.Por cierto, ¿quien le ha dicho que wikipedia es una peligrosa fuente izquierdista? ¿ha buscado algo alguna vez ahí?Hombre, las razones del golpe de estado de 1936 y del intento revolucionario de 1934 no son las mismas. Ya le expuse las diferencias en otro de mis comentarios, no me haga repetirme. Ni siquiera el intento de golpe de estado de 1932, dirigido también por el General Sanjurjo, tenía las mismas razones, ya que éste último lo que pretendía era devolver al trono a Alfonso XIII y establecer una dictadura del tipo de Primo de Rivera o una democracia pactada tipo la de la Restauración, donde la clase dirigente, divida en dos partidos, se perpetuara en el poder.¿Tampoco es capaz de ver las diferencias entre la dictadura de Primo de Rivera y la del General Franco?.Incluso le diré más, las razones y los fines del alzamiento de julio de 1936 fueron modificadas a partir de octubre del mismo año, lenta, pero inexorablemente, por Franco, cuando murió en un ¿accidente? de aviación el antes referido Sanjurjo y el «caudillo» decidió quedarse con todo el poder para el solito.En cuanto a lo de condenar, desde luego puede tener en cuenta que yo condeno todo asesinato de cualquier ser humano y no justifico ni uno sólo. Ni los que se cometieron en aquel tiempo, ni de los que se han cometido y se cometan en el nuestro. Ahí, a los mejor estamos de acuerdo.

    29 abril 2006 | 19:09

  2. Dice ser guronial

    ¿Golpe de estado? ¿Revolución?Sin duda el movimiento falangista era revolucionario.Ah, pero a lo del 36 se le llama «Golpe».Si UD condena, como yo, cualquier golpe antidemocrático, supongo q espera aun, como hago yo, q el PSOE pida perdón por lo q hizo durante la Segunda República, q terminó destruyéndola.Y q el Rey pida perdón por lo q hizo el franquismo (recordemos q el Rey es el sucesor puesto por Franco).

    30 abril 2006 | 20:44

  3. Dice ser pericles

    Ni una cosa ni la otra, señor Guronial. No creo que lo que pretendamos sea que nadie pida perdón. Para empezar, porque ya quedan pocos suprvivientes de aquella época. Lo único que pretendemos muchos es el reconocimiento de aquellos que lucharon con lealtad y sinceridad por los ideales de la Segunda República. Ya sabemos que hubo muchos otros que cometieron tropelías. Pero fueron muchos más los que lucharon únicamente por lo que creían que era mejor para todos. Y no sólamente con las armas. Que la Segunda República fracasó, ya lo sabemos. Sobre todo por un alzamiento de la mayor parte del ejército, apoyado por la Iglesia, la pequeña burguesía provinciana y los ricos terratenientes. Y por los errores de quienes estaban encargados de llevarla a buen puerto. Pero muchos de sus ideales los vemos ahora en nuestra actual democracia. Afortunadamente. Y otros son una continua lucha. Lucha pacífica, se entiende.

    30 abril 2006 | 22:45

  4. Dice ser guronial

    Mire Ud.El Alzamiento fue apoyado por el pueblo español.¿O cree Ud q la pequeña burguesía se armó y fue al frente? AJAJAJAJJAJAJAJLos comerciantes se dedicaron a ganar dinero, como siempre.Y el pueblo español, los requetés, los falangistas y los tradicionalistas vencieron a la propaganda bárbara comunista y anarquista q le había comio la cabeza a los ignorantes.

    02 mayo 2006 | 14:00

  5. Dice ser pericles

    Sr. Guronial, ¿los que no apoyaron el alzamiento no eran españoles? Siguiendo esta lógica el Caudillo invicto les aplicó con dureza «medidas correctoras» tendentes, o bien a terminar con ellos, o bien a encauzarles por el buen camino. Sr. Guronial, los que apoyaron a la República, salvo unos cuantos, también se sentían españoles. Pero su sentido de la españolidad era diferente. Preferían que todos los españoles tuvieran los mismos derechos y las mismas oportunidades, en un país más libre, más justo y laico.Parte de la pequeña burguería, la de los pequeños propietarios agrarios, la de los militares y parte del funcionariado y parte de las profesiones liberales, sí apoyaron el alzamiento. Pero también existía una pequeña burgueía reformista, que contenía a parecidos componentes, que dio su apoyo a la República. La pequeña burguesía estaba dividida.Muchos avispados se dedicaron a ganar dinero. Seguro que en los dos bandos. Pero algunos, como Juan March, ganaron más.Ignorantes había en los dos bandos. Como proclamas bárbaras, podríamos considerar a la que por ambos bandos proclamaba el exterminio de sus adversarios. Esa retórica no sólo fue empleada por anarquístas y comunistas. También los falangistas y los requetés la emplearon.Es inevitable que los peones de la tierra y los proletarios, explotados y mantenidos en la ignorancia y en el conformismo por el Estado y la Iglesia, respectivamente, y fuertemente reprimido, cada vez que se manifestaba, por las fuerzas des orden público, desde 1907, oyera con pasión las proclamas que sobre un mundo mejor les ofrecian los partidos y los sindicatos obreros. Desde luego, no es justificable la inducción a la violencia. Pero había que vivir en aquel tiempo para comprender como se sentían las cosas. Y sus adversarios actuaban también con la palabra y las pistolas, no lo olvidemos.Desde nuestra época, nadie podemos justificar aquella alocada violencia.

    02 mayo 2006 | 21:40

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