Se nos ve el plumero Se nos ve el plumero

"La libertad produce monstruos, pero la falta de libertad produce infinitamente más monstruos"

Mi secuestro (II) hace 30 años.

(Viene de Secuestro I)

(No entendía muy bien de qué hablaban mis secuestradores, medio en clave, durante el viaje. Me hicieron muy poco caso -creo que iban un poco nerviosos- hasta que tomaron la velocidad propia de la autopista.

“¿Por qué dicen estos lo del rescate, en vez de ir directamente al grano?”,

pensé mientras buscaba explicación a tantos rodeos que yo consideraba innecesarios. Desde luego, no fueron al grano hasta que me tuvieron en un lugar completamente seguro para ellos. Si hubiera ocurrido algún percance, contraorden o accidente no previsto, durante el trayecto por carretera, nadie hubiera sabido la razón real del secuestro.

Por eso, deduje que la conversación durante el viaje debía estar alejada de la purga de altos mandos militares, que se produjo durante la enfermedad de Franco y los dos meses posteriores a su muerte. Y así fue.)

(Continuará…)

Mis hijos mayores, Erik y Andrea, me piden que continue. Por ellos, ahí va, que hoy es domingo.

Secuestro (II)

Dale limosna, mujer…

No se por qué, desde que pusieron los dos coches en marcha, estuve convencido de que me llevaban hacia el Puerto de Navacerrada, al Noroeste de Madrid. Desorientado, con los ojos cerrados, los párpados ardiendo, por el efecto retardado del spray, cubiertos por el esparadrapo y por unas gafas, no tenía ni idea de por dónde circulábamos a tanta velocidad.

Me acordé de los ciegos que venden “iguales”. ¡Qué desgracia tan grande la de ser ciego! En aquella oscuridad sobrevenida, me concentraba en acumular dosis de serenidad y de calma, por lo que pudiera pasar, y me hacía mil preguntas a la velocidad del rayo.

La mente es sabia y tiene sus recovecos para ayudarnos a sobrevivir en las peores circunstancias. Quizás por eso, me vino a la cabeza un poemilla que dicen en Granada. Me esforzaba por recordarlo y apenas tenía un par de versos a mano:

“Dale limosna, mujer/ que no hay desgracia mayor/ …./ que ser ciego en Granada”.

Buscaba en mi memoria, sin éxito, los versos perdidos. Debía encontrar un verso terminado en “nada” que rimara con “Granada”.

No me hacían ni caso.

De pronto, mi coche aflojó la marcha, tomó una curva cerrada y me imaginé que salía de la autopista. Era, efectivamente, una carretera llena de curvas y cuesta arriba. El hombre que iba sentado delante de mí, en el asiento contiguo al del conductor, comenzó a hacerme preguntas un poco absurdas, como de doble chequeo. Eran de este estilo:

“¿Dónde tienes asegurado este coche?

Pronto me percaté de que estaba hurgando en los documentos que yo tenía almacenados, en total desorden, dentro de la guantera del coche. La guantera es para los mayores lo que el bolsillo del pantalón es para un niño. Un archivo-museo de tesoros inútiles.

El copiloto prestó especial atención a una vieja nómina de mi empresa.

“¿Cómo se llama tu empresa?” “¿Qué antigüedad tienes? ¿Cuánto ganas al mes?”

——–

“¡Lo que ganan estos comunistas de mierda!”

——–

Por sus comentarios sarcásticos y sus risas, supe que mi sueldo de director del semanario Doblón (ya en beneficios) les pareció escandalosamente alto.

Mi vecino de asiento apretó entonces el cañón de su arma (no estoy seguro de si se trataba de una pistola o de una metralleta) en mi costado.

¿Era una reacción de venganza o de envidia, provocada, quizás, por lo descomunal de mi sueldo en comparación con el suyo?

¿Era, quizás, su respuesta pauloviana cada vez que sentía el escozor de su quemadura, provocada por el spray que llegó a su cara, por accidente, cuando iba destinado solamente a la mía?

-¡Joder con estos comunistas! ¡Hay que ver lo que ganan estos comunistas de mierda!

Imbécil de mí, quise congraciarme con ellos, o al menos comunicarme –ser persona-, y respondí:

-Yo no soy comunista y nunca lo he sido.

Inmediato golpe de cañón en mi costado y advertencia casi reglamentaria:

-Tú, ¡a callar! ¿Alguien te ha preguntado algo? Responde cuando se te pregunte.

El copiloto intervino:

Con este sueldo ya serás rico y, además, podremos obtener un buen rescate de tu familia. ¿No crees?

——

Mis padres no tienen un duro

——

Fui preguntado y respondí.

-Mis padres no tiene un duro y mi casa está hipotecada. Mi padre es contable en la gasolinera “Las Lomas” de Almería y mi madre se dedica a sus labores. Ustedes se han equivocado de persona. Esto es un error.

(Risas nerviosas contenidas)

Silencio. Me percaté entonces de que, desde que me detuvieron y esposaron, yo les hablaba siempre de usted, muy respetuosamente, para congraciarme con ellos (quizás para halagarles), reconociendo así su posición de superioridad con respecto a mí. Estaba claro que ellos eran los jefes.

Ellos, sin embargo, me tutearon, desde el primer momento, y me trataron con desprecio y sarcasmo, manteniendo siempre la distancia para no confraternizar en nada conmigo. Supuse que, llegado el momento del interrogatorio, debería ser más fácil torturar a un completo desconocido que a alguien que ya conoces un poco como persona.

Cuando no ves nada, el tiempo se confunde con el espacio y adquiere otra dimensión, más difícil de medir. No recuerdo cuánto tiempo estuvimos jugándonos la vida por aquellas curvas endemoniadas.

Sin manos con las que agarrarme a algún sitio, con las muñecas esposadas por la espalda, con dolor de hombros y el cuello rígido, iba dando tumbos, a diestra y siniestra, impulsado por la fuerza centrífuga o centrípeta del vehículo.

Cuando volcaba hacia mi derecha chocaba con la puerta del coche. Si lo hacía hacia mi izquierda me frenaba la presión contundente del cañón de un arma de fuego no identificada que, seguramente, ya me estaba produciendo un moratón entre las costillas.

Estaba tan concentrado en decidir cómo debía comportarme para hacerme “amigo” de los secuestradores que tardé en reconocer que me dolía el estómago. Lo tenía encogido y revuelto. Sentí un poco de nauseas. ¿Miedo? ¿Mareo? ¿Desorientación? ¿Demasiadas curvas, tomadas con exceso de velocidad y viajando, en contra de la costumbre, en el asiento de atrás y con los ojos tapados?

Un giro muy brusco seguido, en el acto, de un frenazo casi en seco, me sobresaltó. Sentí, de pronto, un miedo especial, distinto al que había sentido hasta entonces. ¿Miedo, quizás, al cambio de escenario? No se. ¿Miedo a ser abandonado en algún “zulo” con los ojos vendados?

——–

Me movían como a una marioneta

——

Oí el ruido de las puertas al abrirse y conversaciones lejanas de mis compañeros de viaje con los del coche que debía ir delante (o puede que detrás) de nosotros.

Me sacaron del asiento de atrás de mi coche y sentí frío. Pisé un charco. En aquel sótano o “zulo” había bastante agua por el suelo. Pensé que habíamos entrado en un garaje encharcado. Me movían de un lado para otro como a una marioneta. Al cabo de un rato me metieron en otro coche y seguimos por una carretera que pronto se convirtió en un camino pedregoso de tercera categoría.

Hablaban entre ellos. Y circulaban muy despacio. Llegamos al destino. Me sacaron de nuevo del coche y me fueron empujando para dirigirme por aquel terreno lleno de piedras, charcos y matorrales hasta una valla de piedras, que tuve que saltar con la ayuda de dos secuestradores.

Caminamos durante unos minutos hasta que, en un punto, me ordenaron que me sentara en el suelo. Estaba muy frío, lleno de hojas mojadas y húmedo. Allí empezó el interrogatorio, objeto del secuestro. Pronto se confirmaron mis temores. Sabían que mi pseudónimo, con el que firmé el artículo objeto de aquel secuestro ilegal, era Rafael Idáñez. Lo he usado muchas veces. La entrevista que le hice a Alicia Koplowitz en el primer suplemento dominical de El Sol -creo que es la única que yo conoczco- iba firmada también por Rafael Idáñez. le tengo especial cariño a ese nombre: es el primer nombre de mi padre y su segundo apellido

No quiero entrar en detalles. Sólo los imprescindibles. No me gusta –nunca me ha gustado recordarlo en los últimos 30 años- y no creo que sea necesario para el relato de los hechos. Por otra parte, al cabo de tantos años, me costaría mucho expresar o medir la intensidad del miedo, de la humillación, de la impotencia, del dolor físico, etc., que sentí en aquellas siete u ocho horas de tortura metódica.

Debe ser como los dolores del parto, que las madres olvidan pronto, al recibir el premio de una nueva vida: el bebé. De la misma manera, yo olvidé la medida del dolor en cuanto recibí el premio de una nueva vida: la mía.

Debía doler mucho lo que me hacían para sacarme la información que buscaban pero no puedo precisar, con detalle, ese dolor. ¿Lo he borrado de mi mente?

Estaba muy concentrado en las preguntas que me hacían, en sus reacciones, en sus risas y en sus comentarios más que en los golpes.

Estaba siendo sometido a un interrogatorio en toda regla. Me pareció bastante profesional. Como los de las películas. Había buenos y malos. Mejor dicho, había malos y un solo bueno.

(Creo que hacía de bueno el señor mayor que yo había visto por el retrovisor apuntándome con su pistola. Actuaba como si fuera el jefe de aquel comando).

—–

No le rompáis nada. Sin señales

—–

El presunto jefe daba órdenes como éstas, que me hicieron concebir esperanzas:

– No le rompáis nada. Sin señales. Me habéis oído. Sin señales.

Y seguían preguntándome y golpeándome. Yo debía conocer bien a los torturadores y encontrar las respuestas adecuadas para sobrevivir con el menor daño posible. Nunca tuve mi mente más despierta. Toda mi energía estaba destinada a sobrevivir. Quizás, por eso, se puede aguantar el dolor o enviarlo a un rincón inservible del cerebro.

Hasta ese momento, jamás había pensado seriamente en la muerte como algo próximo e inevitable. Era joven, sano y fuerte. Casi inmortal. ¿Por qué iba a pensar en la muerte?

No tuvieron necesidad de disimular por más tiempo acerca del presunto secuestro con rescate. Todos sabíamos por qué estábamos allí. Ellos comenzaron a desesperarse.

-¿Quién te dio la información para escribir ese artículo que firmaas como Rafael Idáñez sobre los relevos en la Guardia Civil?

– No lo se. Usaron seudónimos (golpes). Quiero decir, nombres falsos (más golpes). Quien me dio todas las pistas dijo que se llamaba José Pérez. (No es el verdadero pseudónimo)

-Sabemos quienes fueron los dos generales que te dieron los datos, pero queremos que nos lo digas tú mismo. Queremos oír los nombres de esos traidores.

–Un tal José Pérez.

Conste que éste no es el seudónimo que usaron mis fuentes de información, pero a ellos les di el que, de verdad, habían usado conmigo. El pseudónimo lo sabemos mi mujer y yo, los secuestradores y la fuente anónima (o fuentes) que nunca llegué a conocer en persona. Por eso, pienso que, de haber conocido la identidad real de mis fuentes, bajo tortura, estoy casi seguro de que les hubiera delatado.

Hicieron bien en no darme sus nombres auténticos aquellos militares que se identificaron por teléfono como demócratas. Nunca se sabe. Un par de meses más tarde, en el Club Siglo XXI, ya casi recuperado de las heridas, se me acercó un general del Ejército de Tierra que se identificó como uno de mis informantes y quiso entablar conversación amistosa sobre el caso.

Le dije que, tras el shock traumático de las torturas, había olvidado los nombres que utilizaban mis informadores y le pregunté cual era el pseudónimo utilizado por él. Me dijo un nombre que no era correcto. Me puse en guardia pero seguí la conversación como si nada. Naturalmente, sin soltar prenda. Estuve muy asustado hasta que salí huyendo de España (y sin mirar hacia atrás).

Al no conseguir las respuestas que esperaban, mis potentes entrevistadores aumentaron la presión. Algunas torturas me parecieron ridículas, aunque muy dolorosas. Me tiraban de las patillas hacia arriba sin llegar a arrancarme el pelo. Me recordaba al hermano prefecto de mi colegio La Salle, pero a lo bestia. Otra me azotaban con ¿una porra? ¿un palo?. Me quitaron los zapatos, pero no los calcetines. La porra es más eficiente cuando golpea la planta de los piés desnudos. Divinos calcetines. Sentí caer el sudor por mi cara. Más tarde comprobé que no era sudor sino sangre.

Desde aquella experiencia no solicitada, no he pasado ni un solo día de mi vida sin pensar en la muerte.

(¿Continuará? No se. Depende de lo que digan mis hijos)

21 comentarios

  1. Dice ser gavilan

    Este es el problema para muchos: las hemerotecas. Antes y ahora. Yo, que no tengo tan mala memoria como haría pensar mi edad, recuerdo perfectamente que aquí, en internet, muchos días antes de las elecciones últimas había muchos colectivos, que habitualmente no votan, que se ponían de acuerdo para hacerlo. La razón es que el pestilente detritus en que se movía el país, al ritmo que marcaba un señor con bigotillo, travestido en enérgico mandatario… al servicio de sus jefes, allende los mares, hizo que todo el mundo más o menos marginal votase para echarlos. Aún a sabiendas de que los sociatas sólo son el nombre. Pero es que estos bribones se pasaron de la raya. Por cierto, conviene recordar de vez en cuando que todos ellos, sin fisuras -uno llegó a decir que notaba algo en el estómago, pero que la disciplina es la disciplina (lo que dicen siempre los sicarios y los verdugos)-, votaron a favor de la guerra de Irak. Luego, cuando se ha visto que todo era mentira y que han asesinado ya a más de 150.000 iraquíes, no hemos oído siquiera una disculpa. Y su jefe decía no tener dudas de que existían armas de destrucción masiva. ¡Como para seguirle creyendo!

    30 noviembre -0001 | 00:00

  2. Dice ser Alvy Singer

    Impresionante continuación. Su testimonio pone los pelos de punta, pero es necesario para entender la realidad no tan lejana de España. Espero que si se ve con fuerzas y ánimos continue con este testimonio desgarrador pero necesario.PD: Espero que haya disfrutado usted de la brillante SYRIANA. Y también espero poder leer por aquí sus impresiones sobre el film.¡Un saludo!

    12 marzo 2006 | 15:07

  3. Dice ser potato

    Gracias de nuevo.Bueno, gracias a tus hijos por empujarte a continuar con el relato. Y como dice Alvy Singer, aunque puede que sea tremendamente doloroso recordar aquello, creo que este tipo de relatos son necesarios para entender muchas cosas.Disculpanos, en el fondo todos somos un poco vampiros.Saludos

    12 marzo 2006 | 15:54

  4. Dice ser Caminante

    Gracias una vez mas.

    12 marzo 2006 | 16:44

  5. Dice ser blackmore

    Gracias! Porque por gente como tú es posible que la democracia y junto con ella la libertad de prensa sean una realidad. No lo dudes y acaba de contar la historia. Porque no es sólo tuya sino la de todos los que amamos la libertad. Considero que deberias tomartelo como una obligación.

    12 marzo 2006 | 17:13

  6. Dice ser imagina

    Lo peor, es que seguramente, aquellos salvajes torturadores, están hoy viviendo tan ricamente, con sus cargos, sus jubilaciones, viendo a sus hijos (dignos herederos suyos), progresando como sicarios de la derecha actual.No hay que olvidar ni perdonar, sobre todo cuando esporádicamente aparecen generales menas y tejeros, y una sociedad civil, hoy integrada en el PP, que conservan todos los tics de aquella época, nostálgicos del poder absoluto, que harán cualquier cosa para conservarlo.Me alegro que haya decidido rememorar sus dolorosos recuerdos.Saludos

    12 marzo 2006 | 22:47

  7. Dice ser Mister x Hommer Simpsom

    Eso es lo que hace hoy la ETA y usted odia al PPParece que aprendió poco de su experiencia o le persigue un rencor dirigido hacia quien no tiene nada que ver con el abnominable caso que relataPrefiere vengar su pasado que luchar contra los verdugos de hoySu intención no es otra que dirigir ese odio hacia el PPHayá ustedes, ya perdieron una y los que jugamos entre sus traumas no superados siempre nos llevamos la peor parte, entonces y ahoraPor cierto, yo podría contarle la historia de como los repúblicanos mataron a mi abuela y prendieron fuego a su panaderíaMi padre y mís tios estuvieron viviendo en una cueva hasta bien entrado el franquismoPosteriormente Franco fusiló a uno de mis tíos¿A quién debo odiar más?La guerra civil no se trataba de una batalla de buenos contra malos, era simple odio contra odio, y algunos siguen empecinados en seguir extendiendo ese odio

    13 marzo 2006 | 03:43

  8. Dice ser elvizca

    Mister x (o Clemen), lo de que «Mi padre y mís tios estuvieron viviendo en una cueva hasta bien entrado el franquismo» no se lo cree ni usted, a no ser que fueran replublicanos, y sobre sus lecciones de odio para los demás, debería tomar una buena dosis y tener mas rigor(es decir mentir menos)y no estar encizañando permanentemente. ¿Y ha leido por finhttp://3diasdemarzo.blogspot.com/ ?. Si después de leerlo sigue adorando a Pedro J. y sigue pensando igual, es urgente que vaya al medico (al del odio, si puede ser)

    13 marzo 2006 | 11:04

  9. Dice ser Antonio R

    Hace muchos años ya, que desde Barcelona seguía con orgullo tus programas en VT. ¡Que bien!, un almeriense, paisano mío que triunfa en TVE. Pero… pasó el tiempo y una serie de coincidencias han hecho que nos conozcamos muy íntimamente.Ahora me siento orgulloso de verdad al conocer mucho más de cerca tu continuada lucha por la libertad, por la justicia y por la democracia. Periodistas así son los que España necesita.JAMS, ¡ADELANTE! el pueblo llano ¡está y estará siempre contigo!.Ah, enhorabuena por el premio al editor del Año, pero sobre todo ¡GRACIAS DE NUEVO! por los sacrificios a los que has sido sometido por defender tus conviccionesUn abrazo muy fuerte

    13 marzo 2006 | 11:28

  10. Dice ser hartín

    Mister X escribió:»Hayá ustedes….»Por favor ante tales graves faltas, no hay otra solución.¡¡¡Borrar posts hasta que aprendan a escribir!!!!

    13 marzo 2006 | 13:50

  11. Dice ser Mister x Hommer Simpsom

    elVizca lo he leído y es muy gracioso, sobre todo lo de la numerología para explicar la fecha. De Aramis FusterLo de la cueva fue en la república y le aseguro es cierto, pero bien, usted es de izquierda y no hay como el sectarismo para tranquilizar conciencias (si la tiene)Yo meto cizaña, opino… y hago lo que me da la gan, si le parece bien, pués bien, si le parece mal, pues jodase¿Ha leido usted ya el sumerio del juez del Olmo?Hagalo, está en la red, no es dificil de encontrar, solo hay que quererHartín me alegro por tu seudónimo, ladran luego cabalgamosLo de las faltas se debe a la rapidez a la hora de escribir, pero lo de que usted lo detecte se trata de nuevo de sectarismo. Hay en este hilo (según yo cuento) más de 6 faltas de ortografía, una de ellas se encuentra en el texto del señor Soler (lo suyo si es grave, pués él vive de ello)Espero se ahogen en tanta bilis como transpiran por sus poros usted y elVizcaEl día que abran los ojos se encontraran todo un mundo de color, les animno a hacerlo(cuando el acné se borre de su cara, es que habrá llegado la hora de ser un hombre, ahora a jugar a los GiJoe y a dejar a los mayores con los temas serios)UN SALUDITO Y ALGUNOS AUN QUEREMOS SABERrasquense, rasquenseHartín: el CAC te necesita. AlistatePor cierto, lo que a este señor le hicieron en la dictadura se lo hicieron a 30 (20 inocentes) personas sus camaradas en la democracia

    13 marzo 2006 | 16:09

  12. Dice ser Mister x Hommer Simpsom

    Lo de CLEMEN, si quiere me lo explica (o también me remite a 3 días de marzo, añadiría yo, o como preparar un golpe de estado)

    13 marzo 2006 | 16:12

  13. Dice ser Mister x Hommer Simpsom

    «ante tales graves faltas» – un cursillo de gramática y solucionadoelVizca, Pedro J no es mi ídolo, es usted, la única ameba en el mundo que sabe escribir a ordenar. Un ser unicelular prodigioso

    13 marzo 2006 | 16:17

  14. Dice ser Lobo

    Gracias por compartir con nosotros esa parte de la historia reciente de España, que los que andábamos en pañales por aquel entonces no conocíamos.Y no hagas caso de quienes digan que «las historias del abuelo cebolleta» son aburridas. ¡Habemos a quienes nos encantan!

    13 marzo 2006 | 17:08

  15. Dice ser Carlos Capote

    No puedo concebir que alguien no condene una tortura, sea quien sea el «verdugo». Me siento completamente incapaz de imaginar lo que se debe de sentir en una situación como esa. Me alegro de que, después de todo, hayas podido continuar con tu vida.Por cierto, me parece absolutamente incomprensible que alguien escuche (lea) el testimonio de una víctima y responda con comentarios insensibles e irrelevantes como los que he leído sobre este artículo. Seguramente todos tenemos nuestras diferencias. Unos creyentes y otros ateos, unos de derechas y otros de izquierdas, pero ¡por favor, un mínimo de sensibilidad!.

    13 marzo 2006 | 22:09

  16. Dice ser Sergio

    Gracias por contarlo. Debe ser duro. Al menos, que sirva para que no se repitan cosas como ésta.Un saludo.

    13 marzo 2006 | 22:48

  17. Dice ser Chelita

    Soy una chica de 19 de años de Sevilla que acaba de leer tu relato y ciertamente se ha quedado impresionada… Lo que conozco de la transición y de esos momentos tan duros en España lo sé mediante libros e historias que me cuentan familiares y amigos de la familia pero oír esta historia en primera persona me ha impactado mucho.Me alegra que haya seguido trabajando y luchando por la libertad suya y de los demás ciudadanos españoles.

    16 marzo 2006 | 20:05

  18. Dice ser Inés

    No estaría mal, señor Martínez Soler, que pusiera usted sobre papel de libro, junto con otros muchos represaliados y/o torturados de la época, estas vivencias. La democracia sólo perdura si se mantiene viva la memoria.Estamos pasando una mala época, en España y en el mundo, y se hace necesario que gente que ha vivido lo que usted ha vivido, lo cuente.Recuerdo aquel magnífico libro de Manu Leguineche llamado «Topos» (como recogió testimonios) y lo que supuso para mi conciencia.La juventud ha de saber lo frágiles que resultan las libertades cuando se ignora el origen de las mismas que,no es otro,que la plena democracia.Gracias por escribir Señor Martínez.

    20 marzo 2006 | 20:11

  19. Dice ser Cintia

    Hola mi nombre es Cintia , y les comento brevemente mi situacion, el pasado jueves 18 de mayo mi ex marido, le pego en la via publica a mi actual pareja y le quito a mis dos hijos a la fuerza y se los llevo , desde ese dia no se mas nada de ellos, estoy mas que segura que se fugo del pais con ellos, estoy desesperada, me gustaria saber que puedo hacer o con quien tengo que hablar para que hagan una busqueda intensa de mis hijos, Para mas informacion ya le eh puesto dos denuncias, en la guardia civil y en el juzgado, tengo mi abogado actuando, pero me gustaria hacer algo para agilizar los tramites porque tengo miedo de no verlos nunca mas,y a todos esto este dia 25 de mayo empezaba el juicio por la separacion y la custodia de los niños y seguramente en no va a aparecer, Espero que me ayuden porque estoy realmente desesperada, desde ya muchas gracias.Cintia Teruel.

    21 mayo 2006 | 02:22

  20. Dice ser José María

    Buenas nochesSoy un joven de 25 años (cosecha de 1981), que siente un enorme respeto, admiración y curiosidad por esta etapa de la historia reciente de nuestro país.Simplemente quería dejar constancia por escrito del impacto que me han causado sus relatos, así como reiterarle la importancia de la impronta de sus palabras.Reciba un saludo,

    01 agosto 2006 | 01:42

  21. Dice ser Aziza S.

    Soy una persona sumamente sensible y cuando leí sus palabras sentí un vacío… como usted sabe ahora en México se anda diciendo que tenemos el primer lugar en secuestros junto con Irak, bueno lo dice la PAX CHRISTINE en la radio ONG de Holanda; pero esto no es lo importante sino el por qué pasa, qué hace que de un día a otro, una persona se vuelva un secuestrador (amo) y el secuestrado un esclavo. Ahora las guerras las conocen como de baja intensidad, no hay bombas en el piso a punto de estallar pero sí entre aquellos que llevan una bomba por corazón a punto de estallar al golpear el cuerpo y el alma, de aquel que privan de su libertad y su vida y como usted dice sólo esperaba volver nacer…

    20 agosto 2008 | 21:50

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